jueves, 8 de septiembre de 2011

Todos los Santos


La fiesta de Todos los Santos se celebra el 1 de noviembre en la Iglesia Universal desde el año 840. Antes de esta fecha, había un día para recordar y celebrar a todos los mártires, hasta que el Papa Bonifacio IV, transformó un templo griego dedicado a todos los dioses (Partenón), en un templo cristiano, dedicándolo a "Todos los Santos".
Desde entonces la fiesta se fue extendiendo, primero en Europa y luego en todo el mundo.

Como fiesta mayor, tenía su celebración vespertina en la vigilia ( la noche del día anterior - 31 de octubre - ) para preparar la fiesta. En Inglaterra se le llamó a esta vigilia vespertina: All Hallow’s Even (Vigilia de todos los santos). Con el paso del tiempo su pronunciación fue cambiando….All Hallowd Eve …., All Hallow Een….., Halloween.
Por esto ahora se relaciona esta fiesta con la tradición norteamericana del halloween que, en su forma actual, nada tiene que ver con las fiestas cristianas.


¿Porqué y para qué? Te preguntarás, ¿tiene sentido rezar a los santos o pedir por las almas de quienes ya se han muerto?. Esta tradición está basada en la certeza que tenemos los cristianos de que la Iglesia es un solo cuerpo, el Cuerpo de Cristo. En el Cuerpo de Cristo fluye un mismo espíritu: el Espíritu Santo; Jesucristo es la Cabeza de ese cuerpo y todos los bautizados, somos sus miembros. La unión de los miembros de la Iglesia no se interrumpe con la muerte, más aun, la Iglesia nos enseña que se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales.

Esto es un misterio, el misterio de la Iglesia. No se puede comprender con la razón, ni se puede comprobar como las ciencias; es cuestión de fe, los creyentes no solamente creemos en Dios, también "le creemos a Dios", y sabemos que Él nos habla en su Palabra: consulta la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, capítulo 12, versos del 12 al 31 y medita lo que ahí dice.

Comprenderás ahora por qué decimos en el Credo "Creo en la Comunión de los Santos", queremos indicar que existe una unión, una comunicación entre las almas en las que el Espíritu Santo tiene su morada. Entre todos los miembros de la Iglesia, que está dividida en tres estados:

s La Iglesia Peregrina: los vivos, que aun peregrinan en la tierra;

s La Iglesia Purgante: los ya difuntos, que se purifican;

s La Iglesia Triunfante: los que están ya glorificados, en el cielo, contemplando a Dios.

Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros. Es pues necesario creer que existe una comunión de bienes en la Iglesia. El miembro más importante de este cuerpo es Cristo, ya que es la Cabeza, así, el bien de Cristo es comunicado a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos.

Por eso también se habla de la "intercesión de los santos"; ellos están ya unidos a Cristo, gozando de la Gloria del Padre y como parte del mismo Cuerpo de Cristo, pueden interceder por quienes aun no llegamos al cielo.

Culto: Los católicos veneramos a los santos, son quienes constituyen la Iglesia Triunfante, que junto con nosotros (Iglesia Peregrina) y con los que se están purificando (Iglesia Purgante), forman una sola Iglesia, la Iglesia de Jesucristo. Son quienes vivieron una vida normal, como tú y como cualquiera de nosotros, esforzándose por seguir a Cristo, sus mandamientos y enseñanzas, y lo hicieron hasta la muerte.

Las fiestas de los santos y de la Virgen María, no son fiestas ajenas a Cristo, antes bien, nos ayudan a comprender en qué consiste la vida cristiana y nos enseñan que sí se puede merecer la redención que Cristo nos alcanzó, si se vive de acuerdo al evangelio.


  • La Virgen María, es el fruto más espléndido de la Redención.

  • Con el culto a los demás santos la Iglesia proclama el misterio pascual cumplido en ellos.

El Culto que se da a los santos es derivado del que se da a Dios. Hay diferentes tipos de culto:


  • De Latría ® servicio a un amo o Señor ® sólo se da a Dios.

