PADRE NUESTRO
Padre nuestro
Padre
nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. |
Pater Noster
Pater
noster qui es in caelis:
sanctificetur Nomen Tuum; adveniat Regnum Tuum; fiat voluntas Tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a Malo. Amen |
PADRE NUESTRO EN HEBREO
(Recuerde que el hebreo se lee derecha a izquierda)
(Recuerde que el hebreo se lee derecha a izquierda)
(la transliteración se lee de izquierda a derecha)
Abienu shebashamayim
yitkadesh shimcha,
tabo malchutecha,
yease retsoncha ba’aretz kebashamayim .
Ten lanu et lechem yoman,
uslach lanu al chataeinu, kefi she solchim
lelo hachotim nigdanu.
al tebilenu lidei aborech
ach hoshienu meara.
Padrenuestro.
Cuando
vayas a orar entra en tu aposento y después de cerrar la puerta ora a
tu Padre, que está allí En lo secreto; y tu Padre Que ve en lo secreto,
te recompensará.
Y
al orar, no charléis mucho como los gentiles, que se figuran que por su
palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos porque vuestro
Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
Mateo 6,5-8
578.
¿Cuál es el origen de la oración del Padre nuestro? (2759-2760; 2773)
Jesús nos enseñó esta insustituible oración cristiana,
el Padre nuestro, un día en el que un discípulo, al verle orar,
le rogó: “Maestro, enséñanos a orar” (Lc 11, 1). La tradición
litúrgica de la Iglesia siempre ha usado el texto de San Mateo (6, 9-13).
579.
¿Qué lugar ocupa el Padre nuestro en las Escrituras? (2761-2764; 2774)
El Padre nuestro es “el resumen de todo
el Evangelio” (Tertuliano); “es la más perfecta de todas las oraciones”
(Santo Tomás de Aquino). Situado en el centro del Sermón de la Montaña
(Mt 5-7), recoge en forma de oración el contenido esencial del
Evangelio.
580.
¿Por qué se le llama “la oración del Señor”? (2765-2766;
2775)
Al Padre nuestro se le llama “Oración dominical”,
es decir “la oración del Señor”, porque nos la enseñó el mismo Jesús,
nuestro Señor.
581.
¿Qué lugar ocupa el Padre nuestro en la oración de la Iglesia? (2767-2772; 2776)
Oración por excelencia de la Iglesia, el Padre
nuestro es “entregado” en el Bautismo, para manifestar el nacimiento
nuevo a la vida divina de los hijos de Dios. La Eucaristía revela el
sentido pleno del Padre nuestro, puesto que sus peticiones, fundándose
en el misterio de la salvación ya realizado, serán plenamente atendidas
con la Segunda venida del Señor. El Padre nuestro es parte integrante
de la Liturgia de las Horas.
582.
¿Por qué podemos acercarnos al Padre con plena confianza? (2777-2778; 2797)
Podemos acercarnos al Padre con plena confianza,
porque Jesús, nuestro Redentor, nos introduce en la presencia del Padre,
y su Espíritu hace de nosotros hijos de Dios. Por ello, podemos rezar
el Padre nuestro con confianza sencilla y filial, gozosa seguridad
y humilde audacia, con la certeza de ser amados y escuchados.
583. ¿Cómo es posible invocar a Dios como “Padre”?
(2779-2785; 2789; 2798-2800)
Podemos invocar a Dios como “Padre”, porque el
Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace
conocer. La invocación del Padre nos hace entrar en su misterio con
asombro siempre nuevo, y despierta en nosotros el deseo de un comportamiento
filial. Por consiguiente, con la oración del Señor, somos conscientes
de ser hijos del Padre en el Hijo.
584. ¿Por qué decimos Padre “nuestro”? (2786-2790; 2801)
“Nuestro” expresa una relación con Dios
totalmente nueva. Cuando oramos al Padre, lo adoramos y lo glorificamos
con el Hijo y el Espíritu. En Cristo, nosotros somos su pueblo,
y Él es nuestro Dios, ahora y por siempre. Decimos, de hecho,
Padre “nuestro”, porque la Iglesia de Cristo es la comunión de una multitud
de hermanos, que tienen “un solo corazón y una sola alma” (Hch
4, 32).
585. ¿Con qué espíritu de comunión y de misión
nos dirigimos a Dios como Padre “nuestro”? (2791-2793; 2801)
Dado que el Padre nuestro es un bien común
de los bautizados, éstos sienten la urgente llamada a participar en
la oración de Jesús por la unidad de sus discípulos. Rezar el Padre
nuestro es orar con todos los hombres y en favor de la entera humanidad,
a fin de que todos conozcan al único y verdadero Dios y se reúnan en
la unidad.
586 ¿Qué significa la expresión “que estás en el
cielo”? (2794-2796;
2802)
La expresión bíblica “cielo” no indica un lugar
sino un modo de ser: Dios está más allá y por encima de todo; la expresión
designa la majestad, la santidad de Dios, y también su presencia en
el corazón de los justos. El cielo, o la Casa del Padre, constituye
la verdadera patria hacia la que tendemos en la esperanza, mientras
nos encontramos aún en la tierra. Vivimos ya en esta patria, donde nuestra
“vida está oculta con Cristo en Dios” (Col 3, 3).
587.
¿Cómo está compuesta la oración del Señor? (2803-2806;
2857)
La oración del Señor contiene siete peticiones
a Dios Padre. Las tres primeras, más teologales, nos atraen hacia Él,
para su gloria, pues lo propio del amor es pensar primeramente en Aquel
que amamos. Estas tres súplicas sugieren lo que, en particular, debemos
pedirle: la santificación de su Nombre, la venida de su Reino y la realización
de su voluntad. Las cuatro últimas peticiones presentan al Padre de
misericordia nuestras miserias y nuestras esperanzas: le piden que nos
alimente, que nos perdone, que nos defienda ante la tentación y nos
libre del Maligno.
