sábado, 6 de septiembre de 2014

Mensaje sobre la oración

Pedir las fuerzas. 
Por eso sostiene Santo Tomás contra Jansenio que no podemos decir que la castidad y otros mandamientos sean imposibles de guardar, pues si es verdad que por nosotros mismos y con nuestras solas fuerzas no podemos, nos es posible sin embargo con la ayuda de la divina gracia. Y que nadie ose decir que parece linaje de injusticia mandar a un cojo que ande derecho. No, replica San Agustín, no es injusticia, porque al lado se le pone el remedio para curar de su enfermedad y remediar su defecto. Si se empeña en andar torcidamente suya será la culpa.
En suma diremos con el mismo santo Doctor que no sabrá vivir bien quien no sabe rezar bien. Lo mismo afirma San Francisco de Asís, cuando asegura que no puede esperarse fruto alguno de un alma que no hace oración. Injustamente por tanto se excusan los pecadores que dicen que no tienen fuerzas para vencer las tentaciones. ¡Qué atinadamente les responde el apóstol Santiago cuando les dice: Si las fuerzas os faltan ¿por qué no las pedís al Señor? ¿No las tenéis? Señal de que no las habéis pedido.
 “El gran medio de la oración” - San Alfonso María de Ligorio.  
Comentario: 
Estamos en un verdadero problema porque por nosotros solos no podemos guardar la pureza ni los mandamientos, ya que sin la ayuda de Dios el hombre no puede estar en la justicia. Por eso tenemos que pedir a Dios la ayuda necesaria por medio de la oración. Ahora bien, si no rezamos, o rezamos mal, entonces estamos perdidos en el tiempo y en la eternidad, porque sin oración nos asaltarán males del cuerpo y del alma, y pronto seremos fáciles presas del Mal.
Tenemos que rezar, cueste lo que cueste, porque en ello va nuestra salvación, y quizás la salvación de toda nuestra familia y hasta de nuestra patria, porque Dios toma muy en cuenta la oración aunque sea de uno solo.
Si el soldado no pide armas para luchar en la batalla, muy pronto será presa de los enemigos. Pero si pide las armas pero luego se niega a emplearlas, entonces también será pronto cadáver.
También nosotros debemos emplear bien las gracias y dones que Dios nos da por medio de la oración, para vencer las tentaciones, y no exponernos peligrosamente a ocasiones próximas de pecado, porque ya dice la Sagrada Escritura que quien ama el peligro, perecerá en él.
Dios, que nos ha creado sin nosotros, no nos salvará sin nosotros. Es decir que si bien Dios nos ha creado sin preguntarnos, en cambio no nos dará el Cielo sin que pongamos nuestro esfuerzo.

Ahora se entiende mejor esa frase lapidaria de San Alfonso María de Ligorio: “El que reza se salva, y el que no reza se condena”, pues es una gran verdad. A lo que hay que agregar que se debe rezar, pero rezar bien.

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