miércoles, 2 de abril de 2014

Pedro Calungsod, 18 años, segundo santo de Filipinas

 
Pedro Calungsod (1654-1672), laico, catequista, joven mártir de Filipinas, beatificado por Juan Pablo II, forma parte de los futuros santos cuya canonización fue aprobada por Benedicto XVI, el sábado 18 de febrero.

Habiendo sido reconocido su martirio, su causa no necesitaba otro milagro para su beatificación. Sin embargo, fue documentada una primera curación que sucedió tras invocarle: la curación de una mujer que padecía cáncer de huesos. Ella participó en su beatificación, el 5 de marzo de 2000, en la plaza de San Pedro.

Pero hacía falta otro milagro que hubiera sucedido después de su beatificación para abrir la vía a la canonización. El milagro que ha permitido este paso tuvo lugar en 2003, en el hospital de la ciudad de Cebú: una mujer considerada muerta, después de dos horas, volvió a la vida tras la invocación al joven beato mártir.

Su vida fue un desplazamiento continuo al servicio del Evangelio. Era oriundo de Molo, un barrio chino de la ciudad de Iloilo. Luego, partió para Cebú, también en el centro del archipiélago, para anunciar allí el evangelio. Estudió con los jesuitas de Loboc, en la isla de Bohol. En 1668, se embarcó hacia Guam, en el archipiélago de las Islas Marianas, para unirse a una de las misiones de los jesuitas españoles. Con el beato Diego San Vitores (1627–1672), catequizaron las Chamorros.

Pero un comerciante chino, llamado Choco, hizo circular el rumor de que el agua del bautismo estaba envenenada. Entonces, un niño que había sido bautizado murió y se hizo responsable a los misioneros. Choco fue apoyado por los “hombres médicos”, los “macanjas”, y por los “jóvenes hombres”, los “urritaos” que menospreciaban a los misioneros.

El 2 de abril de 1672, los misioneros fueron a la aldea de Tumon para bautizar a la hija del jefe Mata’pang que rehusó de repente. Pero ellos siguieron adelante, habiendo recibido la autorización de la madre de la niña.

Conducidos por Mata'pang y por el jefe Hurao, los asesinos dieron caza a Calungsod y San Vitores, a lo largo de la playa, y los hicieron prisioneros. Mataron enseguida al joven Pedro con una espada y a Diego con un “bolo” un largo cuchillo tradicional en forma de hoja, mutilando sus cuerpos y arrojándolos al mar.

Pedro Calungsod será el segundo católico de Filipinas que es reconocido santo, tras la canonización de san Lorenzo Ruiz, en 1987.

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