miércoles, 2 de abril de 2014

Señor, he puesto en ti mi confianza










SALMO 55 (54)
Señor, he puesto en ti mi confianza
55:
1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda.
Poema de David. 

Temor ante el peligro55:2 Dios mío, escucha mi oración,
no seas insensible a mi súplica;
55:3 atiéndeme y respóndeme.
La congoja me llena de inquietud;
55:4 estoy turbado por los gritos del enemigo,
por la opresión de los malvados:
porque acumulan infamias contra mí
y me hostigan con furor.
55:5 Mi corazón se estremece dentro de mi pecho,
me asaltan los horrores de la muerte,
55:6 me invaden el temor y el temblor,
y el pánico se apodera de mí.
55:7 ¡Quién me diera alas de paloma
para volar y descansar!
55:8 Entonces huiría muy lejos,
habitaría en el desierto. Pausa
55:9 Me apuraría a encontrar un refugio
contra el viento arrasador y la borrasca. 


Angustia por el estado de la ciudad
55:
10 Confunde sus lenguas, Señor, divídelas,
porque no veo más que violencia
y discordia en la ciudad,
55:11 rondando día y noche por sus muros.
Dentro de ella hay maldad y opresión,
55:12 en su interior hay ruindad;
la crueldad y el engaño
no se apartan de sus plazas. 

Queja por la traición del amigo55:13 Si fuera mi enemigo el que me agravia,
podría soportarlo;
si mi adversario se alzara contra mí,
me ocultaría de él.
55:14 ¡Pero eres tú, un hombre de mi condición,
mi amigo y confidente,
55:15 con quien vivía en dulce intimidad:
juntos íbamos entre la multitud
a la Casa del Señor! 

Imprecación contra los enemigos55:16 Que la muerte los sorprenda,
que bajen vivos al Abismo,
porque dentro de sus moradas
sólo existe la maldad.
55:17 Yo, en cambio, invoco al Señor,
y él me salvará.
55:18 De tarde, de mañana, al mediodía,
gimo y me lamento,
pero él escuchará mi clamor.
55:19 Él puso a salvo mi vida;
se acercó cuando eran muy numerosos
los que estaban contra mí.
55:20 Dios, que reina desde siempre,
los oyó y los humilló. Pausa
Porque ellos no se corrigen
ni temen a Dios;
55:21 alzan las manos contra sus aliados
y violan los pactos.
55:22 Su boca es más blanda que la manteca,
pero su corazón desea la guerra;
sus palabras son más suaves que el aceite,
pero hieren como espadas.
55:23 Confía tu suerte al Señor,
y él te sostendrá:
nunca permitirá que el justo perezca.
55:24 Y tú, Dios mío, los precipitarás
en la fosa más profunda.
Los hombres sanguinarios y traidores
no llegarán ni a la mitad de sus días.
Yo, en cambio, confío en ti, Señor.














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