domingo 10 Junio 2012
Solemnidad del Santísimo Sacramendo del Cuerpo y la
Sangre de Cristo
Solemnidad de Corpus Christi
Santo Ángel de
Portugal
Leer el comentario del Evangelio por
San
Juan Crisóstomo : «Esta es mi sangre, derramada por vosotros»
Lecturas
Exodo 24,3-8.
Moisés
fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el
pueblo respondió a una sola voz: "Estamos decididos a poner en práctica todas
las palabras que ha dicho el Señor".
Moisés consignó por escrito las
palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar
al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación a las doce tribus
de Israel.
Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos
ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de
comunión.
Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos
recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar.
Luego tomó el
documento de la alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó:
"Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha
dicho".
Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo,
diciendo: "Esta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con
ustedes, según lo establecido en estas cláusulas".
Salmo
116(115),12-13.15.16bc.17-18.
¿Con qué
pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor.
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un
sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo.
Hebreos 9,11-15.
Cristo, en
cambio, ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes futuros. El, a través de
una Morada más excelente y perfecta que la antigua -no construida por manos
humanas, es decir, no de este mundo creado-
entró de una vez por todas
en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia
sangre, obteniéndonos así una redención eterna.
Porque si la sangre de
chivos y toros y la ceniza de ternera, con que se rocía a los que están
contaminados por el pecado, los santifica, obteniéndoles la pureza externa,
¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se
ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que
llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios viviente!
Por eso, Cristo es mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los hombres, a
fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos en la
primera Alianza, los que son llamados reciban la herencia eterna que ha sido
prometida.
Marcos 14,12-16.22-26.
El primer día de
la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los
discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida
pascual?".
El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la
ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua.
Síganlo,
y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice:
'¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis
discípulos?'.
El les mostrará en el piso alto una pieza grande,
arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario".
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como
Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, Jesús
tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos,
diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo".
Después tomó una copa, dio gracias
y se la entregó, y todos bebieron de ella.
Y les dijo: "Esta es mi
Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos.
Les aseguro
que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo
en el Reino de Dios".
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el
monte de los Olivos.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo
de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo (v. 345-407), sacerdote en Antioquía, después obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía 24 sobre la 1ª carta a los
Corintios, 2; PG 61, 199
«Esta es mi sangre, derramada por
vosotros»
Los amantes de este mundo demuestran su
generosidad dando dinero,
vestidos, regalos diversos; nadie da su sangre.
Cristo, la da; demuestra
así la ternura que nos tiene y el ardor de su
amor. Bajo la antigua Ley...
Dios aceptaba recibir la sangre de los
sacrificios, pero era para impedir
que su pueblo la ofreciera a los
ídolos, y ya era prueba de un amor muy
grande. Pero Cristo cambió este
rito; la víctima no es la misma: es él
mismo el que se ofrece en
sacrificio. "¿El pan que partimos, no es
la comunión con el cuerpo
del Cristo?" (1Co 10,16)... ¿Qué es este pan? El
cuerpo de Cristo. ¿En
qué se convierten los que comulgan? En el cuerpo de
Cristo: no una
multitud de cuerpos sino un cuerpo único. Lo mismo que el
pan, compuesto
de tantos granos de trigo, es un solo pan donde los granos
desaparecen y
lo mismo que los granos subsisten allí pero es imposible
distinguirlos en
la masa tan bien unida, así nosotros todos, unidos con
Cristo, no somos
más que uno... ¿Ahora, si todos nosotros participamos del
mismo pan, y si
todos estamos unidos entre nosotros con Cristo, por qué no
mostramos el
mismo amor? ¿Por qué no nos hacemos uno en esto también?
Así era
al principio: "la multitud de los creyentes tenían un sólo corazón
y una
sola alma" (Hch. 4, 32)... Cristo vino a buscarte, tú que estabas
lejos
de él, para unirse a ti; ¿y tú, no quieres ser uno con tu hermano?...
¡Te
separas violentamente de él, después de haber conseguido del Señor una
gran prueba de amor - y la vida! En efecto, no sólo dio su cuerpo, sino
que
como nuestra carne, arrastrada por tierra, había perdido la vida y
había
muerto por el pecado, introdujo en ella, por así decirlo, otra
sustancia,
como un fermento: su propia carne, su carne de la misma
naturaleza que la
nuestra pero exenta de pecado y llena de vida. Y nos la
dio a todos, con el
fin de que, alimentados en este banquete con esta
nueva carne... pudiéramos
entrar en la vida inmortal.
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