San Rafael Arnaíz Barón
Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín : La mies es abundante
San Pablo a Timoteo 2 1,13-14.2,1-3.
Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí.
Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Tú, que eres mi hijo, fortalécete con la gracia de Cristo Jesús.
Lo que oíste de mí y está corroborado por numerosos testigos, confíalo a hombres responsables que sean capaces de enseñar a otros.
Comparte mis fatigas, como buen soldado de Jesucristo.
Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Tú, que eres mi hijo, fortalécete con la gracia de Cristo Jesús.
Lo que oíste de mí y está corroborado por numerosos testigos, confíalo a hombres responsables que sean capaces de enseñar a otros.
Comparte mis fatigas, como buen soldado de Jesucristo.
Salmo 96(95),1-3.7-8a.10.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor.
Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor.
Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.
Mateo 9,35-38.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón sobre el evangelio de san Juan, nº 15
Cristo deseaba ardientemente que se cumpliera su obra y se disponía a enviar a sus operarios... Va, pues, a enviar trabajadores. «'Uno siembra y otro siega' Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron y vosotros recogéis el fruto de sus sudores» (Jn 4,37-38). ¿Cómo es que ha enviado trabajadores allí donde no ha enviado sembradores? ¿Adónde ha enviado los trabajadores? Allí donde ya otros habían trabajado... Allí donde los profetas ya habían predicado, porque ellos mismos eran los sembradores...
¿Quiénes son estos que han trabajado antes? Abrahán, Isaac, Jacob. Leed el relato de sus trabajos: en todos sus ellos se encuentra una profecía de Cristo; ellos, pues, han sido sembradores. En cuanto a Moisés y a los demás patriarcas, a todos los profetas, ¿qué frío no han soportado en el tiempo en que sembraban? Por consiguiente, en Judea la mies estaba a punto. Y se comprende que la mies estaba madura en el momento en que tantos millares de hombres aportaban el precio de sus bienes, depositándolos a los pies de los apóstoles, y descargando de sus espaldas el peso de este mundo, seguían a Cristo (Hch 4,35; Sl 81,7).Verdaderamente, la cosecha había llegado a su madurez.
¿Cuál es el resultado? De esta mies algunos granos fueron retirados, sembraron el universo, y he aquí que se levanta otra cosecha destinada a ser recogida al final de los siglos... Para la cosecha de esta mies ya no serán los apóstoles sino los ángeles los que serán enviados.
¿Quiénes son estos que han trabajado antes? Abrahán, Isaac, Jacob. Leed el relato de sus trabajos: en todos sus ellos se encuentra una profecía de Cristo; ellos, pues, han sido sembradores. En cuanto a Moisés y a los demás patriarcas, a todos los profetas, ¿qué frío no han soportado en el tiempo en que sembraban? Por consiguiente, en Judea la mies estaba a punto. Y se comprende que la mies estaba madura en el momento en que tantos millares de hombres aportaban el precio de sus bienes, depositándolos a los pies de los apóstoles, y descargando de sus espaldas el peso de este mundo, seguían a Cristo (Hch 4,35; Sl 81,7).Verdaderamente, la cosecha había llegado a su madurez.
¿Cuál es el resultado? De esta mies algunos granos fueron retirados, sembraron el universo, y he aquí que se levanta otra cosecha destinada a ser recogida al final de los siglos... Para la cosecha de esta mies ya no serán los apóstoles sino los ángeles los que serán enviados.
Contemplar el Evangelio de hoy
Día litúrgico: Jueves II de Pascua
Texto del Evangelio (Jn 3,31-36): El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.
Comentario: Rev. D. Melcior QUEROL i Solà (Ribes de Freser, Girona, España)
«El que cree en el Hijo tiene vida eterna»
Hoy, el Evangelio nos invita a dejar de ser “terrenales”, a dejar de ser hombres que sólo hablan de cosas mundanas, para hablar y movernos como «el que viene de arriba» (Jn 3,31), que es Jesús. En este texto vemos —una vez más— que en la radicalidad evangélica no hay término medio. Es necesario que en todo momento y circunstancia nos esforcemos por tener el pensamiento de Dios, ambicionemos tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre. Si actuamos como “el que viene de arriba” descubriremos el montón de cosas positivas que pasan continuamente a nuestro alrededor, porque el amor de Dios es acción continua a favor del hombre. Si venimos de lo alto amaremos a todo el mundo sin excepción, siendo nuestra vida una tarjeta de invitación para hacer lo mismo.
«El que viene de arriba está por encima de todos» (Jn 3,31), por esto puede servir a cada hombre y a cada mujer justo en aquello que necesita; además «da testimonio de lo que ha visto y oído» (Jn 3,32). Y su servicio tiene el sello de la gratuidad. Esta actitud de servir sin esperar nada a cambio, sin necesitar la respuesta del otro, crea un ambiente profundamente humano y de respeto al libre albedrío de la persona; esta actitud se contagia y los otros se sienten libremente movidos a responder y actuar de la misma manera.
Servicio y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican. Nuestro mundo tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿qué más auténtico que las palabras de Dios?, ¿qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» (Jn 3,34)? Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz» (Jn 3,33).
“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)..., mientras no crea.
«El que viene de arriba está por encima de todos» (Jn 3,31), por esto puede servir a cada hombre y a cada mujer justo en aquello que necesita; además «da testimonio de lo que ha visto y oído» (Jn 3,32). Y su servicio tiene el sello de la gratuidad. Esta actitud de servir sin esperar nada a cambio, sin necesitar la respuesta del otro, crea un ambiente profundamente humano y de respeto al libre albedrío de la persona; esta actitud se contagia y los otros se sienten libremente movidos a responder y actuar de la misma manera.
Servicio y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican. Nuestro mundo tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿qué más auténtico que las palabras de Dios?, ¿qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» (Jn 3,34)? Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz» (Jn 3,33).
“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)..., mientras no crea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario