martes, 23 de agosto de 2011

San Martín de Porres

Vida de San Martín de Porres

La historia de nuestro amigo Martín empieza a partir de la visita de Juan de Porres, un caballero español de la Orden de Alcántara, a la ciudad de Lima (Perú) y que trabajó como diplomático bajo las órdenes del Rey de España Felipe II. Su estancia en la ciudad peruana fue corta y de trámite. Durante este tiempo tuvo la ocasión de conocer a Ana Velázquez, una joven mulata de Panamá que residía en Lima. Los dos entablaron una amistad, de la cuál nacieron dos hijos: Martín y Juana. Martín vio la luz el 9 de diciembre de 1579. Pero su padre no lo quiso reconocer, ni a él ni a su hermana. Martín no nació negro, sino mulato; sus hombros eran anchos; sus brazos fuertes; su frente levantada; sus ojos negros; su nariz más pequeña que grande; sus labios gruesos ... Fue bautizado en la iglesia de San Sebastián de Lima, el mismo templo donde también se bautizó Santa Rosa de Lima. Ya desde sus primeros años, se pudo apreciar en Martín, un sentido cristiano de amor a sus semejantes. Se cuenta que amaba singularmente a los pobres y los socorría de sus ahorros; un dinero que le debía dar su padre cuando le visitaba.

También se dice que cuando iba a comprar los productos de alimentación que su madre le ordenaba, nunca le devolvía el cambio correctamente, "he perdido algunas monedas" ... y es que Martín no dejaba en ninguna ocasión de dar limosna a los más necesitados. Nuestro santo empezó a ser conocido entre los habitantes de la ciudad por su alma caritativa, no por la cantidad que daba, sino por la edad que tenía aquel buen niño; su compostura, su humildad ... La sencillez de corazón de Martín dejó deslumbrado a su padre, que movido por su conciencia se lo llevó a Guayaquil (Ecuador), país donde estaba destinado. A los 8 años de edad, Martín entró en una escuela primaria, pero su estancia en esta ciudad duraría tan sólo dos años, ya que Don Juan fué nombrado Gobernador de Panamá.

Martín trabaja como "barbero"

Fray Martín volvió a Lima para continuar sus estudios, pero a la edad de 12 años empezó a trabajar de "barbero". La ocupación principal de nuestro santo en la barbería era la de extraer dientes y muelas, recetar hierbas, aliviar dolores, rasgar con el bisturí los tumores bucales ... era una especie de "médico". Empezó rápidamente a conocer el arte de los ungüentos y de los bálsamos, cómo se alivia el escozor de un dolor, cómo se aplacan las calenturas, cómo se combaten los delirios, cómo se detiene un flujo de sangre ... Esto no quita que también tuviera que afeitar o cortar el cabello en algunas ocasiones. La barbería era frecuentada por lo más distinguido de la ciudad de Lima, ya que la elegancia de Martín atraía a los caballeros y a la diplomacia. Tanto le gustó este mundo que se ofrecía también como voluntario en los hospitales. Por la noche, lejos de descansar, pasaba horas en vela en su casa rezando delante de una imagen de Jesús crucificado.

Ingreso en el convento de los dominicos

Sintiéndose apto para el servicio de los demás y de amor de entrega a Jesucristo, a los 15 años de edad fue a llamar al Convento del Rosario de Lima de los Hermanos Dominicos para entrar como fraile. Pero sólo fue aceptado como hermano "donado", es decir, como terciario regular, una orden especial para seglares deseosos de llevar una vida religiosa. A él no le importó este tratamiento diferencial, sólo deseaba estar en la casa de Dios y servirle fielmente, aunque fuera en el último peldaño. Su trabajo era el de barrer (de allí el apodo de "Fray escoba"), limpiar las celdas, hacer recados, ayudar en la cocina, en la sacristía, en la huerta ... en fin, era un criado para todo y para todos. En los primeros años de su estancia en la comunidad, pasaba totalmente desapercibido entre los frailes, nadie se fijaba en él y muchas veces, por su condición de mulato, era criticado. A primera hora de la mañana, rayando el alba, allí estaba oyendo la primera misa, comulgaba en ella, y después entraba en contemplación con la sagrada Ostia de la cuál era muy devoto. Tuvieron que pasar unos 15 años para que fuera aceptado definitivamente en la congregación como hermano converso (hermano dominico de pleno derecho como los otros miembros de la comunidad).

Las curaciones de Fray Martín

Son incontables los hechos extraordinarios en la vida de este santo, como son las curaciones, milagros, éxtasis ... Fray Martín ejerció durante mucho tiempo el trabajo de enfermero en el convento. Y fueron muchas las ocasiones en que aparecía misteriosamente en las celdas de los enfermos para socorrer sus necesidades justo en el momento en que lo necesitaban. Muchas veces hacía curaciones "milagrosas", como por ejemplo, cuando llegó un viejo zapatero al convento con los dedos de la mano engarfiados y contrahechos por un reuma dolorísimo. Fray Martín tomó su mano e hizo la señal de la cruz sobre los dedos enfermos. Pero aquél zapatero no estuvo conforme con el remedio, creyendo que el santo se burlaba de él. Para que el anciano se fuera tranquilo, le puso un remedio casero. Hizo como que preparaba algunas cosas y le vendó las manos. A la mañana siguiente, oh milagro!, el viejo zapatero notó que no solamente no tenía ningún dolor sino que podía mover los dedos y brazos, sintiendo todo el cuerpo rejuvenecido. Se quitó rápidamente la venda para descubrir qué maravilloso ungüento le había puesto el fraile y vio que era un trozo de suela de zapato!
Se cuenta que en otra ocasión curó con los mismos procedimientos a un médico al que le habían diagnosticado que no tenía remedio humano y que le quedaban pocos días de vida. Cuando llegó Fray Martín a visitarle, le pidió a la esposa que le diera una horchata de almendras. Martín se la dio de beber toda entera y le pronosticó que de ahí a dos días, él mismo iría en persona al convento a devolverle la visita. Y así ocurrió exactamente.

La acción social y humanitaria

El trabajo de barbero le aportó sus grandes conocimientos en el arte de la curación, pero Fray Martín aplicaba ante todo el recurso de la oración. El convento del Rosario de Lima se convirtió en un auténtico hospital, ya que Fray Martín recogía a todos los enfermos callejeros de la ciudad. Aunque en un primer momento los superiores le reprocharon esta actitud, ya que rompía con las reglas de la comunidad, regida por la clausura, al final le dieron permiso para que aquél fuera "su hospital particular". Pero guardaba aún unas horas para visitar a personas enfermas en sus propios hogares, en hospitales, en comunidades religiosas ... el pobre Martín no tenía ni tiempo para dormir!
Gracias a San Martín de Porres, se fundaron también dos Asilos para niños y niñas huérfanos, los llamados Asilos y Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz, el primer establecimiento de ese género en Lima.
La fama de santo corría por todos los hogares de la ciudad. Apenas había uno sólo que el santo no llevara el regalo de sus medicinas o de sus consuelos. Reconciliaba a matrimonios, concertaba enemistades, reconciliaba a personas, fomentaba la religión. Los frailes del convento se preguntaban ¿Pero cuando duerme? ¿Cuándo descansa? ¿Y dónde?

Su amor a los animales

En los documentos del proceso de beatificación se cuenta también que Fray Martín "se ocupaba en cuidar y alimentar no sólo a los pobres sino también a los perros, a los gatos, a los ratones y demás animalejos, y que se esforzaba para poner paz no sólo entre las personas sino también entre perros y gatos, y entre gatos y ratones, instaurando pactos de no agresión y promesas de recíproco respeto". No es extraño que en el convento, los perros, gatos y ratones comieran del mismo plato cuando Fray Martín les ponía el alimento. Se cuenta que iba un día camino del convento y que en la calle vio a un perro sangrando por el cuello y a punto de caer. Se dirigió a él, le reprendió dulcemente y le dijo estas palabras: "Pobre viejo; quisiste ser demasiado listo y provocaste la pelea. Te salió mal el caso. Mira ahora el espectáculo que ofreces. Ven conmigo al convento a ver si puedo remediarte". Fue con él al convento, acostó al perro en una alfombra de paja, le registró la herida y le aplicó sus medicinas, sus ungüentos. Después de permanecer una semana en la casa, le despidió con unas palmaditas en el lomo, que él agradeció meneando la cola, y unos buenos consejos para el futuro: "No vuelvas a las andadas -le dijo-, que ya estás viejo para la lucha".

Otra anécdota que explica su amor a los animales es la siguiente: resulta que el convento estaba entonces infestado de ratones y de ratas, los cuales roían la ropa y los hábitos, tanto en la sacristía como en las celdas y en el guardarropa. Después que los frailes resolvieran tomar medidas drásticas para exterminarlos, Martín de Porres se sintió afligido por ello y sufrió al pensar que aquellos inocentes animalitos tuvieran que ser condenados de aquella manera. Así que, habiendo encontrado a una de aquellas bestias le dijo: "Pequeño hermano rata, óyeme bien: ustedes ya no están seguros aquí. Ve a decirles a tus compañeros que vayan al albergue situado en el fondo del jardín. Me comprometo a llevarles allí comida, a condición de que me prometan no venir ya a causar estragos en el convento". Después de estas palabras, según se cuenta, el "jefe" de la tribu ratonil rápidamente llevó el aviso a todo el ejército de ratas y ratones, y pudo verse una larga procesión de estos animales desfilando a lo largo de los pasillos y de los claustros para llegar al jardín indicado.

Vida de mortificación

El Fraile Martín llevó también una vida de mortificación, ayunando constantemente, nutriéndose con un poco de pan y agua durante el tiempo cuaresmal, alimentándose de yerbas, raíces insípidas ... A veces era obligado por sus superiores a desistir (a deponer, a no hacer…) estas mortificaciones y a comer como los demás. Durante la noche destinaba muchas horas de oración en la capilla del convento delante de la imagen de Jesús crucificado, del santísimo sacramento o de la imagen de Nuestra Señora del Rosario...

La muerte de Fray Martín

Pero todo tiene su fin, y Martín de Porres por muy santo que fuera, también le tocó la hora de reunirse con Dios. Corría el año 1639, cuando quedó afectado de tifus. Los frailes de la comunidad acudieron a su habitación y él les dijo con grandes sufrimientos: "He aquí el fin de mi peregrinación sobre la tierra. Moriré de esta enfermedad. Ninguna medicina será de provecho". También declaró que no se encontraba solo en aquel momento: que estaban a su lado la Virgen, San José, Santo Domingo, San Vicente Ferrer y Santa Catalina de Alejandría. Fray Martín murió el 3 de noviembre de 1639 dando besos constantemente a un crucifijo que tenía en la mano. El 8 de agosto de 1837 fue declarado beato y el 6 de mayo de 1962, el Papa Juan XXIII le declaró santo.

Onomástica: 3 de noviembre

Invocaciones y patronazgos: Es el patrón por excelencia de los enfermos, protector de los pobres (junto a San Vicente de Paul y San Camilo de Lelis) y también de los barberos. Junto a San Antonio Abad, se le puede pedir la intercesión en favor de los animales.

Aquí tienes una vela para que la enciendas si necesitas que San Martín de Porres interceda ante Dios por tí o por alguno de tus colegas. Haz "click" con el mouse en la vela y se encenderá.


El mismo Papa Juan XXIII rezaba cada día una oración dedicada a San Martín que guardaba en su breviario. Pues bien, esta plegaria es la conocida "Invocación a San Martín de Porres" que ahora mismo puedes leer:
Oh San Martín, hermano mío, atiéndeme!
En mis penas y tribulaciones, consuélame.
En mis peligros y adversidades, socórreme.
En mis flaquezas y tentaciones, protégeme.
En mis dolencias y enfermedades, socórreme.
Dame la salud, si me conviene; y líbrame
de cualquier mal del alma o cuerpo. Amén.

Oh benigno y compasivo hermano mío, óyeme!
En las angustias de mi pobreza, confórtame.
En los quebrantos de mi infortunio, sálvame.
En mis agobios y desalientos, ampárame.
Ahora y siempre con tu ejemplo, enséñame
a tomar cada día mi cruz; y alcánzame
la gracia divina y la gloria del cielo. Amén.

Novena a San Martín de Porres

Aunque la festividad de nuestro amigo Martín de Porres es el 3 de noviembre, esta novena se puede rezar en cualquier época del año. Espero que te sirva de gran ayuda, y que durante los minutos que le dediques, conozcas más profundamente, desde el interior de tu corazón, la gran personalidad de este santo.

La novena consta de dos textos de meditación para cada día. El primero, referente a distintas virtudes del Santo, ha sido redactado por el padre Josep Coloma de la Orden de los Dominicos de Girona, mientras que el segundo ha sido redactado por Josep Maria Tor, sacerdote del Hospital de Santa Caterina de Girona y miembro de la Delegación de Pastoral Sanitaria del Obispado de Girona. El padre Tor nos orienta sobre la dedicación que hemos de ofrecer a los enfermos. Este segundo texto está especialmente indicado cuando se invoca a Sant Martín de Porres para conseguir por su intercesión la curación de un enfermo, el alivio de los sufrimientos o la fuerza divina para soportarlos. Desde El Ángel de la Web agradecemos muy encarecidamente la colaboración de los dos sacerdotes.

Modo de rezar la Novena: durante nueve días rezarás los textos que a continuación se detallan, empezando cada día con la "Oración Preparatoria".

Oración preparatoria para todos los días:

Señor Jesucristo, que has venido a la tierra para enseñarnos a vivir como enteramente hombres y enteramente hijos de Dios. Tu llamaste a San Martín de Porres a tu seguimiento, y él respondió a tu llamada con una vida de identificación por el amor contigo en la cruz y de entrega generosa y sacrificada y alegre a todos los necesitados sin distinción. Concédenos en estos nueve días que consagramos a la veneración e invocación de tu siervo, saber imitar su vida de fidelidad a las bienaventuranzas y sus ejemplos de caridad universal, de manera que, al invocar confiadamente su intercesión, obtengamos el auxilio en nuestras necesidades. Así sea.


Primer día:

"Y la palabra se hizo carne y acampó entre nosotros" (Juan 1,14)

La Palabra, el Hijo eterno de Dios, se ha hecho carne, se ha hecho como uno de nosotros y ha vivido entre nosotros y como nosotros, compartiendo nuestra condición humana. Así nos ha enseñado a vivir "encarnados" en esta tierra, compartiendo las esperanzas y los sufrimientos de los demás hombres. Y, de esta manera, somos llamados a ser, como Jesucristo, enteramente hombres y enteramente hijos de Dios.
San Martín de Porres imitó a Jesucristo en la relación con Dios Padre. Y el amor a Dios Padre fue el secreto de su desbordante y universal amor a los necesitados. Como Jesucristo, vivió "encarnado" en la tierra. Nada de lo humano le era ajeno. Los testigos del proceso de beatificación hablan de su sensibilidad hacia las ilusiones y esperanzas de las personas, y, sobre todo, hacia sus carencias y sufrimientos, una sensibilidad que se traducía en una incansable actividad de apoyos palpables y cotidianos a las personas concretas.

Cuatro causas de sufrimiento que pueden afectar la vida de un enfermo:

1- El dolor físico, manifestado de múltiples maneras y con intensidades diversas. Gracias a Dios, la medicina ha logrado reducir muchísimo sus efectos.
2-El dolor social. Viene producido por las más diversas situaciones de tipo social, como pueden ser la existencia de un hijo disminuido, de un anciano con graves limitaciones...
3-El dolor psicológico. Producido por la incapacidad de afrontar la situación causada por una enfermedad orgánica.
4-El dolor o sufrimiento espiritual que viene causado por no encontrar sentido a la vida y a los acontecimientos que uno vive. Puede darse en creyentes y no creyentes.

Llenar este vacío es fundamental para que el enfermo recupere la paz y la alegría. Decía Charles Peguy: "¿Creemos que la humanidad está sufriendo cada vez menos? ¿Creéis que el padre que ve a su hijo enfermo hoy sufre menos que otro padre del siglo XVI? ¿Creéis que los hombres se van haciendo menos viejos que hace cuatro siglos? ¿Que la humanidad tiene ahora menos capacidad para ser desgraciada?

(Rezo de 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y 3 Glorias. Se puede acompañar con la gracia que se desea conseguir por intercesión de San Martín de Porres)

Oración Final


Segundo día

"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt 5,3)

Las bienaventuranzas son las directrices que Jesucristo nos ha trazado para que, viviendo como él aquí en la tierra, consigamos ser plenamente hijos de Dios. Prometen la bienaventuranza o felicidad plena por caminos opuestos a los que traza el mundo cuando éste anuncia felicidad. El mundo dice "felices los ricos, felices los que ponen su esperanza en las riquezas". Jesús dice "felices los pobres de espíritu". Felices los que sea por privación real de bienes de la tierra, sea por purificación interior de sus deseos, no ponen su corazón ni su esperanza en las riquezas.
San Martín aprendió de Jesucristo a ser "pobre de espíritu" en medio de la pobreza física de su procedencia social y en contacto con los más pobres y necesitados. Desde el convento del Santísimo Rosario de Lima ayudaba a los necesitados de la ciudad, sirviéndose sobre todo de los recursos de los ricos a quienes contagiaba de su convicción de que el pobre era representante de Jesucristo. Amar a un pobre era amar a Jesucristo.

La actitud de Jesús ante el dolor y sufrimiento

"Cristo no suprimió el sufrimiento y tampoco ha querido desvelar enteramente su misterio: Él lo tomó sobre sí, y eso es bastante para que nosotros comprendamos todo su valor" (Mensaje del Concilio Vaticano II). Jesús se conmueve profundamente ante el dolor de los demás, como podemos comprobar en Mt 9, 36. "Al ver (Jesús) a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas como ovejas que no tienen pastor", "Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos" (Mt 14,14). Jesús no quiere el sufrimiento ni lo busca, pero sabe aceptarlo cuando lo encuentra en su propia vida, y lo asume activamente como la ocasión más realista para expresar su amor y confianza total al Padre y su amor y solidaridad incondicional con los hombres. La experiencia del sufrimiento no le endurece ni le encierra en si mismo, sino que le hace sensible al dolor de los otros hasta el punto de identificarse con todos los que padecen. Ver Mt 25, 35-40.

(Rezo de 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y 3 Glorias. Se puede acompañar con la gracia que se desea conseguir por intercesión de San Martín de Porres)

Oración Final


Tercer día

"Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra" (Mt 5,4)

El mundo dice: "felices los arrogantes que se imponen por la fuerza de su poder, felices los que buscan y consiguen el prestigio y los honores". Jesús dice: "felices los manos, felices los humildes y sencillos, felices los que atraen por el aliciente de su bondad".
Los testigos del proceso de canonización resaltan la humildad de San Martín de Porres. Identificado con Jesucristo, quiso cumplir sus palabras: "No he venido a ser servido, sino a servir". En el convento ejerció siempre los servicios más humildes. Fue durante largo tiempo el encargado de la limpieza de aquel gran convento que en su tiempo albergaba a 200 religiosos. Con razón le llamarían "Fray Escoba". Imitó a Jesús en su anonadamiento. Se consideraba el más indigno de los religiosos. Huyó de todo tipo de distinción. Paradójicamente, su humildad y mansedumbre fue una de las claves del gran impulso bienhechor que ejerció en todos los estamentos de la sociedad de Lima: gobernantes, militares, grandes señores, sabios teólogos y también gente del pueblo llano, y sobre todo, en los desheredados.

La actitud de Jesús ante los enfermos

Si elimináramos las escenas evangélicas en las que aparece Jesús con los enfermos, se perdería una buena parte del texto evangélico. Este hecho ya nos da de entrada, una primera aproximación a la importancia dada por Jesús a estas personas. Pero un análisis más profundo y detallado, nos descubre en Él estos rasgos:
-Da a los enfermos protagonismo y los reintegra a la comunidad civil y religiosa.
-Presenta las curaciones como respuesta a la pregunta de los discípulos de Juan Bautista sobre si él es o no el Mesías. Es decir, la atención en forma de curación a los enfermos, Jesús la presenta como la señal de que ha llegado el Reino de Dios.
-Cuando envía a los discípulos a predicar el Reino, les encarga: "Predicad el Reino y curad a los enfermos". Une anuncio del Reino y atención a los enfermos.
-Jesús busca encontrarse personalmente con los enfermos. Les acoge, les escucha, les comprende, interpreta sus deseos, les da fe, ánimo y esperanza. Les libra de su soledad y les revela que no están abandonados de Dios. Realiza una atención integral: en el cuerpo y en el espíritu. Señor, déjanos participar de tus mismos sentimientos.

(Rezo de 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y 3 Glorias. Se puede acompañar con la gracia que se desea conseguir por intercesión de San Martín de Porres)

Oración Final


Cuarto día

"Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados" (Mt 5,5)

El mundo dice: "felices aquellos que nunca tienen que llorar, aquellos que no sufren ninguna aflicción ni por si mismos ni por los demás, felices los que no necesitan de consuelo". Jesús dice: "felices los que lloran, felices los afligidos por los propios sufrimientos y felices los que en la escuela de las propias adversidades, sufren frente a los sufrimientos de los demás".
Era bien conocida la gran sensibilidad de San Martín de Porres hacia los sufrimientos espirituales y corporales de sus hermanos, los hombres, sensibilidad aprendida y afinada en los propios sufrimientos y en su identificación con Jesucristo crucificado. En los sufrimientos de su cuerpo veía la manera de expresar la correspondencia al gran amor de Jesucristo, muerto en cruz para salvar el mundo. Pese a sus esfuerzos por ocultar el uso de la práctica de cruentas disciplinas en sus tiempos de oración privada y al uso de dolorosos cilicios, son numerosos los testigos del proceso de canonización que testimonian estas penitencias voluntarias, interpretándolas como uno de los caminos escogidos por el siervo de Dios para dar expresión a su gran amor a Dios, del cual brotaba su ansia de entrega generosa y sacrificada al prójimo.

La Iglesia y los enfermos

Los cristianos formamos parte de una Iglesia que desde los mismos apóstoles hizo suyo el mandato de Cristo de atender a los enfermos. Los apóstoles, desde el primer momento siguieron el ejemplo de Jesús con la atención a los enfermos. Lo leemos en los Hechos de los Apóstoles (3, 1-10; 5,15-16; 9,32-35; 19, 11-12 ...) La actitud de los apóstoles ha tenido continuidad permanente durante la historia de la Iglesia siendo pionera en la atención a los enfermos: instituciones de asistencia y beneficencia, hospitales, ambulatorios o dispensarios, hogares de ancianos ... También con la aportación de tantas congregaciones religiosas al servicio de los enfermos y ancianos (en España hay 74 congregaciones dedicadas a esta misión), la aportación del carisma de grandes atletas del servicio a los enfermos y ancianos desvalidos como San Vicente de Paul, Santa Luisa de Marillach, San Camilo de Lelis, San Juan de Dios, Santa Juana Jugan ... y otros que, sin fundar instituciones, han ejercido heroicamente el mismo servicio, como es el caso de San Martín de Porres. Formar parte de una iglesia así nos llena de gozo.

(Rezo de 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y un 3 Glorias. Se puede acompañar con la gracia que se desea conseguir por intercesión de San Martín de Porres)

Oración Final


Quinto día

"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos quedarán saciados" (Mt 5,6)

Hambre y sed de justicia significan sensibilidad frente a las injusticias y deseo eficaz de restaurarla. La justicia es una virtud cristiana que se refiere a la relación y trato de cada persona respecto a las otras. San Martín de Porres expresó su hambre y sed de justicia en acciones concretas y cotidianas. Tenía su día enteramente ocupado en ser "justo" dando "lo debido" a Dios y al prójimo. De esta manera, era "justo" en el sentido amplio en que se emplea este término en la Sagrada Escritura. Para él "lo debido" era, en primer lugar, dar de "lo propio". Se sentía radicalmente deudor de Dios y por eso le reservaba un tiempo de su vida sólo para él. Aunque era un hombre de una desbordante actividad a favor del prójimo, no sólo asistía a la oración litúrgica común del convento, sino que sabía también encontrar dos largos espacios de tiempo diarios para la oración en soledad con Dios: la oración de la mañana y de la noche.
La intensa oración cotidiana de San Martín de Porres era el secreto de su entrega, tan incansable y eficaz a favor del prójimo. Las ocupaciones regulares de "servicio" a los frailes dentro del convento eran numerosas y complejas: como encargado de la barbería, de la enfermería, de la limpieza de la casa, del cuidado de las plantas medicinales, de los animales ... Sin olvidar a los más próximos (los frailes de su convento), su acción bienhechora se fue intensificando cada vez más, con el permiso de sus superiores, en favor de los necesitados de fuera del convento. Fray Martín fue hambriento y sediento de justicia. Sacó su hambre y su sed entregando su vida para asistir a los otros en sus necesidades. Una justicia sólo comprensible desde su gran amor a Dios y a los hermanos.

Maneras correctas de acercarnos al enfermo

-Lo primero de todo: no hacer daño. Actuar como cuando nos disponemos a tocar una llaga, como Moisés que se descalzó ante la zarza ardiente.
-No querer ser protagonistas. El protagonista es el enfermo.
-Bajarse del podium de nuestras seguridades y compartir la pobreza del enfermo. Ello nos pondrá a su nivel y desde esta igualdad podremos ayudarle de verdad.
-Intentar con nuestra actitud, ser parábola del amor de Dios. Le ayudaremos a recuperar su dignidad y a dejar de sentirse inútil.
-Escucharle más con el corazón que con el oído. Tenemos que tener un corazón de discípulo, que más bien quiere aprender que enseñar. A veces, un silencio lleno de afecto puede ser nuestra mejor palabra.
-No olvidar que muchos enfermos necesitan más compañía que visitas.

(Rezo de 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y 3 Glorias. Se puede acompañar con la gracia que se desea conseguir por intercesión de San Martín de Porres)

Oración Final


Sexto día

"Bienaventurados los misericordiosos, porque de ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5,7)

El mundo dice: felices los inmisericordes, felices los duros de corazón y los que saben permanecer impasibles ante la miseria de los otros, así podrán disfrutar más tranquilamente de su opulencia. Jesucristo dice: "felices los misericordiosos". Jesús ha venido al mundo a mostrar el rostro misericordioso de Dios. La misericordia es una palabra mucho más amplia que el perdón, aunque ciertamente lo incluye. Significa amor a aquello que se considera próximo a uno mismo, tan próximo que es considerado una parte interior de uno mismo. El Hijo Eterno al hacerse hombre asumió para sí, como parte de sí mismo, la miseria humana. La palabra encarnada es la máxima expresión del amor misericordioso de Dios.
Fray Martín experimentó vivamente en sí mismo la misericordia de Dios por Jesucristo. Los frailes le habían sorprendido con frecuencia llorando y sollozando y pegado físicamente al gran crucifijo de la sala capitular del convento o al de la Iglesia, durante la noche, cuando todos se habían retirado a descansar. Fray Martín, identificado con Jesucristo, hacía suyas todo tipo de miserias humanas de las personas que acudían a él para ser acogidos o que eren buscadas por él para derramar sobre ellas el aceite del buen samaritano. Su oficio de enfermero le ofrecía numerosas ocasiones para poner en práctica su amor misericordioso. Y toda su incansable actividad a favor de los marginados estaba animada por su profunda actitud misericordiosa, aprendida junto a la cruz de Jesucristo.

