jueves, 11 de julio de 2013

Simplicidad


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«Hacer de la propia vida un elogio de lo simple.
 
Despojarse de lo innecesario, librarnos de cargas externas y de tumultos internos. Vivir la vida apacible que recomiendan los Padres, quedar vacíos para tener tiempo y espacio para Dios.
Estos días concentrémonos en eso. Buscar lo simple, evitar lo superfluo, en todos los aspectos. Hacer el paciente esfuerzo de aquel que limpia y ordena su casa, del que tira lo que sobra y estorba. Es un esfuerzo gustoso porque anticipamos el gozo del despojo. Miramos luego el limpio desierto que ha quedado en los espacios y en el alma.
Dedicarse solo a lo esencial y abandonar sin pena lo accesorio. Lo primero que sobra es la prisa, compartamos con paciencia esta tarea de irnos purificando, invocando a cada instante el Nombre de Jesús, Dios que viene a salvarnos».

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