lunes, 8 de julio de 2013

Oración incesante

 


Monje Trapense

Fragmentos escogidos

” Una vez, cuando estábamos conversando en el jardín con el anciano monje, me dijo: “Sergei Nicolaievich, la actividad mas importante en la vida es la oración incesante. Debemos orar siempre: Cuando nos levantamos, caminamos, comemos, siempre, en toda ocasión.
Y debemos orar con atención y sentimiento. Para orar debemos decir en nuestro interior: “Mi corazón está listo”. Y no debemos dejar de orar hasta que nuestra hambre sea saciada. Toda nuestra vida debe ser una oración continua. Porque hay un tiempo apropiado para cada actividad, pero el tiempo de la oración es siempre como nuestra respiración.
Nuestra oración y nuestra respiración deben unirse: cada aliento es una oración. Me estoy refiriendo a la oración del corazón de la que el Padre Isaías ya te ha hablado…”
… cuando nuestra mente se distrae con pensamientos extraños, debemos volver sin enojo o depresión, a las palabras de la oración: la integración de la mente viene despacio, no cuando queremos, sino cuando nos volvemos humildes y cuando Dios nos la da. No lograremos la oración sin distracciones por el tiempo que oremos o el número de oraciones que repitamos, como supone la gente, sino por un corazón humilde, por el esfuerzo continuo de rezar adecuadamente y por la gracia.
…cuando ese estado de la mente se hace perpetuo, como si fuera natural, constituye la unión de la mente con el corazón. Esta es realmente la oración incesante, sin palabras o imágenes. En este estado la mente no desea vagabundear y si las ocupaciones o la mucha conversación le impiden morar en el corazón, vuelve irresistiblemente a sí misma y a continuar construyendo la celda interior…
…entonces una luz espiritual incomprensible ilumina al asceta y baña su interior con luz. Todo lo que piense o haga, lo hace con entera conciencia y atención. Es una transfiguración… la contemplación sobreviene cuando el corazón está purificado por completo. En ese momento el asceta toma conciencia de su profunda insignificancia ante Dios y tiene continuamente ante su vista su propia debilidad y mediocridad…
… los caminos de la Providencia son incomprensibles para nosotros. Muy a menudo, cosas que nos parecen deseables y útiles no lo son realmente, mientras otras que detestamos, son verdaderamente necesarias para nuestro crecimiento. Es un hecho muy frecuente que sirvamos a nuestros propios deseos y comodidades, imaginándonos llevar una vida santa y caminar por el camino correcto. Nos creemos que todo esta bien cuando en realidad avanzamos rápido hacia la perdición… nadie es buen juez de sí mismo, por eso es tan útil un staretz (confesor o guía espiritual)
…Necesitamos ser pacientes y no precipitados. Si nuestra ocupación viene de Dios, terminará por ser correcta en sí misma. Pero si es simplemente ilusión propia, nuestros esfuerzos terminarán en la nada.
Extraído de: “En busca de la verdadera sabiduría”

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