La formación

El respeto a la persona del enfermo y al amor de Dios del cual estamos llamados a ser su ejemplo, piden no ahorrar tiempo ni esfuerzo para formarnos. Los destinatarios de nuestro amor y servicio viven momentos de gran fragilidad y sensibilidad. Deberemos acercarnos al enfermo teniendo en cuenta sus características personales:
-No es lo mismo un enfermo joven que adulto o anciano, con una cultura o con otra, con según que enfermedad, en espera de diagnóstico, o sabedor de una curación prevista o por el contrario, con la esperanza truncada, acompañado o solo ...
-Creyente o no ...
-En según que etapa psicológico: negación de la realidad, depresión, huída hacia adelante, aceptaciones de la realidad ...
Convendrá buscar plataformas de formación para intercambiar puntos de vista, corregir talantes, perfilar criterios, recuperar estímulos, aclarar conceptos fundamentales, aprender a integrar nuestra aportación en armonía con la de los que presentan otras atenciones al enfermo. En la tarea de servicio al enfermo nadie sobra, mientras cada uno esté en su lugar.

(Rezo de 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y 3 Glorias. Se puede acompañar con la gracia que se desea conseguir por intercesión de San Martín de Porres)

Oración Final


Séptimo día

"Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"

Jesús llama en el Evangelio "limpios de corazón" a aquellos que son interiormente sencillos, rectos, fieles, auténticos. Corazón limpio es lo mismo que espíritu limpio e interioridad limpia, sin la escoria de la falsedad y de la hipocresía. Pocas cosas ha rechazado Jesús de forma más radical que la hipocresía de los fariseos, tan propensos a mostrar un exterior blanqueado a base de una conducta apoyada en la ley, que servía para ocultar un interior corrompido.
La sencillez y rectitud de corazón eran características muy destacables de Fray Martín. No sólo no ocultaba la verdad de su condición, sino, aceptándola en verdad y con humildad, la mostraba. Profesó como hermano lego de obediencia y vivió en un convento en medio de numerosos sabios sacerdotes dominicos. No había tenido ocasión de estudiar, pero gracias a su corazón limpio, sencillo y humilde, se le podían aplicar las palabras de Jesús: "Gracias, Padre, porque has revelado la verdad a los sencillos de corazón y la has ocultado a los expertos y entendidos". Fray Martín aprendió mucho en contacto con los otros a quienes se acercaba con la inmediatez del corazón y, sobre todo, aprendió mucho en su contacto con su amigo Jesucristo. Esta sabiduría de los sencillos le convirtió en el gran consejero espiritual de sabios teólogos y de personas seglares de todas las clases sociales. La promesa de Jesús según la cual "los limpios de corazón verán a Dios", se había empezado a cumplir en Fray Martín ya mientras estaba aquí en la tierra.

Atención al entorno familiar del enfermo

Instintivamente, ante la noticia inesperada de la enfermedad de un amigo o conocido, lo primero que se nos ocurre es visitar al interesado. Y, lo importante es que se imponga el discernimiento, intentar descubrir cuál es el mejor camino para ayudar. Debemos actuar según una máxima de la primitiva Iglesia: "Antes de dar una limosna, procura que ésta sude en tu mano". Con ello se quería indicar que la ayuda fraterna debe ser sin duda generosa, pero hecha con inteligencia teniendo en cuenta la sensibilidad del atendido.
En muchas ocasiones, sobre todo en el primer impacto, la mejor ayuda será apoyar a la familia para aumentar sus posibilidades de dedicación al enfermo. Es importante respetar la intimidad del enfermo y de su núcleo familiar más cercano. Nuestra misión no debe ser la intromisión -aunque lleve el sello de la buena fe-, sino el respeto expectante, la disponibilidad para cuando los afectados decidan servirse de nuestra ayuda.

(Rezo de 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y 3 Glorias. Se puede acompañar con la gracia que se desea conseguir por intercesión de San Martín de Porres)

Oración Final


Octavo día

"Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamdos los hijos de Dios" (Mt 5, 9)

Jesucristo, al establecer mediante su sangre, la nueva alianza entre Dios y la humanidad, puso el fundamento de la verdadera paz en la tierra. Pero es una paz que ha de construirse en la sociedad concreta en que vivimos con el esfuerzo de los hombres, que deberán asemejarse al Hijo de Dios encarnado. Por eso, en la medida en que los hombres sean pacificadores y obradores de la paz, podrán ser llamados "hijos de Dios". La construcción de la paz fue una de las líneas características de Fray Martín. Partió de una buena base, pues para contribuir eficazmente a la paz en el entorno próximo es necesario poseer primero la paz consigo mismo y con Dios. Y alimentaba cada día esta doble paz, primera y fundamental, en su contacto con la fuente de la paz que es Jesucristo mediante su oración y vida de entrega de sí mismo al servicio de los otros. Su contribución a la paz en su entorno no sólo era por su presencia serena, risueña y pacífica, que reflejaba la paz del propio corazón, sino mediante su conducta a favor de la justicia, a favor de los marginados, así como mediante sus consejos a grandes y pequeños en la solución de los conflictos que le planteaban. Como se deduce de los testimonios del proceso de beatificación, podríamos decir que fue un no-violento, antes de que se inventase la no-violencia. Para él, las criaturas de Dios, debían convivir todas en paz. Y no deja de resultar significativo, el hecho resaltado por sus coetáneos, que Fray Martín consiguiese incluso -como don singular y extraordinario de Dios- que animales instintivamente enfrentados como perros, gatos y gallinas (y ratas!) les obedeciesen y se aviniesen a comer juntos la comida que él les procuraba todos los días.

