martes, 23 de julio de 2013

Juan Casiano, Santo


Sacerdote, 23 de julio
 
Juan Casiano, Santo
Juan Casiano, Santo

Presbítero

Martirologio Romano: En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Juan Casiano, presbítero, que fundó un monasterio para varones y otro para mujeres, y, como fruto de su larga experiencia en la vida monástica, escribió para los monjes dos obras: Instituciones Cenobíticas y Conferencias de los Padres (c. 435).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordioso, es de origen hebreo.
El patriarca de la vida monástica, a quien se llama simplemente Casiano, nació hacia el año 360, probablemente en Dobruja, ciudad de Rumania. No es imposible que haya luchado contra los godos en la batalla de Andrinópolis. Alrededor del año 380, partió con un amigo suyo llamado Germán, a visitar los Santos Lugares. Ambos se hicieron monjes en Belén. Pero en aquella época, el centro de la vida contemplativa era Egipto. Así pues, los dos amigos se trasladaron allá y visitaron uno a uno en la soledad a los famosos santos varones "que estaban llamados a desempeñar una alta misión en el mundo: no sólo la de orar por él, sino la de edificar e instruir a las generaciones futuras" (Ullathorne). Durante algún tiempo, Casiano y Germán llevaron vida eremítica bajo la dirección de Arquebio. Después, Casiano se trasladó al desierto de Esquela para hablar con los anacoretas que habitaban en cuevas excavadas en la ardiente roca y para vivir en los "cenobios" o monasterios de los monjes. No sabemos por qué razón, Casiano emigró a Constantinopla hacia el año 400. Ahí fue discípulo de San Juan Crisóstomo, quien le confirió el diaconado. Cuando se depuso al gran santo, contra todas las leyes canónicas y contra toda justicia, Casiano fue uno de los legados enviados a Roma para defender la causa del arzobispo ante el Papa San Inocencio I. Tal vez en Roma recibió la ordenación sacerdotal, pero no volvemos a saber nada de él hasta que le encontramos en Marsella, varios años después.

Ahí fundó Casiano dos monasterios: uno para monjes, en el sitio en que había sido sepultado el mártir San Víctor, y otro para religiosas. Casiano y sus monasterios habían de irradiar en el sur de la Galia el espíritu y el ideal ascético de Egipto. Para guía e instrucción de sus discípulos, Casiano compuso sus "Conferencias" o "Colaciones" y las "Reglas de la vida monástica." Ambas obras estaban destinadas a ejercer una influencia inmensamente mayor de lo que su autor pudo sospechar. En efecto, San Benito las recomendó, junto con las "Vitae Patrum" y la Regla de San Basilio, como la mejor lectura que sus monjes podían hacer después de la Biblia. También es sensible la influencia de Casiano en la Regla de San Benito y en su espiritualidad, de suerte que puede decirse que Casiano influenció a la cristiandad entera a través de San Benito. En los cuatro primeros libros de las "Reglas de la vida monástica" describe la forma de vida que deben llevar los monjes; el resto de la obra está consagrado a las virtudes que deben tratar de adquirir y a los pecados mortales en los que más peligro tienen dé caer. Casiano dice en el prefacio de dicha obra: "No voy a describir milagros y prodigios ni a contar anécdotas. Porque, aunque mis mayores me contaron muchas cosas increíbles y aunque me ha sido dado presenciar algunas con mis propios ojos, el repetirlas produce simplemente asombro en el lector, pero no contribuye a instruirle en el camino de la perfección." Tal sobriedad es característica de Casiano.

Es curioso que el Martirologio Romano no mencione a Casiano. Sin duda que Baronio no quiso incluirle en él, porque en su época se le consideraba como el iniciador y el principal exponente de las enseñanzas que ahora se conocen con el nombre de semipelagianismo. Casiano expuso su teoría en su tratado "Acerca de la Reprobación y de la Gracia", en el curso de una controversia acerca de San Agustín; basándose en dicho tratado, se puede tachar a Casiano de "anti-agustinista", pero no de semipelagiano. El santo pasó todo el resto de su vida en Marsella, donde murió hacia el año 433. Los bizantinos celebran su fiesta el 29 de febrero.
 
