sábado, 22 de noviembre de 2014

Llamado a ser santos.



Dios nos llama a ser santos. Y si Dios nos llama a ello y nos dice que debemos ser perfectos como Él, es porque el hombre, si quiere, puede llegar a ser santo.
Dios no manda imposibles, y lo que Él pide, lo da. Es decir que nos ayuda a ser santos, si nosotros tenemos el fuerte deseo de llegar a serlo.
Pero algunos complican tanto la santidad que, pareciera que es algo casi imposible, cuando no imposible realmente.
¿Pero Dios puede haber venido al mundo en Jesucristo, a decirnos que hagamos cosas imposibles?
La verdad es que, si lo pensamos bien, tiene que resultar relativamente fácil llegar a la santidad.
Pero hay un secreto para ser santos y es cultivar la caridad, el amor. Porque si empezamos por las virtudes que hay que practicar, o las cosas que hay que cumplir, entonces sí que se hace casi imposible ser santos, porque no hay métodos. Sino que amando a Dios y al prójimo es como Dios trabaja en nosotros y nos hace santos.
De modo que tenemos que ser santos, es decir, tenemos que amar mucho, y entonces automáticamente seremos santos y conquistaremos las virtudes.
Todas las virtudes son necesarias para la santidad, porque cada una tiene su belleza particular, si bien algunos se destacarán en una virtud más que en otra, pero todas forman como las distintas flores de un ramo florido, que hacen hermoso el conjunto.
Dios quiere que seamos santos y ha venido al mundo para decirnos que lo seamos, y no sólo eso, sino que nos ha dejado todas las ayudas para alcanzar la santidad, o sea, los sacramentos, las oraciones y tantas, tantas ayudas espirituales y materiales, con lo cual si no somos santos, es porque no queremos.
Comencemos por el amor, porque la santidad no consiste en hacer mucha penitencia, ni sacrificios, ni oraciones, sino en amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como amamos a Dios, entonces todo lo que hagamos nos servirá para hacernos santos.

No hay comentarios: