miércoles, 18 de diciembre de 2013

Papa Francisco en Santa Marta: 'El apellido de Dios es cada uno de nosotros'

 papa francsico

 
 
En el día de su cumpleaños, el papa Francisco ha querido que estuviera presente el personal de la Casa Santa Marta en la tradicional misa de la mañana, para vivir la celebración en un clima especialmente familiar. El Evangelio de hoy ha permitido que el santo padre durante su homilía pueda recordar afectuosamente los nombres de algunos trabajadores allí presentes.

En representación del Colegio Cardenalicio, ha concelebrado con el pontífice su decano, el cardenal Angelo Sodano. Después de la Eucaristía, como es costumbre, el papa ha saludado a todos los presentes personalmente. Por su parte, el secretario de Estado, Mons. Pietro Parolin, ha felicitado a Francisco en nombre de sus colaboradores de la Secretaría de Estado. A las felicitaciones se ha unido también el limosnero de Su Santidad, Mons. Konrad Krajewski, que ha presentado al Papa cuatro personas sin hogar que duermen en un barrio cercano al Vaticano. Todos los presentes, con el director de la Casa Santa Marta, han acompañado las felicitaciones al papa con un canto. Después todos han participado en el desayuno en el refectorio de la Domus.
Dios nunca nos deja solos, siempre camina con nosotros. Con estas palabras el santo padre ha explicado el Evangelio de hoy, que se centra en la genealogía de Jesús, y se ha detenio en la presencia del Señor en nuestra vida:
 

“Una vez oí que alguien decía: ‘¡Esta cita del Evangelio parece la lista telefónica!’ Y no, es otra cosa: esta cita del Evangelio es historia y tiene un argumento importante. Es pura historia porque como decía San León Papa, Dios ha enviado a su Hijo. Y Jesús es consustancial al Padre, Dios, pero también consustancial a la Madre, una mujer. Y esta es la consustancialidad de la Madre. Dios se ha hecho historia. Dios se ha querido hacer historia. Está con nosotros. Ha hecho el camino con nosotros”.
 

Después del primer pecado en el paraíso, ha destacado el pontífice, “Él tuvo esta idea: hacer el camino con nosotros”. Ha llamado a Abraham, “el primer nombrado en esa lista” y “lo invitó a caminar”. Y Abraham “comenzó ese camino”. Después Isaac, Jacob, Judá. “Así va este camino en la historia”. Dios, ha afirmado el papa, “camina con su pueblo. Dios no ha querido venir a salvarnos sin historia. Él ha querido hacerse historia con nosotros”. Una historia, destacó, que “va de la santidad al pecado. En esta lista hay santos, pero también hay pecadores”:
 

“Los pecadores de alto nivel, los que han hecho pecados gordos. Dios ha hecho historia con ellos. Pecadores que no han respondido a todo lo que Dios pensaba para ellos. Pensemos en Salomón, tan grande, tan inteligente y terminó, ¡pobrecillo! Sin saber como se llamaba. Pero Dios estaba con él. Esto es bello ¿no? Dios es consustancial a nosotros. Hace historia con nosotros. Es más: cuando Dios quiere decir quien es, dice: ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob’. ¿Pero cuál es el apellido de Dios? Somos nosotros, cada uno de nosotros. Él toma de nosotros el nombre para convertirlo en su apellido. ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Pedro, de Marietta, de Armony, de Marisa, de Simón, ¡de todos!’ De nosotros toma el apellido. El apellido de Dios es cada uno de nosotros”.
 

“Él, nuestro Dios -- ha añadido -- ha hecho historia con nosotros, ha tomado el apellido de nuestro nombre”, “se ha dejado escribir la historia por nosotros”. “Nosotros -- esta ha sido su reflexión -- escribimos esta historia de gracia y pecado y él va detrás de nosotros”. Esta, ha asegurado, “es la humildad de Dios, la paciencia de Dios, el amor de Dios. ¡Es nuestro!” Y esto, ha confiado, nos conmueve. “Tanto amor, tanta ternura, tener un Dios así”:
 

“Su alegría ha sido compartir su vida con nosotros. El Libro de la Sabiduría dice que la alegría del Señor está entre los hijos del hombre, con nosotros. Acercándose la Navidad, da que pensar: si Él se ha hecho historia con nosotros, si ha tomado su apellido de nosotros, si Él ha querido que nosotros escribiésemos su historia, al menos, dejemos nosotros, que Él escriba nuestra historia. Esta es la santidad: ‘Dejar que el Señor escriba nuestra historia’. Esta es la esperanza de Navidad para todos nosotros. Que el Señor te escriba la historia y que tú dejes que te la escriba. ¡Así sea!”.

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