Ver también: Demonio | Posesión
El Papa recuerda la importancia del exorcismo
El Exorcismo, según el cardenal Medina
El Rito de los Exorcismos -Anuncio de publicación del decreto, 1998.
Oraciones de liberación:
Nota: solo un sacerdote autorizado por su obispo puede hacer exorcizar, pero los laicos pueden con prudencia orar por liberación privadamente según las siguientes oraciones:
Súplicas que pueden utilizar privadamente los fieles vs. el poder de las tinieblas
Oraciones de liberación del Padre Amorth
-El Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» (www.upra.org) ofrece el curso «Exorcismo y oración de liberación»
El exorcismo es una antigua y particular forma de oración que hace un ministro ordenado de la Iglesia, en nombre de Jesucristo y por el poder que Jesucristo ha otorgado a su Iglesia para liberar del poder de Satanás, demonio. Por lo tanto no es oración personal sino de la Iglesia.
El Catecismo #1673: "Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (Mc 1,25 ss), de El tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar".
Los exorcismos pueden ser simples o solemnes.
El exorcismo simple se reza en el rito del bautismo.
El exorcismo solemne es un sacramental que sólo puede ser válidamente celebrado por un sacerdote con el permiso del Ordinario (obispo) del lugar. El obispo da permiso al sacerdote para cada caso o puede, con el permiso de la Santa Sede, formalmente otorgar a un sacerdote el oficio de exorcista. En ese caso el sacerdote está facultado para exorcizar y no necesita un permiso particular para cada caso.
Solo el exorcista con la debida licencia puede verificar la verdadera posesión diabólica. Es un proceso difícil en el que se deben descartar causas naturales.
Según el Padre Amorth, exorcista de Roma, el poder de expulsar demonios que Jesús confirió a todos los creyentes conserva toda validez. Es un poder general basado en la fe y en la oración, y puede ser ejercido por individuos o comunidades sin ninguna autorización. Sin embargo, en este caso, se trata de plegarias de liberación, y no se deben llamar exorcismos. Sólo al sacerdote autorizado, además de al obispo exorcizante, corresponde el nombre de exorcista. "Habla un Exorcista", Planeta + Testimonio, pag. 43-44.
En algunas diócesis hay laicos que han sido preparados para el ministerio de liberación (no exorcismo) bajo la dirección de un sacerdote. La liberación es oración para liberar de la opresión del demonio pero sin utilizar el rito de exorcismo. Nadie debe ejercer este ministerio sin autorización de la Iglesia.
Jesús vino a liberarnos del poder de Satanás y darnos la gracia de ser hijos de Dios.
Jesús le increpó y el demonio salió de él; y quedó sano el niño desde aquel momento. Mateo 17,18
Jesús impartió su poder liberador a sus discípulos para que ellos y sus sucesores continuaran la misión de liberación y exorcismo en su nombre. Por lo tanto el protagonista en el exorcismo es Dios a través de su ministro y no el demonio.
El les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño» Lucas 10,18-19
El exorcista ante todo busca llevar la persona atribulada a un encuentro con Jesús. Para ello es necesario apertura a los canales de gracia en la Iglesia: la confesión, la eucaristía, la meditación de la Palabra, la comunidad, la catequesis... Es un camino de fe en al que se invita también a la familia Cf. Mc 9, 14-29.
Necesidad de diagnóstico y la prudencia
El Padre Gramolazzo comenta:
Actualmente muchos viven una fe supersticiosa o de superstición y muchos tienden a no hacerse responsables, no saben afrontar el sufrimiento y atribuyen todo trastorno físico o espiritual a la acción del demonio. Pero frecuentemente el remedio es una verdadera y sincera confesión. Cuando en cambio se percibe aversión a lo sagrado, enfermedades desconocidas o incluso síntomas difíciles de identificar, es posible que sea necesario el exorcismo. La presencia demoníaca de cualquier forma hay que diagnosticarla en cada caso. En cambio debería haber más dedicación a la ascesis, a la oración, a la penitencia. La mentalidad popular ha exagerado los poderes de Satanás, que son los de un ángel común.
En la vida diaria para defenderse del mal basta con ser coherentes con el Evangelio, no tener miedo de testimoniar la propia fe y cuidar la propia relación con Dios. A veces es Dios mismo quien permite que algunos sean vejados u obsesionados; piénsese en algunos santos. Pero en estos casos nos hallamos ante planes divinos para nosotros impenetrables.
Juan Pablo II recuerda la importancia del exorcismo
El Padre Amorth, exorcista oficial de Roma, se lamenta de que por tres siglos, los exorcismos fueron casi abandonados por la Iglesia. Juan Pablo II, ha vuelto a recordar la importancia de estos. Durante la audiencia pública del 3 de Junio de 1998, El Papa Juan Pablo II habló de los deberes del exorcista y en 1999 se publicó el rito de exorcismo que remplaza al del 1614. El Papa, según el Padre Amorth, ha hecho al menos dos exorcismos durante su pontificado. El primer caso fue en abril del 1982, el segundo durante el año jubilar. Ambos casos se tratan de personas no identificadas que manifestaron señales de posesión durante una audiencia con el Papa. El mas tarde las rezó las oraciones del exorcismo por ellas en privado.
El Exorcismo, según el Cardenal Medina
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, presentó el nuevo rito de exorcismos en enero del 1999. El prefecto de dicha congregación, el Cardenal Medina, enseñó en dicha ocasión los siguientes puntos (todas las citas son del mismo cardenal o según indicado)
Según el Cardenal Jorge Medina Estevez, el nuevo ritual es una edición actualizada de la versión del texto de 1614. Añadió que las oraciones oficiales reconocían la realidad del demonio "en su forma substancial, como el maligno, el enemigo de Dios".
¿QUÉ ES EL EXORCISMO?: "El exorcismo es una antigua y particular forma de oración que la Iglesia emplea contra el poder del diablo".
Catecismo #1673:
"Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf. Mc 1:25s), de El tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar. (cf. Mc 3:15; 6:7.13; 16:17). En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia."
"Muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica. Por tanto, es importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una presencia del Maligno y no de una enfermedad." (cf. CIC can. 1172).
En que se fundamenta: El exorcismo tiene como punto de partida la fe de la Iglesia, según la cual existen Satanás y los otros espíritus malignos. La doctrina católica nos enseña que los demonios son ángeles caídos a causa de sus pecados, que son seres espirituales de gran inteligencia y poder".
¿Por qué hace falta?: La capacidad del hombre de acoger a Dios "es ofuscada por el pecado, y a veces el mal ocupa el puesto en el que Dios quiere vivir. Por eso, Jesucristo ha venido a liberar al hombre del dominio del mal y del pecado. (...) Jesucristo expulsaba los demonios y liberaba a los hombres de las posesiones de los espíritus malignos para hacerse espacio en el hombre".
¿Cuánto poder tiene Satanás? "El poder de Satanás no es infinito", sin embargo el que Dios permita que seamos tentados "es un gran misterio".
¿Cómo nos influencia el demonio? "El influjo nefasto del demonio y de sus secuaces es habitualmente ejercitado por medio del engaño, la mentira y la confusión. Así como Jesús es la Verdad, el diablo es el mentiroso por excelencia. Desde siempre, desde el inicio, la mentira ha sido su estrategia preferida".
¿Ha cambiado la doctrina de la Iglesia sobre el exorcismo? No ha cambiado. Solo han habido algunos cambios en el lenguaje del rito. "Entre el rito anterior y el nuevo hay una gran continuidad; no existe un cambio radical. El lenguaje es más sobrio; hay menos adjetivos, pero la expresión de la fe en el poder de Dios para expulsar al demonio es la misma en ambos casos".
Criterios para discernir posesión diabólica según el nuevo ritual del exorcismo.
La principal es:
-Aversión vehemente hacia Dios, la Virgen, los Santos, la cruz y las imágenes sagradas.
Junto con esta pueden darse otros fenómenos que por si solos podrían ser don de Dios pero en el caso de posesión se manifiestan para el mal:
-El hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas.
-Hacer presentes cosas distantes o escondidas.
-Demostrar más fuerzas de lo normal.
¿Puede el demonio tener influencia sobre lugares, objetos y personas? Si. Esta realidad se reconoce en el ritual de exorcismos.
¿Hay diferentes formas de influencia demoníaca además de la posesión? Si. En el presente ritual se encuentran el rito el exorcismo propiamente dicho y las oraciones que hay que recitar públicamente cuando se juzga prudentemente que existe una influencia de Satanás sobre lugares, objetos o personas, sin llegar a la fase de una posesión verdadera y propia. Además, existe una serie de oraciones que los fieles deben rezar privadamente cuando tienen fundadas sospechas de que son sometidos a influencias diabólicas.
¿Quién puede practicar el exorcismo? En la pregunta anterior vimos que el nuevo ritual contiene oraciones que los fieles pueden rezar cuando están sometidos a influencias diabólicas. Sin embargo, "Para practicar el exorcismo es necesaria la autorización del obispo diocesano, que puede ser concedida para un caso específico o de un modo general y permanente al sacerdote que ejercita el ministerio de exorcista en la diócesis".
¿Por qué un nuevo ritual? En el último capítulo del ritual romano se ilustraban las indicaciones y el texto litúrgico de los exorcismos, pero se quedó sin ser revisado después del Concilio Vaticano II. Tras un trabajo de 10 años, en enero de 1999 se hizo oficial el texto actual aprobado por el Pontífice.
EL RITO DE EXORCISMO
-Publicado por el Vaticano en Enero de 1999
CONGREGACION DEL CULTO DIVINO Y DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS Prot. N. 1280 / 98 / L
DECRETO
La Iglesia obediente a la oración del Padre Nuestro, ya desde tiempos antiguos proveyó con misericordia entre los sacramentales el que por piadosas oraciones dirigidas a Dios se buscara que los cristianos fueran liberados de diversos peligros y especialmente de las asechanzas del demonio. De una manera muy especial instituyó exorcistas en la Iglesia, los que, imitando la caridad de Cristo, pusieran remedio a las posesiones del maligno, incluso ordenando en nombre de Dios a los demonios para que se fueran y no dañaran por cualquier razón a los hombres por más tiempo.
Pareció oportuno en nuestros tiempos revisar las normas tradicionales y las oraciones y también los modelos del título XII del Ritual Romano, a fin de que los ritos respondieran a los decretos de la Constitución Sacrosanctum Concilium de Concilio Vaticano II, y especialmente el artículo 79.
Por lo tanto este ritual de Exorcismos ha sido renovado y aprobado por el Sumo Pontífice Juan Pablo II el día 1 de Octubre de 1998, y esta Congregación lo promulga para que sustituya a las normas y modelos que hasta hoy había en el título XII del Ritual Romano.
Tan pronto vea la luz la edición la pueden utilizar todos aquellos a los que según el derecho compete usarla. No obstante cuiden las Conferencias Episcopales que las ediciones en lengua vernácula preparadas para el Ritual y adaptadas a las normas del derecho, se remitan a la Santa Sede para su aprobación.
Quedando anulado todo lo pudiese haber en contra.
De los magistrados de la Congregación del Culto Divino y Disciplina del los Sacramentos, día 22 de Noviembre de 1998, en la solemnidad de nuestro Sr. Jesucristo Rey Universal.
Georgius Card. MEDINA ESTEVEZ
Prefecto
Gerardus M. Agnelo
Archiep. A Secretis
Presentación oficial del cardenal Medina Estévez,
prefecto de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos
en la sala de Prensa de la Santa Sede
Martes 26 de enero de 1999
Para poder entender qué es el exorcismo, se debe partir de Jesús y de su misma praxis.
Jesucristo vino al mundo y a los hombres para anunciar e inaugurar el reino de Dios. Los hombres poseen una innata capacidad para recibir a Dios en su corazón (cf. Rm 5, 5). Sin embargo, esta capacidad para acoger a Dios es ofuscada por el pecado, y en algunas ocasiones el mal ocupa en el hombre el puesto que sólo le corresponde a Dios. Por ello, Jesucristo vino a liberar al hombre del mal y del pecado, y también de todas las formas de dominación del maligno, es decir, del diablo y de sus espíritus malignos, llamados demonios, que quieren pervertir el sentido de la vida del hombre. Por esta razón, Jesucristo expulsaba los demonios y liberaba a los hombres de la posesión de los espíritus malignos, para hallar cabida en el corazón del hombre y darle la posibilidad de conseguir la libertad ante Dios, que quiere darle su Espíritu Santo, para que se convierta en su templo vivo (cf. 1 Co 6, 19; 1 P 2, 5) y dirija sus pasos hacia el camino de la paz y de la salvación (cf. Rm 8, 1-17; 1 Co 12, 1-11; Ga 5, 16-26).
La Iglesia está llamada a seguir a Jesucristo y ha recibido, de Cristo mismo, el poder de continuar, en su nombre, su misión. De aquí que la acción de Cristo para liberar al hombre del mal se ejercita a través del servicio de la Iglesia y de sus ministros ordenados, delegados por el obispo para cumplir los ritos sagrados dirigidos a librar a los hombres de la posesión del maligno.
El exorcismo constituye una antigua y particular forma de oración que la Iglesia emplea contra el poder del diablo. He aquí cómo explica el Catecismo de la Iglesia católica en qué consiste el exorcismo y cómo se lleva a cabo: «Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra la influencia del maligno y substraído a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf. Mc 1, 25 ss); de él deriva a la Iglesia el poder y la tarea de exorcizar (cf. Mc 3, 15; 6, 7. 13; 16, 17). De una manera simple, el exorcismo se practica durante la celebración del bautismo. El exorcismo solemne, llamado «gran exorcismo», puede ser practicado sólo por un presbítero y con el permiso del obispo. En esta materia es necesario proceder con prudencia, observando rigurosamente las normas establecidas por la Iglesia. El exorcismo tiene como objeto expulsar a los demonios o liberar de la influencia demoníaca, mediante la autoridad que Jesús ha dado a su Iglesia. Muy diferente es el caso de enfermedades, sobre todo psíquicas, cuya curación pertenece al campo de la ciencia médica. Es importante, por lo tanto, asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, que se trate de una presencia del maligno y no de una enfermedad (cf. Código de derecho canónico, c. 1172)» (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1673).
La sagrada Escritura nos enseña que los espíritus malignos, enemigos de Dios y del hombre, realizan su acción de modos diversos; entre éstos se señala la obsesión diabólica, llamada también posesión diabólica. Sin embargo, la obsesión diabólica no constituye la manera más frecuente como el espíritu de las tinieblas ejerce su influjo. La obsesión tiene características de espectacularidad; en ella el demonio se apropia, en cierto modo, de las fuerzas y de la actividad física de la persona que sufre la posesión. No obstante esto, el demonio no puede adueñarse de la libre voluntad del sujeto, lo que impide el compromiso de la libre voluntad del poseído, hasta el punto de hacerlo pecar. Sin embargo, la violencia física que el diablo ejerce sobre el obseso constituye un incentivo al pecado, que es lo que él quisiera obtener. El ritual del exorcismo señala diversos criterios e indicios que permiten llegar, con prudente certeza, a la convicción de que se está ante una posesión diabólica. Es solamente entonces cuando el exorcista autorizado puede realizar el solemne rito del exorcismo. Entre estos criterios indicados se encuentran: el hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas; desvelar cosas escondidas o distantes; demostrar fuerzas superiores a la propia condición física, y todo ello juntamente con una aversión vehemente hacia Dios, la santísima Virgen, los santos, la cruz y las sagradas imágenes.
Se subraya que para llevar a cabo el exorcismo es necesaria la autorización del obispo diocesano. Autorización que puede ser concedida para un caso específico o de un modo general y permanente al sacerdote que ejerce en la diócesis el ministerio de exorcista.
El Ritual romano contenía, en un capítulo especial, las indicaciones y el texto litúrgico de los exorcismos. Este capítulo era el último, y había quedado sin ser revisado después del concilio Vaticano II. La redacción final del Rito de los exorcismos ha requerido muchos estudios, revisiones, renovaciones y modificaciones, consultas a las diversas Conferencias episcopales; todo ello analizado por parte de una Asamblea ordinaria de la Congregación para el culto divino. El trabajo ha costado diez años de esfuerzos, dando como resultado el texto actual, aprobado por el Sumo Pontífice, que hoy se hace público y se pone a disposición de los pastores y de los fieles de la Iglesia. Resta, no obstante, un trabajo que incumbe a las respectivas Conferencias episcopales: la traducción de este Ritual a las lenguas habladas en sus respectivos territorios. Estas traducciones deben ser exactas y fieles al original latino, y deben ser sometidas, según la norma canónica, a la recognitio de la Congregación para el culto divino.
En el Ritual que hoy presentamos se encuentra, sobre todo, el rito del exorcismo propiamente dicho, que debe realizarse sobre la persona obsesa. Siguen las oraciones que debe decir públicamente un sacerdote, con el permiso del obispo, cuando se juzga prudentemente que existe un influjo de Satanás sobre lugares, objetos o personas, sin llegar al nivel de una posesión propiamente dicha. Contiene, además, una serie de oraciones que pueden ser dichas privadamente por los fieles, cuando sospechan con fundamento que están sujetos a influjos diabólicos.
El exorcismo tiene como punto de partida la fe de la Iglesia, según la cual existen Satanás y los otros espíritus malignos, y que su actividad consiste en alejar a los hombres del camino de la salvación. La doctrina católica nos enseña que los demonios son ángeles caídos a causa del propio pecado; que son seres espirituales con gran inteligencia y poder: «El poder de Satanás, sin embargo, no es infinito. Éste no es sino una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del reino de Dios. Aunque Satanás actúe en el mundo por odio contra Dios y su reino en Cristo Jesús, y su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e, indirectamente, también de naturaleza física- a cada hombre y a la sociedad, esta acción es permitida por la divina Providencia, que guía la historia del hombre y del mundo con fuerza y suavidad. La permisión por parte de Dios de la actividad diabólica constituye un misterio grande, sin embargo ianosotros sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo amanlo (Rm 8, 28)» (Catecismo de la Iglesia católica, n. 395).
Quisiera subrayar que el influjo nefasto del demonio y de sus secuaces es habitualmente ejercitado a través del engaño, la mentira y la confusión. Así como Jesús es la Verdad (cf. Jn 8, 44), el diablo es el mentiroso por excelencia. Desde siempre, desde el inicio, la mentira ha sido su estrategia preferida. No hay lugar a dudas de que el diablo tiene la capacidad de atrapar a muchas personas en las redes de las mentiras, pequeñas o grandes. Engaña a los hombres haciéndoles creer que no tienen necesidad de Dios y que son autosuficientes, sin necesitar ni la gracia ni la salvación. Logra engañar a los hombres amortiguando en ellos, e incluso haciendo desaparecer, el sentido del pecado, sustituyendo la ley de Dios como criterio de moralidad por las costumbres o consensos de la mayoría. Persuade a los niños para que crean que la mentira constituye una forma adecuada para resolver diversos problemas, y de esta manera se forma entre los hombres, poco a poco, una atmósfera de desconfianza y de sospecha. Detrás de las mentiras, que llevan el sello del gran mentiroso, se desarrollan las incertidumbres, las dudas, un mundo donde ya no existe ninguna seguridad ni verdad, y en el cual reina, en cambio, el relativismo y la convicción de que la libertad consiste en hacer lo que da la gana. De esta manera no se logra entender que la verdadera libertad consiste en la identificación con la voluntad de Dios, fuente del bien y de la única felicidad posible.
La presencia del diablo y de su acción explica la advertencia del Catecismo de la Iglesia católica: «La dramática condición del mundo que "yace" todo él "bajo el poder del maligno" (1 Jn 5, 19), hace que la vida del hombre sea una lucha: "Toda la historia humana se encuentra envuelta en una tremenda lucha contra el poder de las tinieblas; lucha que comenzó ya en el origen del mundo, y que durará, como dice el Señor, hasta el último día. Inserto en esta batalla, el hombre debe combatir sin descanso para poder mantenerse unido al bien; no puede conseguir su unidad interior si no es al precio de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios" (Gaudium et spes, 37, 2)» (n. 409).
La Iglesia está segura de la victoria final de Cristo y, por tanto, no se deja arrastrar por el miedo o por el pesimismo; al mismo tiempo, sin embargo, es consciente de la acción del maligno, que trata de desanimarnos y de sembrar la confusión. «Tengan confianza -dice el Señor-; yo he vencido al mundo» (Jn 8, 33). En este marco encuentran su justo lugar los exorcismos, expresión importante, pero no la única, de la lucha contra el maligno.
Card. Jorge A. MEDINA ESTÉVEZ
Prefecto
PREFACIO
En todo el curso de la historia de la salvación se encuentran seres angélicos, algunos que sirven al consejo divino y al misterio de la Iglesia y dan continuamente una potente ayuda; pero sin embargo otros caídos, y llamados diabólicos, se oponen a Dios, a su voluntad salvífica y al cumplimiento de la misión de Cristo, intentando asociar al hombre a la propia rebelión contra Dios.
En las Sagradas Escrituras, al Diablo y a los demonios se les dan diversos nombres, entre los que algunos hacen referencia a su naturaleza y otros a la actividad. El Diablo que se llama también Satanás, antigua serpiente y dragón, es el que seduce a todo el universo y lucha contra aquellos que cumplen los mandamientos de Dios y aceptan el testimonio de Jesús (cf. Apoc 12,9.17). Desde el principio se le señala como adversario de los hombres (1 Petr 5,8) y homicida (cf. Io 8,44); pues por el pecado hizo al hombre sujeto a la muerte. Por el hecho de que con sus insidias provoca al hombre para que desobedezca a Dios, este Malo se llama Tentador (cf. Mt 4,3 et 26,36-44), mentiroso y padre de la mentira (cf. Io 8,44), que obra sagaz y falsamente, como lo atestigua la seducción de nuestros primeros padres (cf.Gen 3,4.13), el intento de apartar a Jesús de la misión aceptada al Padre (cf. Mt 4,1-11; Mc 1,12; Le 4,1-13) y su transfiguración en ángel de luz (cf. 2Cor 11, 14). Se llama también príncipe de este mundo (cf. Io 12, 31:14, 30), especialmente del mundo que ha sido dominado por el Maligno (1 Io 5, 19) y no conoció la Luz verdadera (cf. Io 1, 9-10). Finalmente su poder es declarado como poder de las tinieblas (cf. Lc 22, 53; Col 1, 13), puesto que odia la Luz, que es Cristo, y lleva a los hombres a sus propias tinieblas. Los Demonios verdaderamente aquellos que con el diablo no reconocieron el principado de Dios, fueron declarados réprobos (cf. 2 Petr 2, 4) y forman la maldad espiritual (cf. Eph 6, 12), puesto que hubieran sido creados espíritus que pecaron, y los ángeles son llamados Satanás (cf. Mt 25, 41; 2Cor 12, 7; Apoc 12, 7.9), lo cual puede significar también que les fue concebida una misión especial por el príncipe maligno.
La victoria del Hijo de Dios destruyó (cf. 1 Io 3, 8) las obras de todos estos espíritus inmundos, malos y seductores (cf. Mt 10, 1; Mc 5, 8; Lc 6, 18; 11,26, Act 8,7; 1Tim 4, 1; Apoc 18, 2). Aunque “invadió la historia de todos los hombres una ardua batalla contra las potestades de las tinieblas” “que durará hasta el final de los días”, Cristo por su pascual misterio de muerte y resurrección “nos ha arrancado de la servidumbre del diablo y del pecado” rompiendo su imperio y liberando todas las cosas de los contagios malignos. Como pues la acción contraria y destructora del Diablo y de los demonios afecte a las personas, cosas, lugares y se agrupen de diverso modo, la Iglesia, siempre consciente de que “los días son malos” (Eph 5, 16), oró y ora para que los hombres sean liberados del demonio.
PRAENOTANDA
DE LA VICTORIA DE CRISTO Y LA AUTORIDAD DE LA IGLESIA CONTRA LOS DEMONIOS
1. La Iglesia cree firmemente que hay un solo y verdadero Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo principio de todas las cosas: creador de todas las cosas “visibles e invisibles.” Y además; Dios cuida y gobierna con su providencia todas las cosas que hizo (cf. Col 1, 16), y no hizo nada que no fuera bueno. Hasta “los diablos y los otros demonios fueron creados también por Dios buenos en cuanto a la naturaleza; pero ellos se hicieron malos por sí mismos.” De donde ellos hubieren sido buenos si hubiesen permanecido buenos como fueron hechos. Pero como usaron mal de su extraordinaria naturaleza, y no permanecieron en la verdad (cf. Io 8, 44), no se convirtieron en una sustancia contraria (mala), sino que se separaron del sumo Bien, al que se tenían que haber unido.
2. El hombre, pues, fue creado a imagen de Dios “en la justicia y la santidad de verdad” (Eph 4,24) y su dignidad exige que elija con libertad y según la conciencia. “Pero, con la persuasión diabólica, abusó demasiado del don de la libertad. Por el pecado de la desobediencia (cf. Gen 3; Rom 5, 12) bajo el poder del diablo, además de que le hizo volver a la muerte, fue hecho siervo del pecado. Por eso se estableció en la historia de los hombres una dura lucha cuerpo a cuerpo contra las potestades de las tinieblas, que empezada en el origen del mundo, bajo la dirección del Señor (cf. Mt 24, 13; 13, 24-30 y 36-43) durara hasta el último día”.
3. El Padre todopoderoso y misericordioso envió al mundo a su Hijo amado para sacar a los hombres de la potestad de las tinieblas, y llevarlos a su reino. (cf. Gal 4, 5; Col 1, 13). Por lo que Cristo, primogénito de toda criatura (Col 1, 15), renovando al viejo hombre, vistió la carne del pecado, para destruir por la muerte a aquel que tenía el imperio de la muerte, esto es, el diablo (Hebr 2, 14), y la herida naturaleza humana, por la Pasión y Muerte de Jesucristo, constituirla en una nueva criatura, con el don del Espíritu Santo.
4. El Señor Jesús, pues, en los días de su encarnación, habiendo vencido las tentaciones en el desierto, (cf. Mt 4, 1-11; Mc 1, 12-13; Lc. 4, 1-13), con su autoridad expulsó a Satanás y a otros demonios, imponiéndoles su divina voluntad (cf. Mt 12, 27-29; Lc 11, 19-20). Haciendo bien y sanando a todos los opresos por el diablo (cf. Act 10, 38), manifestó su obra de salvación al liberar a los hombres del pecado, de sus consecuencias y del autor del primer pecado, homicida desde el principio y padre de la mentira (Io 8, 44).
5. Cuando vino la hora de las tinieblas, el Señor, “hecho obediente hasta la muerte” (Phil 2, 8), por el poder de la Cruz repelió el novísimo ímpetu del Satanás (cf. Lc 4,13; 33, 53), triunfando de la soberbia del antiguo enemigo. Esta victoria se manifiesta con la gloriosa resurrección de Cristo, cuando Dios lo resucitó de entre los muertos y lo puso a su derecha en el cielo y todo lo sujetó debajo de sus pies (cf. Eph 1, 21-22)
6. Cristo, para el ministerio que les encomendó, les dio poder a sus Apóstoles y otros discípulos, para echar fuera a los espíritus inmundos. (cf. Mt 10, 1.8; Mc 3, 14-15; 6, 7.13; Lc 9, 1; 10, 17.18-20). Les prometió el Santo Espíritu Paráclito, que procede del Padre por medio del Hijo, que acusará al mundo de juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado (cf. Io 16, 7-11). Entre las señales siguen a los creyentes , se enumera en el Evangelio el sacar los demonios (cf. Mt 16, 17).
7. De allí que la Iglesia ejerció, desde el tiempo de los apóstoles, la potestad de sacar demonios y repeler su influjo ( Act 5, 16; 8,7; 16, 18; 19, 12). Ora continua y confiadamente “en nombre de Jesús” para liberarse del Malo (cf. Mt 6, 13 ). Mandó a los demonios de varias maneras, por el mismo nombre y por la virtud del Espíritu Santo, que no impidan la obra de evangelización (cf. 1 Thess 2, 18) y le restituyan, como el Más Fuerte (cf. Lc 11, 21 22), el dominio de todo y también de cada hombre. Se llama exorcismo cuando la Iglesia públicamente y con autoridad, en nombre de Jesús, ora para que algunas personas o cosas sean protegidas contra el influjo del Maligno, y se saquen de su influjo.
DE LOS EXORCISMOS COMO TRABAJO DE SANTIFICAR LA IGLESIA
8. Por medio de la antiquísima tradición de la Iglesia conservada sin interrupción, sabemos que el camino de la iniciación cristiana se organiza de tal manera que se señala claramente la espiritual lucha cuerpo a cuerpo contra el poder del diablo ( cf. Eph 6, 12) y que la misma empiece a acontecer. Los exorcismos que hay que hacer de forma sencilla sobre los elegidos en el tiempo del catecumenado o exorcismos menores, son oraciones de la Iglesia para que estos, conocido que han sido liberados de pecado por el misterio de Cristo, se liberen de las secuelas del pecado y de los influjos del diablo, sean robustecidos en su camino espiritual y abran sus corazones para recibir los dones del Salvador. Por fin, en la celebración del Bautismo, los que se van a bautizar renuncian a Satanás y a su fuerza y poder y se oponen a él con su fe propia en Dios uno y trino. También en el bautismo de párvulos se hace una oración de exorcismo sobre los niños “inclinados a las cosas agradables de este mundo y que han de luchar contra las insidias del demonio” , para que sean fortalecidos en el camino de la vida con la gracia de Cristo. Por el bautismo, el hombre participa de la victoria de Cristo sobre el diablo y el pecado, cuando pasa de aquel estado en el que nace como hijo del primer Adán al estado de gracia y de adopción como hijo de Dios por el segundo Adán Jesucristo y es liberado de la servidumbre del pecado, con la libertad que Cristo nos liberó (cf. Gal 5, 1)
9. Los fieles, aun renacidos en Cristo, los que están en el mundo experimentan tentaciones, por lo que deben vigilar porque su adversario “el Diablo como un león rugiente da vueltas buscando a quien devorar” (cf. 1 Pet 5, 8). Al cual hay que resistir siendo fuertes en la fe, confortados por el Señor y en el poder de su virtud (Eph 6, 10) y apoyados por la Iglesia que ruega que sus hijos estén a salvo de cualquier perturbación. Por la gracia de los sacramentos y especialmente por la celebración repetitiva del de la penitencia consiguen fuerzas, hasta que lleguen a la plena libertad de los hijos de Dios (cf. Rom 88,21).
