martes, 11 de noviembre de 2014

Ser santos



Dejarnos trabajar por Dios.
A veces a nosotros nos parece que ya es suficiente, que el grado de perfección a que hemos llegado en la vida espiritual nos basta. Pero Dios no piensa de esa manera. Él tiene en su mente divina el proyecto que diseñó para nosotros desde antes que fuera el mundo, y nosotros, cada uno de nosotros, debe dejarse modelar por Dios para que el Señor nos vaya formando a su gusto, y lleguemos a ser lo más parecido al modelo original que el Señor nos tiene destinado.
Pero aquí hay que tener presente que el escultor es quien sabe qué golpes dar y dónde raspar o cortar o pulir. Así que dejemos a Dios que nos vaya formando a su gusto, por medio de sufrimientos, contrariedades, fracasos, dolores, etc.
No hay santidad posible si nos negamos a dejar trabajar en nosotros al Artífice, que es Dios. Y menos santidad habrá si nosotros queremos imponerle a Dios lo que debe hacer. Es como si la piedra tosca, quisiera decirle al Artesano dónde tiene que hundir el cincel o raspar con el cepillo.
La voluntad de Dios es la que nos va modelando para que seamos santos. Y cuanta mayor sea nuestra correspondencia a la operación divina, tanto más santos seremos, porque la santidad no es otra cosa que hacer coincidir nuestra voluntad con la Voluntad de Dios.

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