lunes, 12 de septiembre de 2011

El Evangelio según Marcos




Autor: Marcos

Fecha: 65-70 d.C.

Tema: El sufriente Hijo del Hombre que de hecho es el Hijo de Dios.

Palabras clave: Autoridad, Hijo del Hombre, Hijo de Dios, sufrimiento, fe, disciplina, evangelio.

Autor

Aunque el Evangelio de Marcos es anónimo, desde muy temprano en la historia de la Iglesia se consideró que su autor era Juan Marcos, un cercano colaborador de Pedro (véase 1 P 5.13) y compañero de Pablo y Bernabé en su primer viaje misionero. La referencia más antigua sobre la autoría de Marcos proviene de Papías, obispo de la iglesia de Hierápolis (alrededor de los años 135 y 140 d.C.), cuyo testimonio está preservado en la Historia eclesiástica de Eusebio.

Papías describe a Marcos como «el intérprete de Pedro». A pesar de que la iglesia primitiva era muy cuidadosa al sostener la autoría apostólica de los Evangelios, los padres de la iglesia atribuían firmemente este Evangelio a Marcos, quien no era un apóstol. Este hecho es una confirmación indirecta adicional de la convicción de la Iglesia.

Fecha

Los padres de la iglesia afirman que el Evangelio de Marcos fue escrito después de la muerte de Pedro, ocurrida durante las persecuciones desatadas por el emperador Nerón, alrededor del año 67 d.C. El Evangelio mismo, particularmente el capítulo 13, indica que fue escrito antes de la destrucción del templo en el año 70 d.C. El grueso de la evidencia apoya una fecha entre el 65 y el 70 d.C.

Trasfondo

En el año 64 d.C. Nerón acusó a la comunidad cristiana de prender fuego a la ciudad de Roma, y con ese pretexto instigó una fiera persecución en la que perecieron Pablo y Pedro. En medio de una iglesia perseguida, viviendo constantemente bajo amenaza de muerte, Marcos escribió sus «buenas nuevas». Claramente quiere que sus lectores saquen fuerzas de la vida y del ejemplo de Jesús. Lo que fue cierto para Jesús debía serlo también para los apóstoles y discípulos de todas las épocas.

En el corazón del Evangelio está el pronunciamiento explícito de que «le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días» (8.31). Este pronunciamiento de sufrimiento y muerte no sólo se repite (9.31; 10.32-34), sino que se convierte en una norma del discipulado consagrado: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame» (8.34). Marcos dirige a sus lectores hacia la cruz de Cristo, donde pueden descubrir el sentido y la esperanza de su sufrimiento.

Contenido

Marcos estructura su Evangelio alrededor de los viajes de Jesús, lo que finaliza con su muerte y subsiguiente resurrección. Después de una introducción (1.1-13), Marcos narra el ministerio público de Jesús en Galilea (1.14-9.50) y Judea (caps. 10-13), culminando en la pasión y la resurrección (caps. 14-16).

El Evangelio debe ser visto como una obra dividida en dos partes, que están unidas por la confesión de Pedro de Jesús como el Mesías (8.27-30) y el primer anuncio de Jesús de su resurrección (8.31).

Marcos es el más corto de los Evangelios. No contiene ninguna genealogía ni relato sobre el nacimiento o el ministerio temprano de Jesús en Judea. Es el Evangelio de la acción que cambia rápidamente de un escenario a otro. El Evangelio de Juan ofrece un conciso retrato del Señor, mientras Mateo y Lucas presentan lo que puede considerarse una serie de coloridas vistas fijas. Sin embargo el Evangelio de Marcos es como una película de la vida de Jesús. Marcos acentúa el carácter narrativo de su Evangelio utilizando la palabra griega, eutheos, frecuentemente traducida como «y luego». Esta palabra se repite cuarenta y dos veces en el texto, más que en el resto del Nuevo Testamento. El uso continuo del tiempo imperfecto griego denota acción constante y le imprime dinamismo al relato.

Marcos es también el Evangelio de las frases vívidas, gráficas, impactantes, hábilmente empleadas para permitir al lector formarse una imagen mental de la escena descrita. Los ademanes y gestos de Jesús reciben una atención especial por parte de Marcos. Hay muchos latinismos en este Evangelio (véanse 4.21; 12.14; 6.27; 15.39). Su autor pone poco énfasis en la Ley y las costumbres judías, pero cuando las alude, siempre las explica a los lectores. Este hecho apoya la tradición según la cual Marcos escribió para una audiencia gentil, romana.

De muchas maneras, Marcos hace énfasis en la pasión de Jesús y así ésta se convierte en el indicador para medir todo su ministerio y el de sus discípulos: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (10.45). Todo el ministerio de Jesús (milagros, relación con los pecadores, selección de discípulos, enseñanzas sobre el reino de Dios, etc.) se sitúa en el contexto del amor generoso del Hijo de Dios, que se consumó en la cruz y la resurrección.

Aplicación personal

El Evangelio de Marcos enseña que la vida del discipulado significa seguir a Jesús por la misma senda de incomprensiones y rechazo que transitó. En todas las épocas, las advertencias y la promesa para los seguidores de Jesús son siempre: «Si alguno quiere seguir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará» (8.34, 35).

Marcos hace énfasis en la necesidad de tener fe en la persona, mensaje y poder de Jesús para ayudar a aquellos que están en apuros (véanse 1.15; 2.5; 4.40; 5.34, 36; 6.6; 9.19; 11.22-24). Lo opuesto a tal fe puede verse en los motivos de los corazones endurecidos (véanse 3.5; 7.14-23; 8.17). El Cristo encarnado, que Marcos describe, es capaz y está dispuesto a ayudar a quienes se encuentran en extrema necesidad.

Por último, el Evangelio de Marcos asegura a los obreros cristianos de todas las generaciones, que los mismos milagros que acreditaban el ministerio de los apóstoles, continuarán siendo elementos característicos del pueblo de Dios bajo el nuevo pacto (16.17, 18).

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