jueves, 20 de noviembre de 2014

San Rosendo, obispo, abad y Virrey de Galicia



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San Rosendo, obispo, abad y Virrey de Galicia
El próximo día 26 de noviembre, la Iglesia católica gallega mindoniense y ourensana celebra un año más el nacimiento de san Rosendo acaecido en la citada fecha  del año 907. Nieto del conde Hermenegildo casado con Ermesenda e hijo del conde Gutier Menéndez casado con Ilduara, fue un gran obispo, un excelente abad, un entusiasta fundador de  monasterios y  virrey de Galicia que supo unir la cruz y la espada para el bien de la religión  cristiana y para gloria de su patria gallega.
Su abuelo paterno Hermenegildo  venció y prendió al conde Vitiza que se había revelado contra el rey Alfonso III, el Magno, (866-910) en Tui y le acompañó en su expedición militar por las tierras portuguesas de Coimbra en poder de los musulmanes. En recompensa, dicho rey le dio las tierras que ocupaba el conde Vitiza y le hizo conde de Tuy y de Portugal. En el año 899, el conde Hermenegildo acompaña al rey Alfonso III, el Magno, en la consagración de la segunda iglesia-catedral de Santiago de Compostela.
Su padre Gutier hereda las tierras y el título de conde de su padre Hermenegildo. Acompaña, asimismo, al rey Alfonso III, el Magno, en sus expediciones guerreras por tierras portuguesas. El rey Alfonso IV (925-931) le llama tío y le da el gobierno del territorio de Galicia. Su madre Ilduara, a quien el rey Ramiro II (931-951) llama tía, era muy devota del arcángel san Miguel. Tuvo varios hijos que morían una vez bautizados.
Su madre acompañando a su marido Gutier en una incursión guerrera contra los musulmanes, da luz circunstancialmente un niño, el 26 de noviembre del año 907, en la villa de Salas en tierras portuguesas de Porto. Fue bautizado en la iglesia de S. Salvador del Monte Coba, a dos o tres leguas de distancia de dicha villa. Sus padres le imponen el nombre de Rudesindo, en legua vulgar, Rosendo. Encomiendan su enseñanza de las letras y de la educación humana y cristiana a su tío Sabarico II, obispo de Mondoñedo, que será su maestro espiritual.
Sus historiadores cuentan que Rosendo era un joven de mediana edad, juicioso, dulce, eficiente, alegre y agradable. Tenía  mucha devoción a san Martín Durmiense. Muerto su tío Sabarico II, Rosendo fue elegido obispo de Mondoñedo a los 18 años de edad gobernando dicha diócesis durante 32 años. Lleva una vida cristiana de contemplación y actividad. Ora, predica, socorre a los pobres y a las viudas, auxilia a los peregrinos, edifica iglesias, funda y restaura los monasterios de Caaveiro, Carboeiro, Puerto Marín, Loyo, Louredo y Sorga con la colaboración de sus padres y hermanos y nombra abades, entre ellos,  al abad de Samos, en 940, con  la oposición del obispo de Lugo.
En el año 942, Rosendo sucede a su padre en el gobierno de Galicia. Sus padres tuvieron otros hijos, llamados Munio, Froyla, Adosinda y Ermesenda.  Adosinda casa con Gimeno Díaz, que fallecido contrae segundas nupcias y siendo viuda ingresa de religiosa  en el monasterio familiar sito en Vilanova dos Infantes. El 20 de diciembre de 948, su madre Ilduara muere en su casa-monasterio de esta citada localidad, donde, hoy día, podemos ver su torreón.
El 15 de mayo de 955, el rey Ordoño III (951-956)  nombra virrey de Galicia a Rosendo confiándole su gobierno y renuncia al obispado de Mondoñedo. Rosendo orando de noche en el monasterio de Caaveiro al que solía acudir para hacer el retiro  espiritual, Dios le revela levante otro monasterio de monjes dedicado al Salvador en Villar, lugar ameno y fructífero de la propiedad de sus padres. Aquí, funda la capilla o ermita de san Miguel en atención a la devoción que su madre Ilduara tenía a este arcángel y celebra la Eucaristía en ella.
Junto a dicha ermita de san Miguel edifica un monasterio de monjes benedictinos. Lo inaugura en 957 y le da el nombre de Celanova, sito en la provincia de Ourense, que significa celda nueva. Recoge a monjes ejemplares de otros monasterios y nombra abad de dicho monasterio a Franquila, que lo era de san Esteban de Ribas de Sil. Le da la regla de san Benito, abad, y el mismo se hace monje, siendo obispo dimisionario y virrey de Galicia. Muerto el abad Franquila, los monjes le eligen abad. Su fama de santo y sabio se había extendido a muchos lugares y sitios del reino de León y de Galicia, de tal modo, que muchos monasterios de  hombres y mujeres  pretenden ser dirigidos por él.
Rosendo, persona prudente y fuerte, sabe armonizar y desempeñar sabiamente las dignidades eclesiásticas de obispo dimisionario  y abad del monasterio de Celanova con las obligaciones de virrey de Galicia. Con su gente y vasallos y confiando en el Dios de los ejércitos vence a los musulmanes que habían invadido el sur de Galicia. En 970, de regreso a sus países, las tropas gallegas de Rosendo, hunden los barcos de los normandos en las costas gallegas, quienes habiendo desembarcado en Galicia habían cometido toda clase de delitos, incendios, profanaciones, robos y muertes, entre ellas asesinando a Sisnando, obispo de Iria-Compostela, que le había hecho frente.
Vacante la sede compostelana en dicho año, Rosendo acepta contra su voluntad el nombramiento del obispado de Iria-Compostela, en comisión de servicio, por deseo y presión del rey Ramiro III (966-982) y de su corte. Asiste al concilio de León en compañía de san Pedro de Mezonzo firmando sus actas detrás del rey. Reforma la disciplina de varios monasterios, revisa las dotaciones de diversas iglesias y mira por el culto y vida cristiana de los fieles de esta diócesis, gobernándola hasta el año 974.
Debilitado y añorando la vida monacal de oración y contemplación, se retira  a su monasterio benedictino de Celanova. Previendo su próxima muerte, convoca a los monjes, les advierte de su pronta llegada y les dice: admitan en el monasterio a toda clase de personas, nobles y plebeyos, libres y esclavos que deseen  consagrarse al Señor. Recibe los santos sacramentos. Los monjes y los obispos que había en el monasterio le piden designe su sucesor en la abadía. Les consuela diciéndoles que nunca les desampararía y que tomasen por abad a Mamila, su hijo espiritual.
Fallece  al atardecer del 1 de marzo de 977, a la edad de 70 años. Su  cadáver es sepultado en la capilla de san Pedro, luego llamada de san Juan, donde permaneció hasta 1191. Sus restos mortales son traslados en una caja de madera a una tumba de piedra en otra capilla junto a la puerta del claustro. Fue canonizado por Celestino III, en 1195. En 1601,  sus restos mortales fueron colocados en el altar mayor de la iglesia monacal de san Salvador de Celanova, en un arca de plata con muchos esmaltes representando ocho milagros. Las personalidades más relevantes de Galicia concurrieron  a dicho acto muy solemne. Sus hechos y milagros están recogidos por el monje Esteban, en su libro, Facta  et miracula S. Rudesindi del siglo XII.

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