Se dice que cierto jefe de los McGregors, una tribu
de Escocia, quien había defendido airosamente la causa del desterrado
Estuardo, que cuando avanzaba bajo los estandartes de Carlos Eduardo
contra las tropas inglesas en la batalla de Preston Pans, en 1715, fue
echado a tierra por dos balas del enemigo.
La tribu McGregor, cuando vio caer a su amado jefe
comenzó a vacilar, mas el capitán herido se enderezó inmediatamente
apoyándose sobre un codo, y aun cuando la sangre corría de sus heridas
exclamó en alta voz:
"¡No estoy muerto, hijos míos! Estoy vigilando a ver si ustedes cumplen con su deber."
Así al avanzar nosotros contra las huestes de las
tinieblas, debemos recordar, si nuestra fe se apoca porque parezca que
nuestros adversarios espirituales ganen terreno nuestro, que el Maestro a
quien servimos no está muerto, sino que vive y que desde su trono en lo
alto está viendo si cumplimos o no con nuestro deber.
Lerı́n, A. 500 ilustraciones (298).
Nunca olvidemos que Jesús nuestro Jefe fue herido en
la Cruz, pero ahora sentado a la diestra del Padre, nos dice...No estoy
muerto, hijos míos..Estoy mirando para ver si cumplen con su deber.
Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su
ruego, oh Jehová Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu
siervo ora delante de ti.
2 Crónicas 6, 19.
2 Crónicas 6, 19.
Así me dijo el Señor:«Desde mi morada miraré
impasible,como los candentes rayos del sol,como las nubes de rocío en el
calor de la vendimia.
Isaias 18, 4.
Isaias 18, 4.
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