Los profesionales sanitarios

¿Que sería de los enfermos sin los profesionales sanitarios? Es difícil imaginarlos sin vocación para su profesión. Pero como que se trata de una profesión que se ejerce enfrentándose al dolor y muchas veces a la muerte, pueden producirse heridas profundas en la sensibilidad. Ello puede desencadenar mecanismos de autodefensa para no sucumbir al estrés. Los cristianos tenemos razones muy profundas para ayudarles en el empeño de no sucumbir. El Evangelio nos motiva. Los gestos de Jesús son nuestro paradigma. He aquí dos actitudes que conviene tener en cuenta: -Valorar su aportación, tan inestimable, al mundo de la salud, procurando que las anécdotas negativas no sean sobreestimadas con peligro de oscurecer sus innumerables gestos positivos.
-Ayudar a los enfermos y familiares afectados a hacer esta valoración positiva, sobre todo en los casos en los que, a pesar de un esfuerzo y dedicación ejemplar, el resultado ha sido negativo.

(Rezo de 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y 3 Glorias. Se puede acompañar con la gracia que se desea conseguir por intercesión de San Martín de Porres)

Oración Final


Noveno y último dia

"Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt 5,10)

La "persecución" presenta muchas formas y una de ellas se concretaría en el daño que inflige una categoría de personas a otra u otras categorías. En tiempos de Fray Martín (y también en nuestros tiempos) las diversas categorías de personas que llamamos "discriminadas" sufrían unos daños por parte de otras personas, daños que obstaculizaban el proyecto liberador de Jesucristo. El trato injusto era a veces tomado como "lo natural", de manera que no había conciencia de infligir el daño al otro. Pero no dejaba de existir una injusticia objetiva producida de unas personas contra otras.
Fray Martín sufrió en sí mismo los daños de este tipo de injusticia, unos daños que le sirvieron para identificarse más intensamente a Jesucristo crucificado. Percibió y sintió sobre todo los daños más directamente enlazados con las condiciones infrahumanas de vida de "los marginados" de la sociedad de su tiempo: indios, criollos, negros, mulatos y pobres de todas las etnias. Los desposeídos, los necesitados y los enfermos eran los grandes beneficiarios de su actividad caritativa incansable. La que llamaríamos con lenguaje actual "su acción social" estaba inspirada en el Evangelio de Jesucristo e impulsada por su amor a Dios y al prójimo. Fray Martín continúa en el cielo ayudando a los pobres, enfermos y necesitados e impulsándonos a todos nosotros a que continuemos su acción aquí en la tierra.

Oración a Jesús en este último día de la novena.

Señor Jesús: en la deliciosa escena de los discípulos de Emaús que "andaban comentando todo lo que había sucedido" (los hechos de tu pasión y muerte), te "acercaste y te pusiste a caminar con ellos" en unos momentos en que no entendían nada de los sucedido. Tú te convertiste en discreto compañero de camino para ayudarles a superar la profunda decepción que llevaban en su corazón. Nosotros esperábamos ... y ya ves ... les abriste el sentido de las Escrituras y la luz y el calor volvió a sus corazones y con ello el coraje para proclamar tu resurrección. Te pedimos que por intercesión de San Martín de Porres, que tanto los enfermos como nosotros sintamos la fuerza de tu presencia en el camino de la vida para proclamar -también en la noche del dolor- que es verdad: has resucitado y contigo podemos lo imposible.

(Rezo de 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y 3 Glorias. Se puede acompañar con la gracia que se desea conseguir por intercesión de San Martín de Porres)

Oración final para todos los días

Martín de Porres, seguidor fiel de Jesucristo, haz que nos esforcemos en imitar tus ejemplos de unión con Dios por la oración, de amor universal y de entrega sacrificada y gozosa al servicio de los necesitados, especialmente de los que más sufren física o moralmente. Confiamos en tu bondad y sensibilidad por los necesitados y te pedimos, querido hermano nuestro, que presentes a tu amigo Jesucristo nuestra petición de auxilio en nuestras necesidades. Así sea.


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