10. Pero el misterio de la piedad divina se hace para nosotros muy difícil de entender, cuando alguna vez ocurren casos de alguna especial vejación o posesión (ocupación) por parte del diablo de alguna persona agregada al pueblo de Dios y bautizado por Cristo para que como hijo de la luz caminara hacia la vida eterna. Entonces queda claro el misterio de iniquidad que se esta realizando en el mundo, aunque el demonio no pueda traspasar los límites que Dios le haya impuesto. Esta forma de potestad del demonio sobre el hombre difiere de aquella que se daba en el hombre debido al pecado original, que es pecado. Si ocurre esto, la Iglesia implora a Cristo, Señor y Salvador, confiada en su poder, le ofrece ayudas al fiel vejado o poseído para sea liberado de la vejación o posesión.
11. Entre estas ayudas sobresale el exorcismo mayor, solemne, que también se llama mayor, que es una celebración litúrgica. Por esta razón los exorcismos que intentan expulsar a los demonios o liberar del influjo demoníaco y además con la autoridad espiritual que Jesús dio a Su Iglesia es una oración de la clase de los sacramentales, por lo tanto es un signo sagrado que significa signos especialmente espirituales y que se obtienen por el mandato de la Iglesia.
12. En los exorcismos mayores la Iglesia unida suplica al Espíritu Santo que ayude nuestra debilidad para echar demonios y así no dañen a los fieles. Con aquel confiado soplo que el Hijo de Dios después de la resurrección dono el Espíritu, la Iglesia hace el exorcismo, no en nombre propio, sino únicamente en el nombre de Dios o Cristo Señor, a quien todo, también el diablo y los demonios, debe obedecer.
DEL MINISTRO Y CONDICIONES PARA UN EXORCISMO MAYOR
13. El ministerio para exorcizar a los poseídos necesita de una licencia peculiar y expresa del Ordinario del lugar que, como regla, será el mismo Obispo diocesano. Esta licencia debe concederla solo a sacerdote piadoso, datado de sabiduría, prudencian y de vida integra y también preparado muy especialmente para esto. Y el sacerdote al le hay sido encomendado el oficio de exorcista, de forma estable o para un caso determinado, ejerza este ministerio confiada y humildemente bajo la moderación del Obispo diocesano. Cuando en este libro se dice “exorcista”, debe entenderse “sacerdote exorcista”.
14. El exorcista, en el caso de alguna posesión que se dice diabólica, ante todo debe proceder con la necesaria y máxima circunspección y prudencia. En primer lugar no crea fácilmente que cualquiera esté poseído por el demonio, especialmente aquel que esté tratado por el psicólogo debido a alguna enfermedad. Así mismo en absoluto crea que hay una posesión en el que primero afirmó que estaba tentado, desolado y vejado de manera especial por el demonio; pues uno puede engañarse así mismo por la propia imaginación. Tenga también presente que no se confunda por los engaños y mentiras que utiliza el demonio para engañar al hombre, a fin de convencer al poseído para que no se sujete a exorcismos: pues su enfermedad es natural y depende de la ciencia médica. Empiece de manera igual que si verdaderamente hubiera sido vejado por el demonio, tal como ha sido afirmado.
15. Distíngase correctamente el caso de ataque del diablo de aquella credulidad por la cual algunos, incluso, que ellos eran objeto de maleficios, de una malas suertes o maldiciones, que han sido puestas por algunos sobre ellos o parientes o sobre sus bienes. A estos no se les ha de negar la ayuda espiritual, pero bajo ningún concepto se les haga un exorcismo; pues se les puede ofrecer otras oraciones acomodadas, de manera que con ellas y por ellas encuentren la paz de Dios. Así mismo hay que ofrecer ayuda espiritual a los creyentes a los que el Maligno no les toca, pero son tentados por él para hacer el mal, cuando quieren guardar fidelidad al Señor Jesús y al Evangelio. Estas oraciones pueden ser oficiadas por sacerdotes que no sean exorcistas, y hasta por un diácono, siempre que usen preces y oraciones preparadas para estos casos.
16. El exorcista no debe proceder a celebrar un oficio de exorcismo sino comprueba, con certeza moral, que realmente se va a exorcizar un poseído del demonio y que este, si es posible, del consentimiento.
Se tiene por signos de posesión del demonio, según una forma de hacer comprobada: hablar varias palabras de un lenguaje desconocido, o entender al que las habla; hacer patentes cosas distantes y ocultas; demostrar una fuerza superior a la edad o a su condición natural. Estos signos pueden ofrecer un indicio de posesión. Como estos signos no es forzoso atribuirlos al diablo, hay que fijarse en otras cosas, especialmente del orden moral y espiritual, que de otro modo manifiestan la intervención del diablo, como por ejemplo, el apartarse vehemente de Dios, Del Santísimo Nombre de Jesús, de la Bienaventurada Virgen María, de los Santos, de la Iglesia, de la Palabra de Dios, de as cosas, de los ritos, especialmente sacramentales y de las imágenes sagradas. Y finalmente alguna vez la relación de todos estos signos se ha de sopesar diligentemente en la vida espiritual cristiana con la fe y la lucha, ya que el Maligno en primer lugar es enemigo de Dios y de todas las cosas que unen a los fieles con la acción salvífica de Dios.
17. El exorcista, consultados expertos en cosas espirituales y, en cuanto sea posible expertos en ciencias médicas y psiquiátricas que tengan conocimiento de cosas espirituales, juzgará prudentemente la necesidad de usar el rito del exorcismo, a través de una diligente investigación, guardando siempre el secreto de la confesión.
18. En casos que afecten a un no católico y en otros muy difíciles, debe exponerlo al Obispo diocesano, el que puede requerir el asesoramiento de algunos expertos, antes de tomar la decisión sobre el exorcismo.
19. Hágase el exorcismo de manera que se manifiesta la fe de la Iglesia y que nadie lo pueda considerar una acción mágica o supersticiosa. Hay que cuidar que no sea un espectáculo para los presentes. Mientras se hace el exorcismo, de ninguna manera se dará paso a ningún medio de comunicación, y también antes de hacer el exorcismo y una vez hecho, ni los exorcistas ni los demás presentes divulgaran la noticia del exorcismo, guardando la debida discreción.
DEL RITO QUE HAY QUE SEGUIR
20. En el rito de exorcismo, hay que prestar una atención especial, además de a las oraciones del exorcismo, a los gestos y a los ritos, que ante todo tienen lugar y sentido por que se usan en el camino de preparación de los catecúmenos en el tiempo de purificación. Son tales como la señal de la cruz, la imposición de manos, soplar y la aspersión con agua bendita.