588.
¿Qué significa “Santificado sea tu Nombre”? (2807-2812;
2858)
Santificar el Nombre de Dios es, ante todo, una
alabanza que reconoce a Dios como Santo. En efecto, Dios ha revelado
su santo Nombre a Moisés, y ha querido que su pueblo le fuese
consagrado como una nación santa en la que Él habita.
589. ¿Cómo se santifica el Nombre de Dios en nosotros
y en el mundo? (2813-2815)
Santificar el Nombre de Dios, que “nos llama a
la santidad” (1Ts 4, 7), es desear que la consagración bautismal
vivifique toda nuestra vida. Asimismo, es pedir que, con nuestra vida
y nuestra oración, el Nombre de Dios sea conocido y bendecido por todos
los hombres.
590. ¿Qué pide la Iglesia cuando suplica “Venga
a nosotros tu Reino”? (2816-2821;
2859)
La Iglesia invoca la venida final del Reino de
Dios, mediante el retorno de Cristo en la gloria. Pero la Iglesia ora
también para que el Reino de Dios crezca aquí ya desde ahora, gracias
a la santificación de los hombres en el Espíritu y al compromiso de
éstos al servicio de la justicia y de la paz, según las Bienaventuranzas.
Esta petición es el grito del Espíritu y de la Esposa: “Ven, Señor Jesús”
(Ap 22, 20).
591. ¿Por qué pedimos “Hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo”? (2822-2827;
2860)
La voluntad del Padre es que “todos los hombres
se salven” (1Tm 2, 4). Para esto ha venido Jesús: para cumplir
perfectamente la Voluntad salvífica del Padre. Nosotros pedimos a Dios
Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo, a ejemplo de María Santísima
y de los santos. Le pedimos que su benevolente designio se realice plenamente
sobre la tierra, como se ha realizado en el cielo. Por la oración, podemos
“distinguir cuál es la voluntad de Dios” (Rm 12, 2), y obtener
“constancia para cumplirla” (Hb 10, 36).
592. ¿Cuál es el sentido de la petición “Danos
hoy nuestro pan de cada día”? (2828-2834;
2861)
Al pedir a Dios, con el confiado abandono de los
hijos, el alimento cotidiano necesario a cada cual para su subsistencia,
reconocemos hasta qué punto Dios Padre es bueno, más allá de toda bondad.
Le pedimos también la gracia de saber obrar, de modo que la justicia
y la solidaridad permitan que la abundancia de los unos cubra las necesidades
de los otros.
593. ¿Cuál es el sentido específicamente cristiano
de esta petición? (2835-2837;
2861)
Puesto que “no sólo de pan vive el hombre, sino
de todo lo que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4), la petición
sobre el pan cotidiano se refiere igualmente al hambre de la Palabra
de Dios y del Cuerpo de Cristo, recibido en la Eucaristía,
así como al hambre del Espíritu Santo. Lo pedimos, con una confianza
absoluta, para hoy, el hoy de Dios: y esto se nos concede, sobre
todo, en la Eucaristía, que anticipa el banquete del Reino venidero.
594. ¿Por qué decimos “Perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”? (2838-2839; 2862)
Al pedir a Dios Padre que nos perdone, nos reconocemos
ante Él pecadores; pero confesamos, al mismo tiempo, su misericordia,
porque, en su Hijo y mediante los sacramentos, “obtenemos la redención,
la remisión de nuestros pecados” (Col 1, 14). Ahora bien, nuestra
petición será atendida a condición de que nosotros, antes, hayamos,
por nuestra parte, perdonado.
595. ¿Cómo es posible el perdón? (2840-2845; 2862)
La misericordia penetra en nuestros corazones solamente
si también nosotros sabemos perdonar, incluso a nuestros enemigos. Aunque
para el hombre parece imposible cumplir con esta exigencia, el corazón
que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta
el extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar
la ofensa en intercesión. El perdón participa de la misericordia divina,
y es una cumbre de la oración cristiana.
596. ¿Qué significa “No nos dejes caer en la tentación”?
(2846-2849;
2863)
Pedimos a Dios Padre que no nos deje solos y a
merced de la tentación. Pedimos al Espíritu saber discernir, por una
parte, entre la prueba, que nos hace crecer en el bien, y la
tentación, que conduce al pecado y a la muerte; y, por otra parte,
entre ser tentado y consentir en la tentación. Esta petición
nos une a Jesús, que ha vencido la tentación con su oración. Pedimos
la gracia de la vigilancia y de la perseverancia final.
597. ¿Por qué concluimos suplicando “Y líbranos
del mal”? (2850-2854; 2864)
El mal designa la persona de Satanás, que se opone
a Dios y que es “el seductor del mundo entero” (Ap 12, 9). La
victoria sobre el diablo ya fue alcanzada por Cristo; pero nosotros
oramos a fin de que la familia humana sea liberada de Satanás y de sus
obras. Pedimos también el don precioso de la paz y la gracia de la espera
perseverante en el retorno de Cristo, que nos librará definitivamente
del Maligno.
598. ¿Qué significa el “Amén” final? (2855-2856; 2865)
“Después, terminada la oración, dices: Amén, refrendando
por medio de este Amén, que significa “Así sea”, lo que contiene la
oración que Dios nos enseñó”
(San Cirilo de Jerusalén).
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