jueves, 25 de julio de 2013

Santa Antusa, monja y confesora

 
fecha: 27 de julio
†: s. VIII - país: Grecia
otras formas del nombre: Anthusa
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
En Mantinea, cerca de Claudiópolis, en la Honoríada, santa Antusa, monja, que, siendo emperador Constantino Coprónimo, por defender el culto de las sagradas imágenes sufrió la pena de azotes, tras lo cual fue desterrada, aunque, pasado un tiempo, pudo volver a la patria, donde murió en paz.
refieren a este santo: Santa Antusa

Con el nombre de Anthusa -o Antusa-, hay en la tradición cinco santas (no en el Martirologio Romano, que hay sólo dos), todas orientales. La más célebre es Anthusa de Constantinopla, hija del emperador Constantino V Coprónimo, casi contemporánea a la que hoy celebramos, y que no debe confundirse con ella. La que celebramos hoy nació al inicio del siglo VIII, probablemente en la Honoríada (provincia de Anatolia a orillas del Mar Negro); sus padres se llamaban Strategio y Febronia, y por muchos años llevó vida eremítica conforme a las enseñanzas del anacoreta Sisinnio.

Luego fundó en la zona dos monasterios, uno para hombres, en Mantinea, cerca de Claudiópolis, con una iglesia dedicada a los apóstoles, y otro para mujeres, erigido en una islita del vecino lago de Efteni-Göl, con una iglesia dedicada a la Virgen; el monasterio masculino era agregado al femenino (es decir que la abadesa regía a los dos).

Llegó el tiempo del emperador Constantino V Coprónimo (741-775), que con rigor persecutorio quiso imponer las decisiones del concilio local de Hieria del 754, que condenaba las imágenes sagradas. Los monjes fueron más castigados que el resto, y eso dio a Constantino V tan desagradable sobrenombre (en griego «kopros» significa excremento). También la virgen Anthusa fue acusada de venerar las imágenes sacras, rechazando la apostasía de los iconoclastas, y así fue duramente perseguida y enviada al exilio.

Pero Anthusa había predicho a la emperatriz Irene, mujer de Constantino V, un buen parto de gemelos, y cuando ésta dio a luz un varón y una niña, y a pesar de haber sido un parto difícil, pudo sobrellevarlo bien y llegó a un feliz desenlace, recibió de parte de la emperatriz grandes honores, e incluso se le puso el nombre de Anthusa a la niña (es la santa que mencionamos al inicio). Liberada de la persecusión y vuelta célebre en todo el imperio, volvió a su monasterio de Mantinea, donde, después de haber hecho muchos milagros, entregó su alma a Dios en la segunda mitad del siglo VIII, en torno al 777.

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