miércoles, 23 de abril de 2014

DÍA DEL SEÑOR, PARUSÍA (hemera tou Kyriou, parousía)

 

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En los profetas, las palabras «Día» y «Día del Señor» designan de ordinario el momento decisivo de la intervención victoriosa de Dios en el mundo (ls 13,6; Sof 1,7), aludiendo al castigo (Am 5,18), a la purificación o liberación de Israel (Zac 12-13; Miq 3,2), así como al juicio de las naciones (Sof 1,14-18; Zac 14,12).
En la literatura apocalíptica y neotestamentaria, la expresión anunciará la catástrofe repentina y última del juicio final (Mt 10,15; 24,19.36; Rom 2,5.16; 2 Tes 2,2; 2 Pe 3,10-12). Sin duda se trata ya de los días del Señor o del Hijo del hombre en Mt 24,42 y en Lc 17,22; pero Pablo irá más lejos todavía aplicando directamente a Jesús la expresión bíblica Día del Señor (1 Tes 5,2), llamado también Día de Cristo (Flp 1,6.10 Y 2,16). El Día del Señor se relaciona entonces con su venida o su parusía (2 Tes 2,1-2).
El substantivo «parusía», transcrito del griego, cuya radical significa «estar presente» o «llegar», «visitar» o «venir»,indica en sentido neutro una presencia (1 Cor 16,17) y, en sentido helenístico, la visita solemne o la llegada de un príncipe o de un emperador a una ciudad de su reino. Esta visita solemne daba lugar a grandes festejos: un cortejo triunfal, discursos, la entrega de una corona de oro, distribuciones alimenticias, etcLa parusía de un príncipe celebra su «epifanía», es decir, su manifestación gloriosa. A pesar del peligro de esta expresión, politizada en aquella época, la literatura intertestamentaria (pero no los Setenta) la aplicó a veces a la venida gloriosa de Dios en el Sinaí (Flavio Josefo, Antiq. Jud. 3,80) o a su venida escatológica (2 Baruc 30,1).
Además de Mt 24,3s, Pablo sobre todo recogerá esta expresión en 1 Tes 2,19; 3,13; 4,15; 5,23; y 1 Cor 15,23. No se trata entonces de un regreso de Cristo a la tierra en los últimos tiempos, sino de la venida del Señor, que vendrá a buscarnos. El escenario que se despliega en 1 Tes 4,13-17 es especialmente significativo en este sentido: si, como en el Sinaí, el Señor baja de los cielos, es para atraer a sí, en los aires, a la comunidad de los creyentes que salen a su encuentro. El grito arameo Marana tha!, de origen litúrgico, significa: iSeñor nuestro, ven! (en imperativo: 1 Cor 16,22; Ap 22,20): no ya: «¡Vuelve a la tierra!», sino: «¡Ven pronto a buscarnos y a arrancarnos del juicio que se acerca!» (cf. 1 Tes 1,10).

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