  • De Dulía ® servidor, servidumbre ® a los siervos de Dios por la gracia que de él han recibido ® es el que se da a los santos.

  • De Hiperdulía ® servidor superior ® es el que se da a la Virgen María.

El venerar o dar culto a los santos no es una costumbre nueva de la Iglesia Católica, desde las primeras comunidades cristianas lo hacían, hay pruebas de ello en numerosos escritos de la historia de la Iglesia de Cristo de los primeros siglos.

Lo importante es siempre situar al santo "debajo" de Jesucristo, quien es el centro y motivo de la fe cristiana. Los santos son importantes precisamente porque siendo hombres y mujeres normales, pecadores, limitados, se esforzaron por seguir a Jesús en su vida y contagiaron a muchos de su gran amor por Él. La Iglesia los venera y pide su intercesión, por la certeza de es el Cuerpo Místico de Cristo, un "solo cuerpo con un solo Espíritu" (Cf. 1Co 12, 12-31); cuerpo que no se puede "desmembrar" ni aun con la muerte y convencida también de que los bienes de cualquiera de sus miembros benefician al resto de este Cuerpo Místico.

Historia: En la Iglesia primitiva se celebraba solamente el misterio Pascual ® la Resurrección de Cristo. La santidad de los hombres se medía por la participación en la muerte de Cristo ® el mártir era el santo por excelencia.

Los primeros santos fueron todos mártires, hombres o mujeres que morían por defender la fe en Jesús Resucitado. El primero de quien se tiene noticias fue un obispo llamado Policarpo (156 d. C.), a quien ya se celebró como "santo". En aquéllas comunidades:


  • se sentía veneración por el mártir

  • se celebraba la memoria del día del martirio

  • se tenía una celebración jubilosa (Eucaristía y fiesta)

Posteriormente (año 258) se veneraba también a los Confesores, es decir, a los hombres y mujeres que con valentía confesaban su fe en Cristo dando testimonio de ella mediante un amor admirable sin llegar al Martirio, y a las Vírgenes por consagrar su vida al servicio del Señor.

Los fieles recogían los restos de sus santos (reliquias) y los sepultaban en un lugar especial, conmemoraban alrededor de su tumba el día del martirio o de su muerte y celebraban la Eucaristía. Después comenzaron a colocar la mesa del altar sobre la tumba del hombre a quien consideraban santo o se le daba sepultura al pie de un altar ya construido. En algunos casos se erigieron basílicas sobre las tumbas de los principales mártires (San Pedro, San Pablo, etc.)

Hoy, para reconocer públicamente a una persona como santo es preciso un proceso de canonización promovido por quienes conocieron a esa persona o son testigos de milagros realizados por su intercesión. Existe una gran cantidad de santos reconocidos por la Iglesia y otros muchos que, aunque no son famosos ni siquiera conocidos, vivieron una vida de auténtica santidad. A todos ellos se dedica la fiesta del 1° de noviembre; a todos ellos los cristianos podemos encomendarnos para que intercedan por nosotros y alcancemos, como ellos, llegar a reunirnos con Cristo, nuestra cabeza.

Proceso de Canonización: Canonizar significa declarar solemnemente santa a una persona, esto lo hace el Papa, una vez que se hayan cumplido ciertos requisitos. Para que una persona sea reconocida como santa, es necesario todo un proceso que, a lo largo de la historia ha ido modificándose de acuerdo a las necesidades de cada época.

Al principio, cuando un hombre era considerado santo, sea por haber muerto en martirio o por su testimonio de vida de fe, quienes lo conocieron pedían al Obispo local que se le nombrara formalmente santo, era él quien determinaba la autenticidad del martirio o vida del candidato, lo nombraba "Santo" y luego lo comunicaba al Papa.

No fue hasta el siglo X que se decidió que los santos deberían de ser autorizados y nombrados solamente desde Roma. La primera canonización formal fue la de San Uldarico, Obispo de Augusta, hecha por el Papa Juan XV en 993. El Papa Gregorio IX en 1234, publicó normas estrictas para el proceso de canonización, con el fin de evitar exageraciones y errores. A partir de entonces ese proceso se haría a través de un procedimiento legal a manera de juicio, en donde participaban abogados, oficinistas y oficiales que deberían demostrar si la persona merecía o no el título de santo.

