viernes, 5 de julio de 2013

Paulina del Corazón Agonizante de Jesús (Amabile Wisenteiner), Santa


Fundadora, 9 de julio
 
Paulina del Corazón Agonizante de Jesús (Amabile Wisenteiner), Santa
Paulina del Corazón Agonizante de Jesús (Amabile Wisenteiner), Santa

Fundadora de la
Congregación de Hermanitas de la Inmaculada Concepción

Martirologio Romano: En Paulópolis, ciudad de Brasil, beata Paulina del Corazón de Jesús Agonizante (Amábilis) Wisenteiner, virgen, la cual, habiendo venido de Italia al Brasil siendo aún niña, abrazada la vida religiosa fundó la Congregación de Hermanitas de la Inmaculada Concepción, para atender a enfermos y pobres, a los que, pasando muchos trabajos y penalidades, sirvió con gran humildad y en asidua oración (1942).

Etimológicamente: Paulina = Aquella de pequeño tamaño, es de origen latino.
Amabile Lucia Visintainer, hoy Santa Paulina, nació el 16 de diciembre de 1865 en Vígolo Vattaro, provincia de Trento, Italia, en ese tiempo región del Sur del Tirol, bajo el dominio de Austria.

En septiembre de 1875 la familia de Napoleone Visintainer emigró con muchos otros tridentinos al Brasil donde fundaron la localidad de Vígolo en el actual municipio de Nueva Trento, en el estado de Santa Catarina.

Amabile, después de la primera comunión, que recibió más o menos a los doce años, comenzó a participar en el apostolado parroquial: Catecismo para los pequeños, visitas a los enfermos, y limpieza de la capilla de Vígolo.

El día 12 de julio de 1890, junto con su amiga, Virginia Rosa Nicolodi, Amabile acogió a una enferma de cáncer en fase terminal, dando inicio a la Congregación de las Hermanitas de la Inmaculada Concepción, aprobada por el obispo de Curitiba, Don José de Camargo Barros, el 25 de agosto de 1895.

En diciembre de 1895, Amabile y las dos primeras compañeras (Virginia y Teresa Ana Maule), hicieron los votos religiosos, y Amabile recibió el nombre de Hermana Paulina del Corazón Agonizante de Jesús. La santidad y la vida apostólica de la Madre Paulina y de sus hermanas atrajeron muchas vocaciones, a pesar de la pobreza y de las dificultades en que vivían.

En 1903, la Madre Paulina fue elegida superiora general “ad vitam” y dejó a Nueva Trento para cuidar de los huérfanos, hijos de antiguos esclavos y de los esclavos viejos y abandonados en Ipiranga, en la ciudad de San Pablo.

En 1909, fue depuesta del cargo de superiora general por el arzobispo de San Pablo, Don Duarte Leopoldo e Silva, y enviada a trabajar con los enfermos de la Santa Casa y con los ancianitos del asilo San Vicente de Paulo en Bragança Paulista, sin poder nunca más ocupar ningún otro cargo en su congregación.

Fueron años marcados por la oración, por el trabajo y por el sufrimiento: haciendo y aceptando todo para que la congregación de las Hermanitas siguiera adelante, y “nuestro Señor fuera conocido, amado y adorado por todos en todo el mundo”.

En 1918 fue llamada por la superiora general Madre Vicência Teodora, su sucesora, y con consentimiento de Don Duarte a la Casa Madre en Ipiranga, donde permaneció hasta su muerte, en una vida retirada, de intensa oración, asistiendo a las hermanas enfermas.

Como “Veneranda Madre Fundadora” se la destacó en el Decreto de Honor concedido por la Santa Sede a la congregación de las Hermanitas el 19 de mayo de 1933, y en la celebración del cincuentenario de la fundación, el 12 de julio de 1940, cuando la Madre Paulina hizo su testamento espiritual: “Sed muy humildes. Confiad siempre y mucho en la Divina Providencia; nunca, jamás, os desaniméis, aunque vengan vientos contrarios. Nuevamente os digo: Confiad en Dios y en María Inmaculada; manteneos firmes y !adelante!”.

A partir de 1938 la Madre Paulina comenzó a acusar graves disturbios a causa de la diabetes que padecía. Después de dos cirugías, en las cuales sufrió la amputación del dedo medio y luego del brazo derecho, pasó los últimos días víctima de la ceguera. Murió el 9 de julio de 1942; sus últimas palabras fueron: “Hágase la voluntad de Dios”.

La espiritualidad ignaciana recibida de sus directores espirituales tiene en la Madre Paulina características propias, que señalan a la “Veneranda Madre fundadora” como una religiosa en la cual se pueden admirar sus virtudes teologales, morales y religiosas en grado eminente o heroico. Fe profunda y confianza ilimitada en Dios, amor apasionado a Jesús Eucaristía, devoción tierna y filial a María Inmaculada, devoción y confianza en “nuestro buen padre San José””, y veneración por las autoridades eclesiales y civiles. Caridad sin límites para con Dios, traducida en gestos de servicio a los hermanos más pobres y abandonados.

Toda la vida de la Madre Paulina se puede resumir en el título que le dio el pueblo de Vígolo: “enfermera”, esto es, ser para los otros o “toda de Dios y toda de los hermanos” como rezan hoy sus devotos y sus Hermanitas. Humildad, que llevó a la Madre Paulina hasta el aniquilamiento de sí misma para que la congregación siguiera adelante.

La página más luminosa de la santidad y de la humildad de la Madre Paulina fue escrita por la actitud que manifestó cuando Don Duarte le anunció su destitución: “Se arrodilló... se humilló... respondió que estaba totalmente dispuesta a entregar la congregación... se ofrecía espontáneamente para servir en la congregación como súbdita”.

