Como no podía ser menos, este sacerdote es un enamorado de la Eucaristía. Amor que se traduce en un intenso apostolado eucarístico. Fundará en la parroquia, la Obra Eucarística para muchachos, llamada “los turnos de S. Tarsicio”; crea la Obra de las Marías de los Sagrarios y Discípulos de S. Juan, fundada hacía poco por el hoy Beato Manuel González, y fomenta los “jueves eucarísticos”.
Los problemas sociales de su tiempo calan en su alma, y fiel siempre a las directrices de la Iglesia, fundará 11 sindicatos católicos, de los que también será su consiliario.
Pero el celo y las ambiciones espirituales de don José no quedaron satisfechos con atender a sus hermanos más próximos: ya en 1916 implantó en la parroquia del Juncal las Obras Misionales que empezaban a germinar en España. Y poco después será nombrado Director Nacional de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, por las vocaciones nativas.
Toda esta incansable actividad la va a centrar en la fundación de una Congregación Religiosa para ayuda del sacerdote en el ministerio de la Parroquia. Superadas las primeras dificultades e incomprensiones, en 1927 comienza su andadura, en Irún, con 7 jóvenes, lo que hoy son las Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote. Esta pequeña semilla, a su muerte, será un floreciente árbol con 18 casas diseminadas por la geografía española.
Con la erección de la diócesis de Bilbao en 1953, el Obispo don Casimiro Morcillo ofrece a D. José Pío el deanato de la catedral bilbaína. Don José llega a Bilbao dispuesto a rendir y a procurar que todos tributen al Señor toda la gloria que el hombre puede dar a su Dios con unas celebraciones litúrgicas bien celebradas. Los sacerdotes, unidos a Jesucristo, el Sumo y Eterno Sacerdote, encaminarán a los fieles en esta dirección. Y en esta misión tiene un importante papel la asistencia de las Auxiliares Parroquiales. La llamada de Dios a estas religiosas es un impulso a hacer ofrenda de todo su ser por la santificación de los sacerdotes, y su quehacer está vinculado primariamente a la atención al culto divino y a cuanto hace relación al Sto. Sacrificio de la Misa. Además, en cada parroquia y según sus necesidades, se ocupan de diversas actividades pastorales y sociales. Su misión les lleva, por tanto, a descubrir a los fieles el valor supremo de la celebración Eucarística y la dignidad del sacerdote, a la vez que, por medio de la catequesis, inducen en los fieles la participación activa y consciente en las acciones litúrgicas.
Esta fundación suya fue el principal legado de D. José Pío, y su más importante impulso a la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote: unas religiosas consagradas a la santificación de los sacerdotes y a ser su auxilio en las tareas parroquiales. Murió, finalmente, en Bilbao, el 22 de mayo de 1967. Y sus restos descansan en Irún, en la casa Madre de las religiosas fundadas por él. En octubre de 1990 se inició su proceso de beatificación, que actualmente se encuentra en Roma, donde se está estudiando un posible milagro del Siervo de Dios.
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