Para ser un telespectador formado, selectivo y crítico no basta con ver la televisión. Hay que aprender a ver televisión de calidad y formarnos sobre este medio con criterio. Este criterio no se adquiere en la primera infancia, sino que se va adquiriendo a través de los años. Esto no es posible sin la colaboración de la familia.
Los padres tenemos que ser conscientes de la importancia de formar a nuestros hijos en este apartado y esforzarnos por conseguirlo, creando un ambiente propicio para convertir esta actividad de ocio en una ocasión para formarnos en valores.
El interés por la televisión comienza en casa, junto a los padres. La familia tiene un lugar insustituible en la formación televisiva del niño. Los niños creen en lo que ven creer a los adultos que les rodean, y van creciendo con imágenes familiares, con valores que les van transmitiendo los mayores.
Veríamos mejor la televisión si …
El niño vive en un entorno audiovisual que puede ser determinante en su formación y hay que enseñarle a utilizar el enorme potencial que tiene la televisión para su educación y entretenimiento. La catedrática de Tª de la Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca, Rosa Pinto, nos da una serie de consejos agrupados en 6 cuestiones (quién, qué, cómo, dónde, cuándo y porqué):
1.- Quién
1.1.- Los padres tienen que preocuparse de los programas de televisión que se ven en su hogar. Echarle la culpa al aparato de televisión es la respuesta más fácil y cómoda.
1.2.- Los padres deben acompañar a los niños en el visionado de los programas de televisión. Esto facilitará a los progenitores el conocimiento de los efectos que determinados programas tienen en sus hijos.
1.3.- Los padres han de informarse del contenido de los programas audiovisuales con anterioridad al visionado de éstos.
1.4.- La familia debe estructurar su tiempo de ocio con diferentes actividades alternativas a la televisión, videojuegos, ordenador, etc.
1.5.- Los padres han de ser críticos con aquellos programas infantiles que no respeten los valores y derechos de los niños.
1.6.- Los padres tienen que resaltar y apoyar aquellos programas que, con dignidad y profesionalidad, favorecen lo mejor del ser humano desde una ética y una responsabilidad que tiene como objetivo atender y responder a las auténticas necesidades de la sociedad.
2.- Qué
2.1.- Los padres tienen que enseñar a ver programas de televisión y nunca a ver televisión.
2.2.- La familia ha de orientar a los niños hacia la conducta ejemplar de personajes reales mejor que héroes inexistentes o imaginarios. De estos últimos habrá que extraer lo mejor y contrastarlo con ejemplos de la vida cotidiana.
2.3.- Los progenitores tienen que presentar a los más jóvenes aquellos programas que muestren contenidos relacionados con el ocio, la cultura, la naturaleza, etc., evitando aquellos insustanciales o superficiales.
2.4.- Los padres han de saber que, en muchas ocasiones, los llamados programas infantiles y/o dibujos animados no son tan infantiles.
2.5.- Los más jóvenes no pueden ver bajo su capricho, aunque sea acompañados, cualquier espacio de la parrilla de televisión.
2.6.- Los padres tiene que trasmitir en primer lugar los valores morales en la familia y, posteriormente, ésta debe contrastar y comprobar estos valores en los contenidos mediáticos.
2.7.- La familia debe compartir con sus miembros la cultura de la imagen, pero ésta debe ampliarse a otros ámbitos: cine, fotografía, exposiciones, etc.
2.8.- La familia tiene que dedicar su tiempo a programas de televisión de calidad y evitar aquellos espacios que sólo sirven para perderlo.
La televisión es un medio de entretenimiento pero no tiene que ser éste de pésima calidad.
2.9.- Los padres han de tratar de equilibrar los contenidos que seleccionen para ver en compañía de los niños y jóvenes.
3.- Cómo
3.1.- La televisión tiene encenderse cuando se desea ver algún programa en concreto. No debemos tener ésta en funcionamiento continuo y como fondo permanente de nuestras casas.
3.2.- La televisión es un medio y, por tanto, no podemos convertir ésta en una niñera que distraiga a los hijos porque negamos la esencia del aparato de televisión o la función que tiene que ejercer la familia en el hogar.
3.3.- La televisión puede convertirse en proveedor de contenidos para constituir una videoteca familiar con los mejores programas o películas.
3.4.- La televisión tiene que apagarse cuando el programa seleccionado ha finalizado. No hay que esperar a lo próximo que pueda interesarnos.
3.5.- La televisión no hay que utilizarla como un valor en sí mismo que sirve para premiar o castigar las acciones de los niños. Estas prácticas convierten a la televisión en protagonista del proceso educativo.
4.- Dónde
4.1.- La familia tiene que disponer de un espacio común donde compartir el visionado, los comentarios, las críticas y valores que lleven a cabo los distintos miembros de la casa.
4.2.- Los padres tienen que evitar que los niños dispongan de su propio aparato de televisión en su habitación. Esto facilita que los más pequeños vean cualquier programa sin compañía y conviertan su espacio de trabajo escolar y descanso en recinto abierto a todo tipo de estímulos.
5.- Cuándo
5.1.- La familia tiene que establecer unos horarios para ver programas de televisión que no repercutan en la vida personal ni familiar.
5.2.- Los padres han de limitar el tiempo de visionado de espacios de televisión. Este nunca debe exceder de dos horas y es recomendable no más de una hora diaria.
5.3.- Los progenitores deben planificar también sus propios tiempos para no desatender las obligaciones familiares.
5.4.- La familia tiene que convertir sus reuniones, por ejemplo durante las comidas, en momentos exclusivos de diálogo entre sus miembros y siempre sin contar con la presencia encendida de la televisión.
5.5.- Los padres no tienen que permitir que los niños hagan sus tareas escolares con la televisión encendida.
6.- Por qué
6.1.- La familia tiene que considerar la riqueza de contenidos que ofrecen los medios de comunicación. Nos permite conocer otros países, otras culturas, nos informa, nos muestra las hazañas deportivas, nos descubre las maravillas de la naturaleza, las manifestaciones artísticas, etc.
6.2.- En la Sociedad de la Información y el Conocimiento, la familia tiene que enseñar a cada uno de sus miembros un nuevo lenguaje para que contraste los valores transmitidos en la familia con los que muestran los medios.
6.4.- La familia ha de entender que, como medios de comunicación, éstos no son ni buenos ni malos, el calificativo que adquieran estará en función del uso que cada uno de nosotros hagamos de ellos.
Juan Pablo II nos recordaba, en Familiaris Consortio, que “los padres somos los primeros y principales educadores de nuestros hijos, que somos también los primeros en explicarles cómo usar los medios de comunicación” y que estamos llamados a formar a sus hijos “en el uso moderado, crítico, vigilante y prudente de tales medios” en el hogar”
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario