Esta conocida décima, atribuida a Lope de Vega, expresa la tensión constante del alma del monje. Todo cristiano, todo hombre, debe buscar la felicidad última, la salvación; pero el monje lo hace por profesión. Ha consagrado su vida a buscar sólo y directamente a Dios, y en El, la salvación de su alma. El monje debe responder con su vida a la pregunta que todo hombre se hace irremediablemente: ¿yo para qué nací?
Los beatos mártires del Pueyo nos alcancen la gracia de la fidelidad, de estar en santa tensión hasta alcanzar la santidad, hasta, como pedía San Bernardo a sus monjes “alcanzar a Cristo”.
Los beatos mártires del Pueyo nos alcancen la gracia de la fidelidad, de estar en santa tensión hasta alcanzar la santidad, hasta, como pedía San Bernardo a sus monjes “alcanzar a Cristo”.
¿YO PARA QUE NACÍ?
¿Yo para qué nací? Para salvarme.
Que tengo que morir es infalible;
Dejar de ver a Dios y condenarme
Triste cosa será, pero posible.
¡Posible…! ¿y río y duermo
y quiero holgarme?
¡Posible…! ¿y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago? ¿En qué me ocupo?
¿En qué me encanto?
¡Loco debo yo ser, pues no soy santo!
Yo… ¿cómo vine al mundo? Condenado.
Dios ¿cómo me libró? Dando su vida.
Yo ¿cómo le perdí? Por un bocado
Que fue del mundo todo el homicida.
Dios ¿qué me pide? Lo que me ha dado.
Yo ¿qué le pido a El? La eterna vida.
Dios ¿para qué murió? Para librarme
Yo ¿para qué nací? Para salvarme.
De tierra soy, en tierra he de volverme
Y a siete pies de tierra reducido
Y una pobre mortaja en que envolverme
Tendré del mundo el pago merecido.
No puedo de este paso defenderme,
Ni el César puede, ni el sultán temido;
¡Miseria general!, ¡Caso terrible!
Que tengo que morir, es infalible.
Allí, de los amigos más amados,
Del alma tiernamente más queridos,
Los últimos abrazos regalados
Recibiré con llantos y gemidos.
Allí será el mayor de mis cuidados
Los deleites y vicios cometidos
Pues que puedo por ellos no salvarme,
Dejar de ver a Dios y condenarme.
Pues ¿cómo de la enmienda y penitencia
Tan descuidado vivo en esta vida?
¿Cómo no limpio y curo mi conciencia
antes que llegue el fin de esta partida?
Porque si llega y falta diligencia,
El dar en el infierno una caída
Hasta el centro profundo más horrible
Triste cosa será, pero posible.
Dispuesto con cuidado y prevenido
Conviene estar al tránsito forzoso
Que si me coge desapercibido
Tendré el castigo como perezoso.
¡OH, loco! Torpe, necio, endurecido,
falso, liviano, desleal, vicioso;
que puede ser venir a condenarme
¡posible! ¿y río y duermo y quiero holgarme?…
llegado el caso mil exclamaciones
con lágrimas, sollozos y alaridos,
harán, sin dar alivio a mis dolores,
padres, hermanos, deudos, conocidos.
¡Qué ansias, qué congojas, qué aflicciones,
turbarán mis potencias y sentidos!
¿Esto tengo de ver?, ¿esto es posible?
¡Posible! ¿y tengo amor a lo visible?
Agonizando para dar la vida
El cuerpo flaco con la amarga muerte
El alma triste teme la partida
El divorcio preciso y dura suerte;
Amargo cáliz de mortal bebida
Que en pena eterna o gloria se convierte.
¿Cómo de la virtud me olvido tanto?
¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?,
¿en qué me encanto?
Allí me asombrará la cuenta larga;
Las visiones horrendas infernales;
La memoria terrible, tan amarga
Del fallo que condena, y otros males.
Pues, cómo, ¡OH, ciego! Con tan grande carga
De angustias y tormentos desiguales
¿no tiemblo? ¿no me enmiendo, no me espanto?
¡Loco debo ser pues no soy santo!
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