Decálogo Cuaresmal
Para que en la gran Solemnidad que se avecina nos unamos con mayor fervor a Cristo nuestra pascua, ofrezco este decálogo cuaresmal.
1. Cuaresma cristocéntrica. Cristo es el centro de toda Cuaresma; Cristo en su estado de sufrimiento y muerte a causa del mal y al servicio de nuestra conversión y de nuestro perdón. El centro es Cristo. El camino es Cristo. Otros caminos serán buenos si conducen a Cristo. Otras doctrinas, carismas, devociones valdrán algo si desembocan límpidamente en Cristo. No anteponer nada al Amor de Cristo.
2. Cuaresma contemplativa: Contemplar para escuchar la voz de Dios. Para estar pendientes y atentos a la construcción de su Reino. La vida contemplativa se acerca tanto al misterio de Dios que el mundo no la entiende. La vida contemplativa es fecunda, Dios se comunica en la medida en que el sarmiento está unido a la vid. Cuanto más unidos, más eficacia en el apostolado.
3. Cuaresma pascual: Vivir la cuaresma es caminar hacia la pascua; pasar por la muerte de Cristo hecha en nosotros mortificación o muerte al pecado, conversión penitencial y confesión hasta purificar y aumentar el amor que nos hace vivir según la resurrección de Cristo a una vida nueva.
4. Cuaresma eclesial: Cuaresma vivida en “Iglesia” para sentirnos más “Iglesia”, más comunidad de Cristo. La comunidad es la común unidad de cada uno y de todos con Cristo. La vida comunitaria no consiste en estar juntos o en cooperar para una determinada tarea de carácter social o apostólico, sino en estar afectiva y realmente unidos con Cristo y entre sí compartiendo todo desde los niveles más profundos.
5. Cuaresma sacramental: Redescubrir el bautismo con que fuimos injertados en la muerte y resurrección de Cristo y llenados de su Espíritu por la confirmación. Revisar el sacramento de la confesión para vivirlo desde una actitud penitencial que nos lleve a la reconciliación con Dios, y con los hermanos. Vivencia de la Eucaristía, celebrada conscientemente, desde la fe y el amor.
6. Cuaresma viva y actual: Con el realismo de nuestra propia vida hemos de hacer de los sufrimientos diarios, necesidades, cansancio, soledad, insatisfacción, enfermedad, tristeza, etc. el paso, la andadura y el camino hacia la plenitud gozosa de la vida que debemos ir construyendo ya, y que debemos buscar y esperar más allá de todo.
7. Cuaresma samaritana: Amar de verdad, servir, ayudar, solidarizarse con los demás, especialmente con los que sufren y con los más necesitados. Procurar no agriar más las distancias y divisiones dentro de la Iglesia. Ser fermento de unidad en la fraternidad. Dar sin esperar recompensa y darlo con amor.
8. Cuaresma pobre y rica: No es un juego de palabras dice el Papa, la Palabra de Cristo es la mayor riqueza, siendo rico se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza (2Cor 8,9). Es la lógica del amor que nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias, es compartir en todo la suerte del amado.
9. Cuaresma evangelizadora: Evangelizar al hombre y al mundo del tercer milenio. Llevar la Buena Noticia a todos los ambientes de la humanidad y transformarla desde dentro, llegando a las raíces mismas de las culturas y de la cultura humana. Y no será posible la Nueva Evangelización, en ardor, en métodos, en expresiones, si falta la vida contemplativa.
10. Cuaresma llena de alegría: Cuando ayunéis, cuando oréis, cuando deis limosna, siempre con alegría evangélica. La alegría cristiana ha de impregnar toda nuestra vida. Debe ser como un signo de nuestra identidad. La celebración de la Cuaresma —camino de la Pascua— ha de provocar en nosotros una experiencia de profunda alegría. Hemos de ser la comunidad de la alegría, el pueblo de las Bienaventuranzas porque creemos en Jesús y conocemos su presencia en medio de nuestras debilidades.
DECÁLOGO CUARESMAL DEL CRISTIANO HOY
Sembrando Esperanza III. La conversión no tiene lugar nunca una vez para siempre, sino que es un proceso, un camino interior de toda nuestra vida.
¿SABES QUÉ ES LA CUARESMA?
