A veces estamos tan apurados con las cosas de todos los días, que nos olvidamos de pensar en el Cielo que nos espera si somos fieles a Dios. ¡Y pensar que el recuerdo del Cielo, suaviza los más grandes dolores! ¡Y nosotros pensamos tan poco en él!
Hagamos el propósito, en este día que estamos comenzando, de pensar durante el mismo en el Paraíso que nos espera, quizás muy pronto, si es que nuestra muerte está próxima.
Ejercitemos la mente y el corazón en pensar que ya hemos muerto, que fuimos juzgados por Dios y que ya entramos en el Cielo. ¡Qué felicidad imposible de imaginar! ¡Para siempre seguros! ¡Para siempre felices! Y si nos abismamos en estos pensamientos, no es raro que nuestro corazón llegue al borde del éxtasis, o al menos se llenará de gran gozo y fuerzas para arrostrar las contrariedades y sinsabores de la vida en la tierra.
Recordemos que en esta vida es como que estamos embarcados y vamos hacia el puerto seguro de la salvación.
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