21. El rito empieza con la aspersión con agua bendita, puesto que vista como símbolo de purificación en el bautismo, el vejado se siente defendido de las insidias del enemigo.
Se puede bendecir el agua junto con la mezcla de sal, antes del rito o en el mismo rito antes de la aspersión, según sea oportuno.
22. Siguen unas letanías, con la que se pide para el vejado, con la intercesión de todos los santos, la misericordia de Dios.
23. Después de la letanía, el exorcista puede recitar uno o varios salmos, que imploran la protección del Altísimo y alaban la victoria de Cristo sobre el Maligno. Los salmos se leen seguidos o de modo responsorial. Terminado el salmo, el exorcista puede añadir una oración sacada del salmo.
24. Después se proclama el evangelio, como signo de la presencia de Cristo, que por medio de su propia palabra en la proclamación de la Iglesia, pone remedio a las enfermedades de los hombres.
25. Después el exorcista impone las manos sobre el atormentado, para lo que se invoca la fuerza del Espíritu Santo a fin de que el diablo salga de él, que por el Bautismo fue hecho templo de Dios. Al mismo tiempo puede también exhalar hacia la cara de atormentado.
26. Después se recita el Credo o se renueva la promesa de fe del Bautismo con la renuncia a Satanás. Sigue el Padre Nuestro, en el cual se le pide a Dios, como Padre nuestro, nos libre del Malo.
27. Acabado todo esto, el exorcista enseña al atormentado la cruz del Señor, que es fuente de bendiciones y gracias, y hace la señal de la cruz sobre él, a través de lo que se indica el poder de Cristo sobre el diablo.
28. Después dice una oración de petición, por la que ruega a Dios y una oración imperativa por la que, en nombre de Cristo, se le manda claramente al diablo que deje al atormentado. No se debe usar la oración imperativa si antes no ha sido precedida por una oración de súplica. Pero se puede la oración de petición y no hacer la oración imperativa.
29. Todas las cosas dichas antes, cuando se necesiten, se pueden repetir, o en la misma celebración, teniendo en cuenta lo que se dice en el número 34, o en otro momento, hasta que el atormentado quede completamente liberado.
30. El rito concluye con un canto de acción de gracias, una oración y la bendición.
DE COSAS ADJUNTAS Y ACOMODACIONES
31.El Exorcista no puede arrojar al genero menor de los demonios sino por medio de la oración y el ayuno; estos dos importantes remedios para pedir la ayuda divina, visto el ejemplo de los Santos Padres, deben procurar aplicarlos en cuanto fuere posible, tanto por sí como por medio de otros.
32. El fiel atormentado debe, si es posible, especialmente antes del exorcismo, orar a Dios, hacer mortificaciones, renovar frecuentemente la fe recibida en el Bautismo, y acercarse al sacramento de la penitencia para protegerse (saepius) y también fortificarse con la sagrada Eucaristía. También le pueden ayudar con la oración por caridad, los amigos, los parientes, el confesor o el director espiritual, si para estos es fácil, y la presencia de otros fieles.
33. Si es posible se harán los exorcismos en un oratorio o en otro lugar apropiado, separados de la gente (multitud), donde presida la imagen del crucificado. Hay que tener también en ese lugar una imagen de la Bienaventurada Virgen María.
34. Teniendo en cuenta las circunstancias del atormentado y de otras cosas, el exorcista use de las varias posibilidades que tenga para el rito. Guarde principalmente la estructura de la celebración, disponga el rito y las formas y seleccione las oraciones que necesita acomodándose a la singularidad de las personas que estén presentes.
A) Ante todo tenga en cuenta el estado psíquico y psicológico del atormentado y las variaciones posibles en el mismo estado según el día y la hora.
B) Cuando no haya ningún grupo de fieles, ni siquiera pequeño, que lo requiere desde la fe, la sabiduría y la prudencia, recuerde el exorcista que entre él y el fiel atormentado ya son la Iglesia y recuérdelo esto al mismo fiel atormentado.
C) Procure, que durante el tiempo que dura el exorcismo, el fiel atormentado se ordene, si fuera posible, se convierta a Dios, y le reclame con toda la humildad la liberación. Y se mantenga paciente cuanto más se sienta atormentado, no desconfiando del auxilio de Dios por medio del ministerio de la Iglesia.
35. Si se ve que hay que admitir para celebrar el exorcismo a algunos compañeros del atormentado, hay que enseñarles a hacer oraciones con mucha fuerza por el hermano atormentado, o de forma privada o de la forma que se indica en el ritual, pero absténganse de cualquier oración de exorcismo, sea de petición o imperativa, las cuales solo han de ser usadas por el exorcista.
36. Conviene que cuando el fiel quede liberado de la posesión, tanto sólo como con los familiares que le acompañan, hagan acciones de gracias a Dios por la paz recibida. Además se le guíe para que persevere en la oración, sacándola principalmente de las Sagradas Escrituras, y que frecuente el sacramento de la penitencia y de la eucaristía y también lleve una vida cristiana con obras de caridad y llena de amor fraterno con todos.
DE LAS ADAPTACIONES QUE COMPETEN A LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES
37. Pertenece a las conferencias de los obispos:
A) Preparar el texto de las versiones, habiendo observado fidelidad e integridad al texto original.
B) Adaptar los signos y los gestos de los ritos si esto se ve necesario o útil, de acuerdo con la cultura y forma de ser de cada pueblo y con la aprobación de la Santa Sede.
38. Además de la versión de los Prenotandos, que debe ser íntegra, si la Conferencia Episcopal lo cree oportuno puede añadir un Directorio pastoral para el uso de los exorcismos mayores, por el que los exorcistas no sólo entiendan más profundamente la doctrina de los Prenotandos y comprendan mejor la significación plena de los ritos, sino que además reúnan los documentos del modo de proceder, de hablar, de interrogar, de juzgar según autores experimentados. Estos Directorios que se pueden componer con la colaboración de los sacerdotes que tengan ciencia y madura experiencia por el largo ejercicio del ministerio de exorcista en cada región y cultura, se enviarán a ser revisados por la Sede Apostólica según las normas del derecho.
- Magisterio de la Iglesia
- Exorcismo de "Marta"
- Posesión y exorcismo
EXORCISMO DE LEÓN XIII COMPLETO
EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES REBELDES
Publicado por orden de Su Santidad León XIII
Primero debe rezarse, como todos los días el Rosario de la Virgen y después el Exorcismo del Papa León XIII. ¡Todos los días! (Al final se puede bajar versión imprimible)
Jesús nos dice lo siguiente:
Hijos míos: haced el Exorcismo de mi amado Arcángel Miguel, dictado a mi siervo el Papa León XIII, todas las veces que podáis y propagad su devoción. Si supierais hijos míos las gracias y la protección que os brindo a través de esta poderosa armadura, ¡si lo supierais!, ¡entonces la utilizaríais más frecuentemente y propagaríais su devoción! Yo, vuestro Padre, a través de mi amado Arcángel Miguel., expulso y protejo de toda fuerza del mal a todos aquellos que hagan y propaguen su devoción. De los lugares donde se practique esta devoción el demonio huirá y ninguna fuerza del mal os podrá tocar.
Todo aquel que ore con fe y en gracia de Dios el exorcismo de mi Amado Arcángel, se convierte en soldado de mi ejército aquí en la tierra; es poderosa armadura contra el ejército de Satanás y sus demonios; hacedlo después del rezo del Santo Rosario, para que veáis cuán grande poder os doy. Pregonad su devoción y os concederé indulgencias especiales. Os lo prometo.