Un tiempo propicio para encontrar la paz del corazón, para retomar el camino de Dios, que es un camino de amor, armonía y paz. Paz que nace del saber que somos amados y perdonados por Dios y del saber que correspondemos a ese amor.
La Cuaresma es una oportunidad para «volver a ser» cristianos, a través de un proceso constante de cambio interior y de avance en el conocimiento y en el amor de Cristo.
La conversión no tiene lugar nunca una vez para siempre, sino que es un proceso, un camino interior de toda nuestra vida. Ciertamente este itinerario de conversión evangélica no puede limitarse a un período particular del año: es un camino de todos los días, que tiene que abarcar toda la existencia, cada día de nuestra vida.
San Agustín dijo en una ocasión que nuestra vida es un ejercicio único del deseo de acercarnos a Dios, de ser capaces de dejar entrar a Dios en nuestro ser.«Toda la vida del cristiano fervoroso -dice- es un santo deseo».
Si esto es así, en Cuaresma se nos invita aún más a «arrancar de nuestros deseos las raíces de la vanidad» para educar el corazón en el deseo, es decir, en el amor de Dios.Dios -dice San Agustín- es todo lo que deseamos» (Cf. «Tract. in Iohn.», 4).
Y esperamos que realmente comencemos a desear a Dios, y de este modo desear la verdadera vida, el amor mismo y la verdad (Benedicto XVI, 27 de febrero de 2007).
1. Amarás a Dios. Le amarás sin retóricas, como a tu padre, como a tu amigo. No tengas nunca una fe que no se traduzca en amor. Recuerda siempre que tu Dios no es una energía, un abstracto, la conclusión de un silogismo, sino Alguien que te ama y a quien tienes que amar... Y, al mismo tiempo que amas a Dios, huye de esos ídolos que nunca te amarán pero podrían dominarte: el poder, el confort, el dinero, el sentimentalismo, la violencia.
2. No usarás en vano las palabras: Dios, familia, amor. No las uses jamás contra nadie, jamás para sacar jugo de ellas, jamás para tu propia conveniencia.
3. Piensa siempre que el domingo está muy bien inventado, que tú no eres un animal de carga creado para sudar y morir. Impón a ese desgastante exceso de trabajo, que te acosa y te asedia, algunas pausas de silencio para encontrarte con la soledad, con la música, con la naturaleza, con tu propia alma, con Dios en definitiva.
4. Recuerda siempre que lo mejor de ti lo heredaste de tu padre y de tu madre.
5. No olvides que naciste carnívoro y agresivo y que, aunque algún filósofo dijo que el “hombre era Lobo para el hombre”, nosotros cristianos no lo somos, aunque te es más fácil matar que amar. Vive despierto para no hacer daño a nadie, demostremos que tenemos razón, libertad y voluntad para respetar a todos.
6. No temas ni la amistad, ni el amor. Pero no caigas nunca en esa gran trampa de creer que el amor es recolectar placer para ti mismo, cuando es transmitir alegría a los demás.
7. No robarás a nadie su derecho a ser libre. Recuerda que te dieron el alma para repartirla y que roba todo aquel que no la reparte, lo mismo que se estancan y se pudren los ríos que no corren.
8. Recuerda que, de todas tus armas, la más peligrosa es la lengua. Rinde culto a la verdad, pero no olvides nunca dos cosas: que jamás acabarás de encontrarla completa y que en ningún caso debes imponerla a los demás.
9. No desearás la mujer de tu prójimo, ni su casa, ni su coche, ni su sueldo. No dejes nunca que tu corazón se convierta en un cementerio de chatarra, en un cementerio de deseos innobles.
10. No codiciarás los bienes ajenos ni tampoco los propios. Sólo de una cosa puedes ser avaro: de tu tiempo, de llenar la vida de los años -pocos o muchos- que te fueron concedidos.
La Cuaresma avanza y todos, al inicio de estos 40 días, comenzamos con buenos propósitos para ser mejores y al final sentirnos amados por Dios y en su casa. ¿Ya has regresado?, ¿vas de camino?, ¿qué te falta?, ¿cuánto te falta por llegar?, ¿qué último esfuerzo debes hacer? Aún tenemos esta semana para decir al Señor, que SÍ QUEREMOS.
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