lunes, 8 de julio de 2013

Tema Saber Escuchar.

       
Guardar silencio: se trata no sólo de no hablar, sino de silenciar también nuestras emociones y tendencias espontáneas para acceder a las de aquella persona que deseamos escuchar...
 
Tema IX: Saber Escuchar.
Tema IX: Saber Escuchar.
Evita el autoritarismo.

Una cualidad poco común en la mayor parte de los que ocupan puestos de dirección, como pueden ser los mismos padres de familia, es la capacidad de escuchar con atención.

Los líderes verdaderamente efectivos, en lugar de mandar ("haz esto"), echan mano del talento de la gente ("¿qué harías tú?"); y les preguntan, saben escuchar.

Este tipo de líderes no viven demasiado apegados a su juicio, sino que están abiertos al parecer de los demás; no tratan de imponer su punto de vista a como dé lugar sino que, en las situaciones complejas, primero tratan de entender.

Ahora bien, una vez que han escuchado con sinceridad y entendido con claridad, entonces se forman un juicio y aseguran su ejecución.

Ambos extremos de la cuerda son importantes; por una parte, apertura para entender y, por otra, firme decisión para llevar a cabo la decisión tomada.

Ichak Adizes, uno de los consultores más reconocidos a nivel internacional en el campo empresarial y político, comenta lo siguiente.

"Ricardo Salinas Pliego" es uno de los escasos líderes que saben cómo tomar decisiones democráticamente (escuchando con una mente abierta a quien pueda contribuir con sus ideas) y después autoritariamente (y en esto no permite disentir) implementar la decisión tomada.

Es una rara cualidad el ser de mente tan abierta, para luego mostrar una gran determinación y objetividad de visión. En mi experiencia, la mayor parte de las empresas sufren, no por la ausencia de buenas decisiones, sino por no implementarlas adecuadamente. Éste no es un problema que aqueje a Ricardo, y aquí radica el secreto de su enorme éxito.

En mis treinta años de consultoría para empresas Fortune 100 y para ocho Primeros Ministros, Ricardo se encuentra entre los cinco líderes empresariales más importantes a quienes yo he conocido o con quienes he colaborado. Su juicio es impecable: toma riesgos, pero sabe cómo controlarlos. Escucha y al mismo tiempo forma sus propios criterios.

Es extraordinario, y para expresarlo de una forma no trivial: "es simplemente brillante".

¿Qué es escuchar?

Escuchar es:

- Guardar silencio: se trata no sólo de no hablar, sino de silenciar también nuestras emociones y tendencias espontáneas para acceder a las de aquella persona que deseamos escuchar, y cuidando que los propios sentimientos o emociones perturben el entendimiento con el interlocutor.

- Mirar a los ojos y dejar hablar a la otra persona.

- Estar atento a lo que se dice y lo que se siente: contemplar objetivamente las cosas.

Preguntarse si existe alguna razón que justifique su reacción, o si simplemente está (usted) precipitándose una vez más en sacar conclusiones precipitadas.

- Dar tiempo y ser paciente: no criticar ni hacer afirmaciones hostiles. Concentre toda su atención en formular preguntas que puedan resultar clarificadoras.

- Repetir lo que el otro dice, para estar seguro de haber comprendido.

NO escuchar es:

- Emitir juicios o discutir.

- Interferir o completar frases.

- Asumir que sé lo que el otro me va a decir y adelantarme a decirlo.

- Distraerse, haciendo otras cosas al mismo tiempo.

- Dar soluciones en vez de suponer que el otro es capaz de descubrirlas por cuenta suya.

Sugerencias de acción:

Prestar atención y escuchar lo que me dicen mis hijos, aunque a mí me parezca irrelevante.

Enseñarles a expresar correctamente sus opiniones y puntos de vista cuando se está conversando en la mesa.

Es todo un arte el saber provocar diálogos constructivos en la mesa donde se respete la opinión de todos. ¡Cuánto contribuye a la formación de hijos exitosos, seguros y humildes!



(Ejercicio)

Haz una evaluación personal sobre tu capacidad de escucha atenta y constructiva. Se sugiere la siguiente tabla.(en el siguiente enlace puedes descargar la ficha para la evaluación)
 
click aquí 


Preguntas de reflexión que debes responder en los foros del curso

1. ¿Estás de acuerdo en que una de las grandes necesidades que tenemos los seres humanos es la de ser escuchados?

