sábado, 8 de noviembre de 2014

Dedicación de la Basílica de Letrán: Reflexión dominical


letran
Hoy en lugar de las lecturas del XXXII domingo ordinario escuchamos las de la Dedicación de la Basílica de Letrán. ¿por qué celebramos esta fiesta? Porque la Basílica de Letrán es la Catedral del Papa, como obispo de Roma. Es como mil años más antigua que la Basílica de San Pedro y es la catedral más antigua del mundo, es como la madre de todas las iglesias, la Catedral de todas las catedrales. Dedicación significa consagrar un edificio o un objeto al servicio de Dios. Es como una bendición pero con más riqueza. Una capilla se bendice, una catedral o basílica tiene que “dedicarse” completamente a un uso sagrado, al servicio de Dios. Es como si en toda la Iglesia celebráramos la Dedicación del templo más importante. Esta basílica fue edificada en el año 320 de la era cristiana, junto al Palacio Laterano, por eso se llama Basílica de Letrán, y fue dedicada por el papa San Silvestre al “Divino Salvador”, y después a los santos Juan Bautista y Juan Evangelista, de ahí su nombre completo BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN, la Catedral del Papa, por eso el Sumo Pontífice, al recibir su encomienda como Papa, tiene como uno de sus primeros y principales deberes, tomar posesión de esta Basílica, como su Obispo, pues el Papa, y Su Santidad Francisco lo ha remarcado, es Obispo de Roma.

La Palabra nos habla del templo construido por mano del hombre que viene a ser signo de la presencia de Dios entre su pueblo El profeta Ezequiel tiene la visión de un templo magnífico del que fluye un manantial de agua que todo lo sanea y hace reverdecer la tierra seca, signo de que nuestros templos deben ser fuentes de gracia para las personas que se acercan y también para las que no se acercan, para las alejadas y olvidadas; el agua de la gracia debe fluir desde el templo hasta sus lugares como el amor de los cristianos debe fluir del sitio del culto hasta los rincones donde está esparcido su prójimo. San Pablo dice que nosotros somos construcción de Dios y nuestro cimiento es Cristo y la imagen es reveladora: cada templo debe recordarnos que por encima de las construcciones materiales está la construcción espiritual del edificio que es la Iglesia, cuyo cimiento y piedra angular es Cristo, y nosotros somos piedras vivas, parte de ese templo, sin las cuales el edificio queda incompleto; más aún, somos templos vivos del Espíritu Santo, pues Él habita en nosotros desde el Bautismo y nosotros debemos conducir una vida de santidad para no contristar, entristecer a ese Espíritu por el pecado. Así como respetamos los templos de piedra y no se nos ocurriría celebrar un acto sacrílego en ellos, así también debemos respetar nuestro cuerpo y el ajeno como templos vivos, donde habita Dios. Todo atentado contra el prójimo: violencia, tortura, asesinato, aborto, es una profanación de ese templo. También los vicios y excesos como la drogadicción, el alcoholismo, la gula, son un atentado contra ese templo. En el Evangelio Jesús impone el respeto debido al gran templo de Jerusalén al correr a los cambistas y negociantes que habían convertido “su” Templo en mercado, siendo que estaba destinado, dedicado, a ser “casa de oración” para todos los pueblos. Así también debemos respetar y defender nuestros templos. ¡Qué fastidio con los celulares en misa! Y siempre suenan en la homilía o en la Consagración. Como cosa puntual. ¡Qué pena estar recordando a la gente que deben vestir de fiesta y no como si fueran al gimnasio… o al carnaval! ¡Cuánta semi-desnudez se ve en las bodas y 15 años! Y aunque los sacerdotes insistimos, parece que más adrede se hace lo contrario y hay quien viste in-decentemente para ir al templo, como si fuera salón de baile. Y nos enojamos con los padres. Pero salgan de viaje y traten de entrar a una mezquita con shorts. Ni de chiste los dejan entrar. Y ahí no rezongamos… Respetemos nuestros templos con la oración, el silencio, el recogimiento, el buen vestir. Acudamos con alegría a dar gracias a nuestro Dios, que está en todas partes pero cuyo lugar de excelencia para manifestarse es el templo, lugar de culto y oración dedicado exclusivamente a Él.
Jesús habla del templo de su cuerpo, que va a ser reconstruido a los 3 días, profetizando su Resurrección al tercer día. Los judíos se escandalizan porque la reconstrucción del templo de Jerusalén se llevó ¡46 años! Cuando los párrocos vemos el lento avance de nuestros templos, quisiéramos poder edificarlos en 3 días, pero el alto costo de la construcción, la crisis económica y la indiferencia de muchos feligreses pone límites a nuestras aspiraciones.
Ojalá que de esta fiesta saquemos mucho fruto, me permito sugerir algunos: Sentirnos unidos al Papa de Roma en la fiesta de su Catedral. Recordar que somos piedras vivas y tenemos un lugar como miembros del edificio espiritual de la Iglesia. Ser conscientes de nuestro valor como templos vivos del Espíritu Santo. Respetar nuestros templos por sencillos que sean con la fe y la oración. Cooperar en la medida de nuestras posibilidades a la construcción, mantenimiento y decoro de nuestros templos. Amén.

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