miércoles, 2 de abril de 2014

Cuando rezo por los demás...


"Muchas veces he dicho a la gente: rezaré por tí; pero ¿Cuántas veces he entrado de verdad en la realidad plena de lo que esto significa? Ahora ya sé que puedo entrar profundamente en el otro y rezarle a Dios desde su centro. Cuando verdaderamente llevo en lo más íntimo de mi ser a mis amigos y a todas las personas por las que rezo, y siento sus dolores, sus luchas, su llanto en mi propia alma; cuando salgo de mí mismo, por así decirlo, y me transformo en ellos, entonces es cuando siento compasión. La compasión está en el corazón de nuestra plegaria en favor de nuestros semejantes. Cuando rezo por el mundo, me convierto en el mundo; cuando rezo por las incontables necesidades de millones de seres, mi alma se ensancha y quiere abrazarlos a todos y llevarlos a la presencia de Dios.

Pero en medio de esta experiencia me doy cuenta de que la compasión no es mía, sino un don que Dios me ha dado. Yo no puedo abrazar al mundo, pero Dios sí. Yo no puedo rezar, pero Dios si puede rezar en mí. Cuando Dios se ha hecho uno de nosotros, es decir, cuando nos ha permitido a todos entrar en su vida íntima, nosotros hemos podido participar de su infinita compasión.

Cuando rezo por los demás, liberándome a mí mismo y convirtiéndome en el otro, me encuentro con el amor de Dios, que sostiene a toda la humanidad en un abrazo compasivo".

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