Extrañamente en uno de esos momentos extraños de la extrañidad, me encontré pensando y hablando conmigo mismo sobre como podría hacer realidad en mi vida aquello que dice la Escritura y que hoy te comparto.
Y me dije. Mi mismo, la Biblia dice:
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: “¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?” Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Mateo 18:1-5
¿Pos como? ¿Pero como? ¿Juat de rito? Es decir, -Señor, ¿a que te refieres?- sinceramente como Nicodemo ante la cuestión de nacer de nuevo, me encontré en un rollo peor que cuando mi mirada se cruzo con la chica que me gustaba en la Prepa y se dio ella cuenta de que me traía arrastrando la cobija (Pero esa es otra historia).
¿Ser como niño? ¿A que se refiere Nuestro Señor?
¿Acaso me tendré que disfrazar de Power Ranger y esperar a que Godzilla me confronte mientras me amarro una toalla al cuello cual capa simulando ser algo así como un Batman en el complejo mundo de mi sobrino de cuatro años?
¿Acaso tendré que considerar seriamente el hacer berrinches, comer helados, vestir de marinerito, cantar canciones de Barney o ver a Dora la exploradora una y otra vez mientras brinco al ritmo de 1,2,3 y 4 en un solo pie para poder cumplir con lo que indica la Escritura?
Noooo!!! Jajaja, aunque suene un poco divertido ese grado de ñoñez, lo ideal es entender lo que nos quiere decir el Señor al pedirnos volver a ser como niños.
Es simple, el secreto esta en ver la vida con la profundidad de la simpleza, observar nuestro caminar comparado con la sombra de la hormiga que nos sorprende a cada atardecer mientras esperamos lo mejor de la vida aunque el viento sople encontra de todos nuestros planes, ¡osease! es sencillo ¡CONFIAR en el SEÑOR! de la misma forma en la que un niño viene a confiarse en el regazo de su Madre, de la misma forma en la que un niño mira en su padre a Batman, Iron Man e inclusive a Barney (por aquello de lo chonchito).
Hacerse de nuevo niños es tener el super frabuloso combustible de la FE que nos permita afrontar la vida como si esta fuera un juego maravilloso en el que nuestro Padre que esta en los cielos nos mira amorosamente con una sonrisa a flor de labios que nos dice, “hakuna Matata” es decir, no hay problema, “Estoy a tu lado, no tengas miedo” y que esto nos permita seguir adelante cumpliendo aquello que nos dice San Pablo en su carta a los Filipenses, “Estén siempre alegres”.
Así que no nos compliquemos la existencia al reflexionar este texto del Evangelio de San Mateo, ser como niños es adueñarnos de la simplicidad profunda de la vida, es hacer realidad en nosotros el precioso deposito de la FE, dejando nuestra confianza en ÉL, no se trata tampoco de ir por el mundo irresponsablemente o evitando el compromiso y la necesidad de dar importancia a lo que realmente requiere de nuestra atención. Se trata de comprender que la felicidad se encuentra dentro de nuestro corazón, no en lo que nos rodea. ¿Te haz fijado en como un niño desde su corazón imagina que es un superheroe o un gran deportista y esto lo hace plenamente feliz? Supongo que si lo haz visto, pues de la misma forma en nuestro hoy, seremos como niños cuando comprendamos que Dios habita en nuestro corazón y que desde ahí se puede convertir en nuestra plena realidad y felicidad, siempre y cuando le demos cabida en nuestro diario y cotidiano SER.
Así que animo y a ser como niños, dejemos que la infancia espiritual invada nuestro haber y nos permita caminar por ahí con una gran sonrisa al comprendernos y sabernos, dignos HIJOS DE DIOS
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