Terminado el capítulo de agosto de 1909, comenzaba el holocausto doloroso y meritorio de la Madre Paulina, a quien el arzobispo de San Pablo le había decretado: “Viva y muera en la congregación como súbdita”. Y permaneció en la sombra hasta su muerte, en unión con Dios, como lo declaró a su director espiritual, Padre Luiz Maria Rossi, SI: “La presencia de Dios me es tan íntima, que me parece imposible perderla, y esta presencia le da a mi alma una alegría que no puedo explicar”.

El carisma dejado por la Madre Paulina a su congregación se traduce en la sensibilidad para percibir los clamores de la realidad con sus necesidades, y disponibilidad para servir, en la Iglesia, a los más necesitados y a los que se encuentran en mayor situación de injusticia, con simplicidad, humildad y vida interior. Es un servir alimentado por una espiritualidad eucarística y mariana, por la que toda Hermanita hace de Jesús Eucaristía el centro de su vida, alimentada por una tierna devoción a María Inmaculada y al buen padre San José.

La primera santa del Brasil fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 18 de octubre de 1991, en Florianópolis, estado de Santa Catarina. A la Madre Paulina le confiamos el pueblo brasileño, la Iglesia de Brasil y la congregación de las Hermanitas de la Inmaculada Concepción y todas las personas que han colaborado en su canonización.

Fue canonizado el 19 de mayo de 2002.


Santa Paulina del Corazón de Jesús Agonizante, virgen y fundadora
fecha: 9 de julio
n.: 1865 - †: 1942 - país: Brasil
otras formas del nombre: Amábilis Visintainer o Wisenteiner
canonización: B: Juan Pablo II 18 oct 1991 - C: Juan Pablo II 19 may 2002
hagiografía: Santi e Beati
En San Pablo, ciudad del Brasil, santa Paulina del Corazón de Jesús Agonizante (Amábilis) Visintainer, virgen, la cual, habiendo venido de Italia al Brasil siendo aún niña, tras abrazar la vida religiosa fundó la Congregación de Hermanitas de la Inmaculada Concepción, para atender a enfermos y pobres, a los que sirvió con gran humildad y en asidua oración, soportando muchos trabajos y penalidades.
oración:
Dios todopoderoso y eterno, que has preparado tu reino para los humildes y pequeños, y has conducido a la santidad a santa Paulina, virgen, a través del trabajo y de la oración, concédenos por su intercesión que, sirviendote de todo corazón en nuestros hermanos, consigamos la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
(oración devocional, dirigida a la santa:) Oh santa Paulina, que pusiste toda tu confianza en el Padre y en Jesús, y que, inspirada por María, decidiste ayudar al pueblo sufriente, te confiamos la Iglesia que tanto amas, nuestras vidas, nuestras familias, la vida consagrada y todo el pueblo de Dios. (Pedir la gracia deseada). Santa Paulina, intercede por nosotros junto a Jesús, a fin de que tengamos el coraje de luchar siempre para la conquista de un mundo mas humano, justo y fraterno. Amén.

Amabilis Wisenteiner (o Visintainer, según transcribe el Martirologio Romano) nació en Vigolo Vattaro, pequeña localidad del Trentino o Sud-Tirol -según se denominaba bajo la dominación austríaca-, el 16 de diciembre de 1865. En 1875 muchas familias vigolesas migraron a Brasil, y también la familia Wisenteiner, que pasa a residir con los demás emigrantes en el Estado de Santa Catalina, en el sur del país, fundando incluso los centros de Nueva Trento y Vigolo, en homenaje a los lugares de origen.
A los 10 años, cuando recién había desembarcado en Brasil, mostraba ya una madurez superior a su edad, ya que las muchas necesidades de la familia la impulsaron a dar una mano trabajando ya desde pequeña. A los 22 años muere su madre, y ella queda al cuidado de la casa y de los hermanos; pero aun así se da el tiempo, junto a una compañera, de dar catecismo en la parroquia y visitar a los enfermos. A los 25 dejaron sus familias, y Amabilis y su compañera se retiraron a una cabaña cercana a la capilla de san Jorge en Vigolo, asistiendo a una enferma de cáncer. Se toma esa fecha, 12 de julio de 1890, como fecha de nacimiento de la congregación de las Pequeñas Hermanas de la Inmaculada Concepción.
Siguiendo el consejo de´l superior de la misión, que llevaban los jesuitas, Amábilis visitó en Nueva Trento al obispo diocesano, y tuvo la aprobación canónica de la nueva congregación religiosa. Pronunció los votos, y cambió su nombre por el de Paulina (será llamada por todos Madre Paulina). El párroco de Nueva Trento, un jesuita, que tuvo que trasladarse a San pablo, la invitó a trasladarse con él; en ese tiempo fue elegida Superiora General, y consiguió en San Pablo un gran desarrollo de la Congregación, con la apertura de varias casas. Aunque llegó también el momento en que tuvo que dejar el superiorato y quedar en un humildísimo último puesto, hasta su muerte, ocurrida el 9 de julio de 1942, en San Pablo.
Dejaba 45 casas en cinco estados del Brasil. El mensaje de la Madre Paulina en tierra de emigrantes y de misión, fue la total disponibilidad al servicio de la Iglesia en el espíritu ignaciano, y en el trabajo parroquial y religioso en todo aquello que fuera necesario. El proceso canónico se inició en 1965, y fue beatificada por SS Juan Pablo II y canonizada por el mismo Pontífice el 19 de mayo de 2002.

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