Hoy, 21 de abril, conmemoramos a San CONRADO BIRNDORFER DE PARZHAM, Monje.
SAN CONRADO BIRNDORFER DE PARZHAM (1818-1894) nació en Parzham, cerca de Passau, Baja Baviera, en la actual Alemania, penúltimo de doce hijos de una familia de campesinos acomodados.
Su nombre como seglar era Juan Evangelista. Al quedar huérfano a los 16 años de edad, sus hermanos pretenden que él se ocupe de las tierras familiares, pero Juan siente ya el profundo llamado de la vocación monástica.
A pesar de que en diversas ocasiones fue rechazado, a los 30 años es recibido finalmente en el monasterio capuchino de Altötting, donde adopta el nombre de Conrado.
La humilde labor que le correspondió, y que asumió con el mayor agrado, fue la de portero. Durante 41 años cumplió con esmero y satisfacción su encomienda.
A diario San Conrado tenía que ver con miles de peregrinos, que lo acosaban con peticiones y súplicas, y a todos atendía. También los niños pobres de Altöttig acudían a él, y siempre les conseguía algo de comer, o algún juguete.
A pesar de que sus jornadas de trabajo eran de 18 horas, la vida de San Conrado estuvo dedicada a la oración. El santo rezaba a todas horas, de día y de noche, en cada minuto que le quedaba libre. Y al mismo tiempo siempre fue enfático en recibir la Eucaristía cada mañana.
Completamente fatigado, a los 75 años fue incapaz de seguir cumpliendo con su cometido. No obstante, aún en el lecho de muerte, intentó levantarse para abrir el portón, creyendo que su sustituto no había oído la campana.
San Conrado fue canonizado por el papa Pío XI en 1934.
SAN CONRADO BIRNDORFER DE PARZHAM nos enseña el valor de servir al prójimo con amor y humildad.
SAN CONRADO BIRNDORFER DE PARZHAM (1818-1894) nació en Parzham, cerca de Passau, Baja Baviera, en la actual Alemania, penúltimo de doce hijos de una familia de campesinos acomodados.
Su nombre como seglar era Juan Evangelista. Al quedar huérfano a los 16 años de edad, sus hermanos pretenden que él se ocupe de las tierras familiares, pero Juan siente ya el profundo llamado de la vocación monástica.
A pesar de que en diversas ocasiones fue rechazado, a los 30 años es recibido finalmente en el monasterio capuchino de Altötting, donde adopta el nombre de Conrado.
La humilde labor que le correspondió, y que asumió con el mayor agrado, fue la de portero. Durante 41 años cumplió con esmero y satisfacción su encomienda.
A diario San Conrado tenía que ver con miles de peregrinos, que lo acosaban con peticiones y súplicas, y a todos atendía. También los niños pobres de Altöttig acudían a él, y siempre les conseguía algo de comer, o algún juguete.
A pesar de que sus jornadas de trabajo eran de 18 horas, la vida de San Conrado estuvo dedicada a la oración. El santo rezaba a todas horas, de día y de noche, en cada minuto que le quedaba libre. Y al mismo tiempo siempre fue enfático en recibir la Eucaristía cada mañana.
Completamente fatigado, a los 75 años fue incapaz de seguir cumpliendo con su cometido. No obstante, aún en el lecho de muerte, intentó levantarse para abrir el portón, creyendo que su sustituto no había oído la campana.
San Conrado fue canonizado por el papa Pío XI en 1934.
SAN CONRADO BIRNDORFER DE PARZHAM nos enseña el valor de servir al prójimo con amor y humildad.
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