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Clemente Vismara, Beato |
Sacerdote Misionero
Em Myanmar (Birmania), Beato Clemente Vismara, sacerdote
profeso del Pontificio Instituto Missioni Estere (P.I.M.E.). († 1988)
Fecha de
beatificación: 15 de junio de 2011, siendo Papa Benedicto XVI
Nacido en Agrate Brianza
en 1897, participa como infante de trinchera en la primera
guerra mundial, al final de la cual es sargento mayor
con tres medallas al valor militar. Entiende que "la vida
tiene valor sólo si las donas a los otros" (como
escribía); ingresa en Milán al Seminario Lombardo para las Misiones
Extrangeras, que luego pasaría a llamarse Pontificio Instituto para
las Misiones Extranjeras, PIME, es ordenado el 26 de mayo
de 1923 y casi inmediatamente parte para Birmania. En Toungoo,
la última ciudad con un gobernador británico, se queda seis
meses en casa del obispo para aprender inglés, luego es
destinado a Kengtung, territorio forestal, montañoso, casi inexplorado y habitado
por tribus, todavía bajo el dominio de un rey local
(saboá) patrocinado por los ingleses. En catorce días a caballo
llega a Kengtung, allí vivirá tres meses con el fin
de aprender algo de las lenguas locales, luego el superior
de la misión lo lleva a Monglin, en el límite
entre Laos, China y Tailandia.
Llega a su destino en el
mes de octubre de 1924 y permancerá allí por los
próximos 32 años (con la segunda guerra mundial de por
medio y el hecho de haber sido tomado prisionero por
los japoneses). Clemente Vismara funda de la nada tres parroquias:
Monglin, Mong Phyak y Kenglap. Escribía en Agrate: "Aquí estoy
a 120km. de Kengtung, si quiero ver otro cristiano debo
mirarme al espejo". Vive con tres huérfanos en un galpón
de barro y paja. Su apostolado consiste en dar vueltas
a caballo por las aldeas tribales, pintar sus tiendas y
darse a conocer: lleva medicinas, saca dientes que duelen, se
adapta a vivir con ellos, al clima, a los peligros,
al alimento, al arroz y salsa picante, la carne se
la procura cazando. Desde el inicio llega a Monglin huérfanos
y niños abandonados para educarlos. En seguida fundó un orfanato
que se convierte en la casa de 200-250 huérfanos, hombres
y mujeres. Hoy es invocado como "protector de los niños".
Su vida es pobrísima, Clemente escribe: "Aquí es peor que
cuando estaba en la trinchera en el Adamello y el
Monte Maio, pero esta guerra la he querido yo y
debo combatirla hasta el fin con la ayuda de Dios.
Estoy siempre en las manos de Dios". Poco a poco
nace una comunidad cristiana, llegan las religiosas de María Niña
a ayudarlo, funda escuelas y capillas, arrozales y granjas, canales
de irrigación, enseña carpintería y mecánica, construye casas con muros
y lleva nuevos cultivos, el trigo, el maíz, el gusano
de seda, verduras (zanahoria, cebolla, ensalada: "el padre come hierbas",
decía la gente).
En breve, el beato Clemente fundó la Iglesia
en un rincón del mundo donde no hay turistas sino
sólo contrabandistas de opio, brujos y guerrilleros de varias facciones;
ha traído la paz y estabilizado en el territorio las
tribus nómades que a través de la escuela y la
atención de la salud, se incrementaron y hoy tienen médicos
y enfermeras, artesanos y maestros, sacerdotes y religiosas, autoridades civiles
y obispos. No pocos se llaman Clemente y Clementina.
En 1956,
después que había fundado la ciudadela cristiana de Monglin y
había convertido a unas cincuenta aldeas a la fe en
Jesucristo, el obispo lo traslada a Mongping, a 250 kilómetros
de Monglin en la exterminada diócesis de Kengtung, donde debe
volver a comenzar de cero. Clemente escribía a un hermano
de comunidad: "obedezco al obispo, porque entiendo que si hago
lo que pienso entonces me equivoco". Con sesenta años da
inicio a una nueva misión y funda la ciudadela cristiana
y la parroquia de Mongping, una segunda parroquia en Tongta
y deja en herencia otras cincuenta aldeas católicas. Muere el
15 de junio de 1988 en Mongping y es sepultado
cerca a la iglesia y a la gruta de Lourdes
construida por él. Sobre su tumba, visitada también por muchos
no cristianos, no faltan nunca flores frescas y velas encendidas.
Ahora, 23 años después, el 26 de junio del 2011,
el padre Clemente Vismara será proclamado beato de la Iglesia
universal y el primer beato de Birmania.
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