2. ¿Por qué nos cuesta tanto escuchar a los demás?



(Lectura para los hijos)


ANDROCLES Y EL LEÓN

Androcles era un pobre esclavo romano a quien su amo llevó al norte de África hace muchos siglos. Como su amo era muy cruel, la vida del esclavo era muy dura, por lo cual decidió escaparse hacia la costa para intentar desde ésta volver a Roma.

Sabía muy bien que, si le prendían, lo matarían, y por eso esperó a que hiciese noches oscuras y sin luna. Entonces salió secretamente de casa de su amo, atravesó cautelosamente la ciudad y luego se dirigió corriendo a campo abierto.

En medio de la oscuridad apresuró infatigablemente su marcha; pero con la luz del día echó de ver que en lugar de haber huido hacia la costa, había penetrado en el interior del país hacia el solitario desierto. Hallábase rendido, hambriento y sediento, cuando distinguió la entrada de una cueva en la falda de una colina; penetró en aquel antro, se echó en el suelo y durmió tranquilamente.

De pronto lo despertó un terrible rugido; se puso en pie de un salto, y vio a la entrada de la caverna un enorme león oscuro. Androcles había dormido en la madriguera de aquella fiera, y bien se le alcanzaba que no tenía escape posible, porque la bestia cerraba el paso. Esperaba, pues, temblando de terror que el animal saltase sobre él y lo matase.

Mas el león no se movía. Se quejaba y se lamía una garra de la que manaba sangre. Olvidando Androcles su terror, al ver sufrir a la fiera, se adelantó hacia ella, y el león levantó la zarpa como pidiéndole auxilio.

Entonces vio Androcles que el león se había clavado una gran espina, la cual, hundida en la carne, le había causado ya gran inflamación. Con rápido movimiento extrajo la espina, detuvo la inflamación y restañó la sangre que manaba de la herida.

Aliviado de su dolor, el agradecido león salió de la caverna, y a los pocos minutos volvió con un conejo muerto, que puso junto a Androcles. Cuando el pobre esclavo asó el conejo y hubo saciado su hambre, el león lo condujo a un sitio en la colina donde de la tierra brotaba un manantial de fresca y cristalina agua.

Durante tres años, hombre y fiera vivieron juntos. Juntos cazaban, juntos comían, y juntos reposaban durante la noche tendido el agradecido león junto a su bienhechor, y moviendo su enorme cola de un lado a otro, como un perro o gato que yace a los pies de su amo junto al fuego y se siente feliz.

Finalmente, Androcles sintió deseos de comunicarse con sus semejantes y dejó la cueva, pero pronto fue capturado por unos soldados y enviado a Roma como esclavo fugitivo.

Los antiguos romanos no tenían piedad para el esclavo que huía; así es que condenaron a Androcles a ser despedazado por las fieras en el circo al tener lugar el primer día de fiesta.

Un gran concurso de pueblo acudió a presenciar el triste espectáculo, y entre los espectadores figuraba el mismo emperador de Roma, que tenía en el Coliseo su asiento imperial, desde el cual, rodeado de sus senadores, contemplaba la cruel fiesta.

Echaron a Androcles a la arena y pusieron en sus manos una lanza para que se defendiese contra un tremendo león, al que habían tenido varios días sin comer para hacerlo más fiero. Quedábale, pues, al esclavo muy pequeña, insignificante probabilidad de conservar la vida.

Estremecióse Androcles cuando el hambriento león salió de su jaula, y al ver que se dirigía a saltos hacia él, tembló y se le cayó la lanza de las manos. Pero en vez de acometerlo y derribarlo, el león agitó amigablemente la cola y le lamió las manos. Androcles vio entonces que aquel león era el que había vivido con él en la cueva, y le acarició el lomo, inclinóse sobre su cabeza, y lloró.

Maravillóse el pueblo ante escena tan prodigiosa y el emperador mandó llamar a Androcles y le pidió le explicase aquello.

Deleitóse tanto con el sorprendente relato, que le concedió la libertad y dignidad de hombre libre, y le dio una importante suma de dinero. Androcles solía después pasear por las calles de Roma acompañado de su león, que como un fiel perro lo seguía a todas partes.

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