Estaba por una parte el abogado que defendía la causa del santo propuesto, quien hablaba de su vida y virtudes que en él se observaban, generalmente se mencionaban supuestos milagros realizados por el candidato a santo; por la otra estaba el llamado abogado del diablo, que refutaba lo que el defensor de la causa presentaba y los oficiales de la Iglesia que finalmente aprobaban o rechazaban la propuesta.

Para aprobar una canonización ya desde ese tiempo es necesario que el santo realice dos milagros de curación y que pase por varias etapas: 1) es llamado "Siervo de Dios", cuando su causa es aceptada en Roma; 2) se le declara "Venerable", cuando se comprueba que poseía virtudes vividas en grado heroico; 3) se le llama "Bienaventurado" o "Beato", al comprobarse un primer milagro por su intercesión; y 4) finalmente se le declara "Santo", al comprobar que realizó ya dos o más milagros.

Si quisiéramos definir a un santo, diríamos que es una persona común y corriente que tiene una relación muy fuerte y cercana con Dios y que ésta se traduce en el trato con las personas. Un santo es quien hace cosas extraordinarias por los demás, al estilo de Jesús, es quien, como dice el Concilio, "completa en su propia carne, a favor de la Iglesia, lo que falta a las tribulaciones de Cristo". Es quien, por su vida de auténtico seguimiento a Cristo, hace presente el Reino de Dios entre los hombres.

Reformas a partir del Concilio Vaticano II El Concilio organizó la reforma litúrgica y del Calendario Romano, con ella disminuyeron las fiestas de devoción que no celebran acontecimientos concretos de la Historia de Salvación y se revisaron los nombres de los santos que aparecían en el calendario para corregir errores, se eliminaron los que no tenían suficientes datos históricos. Se seleccionaron los santos de mayor importancia, no por su grado de santidad (sólo Dios la puede medir), sí por el grado de modelo de santidad para ser imitado por el pueblo. También se pensó en dar un carácter más universal al calendario, incluyendo santos de diversas nacionalidades.

En enero de 1983, el Papa Juan Pablo II propuso revisar el proceso de canonización con el fin de hacerlo todavía más confiable. Ahora se recurren a muchas ciencias humanas como la psicología, la sociología, la historia; ya no son abogados, sino teólogos y diferentes especialistas los que participan en un proceso de canonización.

Para iniciar el proceso primero debe haber un movimiento popular que promueva la canonización de determinada persona, gran cantidad de gente que lo conocía y que siente que puede ser santo, deben demostrar que el candidato hizo en vida cosas extraordinarias por otras personas. Este movimiento se presenta ante el Obispo quien por medio de tribunales debe investigar la causa y reunir el material suficiente para enviar a Roma a través del Postulante, es el encargado de presentar la causa a la Iglesia.

En el Vaticano se nombra un Juez Supremo y un cuerpo de Consultores, ellos cuentan con un consejo de historiadores y un consejo de teólogos; participan además 12 o 15 Cardenales y Obispos que, una vez revisado y aprobado el material lo entregan al Papa quien, después de un minucioso estudio nombra al candidato "Venerable" o "Heroicamente Virtuoso". Después se espera a que se comprueben dos milagros realizados por su intercesión para nombrarlo "Beato" o "Bienaventurado" y finalmente se reconoce ante la Iglesia Universal como "Santo". Todo este proceso generalmente dura muchos años.

Entre los especialistas en la materia están los Bolandistas, son humanistas que estudian las vidas de los santos para establecer sus historias precisas, comprobando que no son sólo leyendas. Ellos son quienes han trabajado con el calendario para decidir los que se deben suprimir o incluir. Son más de 10 mil los santos nombrados a través de la historia de la Iglesia, por lo que los Bolandistas tienen todavía una ardua tarea.

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