Todo aquel que practique esta devoción tendrá la protección de mi Arcángel Miguel, y él, mi amado Príncipe, lo acompañará en todos sus caminos. Ni los demonios, ni las pestes, ni las tragedias, ni las catástrofes, ni las tempestades, ni el hambre, tocarán a las puertas de aquellos que oren con el exorcismo. Mi Arcángel será intercesor en esta vida y en la eternidad de todos aquellos que sean sus devotos. Hacedlo extensivo a vuestros familiares, parientes, vecinos, amigos y en general al mundo entero, para que las fuerzas del mal sean desterradas de la faz de la tierra. Uníos en oración al Corazón Inmaculado de María y a mis Ejércitos Celestiales; rezad el Santo Rosario y luego haced el Exorcismo, para que permanezcáis en victoria. Acordaos que el tiempo está cerca, sed verdaderos guerreros combatiendo junto a vuestra Madre María y a mis Ejércitos Celestiales. Sed devotos de mi Arcángel y Él, os asistirá en todas vuestras batallas espirituales. Estad pues hijos míos en gracia de Dios al orar con esta armadura y os brindaré grandes victorias sobre toda fuerza del mal.
San Miguel nos dice lo siguiente:
Hermanos: Cada que oréis con mi exorcismo, llamadme primero tres veces, con mi grito de combate:
"¡Quién es como Dios!
Nadie es como Dios”
Y yo vendré con la velocidad del pensamiento a asistiros en vuestra lucha espiritual. No temáis hermanos, haced mi exorcismo; soy Yo vuestro hermano Miguel y los Arcángeles y Ángeles del Reino de mi Padre los que combatimos por vosotros; por lo tanto, no temáis, estamos para serviros, protegeros y amparos de todo mal y peligro.
Yo, Miguel, Príncipe de los ejércitos de mi Padre, os prometo que seré amigo e intercesor en esta vida y en la llegada a la eternidad de todos aquellos que oren y propaguen la devoción de mi exorcismo. No dejaré que ninguno de mis devotos se pierda y lo mismo haré con sus familias. Cuando llegue su hora, los llevaré a la Gloria de Dios y los presentaré ante mi Padre, sin que tengan que pasar por el Juicio de Dios.
Hermanos, os pido que al hacer mi exorcismo incluyáis las almas de los pecadores que en más peligro estén de condenarse, y las almas de los moribundos que estén en pecado mortal. Si oráis por ellas, yo intercederé ante mi Padre para que no se pierdan. Esas almas rescatadas del fuego del infierno os lo agradecerán y serán intercesoras vuestras cuando alcancen la Gloria de Dios. Orad también con mi exorcismo por la conversión de los pecadores, por la Iglesia y los Sacerdotes, para que nosotros, a través de vuestras oraciones y súplicas y por la Gracia de mi Padre, expulsemos a Jezabel (personaje bíblico) y Asmodeo (demonio que aparece en La Biblia), que están apartando a los Pastores de la Iglesia del camino del evangelio. Orad también por la paz del mundo, tan amenazada en vuestro tiempo y muy especialmente, orad por el triunfo del Inmaculado Corazón de Nuestra Señora y Reina María. Si nos llamáis, vendremos en vuestro auxilio; entended hermanos que mi Padre respeta vuestro libre albedrío, es por eso, por lo que debéis de orar y orar y más especialmente en estos tiempos de tanta oscuridad.
No olvidéis hermanos, orar con mi armadura en Gracia de Dios (confesados y comulgando), uniéndoos al Corazón Inmaculado de Nuestra Señora y Reina María, a Mí, y a los ejércitos celestiales, para que juntos desterremos de la faz de la tierra toda fuerza del mal.
“Gloria a Dios en el cielo” Aleluya, Aleluya, Aleluya.
El Exorcismo de León XIII
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
Salmo 67.
Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.
Salmo 34.
Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.
Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales.
Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Súplica a San Miguel Arcángel.
Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstalas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).
He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.
Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.
La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).
Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.
R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.
Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.
Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos.
Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.
Exorcismo: Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre te lo manda Dios Hijo; te lo manda Dios Espíritu Santo. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza.
Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios vivo, por Dios verdadero, por Dios santo, que “de tal modo amó al mundo que entregó a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.
Señor, escucha mi oración. R. Y llegue a Ti mi clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).
Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).
Padre nuestro….
Y ahora rezar la siguiente oración:
PODEROSA INVOCACIÓN PARA PEDIR PROTECCIÓN
¡Adoración! ¡Adoración! ¡Adoración! ¡A Ti oh arma poderosa!
¡Adoración! ¡Adoración! ¡Adoración! ¡A Tu Sangre Preciosa! Misericordioso Jesucristo Agonizante, derrama Tu Sangre Preciosa sobre las almas. Satisface nuestra sed, y vence al enemigo. Amén.
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo. (3 veces).
Y finalmente:
ORACIÓN DE COMBATE A SAN MIGUEL
Se llama primero a San Miguel, pidiéndole permiso al Padre celestial con el rezo de un Padrenuestro. Luego se dice la oración que se enseñó para estos tiempos:
San Miguel Arcángel: Defiéndenos en la pelea contra Satanás y sus demonios; sed nuestro amparo y protección; que el Altísimo os dé el poder y el permiso para que nos asistáis y que Dios haga oír su voz imperiosa para que expulse a Satanás y sus demonios que quieren hacer perder la humanidad. Que tu grito: "Quién como Dios, nadie es como Dios", someta a Satanás y sus demonios bajo nuestros pies. Amén.
EXORCISMO DE LEÓN XIII
http://oracionesydevocionescatolicas.com/portada.htm
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Las Moradas; Castillo interior por Santa Teresa de Jesús | Teresa de Cepeda | Bajar |
Camino de Perfección por Santa Teresa de Jesús | Teresa de Cepeda | Bajar |
Teresa de Jesús y la Inquisición | Agustina González | Bajar |
Monte de Perfección por San Juan de la Cruz | Juan de Yepes Alvarez | Bajar |
Llama de Amor Viva por San Juan de la Cruz | Juan de Yepes Alvarez | Bajar |
Epistolario por San Juan de la Cruz | Juan de Yepes Alvarez | Bajar |
La Noche Oscura por San Juan de la Cruz | Juan de Yepes Alvarez | Bajar |
Subida al Monte Carmelo por San Juan de la Cruz | Juan de Yepes Alvarez | Bajar |
Canto Espiritual por San Juan de la Cruz | Juan de Yepes Alvarez | Bajar |
3º Abecedario Espiritual (Santa Teresa lo tuvo que quemar) | Francisco de Osuna | Bajar |
Sus escritos (Imprimatur obtenido por San Aníbal María de Francia) 1500 pág) | Sierva Luisa Piccareta | Bajar |
Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo | Sierva Luisa Piccareta | Bajar |
La Vida Eterna | Jesús Martínez García | Bajar |
El Gran medio de la oración | San Alfonso de Ligorio | Bajar |
Prácticas de amor a Jesucristo Digitalizado por Google | San Alfonso de Ligorio | Bajar |
Las Glorias de María | San Alfonso de Ligorio | Bajar |
Compendio de la vida de San Alfonso María de Ligorio | Francisco Navarro Villoslada | Bajar |
Novena a la Venerable Santísima Cruz | Anónimo | Bajar |
Biografía del Santo Cura de Ars | Anónimo | Bajar |
San Maximiliano María Kolbe (breve reseña) | Anónimo | Bajar |
Manual del Intercesor (Interceder es hacer de puente) | Anónimo | Bajar |
Rosario Completo de los Difuntos Nº 2 | Recop. Gloria Ocampo | Bajar |
Oraciones para pedir perdón | Recop. Gloria Ocampo | Bajar |
Oraciones de protección, sanación y liberación | Recop. Gloria Ocampo | Bajar |
Catecismo para Adultos | Padre Leonardo Castellani | Bajar |
Sermón del Santo Cura de Ars: "Sobre la penitencia" | Juan María Vianney | Bajar |
Sermón del Santo Cura de Ars: "El Juicio Final" | Juan María Vianney | Bajar |
Sermón del Santo Cura de Ars: "Sobre las tentaciones" | Juan María Vianney | Bajar |
Sermón del Cura de Ars: "Sobre el respeto humano" | Juan María Vianney | Bajar |
Sermón del Cura de Ars: "Sobre El Purgatorio" | Juan María Vianney | Bajar |
Sermón del Cura de Ars: "Sobre El Orgullo" | Juan María Vianney | Bajar |
Sermón del Cura de Ars: "Sobre La Limosna" | Juan María Vianney | Bajar |
Sermón del Cura de Ars: "Sobre La Oración"" | Juan María Vianney | Bajar |
Introducción a la vida devota | San Francisco de Sales | Bajar |
Tratado del amor de Dios | San Francisco de Sales | Bajar |
Combate Espiritual 1850 (recomendado por San Fco de Sales) | Padre Lorenzo Escupoli | Bajar |
Testimonio: El Padre Pío me ha visitado. | María Susana Riquelme | Bajar |
El Padre Pío (Traducción: Alfonso Crane) | Karl Wagner | Bajar |
Guía de Pecadores, Libro Segundo Edic. Año 1567 | Fray Luis de Granada | Bajar |
Una breve discusión sobre la Divina Sustancia (La Hostia) | Nicky Eltz | Bajar |
El misterio del más allá | Padre Antonio Royo M | Bajar |
El Sermón de "Las Siete Palabras" | Padre Antonio Royo M | Bajar |
Léeme o laméntalo por EDM (sobre el Purgatorio) | Padre O' Sullivan | Bajar |
Revelaciones sobre el Purgatorio | Santa María Magdalena de Pazzi | Bajar |
Novena completa a la Preciosísima Sangre (Jesús Agonizante) | Nuestro Señor Jesucristo | Bajar |
El Evangelio como me ha sido revelado | María Valtorta | Bajar |
La Hora del Getsemaní | María Valtorta | Bajar |
Una hora de preparación para la muerte | María Valtorta | Bajar |
Los 20 Misterios del Rosario | María Valtorta | Bajar |
Nuestra Señora en los escritos de María Valtorta | Padre Gabriel Roschini | Bajar |
A María Valtorta sobre el Purgatorio | Nuestro Señor Jesucristo | Bajar |
El Libro de la Vida por Santa Angela de Foligno | Traducción Fray C. Miglioranza | Bajar |
Matrimonios Santos; modelos de espiritualidad | Padre Tomás Kraft | Bajar |
El Infierno existe y podríamos ir ahí | Padre Marcel Nault | Bajar |
Entrevista con el maligno | Padre Doménico Mondrone | Bajar |
Habla un exorcista | Padre Gabriele Amorth | Bajar |
Exorcismo del Papa León XIII (rezar todos los días) | Gioacchino Pecci | Bajar |
La Armadura Espiritual para todos los días | Nuestro Señor Jesucristo | Bajar |
Las Horas Nocturnas de Reparación (para rezar antes de dormir) | Jesús y María | Bajar |
En los Umbrales de la Nueva Jerusalen (incluye texto fila anterior) | Jesús y María | Bajar |
Los sueños de San Juan Bosco | Traducción Padre Fco Villanueva | Bajar |
Redemptionis Sacramentum | Por mandato de Juan Pablo II (2004) | Bajar |
Camino | José María Escrivá de Balaguer | Bajar |
El abandono confiado a la Divina Providencia | San Claudio de Colombiére | Bajar |
Ay de ti que perdiste el pudor y la vergüenza | Nuestro Señor Jesucristo | Bajar |
El lazo se rompió y volamos: Vicios Capitales y Virtudes | Padre Horacio Bojorge sj | Bajar |
La Imitación de Cristo (Año 1472) | Beato Tomás de Kempis | Bajar |
Imitación de María (versión nuestra, legible) | Beato Tomás de Kempis | Bajar |
El Mártir del Gólgota (Novela de 1866) Digitalizado por Google | Enrique Pérez Escrich | Bajar |
Decenario al Espíritu Santo | Francisca Javiera del Valle | Bajar |
El Silabario de la Escuela Divina Edición Casilda Ordoñez | Francisca Javiera del Valle | Bajar |
Historia de un alma por Santa Teresita del niño Jesús | Teresa Martin | Bajar |
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La Sábana Santa de Turín es auténtica | Padre Angel Peña Benito | Bajar |
El Cura de Ars un sacerdote ejemplar | Padre Angel Peña Benito | Bajar |
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El Secreto admirable del Santo Rosario | San Luis María Grignon de Montfort | Bajar |
Tratado de la Verdadera Devoción (ver Nota 5) | San Luis María Grignon de Montfort | Bajar |
Amor de la Sabiduría Eterna | San Luis María Grignon de Montfort | Bajar |
Vida de la Virgen María - Sor María Jesús de Agreda | María Coronel y Arana | Bajar |
Mística Ciudad de Dios, Libro Sexto - Sor María Jesús de Agreda | María Coronel y Arana | Bajar |
Jesús está vivo | Padre Emiliano Tardif | Bajar |
Mi Cristo Roto | Padre Ramón Cueto | Bajar |
Los Siete Príncipes de los Angeles válidos del Rey del Cielo (1701) | Padre Andrés Serrano S.J. | Bajar |
La Hora Santa al Sagrado Corazón de Jesús | Padre Mateo Crawley - Boevery | Bajar |
Cartas (de una madre de familia - de amor a mi marido) | Conchita Cabrera y Santa Gemma | Bajar |
La Devoción Carmelita: El Escapulario | Iglesia R. Metropolitana Chile | Bajar |
Tesoro del Carmelo para quienes visten El Escapulario (1864) Dig. Google | Padre Simón Grassi (Carmelita) | Bajar |
Consagración al Inmaculado Corazón de María 33 días (unirse) | Traducción Benito Prieto | Bajar |
Segundo Misterio Doloroso: De los azotes que dieron a Jesús | Fray Pedro de Santa María y Ulloa | Bajar |
Las Benditas almas del Purgatorio - María Simma | Entrevista Sor Emanuel | Bajar |
Novena de San Miguel Arcángel (año 1684) | Padre Francisco García | Bajar |
Novenario a San Joaquín Adaptación M. Cristina Bustamante | Padre Antonio Garcés (Franciscano) | Bajar |
Novenario a Santa Ana Adaptación M. Cristina Bustamante Dig. Google | Padre Antonio Garcés (Franciscano) | Bajar |
Sobre las siete palabras pronunciadas por Cristo en la Cruz | San Roberto Belarmino | Bajar |
Jesús, piénsalo (encárgate) Tú | Padre Dolindo Ruotolo | Bajar |
El Purgatorio. La última de las misericordias de Dios | Padre Dolindo Ruotolo | Bajar |
El Folleto de la Iglesia Purgante (no dejar de leer) | Nuestro Señor Jesucristo | Baja |
http://catequesisdeadultos.org/default.aspx
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