El evangelio del Buen Pastor con Jesús que se define “la puerta del redil” centró la homilía del papa Francisco, este lunes 22 de abril, en la misa celebrada en la Residencia de Santa Marta. Participaron algunos empleados de la Sala de Prensa vaticana, con su director y vicedirector, los padres Federico Lombardi y Ciro Benedettini, respectivamente, así como un grupo de técnicos de Radio Vaticano, del Centro transmisor de Santa María di Galeria, en la periferia de Roma.
En la lectura evangélica propuesta por la liturgia, Jesús dice que quien no entra en el redil por la puerta, no es el pastor. La única puerta para entrar en el Reino de Dios, para entrar en la Iglesia –afirmó el santo padre- es Jesús mismo.
“Quien no entra en el redil por la puerta, sino por otra parte, es un ladrón o un asaltante”. Es “uno que quiere aprovecharse” –dijo el obispo de Roma– es uno que “quiere trepar”: “También en las comunidades cristianas existen estos trepadores, ¿no?, que buscan lo suyo… y consciente o inconscientemente aparentan entrar pero son ladrones y asaltantes. ¿Por qué? Porque roban la gloria a Jesús, quieren la propia gloria y esto es lo que decía a los fariseos: ‘Ustedes se glorifican unos a otros…’. Una religión un poco como negocio ¿no? Yo te glorifico y tú me glorificas. Pero estos no han entrado por la puerta verdadera. La puerta es Jesús y quien no entra por esta puerta se equivoca. Y ¿cómo sé que la puerta verdadera es Jesús? ¿Cómo sé que esa puerta es aquella de Jesús? Pero, toma las Bienaventuranzas y haz aquello que dicen. Sé humilde, sé pobre, sé manso, sé justo…”.
“Jesús –prosiguió el papa- no solo es la puerta: es el camino, es la vía. Existen tantos senderos, quizás más convenientes para llegar”: pero son “engañosos, no son verdaderos: son falsos. El camino es solo Jesús”:
“Pero alguno de ustedes dirá: ‘Padre, ¡usted es un fundamentalista!’. No, sencillamente Jesús ha dicho esto: ‘Yo soy la puerta’, ‘Yo soy el camino’ para darnos la vida. Sencillamente. Es una puerta bella, una puerta de amor, es una puerta que no nos engaña, no es falsa. Siempre dice la verdad. Pero con ternura, con amor. Pero nosotros siempre hemos hecho aquello que ha sido el origen del pecado original, ¿no? Tenemos ganas de tener la llave de interpretación de todo, la llave y el poder de tomar nuestro rumbo, cualquiera que sea, de encontrar nuestra puerta, cualquiera esa sea”.
“Pero alguno de ustedes dirá: ‘Padre, ¡usted es un fundamentalista!’. No, sencillamente Jesús ha dicho esto: ‘Yo soy la puerta’, ‘Yo soy el camino’ para darnos la vida. Sencillamente. Es una puerta bella, una puerta de amor, es una puerta que no nos engaña, no es falsa. Siempre dice la verdad. Pero con ternura, con amor. Pero nosotros siempre hemos hecho aquello que ha sido el origen del pecado original, ¿no? Tenemos ganas de tener la llave de interpretación de todo, la llave y el poder de tomar nuestro rumbo, cualquiera que sea, de encontrar nuestra puerta, cualquiera esa sea”.
“A veces –afirmó Francisco- tenemos la tentación de ser demasiado dueños de nosotros mismos y no humildes hijos y siervos del Señor”: “Y esta es la tentación de buscar otras puertas u otras ventanas para entrar en el Reino de Dios. Solo se entra a través de aquella puerta que se llama Jesús. Solo se entra a través de aquella puerta que nos conduce por un camino que es un camino que se llama Jesús y nos conduce a la vida que se llama Jesús. Todos aquellos que hacen otra cosa –dice el Señor– que trepan para entrar por la ventana, son ‘ladrones y asaltantes’. El Señor es sencillo. No habla un lenguaje difícil: Él es sencillo”.
Por último el papa invitó a pedir “la gracia de tocar siempre aquella puerta”: “A veces está cerrada: estamos tristes, estamos desconsolados, tenemos problemas en tocar, tocar aquella puerta. No vayan a buscar otras puertas que parecen más fáciles, más cómodas, más accesibles. Siempre aquella: Jesús. Y Jesús no desilusiona jamás, Jesús no engaña, Jesús no es un ladrón, no es un asaltante. Ha dado su vida por mí: cada uno de nosotros debe decir esto: ‘Y tú que has dado la vida por mí, por favor, abre, para que pueda entrar’”.
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