En nuestro primer y segundo mensaje de esta serie de tres, hablamos sobre la gula espiritual, la frustración y las maneras para reconocer cómo desarrollar nuestro intelecto de una manera cristiana. Examinamos la frustración y también la necesidad de aprender a experimentar el amor de Dios por nosotros.
«Un paso a la vez es suficiente para mí»
Tercero, el factor «el siguiente paso». La táctica para mantener este saludable deseo de adquirir mayores conocimientos es el pensar en términos del «siguiente paso». No te fijes en los 3.3 millones de volúmenes que hay en las Bibliotecas Hesburgh de la universidad de Notre Dame, más bien fíjate en los dos o tres libros a los cuales te sientas realmente atraído en este momento –y clávate en ellos, trabájalos buscando incrementar tanto la anchura como la profundidad de tu conocimiento. A medida que estudies estos libros, otros títulos te irán interesando. Agrégalos a tu lista de deseos. Cuando estés listo para otro libro, puedes acudir a la lista y ver cuáles llaman más tu atención. Así es como el Espiritu Santo nos guía con frecuencia, –Él nos lleva hacia ciertos títulos o cursos y nosotros aceptamos su inspiración. Él sabe lo que nos ayudará más en cada momento y en cada etapa de nuestra vida y nos guiará de manera suave y sutil.
Otra opción, si te gusta planear y organizar, es fijar algunas metas para cada estación litúrgica, o para cada año. Planea con tiempo lo que te gustaría estudiar y por qué, después reúne todos los materiales en tu librero y ve estudiándolos gradualmente, disfrutándolos tranquilamente. Por ejemplo, puedes tener la meta de leer cuatro o cinco libros de oración este invierno, o leer cinco grandes novelas católicas en la primavera o leer todas las obras de san Francisco de Sales este año. A medida que más temas e ideas surgan en tu mente, escríbelas en tu lista de deseos y velas apilando en tu librero no activo.
Manejo de la actitud
Si notas que estás preocupado por la decisión que tomaste sobre cuáles libros leer en este momento, ¡cuidado! Lo más probable es que sea una distracción (a menos que persista y persista y persista, entonces quizá el Espíritu Santo esté tratando de hacer que cambies de canal). Confía en que si realmente estás buscando conocer mejor a Dios, su plan para tu vida y para el mundo, Él utilizará cualquier cosa para que profundices. De hecho, te darás cuenta que estarás utilizando en tus conversaciones cosas que justo acabas de leer ese día o esa semana– Dios ama las tareas múltiples, por lo que le gusta crear situaciones para que podamos utilizar lo que hemos aprendido y ayudemos a otros.
Sé agradecido por ese deseo, bueno y santo, que hay en tu corazón –el deseo de conocer más y mejor todo lo que Dios nos ha revelado sobre sí mismo, sobre este mundo y la manera de vivir nuestras vidas al máximo. Continúa trabajando sobre este deseo, pero hazlo con la humildad y la alegría de un niño, que Jesús valora tanto. A medida que nos aventuramos hacia la casa del Padre, siempre tendremos más que descubrir y eso debe llenar nuestros con razones de deleite, no de frustración.
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