 

Juan Casiano

  
San Juan Casiano
Cassianus portret.gif
Juan Casiano (Johannes Cassianus)
Padre de la Iglesia
NacimientoEntre 360 y 365
Escitia Menor
Fallecimientoca. 435
Marsella (Francia)
Venerado enIglesia Católica
Iglesia Ortodoxa
Festividad23 de julio en diócesis de Marsella y 29 de febrero en la Iglesia griega ortodoxa
Juan Casiano o Cassiano (Entre 360 y 365 - ca. 435). Sacerdote, asceta y Padre de la Iglesia. Nació en la actual Dobruja en Rumanía, en la desembocadura del Danubio, aunque es seguro que se formó en Belén y vivió durante siete años como eremita en el desierto de Egipto. Posteriormente recibió el diaconado en Constantinopla de manos de san Juan Crisóstomo, y fue ordenado sacerdote en Roma por el papa Inocencio I.
Hacia 415 fundó la Abadía de San Víctor de Marsella, formada por dos monasterios, uno masculino y otro femenino, para los que escribió sus escritos más importantes: las Institutiones, en las que expone las obligaciones del monje y examina los vicios contra los que ha de estar prevenido; y sus veinticuatro Collationes o Conferencias, en los que, en forma de diálogos con monjes famosos de la antigüedad —como un complemento a las Institutiones— trata diversos aspectos de la vida monacal, alaba la vida eremítica e indica que la vida ascética es la mejor vía para luchar contra el pecado.
Predicó mucho sobre la sexualidad. En la V Conferencia, divide el pecado de la fornicación en tres tipos: el primero consiste en la «conjunción de los dos sexos» (commixtio sexus utriusque); el segundo se comete «sin contacto con la mujer» (absque femineo tactu), lo que llevó a Onán a la condenación; el tercero es «concebido por el pensamiento y el espíritu». 
Por ser el origen de todos los demás pecados, la pareja que forman la gula y la fornicación debe ser arrancada, como si fuese «un árbol gigante que extiende su sombra a lo lejos». En el sistema filosófico de Casiano aquí radica la importancia ascética del ayuno como medio para vencer la gula y atajar la fornicación. Esa es la base del ejercicio ascético.
La fornicación es entre los ocho pecados fundamentales el único que, por ser a la vez innato, natural y corporal en su origen, hay que destruirlo totalmente, como es necesario hacerlo con los vicios del alma, que son la avaricia y el orgullo. Se impone, pues, la mortificación radical que nos permita vivir en nuestro cuerpo previniéndonos de las inclinaciones de la carne. «Salir de la carne permaneciendo en el cuerpo». La castidad era el centro del sistema de Casiano, que obligaba al monje a una represión constante en un estado de agotadora vigilia permanente en cuanto a las más mínimas inclinaciones que se pudieran producir en su cuerpo y en su alma. Velar día y noche; durante la noche para prevenirse del día y de día pensando en la próxima noche. Decía Casiano: «Así como la pureza y la vigilia durante el día predisponen a permanecer casto durante la noche, del mismo modo la vigilia nocturna fortalece el corazón y lo pertrecha de fuerzas que ayudarán a mantener la castidad durante el día.» Tal estado de vigilia suponía la puesta en práctica del proceso de «discriminación», que ocupaba el centro de la técnica casiana de autocontrol de la castidad en seis etapas sucesivas, que sigue usando la Iglesia. Casiano consideraba que se había llegado al culmen del progreso de la castidad cuando no se producían poluciones nocturnas involuntarias.
Sus escritos teológicos influyeron en las doctrinas semipelagianas.

Posteridad

San Benito de Nursia recomendó a sus monjes la lectura de los escritos de Juan Casiano, y los utilizó como fundamento para su regla, donde en ciertos pasajes se repiten casi palabra por palabra pasajes de Casiano y la misma regla afirma que debe ser prolongada por las Conferencias de los Padres y sus Instituciones de Casiano.
Hasta ahora, los monjes de Occidente le han apreciado como uno de los principales maestros de la vida monástica y consideran que les ha permitido beneficiarse de la rica experiencia de los primeros monjes de Oriente.
Después de su muerte, el segundo Concilio de Orange, en 529, condenó el semipelagianismo y dio una formulación teológica de la gracia tal como preconizaba san Agustín. El concilio se pronunció contra los que, como Juan Casiano de Marsella, Vicente de Lerins y Fausto de Riez, daban un papel más importante al libre albedrío.
Esto probablemente explica porqué Juan Casiano no haya sido un santo de la Iglesia católica romana, aunque sí se le venera localmente. Algunas localidades cerca de Lérins llevan su nombre y se le guarda a veces la memoria de su fiesta el 23 de julio en estas villas o en Marsella. Sus escritos, sin embargo, han sido leídos ampliamente en los monasterios de Occidente.
Por el contrario, sí figura en el calendario de santos de la Iglesia ortodoxa donde es muy estimado por sus escritos y por sus opiniones sobre la gracia, en las que los ortodoxos se reconocen, mejor que en las de san Agustín, en las posiciones tradicionalmente enseñadas por los Padres ortodoxos. Así es como monjes (y obispos) ortodoxos a menudo llevan su nombre. Su fiesta se celebra el 29 de febrero (o 28 de febrero en años no bisiestos).

Bibliografía

  • San Juan Casiano: Instituciones. Traducción española por L. y P. Sansegundo, Ed. Rialp, col. Neblí n. 15, Madrid, 1957.
  • San Juan Casiano: Colaciones. Traducción española por L. y P. Sansegundo, Ed. Rialp, col. Neblí nn. 19 y 20, Madrid, 1958 y 1962.
  • Michel Foucault: La lucha por la castidad. En Ph. Ariés, A. Béjin, M. Foucault y otros : Sexualidades occidentales. Paidós. Buenos Aires. 1987.

Enlaces externos

 
 

Juan Casiano

De Enciclopedia Católica

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Monje y escritor ascético del sur de la Galia, primero en introducir las reglas del monacato oriental en Occidente; nació, probablemente, en Provenza hacia el 360 y murió alrededor de 435, probablemente cerca de Marsella. Genadio se refiere a él como escita de nacimiento (natione Scytha), pero se considera que es una afirmación errónea basada en el hecho de que Casiano pasó varios años de su vida en el desierto de Escitia (heremus Scitii), en Egipto. Hijo de padres ricos, recibió una buena educación, y cuando aún era joven visitó los santos lugares en Palestina, acompañado por su amigo Germano, algo mayor que él. En Belén Casiano y Germano asumieron las obligaciones de la vida monástica, pero como ocurre con muchos de sus contemporáneos, el deseo de adquirir la ciencia de la santidad directamente de sus más eminentes maestros, pronto los llevó de sus celdas en Belén a los desiertos egipcios. Antes de abandonar su primera casa monástica, ambos amigos prometieron volver lo antes posible, pero esta cláusula la interpretaron muy ampliamente, puesto que no volvieron a ver Belén hasta siete años después.
Durante su ausencia visitaron a los solitarios más famosos de Egipto por su santidad y se sintieron tan atraídos por sus grandes virtudes que después de conseguir en Belén una extensión de su permiso de ausencia, volvieron a Egipto donde permanecieron siete años más. Fue durante este período de su vida que Casiano recopiló los materiales para sus dos principales obras, “Institutos “y “Conferencias”. Ambos pasaron de Egipto a Constantinopla donde Casiano se convirtió en el discípulo preferido de San Juan Crisóstomo. El famoso obispo de la capital oriental elevó a Casiano al diaconato y le encomendó los tesoros de su catedral. Después de la segunda expulsión de Crisóstomo, Casiano fue enviado a Roma por el clero de Constantinopla para interesar al Papa San Inocencio I a favor de su obispo. Fue probablemente en Roma donde Casiano fue ordenado sacerdote, pues es cierto que al llegar a la Cuidad Eterna aún era diácono. Desde este momento ya no se vuelve a oír sobre Germano, y de Casiano mismo no se conoce nada por la próxima década.
Hacia el 415 estaba en Marsella donde fundó dos monasterios, uno para hombres, sobre la tumba de San Víctor, un mártir de la última persecución cristiana de Maximiano (286-305), y el otro para mujeres. El resto de sus días los pasó en o cerca de Marsella. Su influencia personal y sus escritos contribuyeron mucho a la difusión del monacato en occidente. Aunque nunca fue formalmente canonizado, San Gregorio I Magno lo consideraba un santo, y se cuenta que el Papa Urbano V (1362-1370), quien había sido abad de San Víctor, hizo que se grabaran las palabras “San Casiano” en el relicario de plata que contenía su cabeza. Su fiesta se celebra en Marsella, con octava, el 23 de julio y su nombre se halla entre los santos del calendario griego.
Las dos principales obras de Casiano tratan de la vida cenobítica y de los pecados principales o mortales. Se titulan: "De institutis coenobiorum et de octo principalium vitiorum remediis libri XII" y "Collationes XXIV". La primera fue escrita entre el 420 y 429. Casiano mismo describe la relación entre las dos obras (Instit., II, 9) de la siguiente manera: “Estos libros [Institutos]… tratan principalmente de lo que pertenece al hombre exterior y de las costumbres de los cenobios (es decir, las institutos de vida monástica en común); las otras [las Collationes" o Conferencias) tratan más de la disciplina del hombre interior y la perfección del corazón". Los primeros cuatro libros de los "Institutos” tratan de las reglas que gobiernan la vida monástica, ilustradas con ejemplos sacados de la observación personal del autor en Egipto y Palestina; los ocho libros restantes están dedicados a los ocho principales obstáculos que encuentran los monjes en el camino hacia la perfección: gula, impureza, avaricia, ira, desaliento, accidia (tedio), vanagloria y orgullo. Las “Conferencias” contienen el relato de las conversaciones de Casiano y Germano con los solitarios egipcios, sobre el tema de la vida interior. Lo compuso en tres partes: el primer fascículo (libros I-X) estaba dedicado al obispo San Leoncio de Fréjus y a un monje (luego obispo]] llamado Heladio; el segundo (libros XI-XVII), a San Honorato de Arles y a San Euquerio de Lyon; el tercero (libros XVIII-XXIV), a los “santos hermanos” Joviniano, Minervo, Leoncio y Teodoro.
Ambas obras, especialmente la segunda, fueron muy estimadas por sus contemporáneos y por varios fundadores de órdenes religiosas posteriores. San Benito de Nursia utilizó a Casiano al escribir su Regla y ordenó que se leyeran diariamente en sus monasterios selecciones de las “Conferencias”, a las que llamó espejo del monacato (speculum monasticum). Casiodoro también recomendaba las “Conferencias” a sus monjes, sin embargo con reservas respecto a las ideas del autor sobre el “libre albedrío””. Por otra parte, el decreto atribuido al Papa Gelasio “De recipiendis et non recipiendis libris" (de principios del siglo VI), censura esta obra como “apócrifa” es decir, que contenía doctrinas erróneas. Euquerio de Lyons hizo un resumen de la obra, que ha llegado a nuestros días (P.L., L, 867 ss.).
Una tercera obra de Casiano, escrita hacia 430-431, a petición del archidiácono romano León, que después fue Papa San León I Magno, era una defensa de la doctrina ortodoxa contra los errores de Nestorio: "De Incarnatione Domini contra Nestorium" (P.L., L, 9-272). Parece que se escribió con alguna precipitación y, consiguientemente, no es del mismo valor que las otras del mismo autor. Una gran parte consiste de pruebas, sacadas de la Escritura, la Divinidad de Nuestro Señor y en apoyo del título de María como “Madre de Dios”; el autor denuncia el pelagianismo como fuente de la nueva herejía, que considera incompatible con la doctrina de la Trinidad.
Sin embargo, el mismo Casiano no escapó de la sospecha de enseñanzas erróneas; de hecho, se le considera originador de lo que, desde la Edad Media, se ha conocido como semipelagianismo. En su tercera y quinta, pero especialmente en la décimo tercera, de sus “Conferencias” se hallan puntos de vista de ese estilo atribuidos a él. Preocupado como estaba por las cuestiones morales, exageró el papel del libre albedrío al reclamar que los pasos iniciales hacia la salvación estaban en poder de cada individuo, sin la ayuda de la gracia. La enseñanza de Casiano sobre este punto fue una reacción contra lo que él veía como una exageración de San Agustín en su tratado "De correptione et gratia" respecto al poder irresistible de la gracia y la predestinación. Casiano vio en la doctrina de San Agustín un elemento de fatalismo y mientras trataba de encontrar una via media entre las opiniones del gran obispo de Hipona y Pelagio, presentó ideas que eran solamente menos erróneas que las del heresiarca mismo.
No negaba la doctrina de la caída: hasta admitía la existencia y necesidad de una gracia interior, que apoya a la voluntad para resistir las tentaciones y lograr la santidad. Pero afirmaba que después de la caída aún quedaba en cada alma “algunas semillas de bondad… implantadas por la bondad del Creador”, la que, sin embargo, debe ser “avivada por la asistencia de Dios”. Sin esta ayuda “no serán capaces de conseguir un aumento de la perfección” (Coll., XIII, 12). Por consiguiente “debemos preocuparnos de no referir todos los méritos de los santos al Señor de tal manera que solo atribuyamos a la naturaleza humana lo que es perverso”. No debemos mantener que “Dios hizo al hombre tal que no puede nunca desear o ser capaz del bien, pues de lo contrario no le ha concedido una voluntad libre, si sólo puede querer o ser capaz de lo que es malo” (ibid.).
Los tres puntos de vista opuestos se han resumido de la siguiente manera: San Agustín veía al hombre en su estado natural como muerto, Pelagio como muy sano y Casiano como enfermo. El error de Casiano fue ver un acto puramente natural, que procede del ejercicio del libre albedrío, como el primer paso para la salvación. Casiano no tomó parte en la controversia sobre sus enseñanzas que surgió poco antes de su muerte. Su primer oponente, Tiro Próspero de Aquitania se refiere a él, sin nombrarlo, como hombre de virtudes más que ordinarias. El semipelagianismo fue por fin condenado por el Concilio de Orange en 529.

Bibliografía: La mejor edición de las obras de Casiano es la de PETSCHENIG (Viena, 1886-1888); GIBSON publicó parte de sus escritos en la serie de los Padres Nicenos y Post-Nicenos (Oxford y New York, 1894), XI. Ver también HOLE e Dicc. de Biog. Crist. I, 414 ss. (Londres, 1877); GODET en Dicc. de Teol. Cat. (París, 1906), II, 1824 ss. BARDENHEWER, Les Pères de l'église (París, 1905), II; GRÜTZMACHER en Realencyklopädie f. prot. Theol. (Leipzig, 1897), III, 746 ss.; POHLE en Kirchenlex., II, 2021 ss.; HOCH, Lehre des Johannes Cassianus von Natur und Gnade, etc. (Freiburg, 1896); CHEVALIER, Rep. bio-bibliogr. (Paris, 1905), 796-97.
 
 

Orar con Juan Casiano. Los cuatro pasos de la oración perfecta

Juan Casiano y los cuatro pasos para una oración perfecta
 

Vida

Monje y escritor ascético del sur de la Galia, fue el primero en introducir las reglas del monacato oriental en Occidente. Nació, probablemente, en Provenza hacia el 360 y murió alrededor de 435, probablemente cerca de Marsella (Francia). Hijo de padres ricos, recibió una buena educación, y cuando aún era joven visitó Tierra Santa. En Belén Casiano asumió junto con un amigo las obligaciones de la vida monástica, pero como ocurre con muchos de sus contemporáneos, el deseo de adquirir la ciencia de la santidad directamente de sus más eminentes maestros, pronto los llevó de sus celdas en Belén a los desiertos egipcios. Antes de abandonar su primera casa monástica, ambos amigos prometieron volver lo antes posible, pero esta cláusula la interpretaron muy ampliamente, puesto que no volvieron a ver Belén hasta siete años.
Durante su ausencia, visitaron a los solitarios más famosos de Egipto por su santidad y se sintieron tan atraídos por sus grandes virtudes que después de conseguir en Belén una extensión de su permiso de ausencia, volvieron a Egipto donde permanecieron siete años más. Fue durante este período de su vida que Casiano recopiló los materiales para sus dos principales obras, “Institutos “y “Conferencias”. Ambos pasaron de Egipto a Constantinopla, donde Casiano se convirtió en el discípulo preferido de San Juan Crisóstomo. El famoso obispo de la capital oriental elevó a Casiano al diaconato y le encomendó los tesoros de su catedral. Después de la segunda expulsión de Crisóstomo de su sede constantinopolitana, Casiano fue enviado a Roma por el clero de dicha ciudad para interesar al Papa San Inocencio I a favor de su obispo. Fue probablemente en Roma donde Casiano fue ordenado sacerdote. Desde este momento de Casiano mismo no se conoce nada de su vida hasta la próxima década.
Hacia el 415 estaba en Marsella, Francia, donde fundó dos monasterios, uno para hombres, sobre la tumba de San Víctor (un mártir de la última persecución cristiana de la época), y el otro para mujeres. El resto de sus días los pasó en o cerca de Marsella.
Su influencia personal y sus escritos contribuyeron mucho a la difusión del monacato en occidente. Aunque nunca fue formalmente canonizado, San Gregorio I Magno lo consideraba un santo, y se cuenta que el Papa Urbano V (1362-1370), quien había sido abad de San Víctor, hizo que se grabaran las palabras “San Casiano” en el relicario de plata que contenía su cabeza. Su fiesta se celebra en Marsella el 23 de julio y su nombre se halla entre los santos del calendario griego.

Aportación para la oración

Es el gran compilador de todas las enseñanzas de los monjes del desierto en Oriente. De sus años en contacto con la sabiduría de esos hombres sacó diversas enseñanzas sobre la oración.

Antigua cartuja Scala Dei (Priorat, Tarragona - España- )
Para Casiano, en la oración es en donde mejor se manifiesta la acción de Dios sobre el hombre, junto con el esfuerzo del hombre por encontrar a Dios. Los dones que Dios da complementan y perfeccionan la obra esbozada por el esfuerzo del hombre ayudado por la gracia de cada día. La oración es tan importante, que ninguna virtud puede alcanzar si no es con la perfección de la oración.
Ahora bien, esta perfección en la oración requiere un camino que todo cristiano debe seguir. Un camino que Casiano nos presenta en cuatro peldaños de una escalera, que, a su vez, son cuatro formas de oración:
a. La petición de perdón por los pecados cometidos: ésta conviene a los que están iniciando un camino de oración, pues aún se siente a flor de piel el remordimiento por las propias faltas.
b. La ofrenda de buenas resoluciones a Dioses cuando ya se ha avanzado en el camino espiritual y se le ofrece a Dios propósitos diarios de enriquecimiento interior, sobre todo buscando imitarlo a Él.
c. La oración de petición, fruto del celo por la salvación de las almas: cuando uno cumple las promesas que arriba ha propuesto a Dios, el alma se siente atraída, por su propia caridad, a pedir por los demás, de manera que puedan acercarse a Dios. 
d. La acción de gracias por los beneficios presentes, pasados y futuros: una vez que uno ha arrancado de su corazón todo lo que pueda alejarle de los dictámenes de su conciencia, se quedan contemplando todas las gracias que Dios le ha dado y se abandonan a los impulsos que esta contemplación les lanza, dirigiéndolos a Dios.
Es a través de estos cuatro pasos -de estos cuatro modos de oración- que el alma alcanza esa perfección: una perfección que no es sino unirse con Dios y vivir con amor lo que Él nos va pidiendo cada día.

San Juan Casiano, abad
fecha: 23 de julio
n.: c. 360 - †: c. 435 - país: Francia
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Juan Casiano, presbítero, que fundó un monasterio para varones y otro para mujeres, y como fruto de su larga experiencia en la vida monástica escribió para los monjes dos obras: Instituciones Cenobíticas y Conferencias de los Padres.
refieren a este santo: San Fausto de Riez, San Leoncio de Frejus

El patriarca de la vida monástica, a quien se llama simplemente Casiano, nació hacia el año 360, probablemente en Dobruja, ciudad de Rumania. No es imposible que haya luchado contra los godos en la batalla de Andrinópolis. Alrededor del año 380, partió con un amigo suyo llamado Germán, a visitar los Santos Lugares. Ambos se hicieron monjes en Belén. Pero en aquella época, el centro de la vida contemplativa era Egipto. Así pues, los dos amigos se trasladaron allá y visitaron uno a uno en la soledad a los famosos santos varones «que estaban llamados a desempeñar una alta misión en el mundo: no sólo la de orar por él, sino la de edificar e instruir a las generaciones futuras» (Ullathorne). Durante algún tiempo, Casiano y Germán llevaron vida eremítica bajo la dirección de Arquebio. Después, Casiano se trasladó al desierto de Esquela para hablar con los anacoretas que habitaban en cuevas excavadas en la ardiente roca y para vivir en los «cenobios» o monasterios de los monjes. No sabemos por qué razón, Casiano emigró a Constantinopla hacia el año 400. Ahí fue discípulo de san Juan Crisóstomo, quien le confirió el diaconado. Cuando se depuso al gran santo, contra todas las leyes canónicas y contra toda justicia, Casiano fue uno de los legados enviados a Roma para defender la causa del arzobispo ante el papa san Inocencio I. Tal vez en Roma recibió la ordenación sacerdotal, pero no volvemos a saber nada de él hasta que le encontramos en Marsella, varios años después.

Ahí fundó Casiano dos monasterios: uno para monjes, en el sitio en que había sido sepultado el mártir san Víctor, y otro para religiosas. Casiano y sus monasterios habían de irradiar en el sur de la Galia el espíritu y el ideal ascético de Egipto. Para guía e instrucción de sus discípulos, Casiano compuso sus «Conferencias» o «Colaciones» y las »Reglas de la vida monástica». Ambas obras estaban destinadas a ejercer una influencia inmensamente mayor de lo que su autor pudo sospechar. En efecto, san Benito las recomendó, junto con las «Vitae Patrum» y la Regla de San Basilio, como la mejor lectura que sus monjes podían hacer después de la Biblia. También es sensible la influencia de Casiano en la Regla de San Benito y en su espiritualidad, de suerte que puede decirse que Casiano influenció a la cristiandad entera a través de San Benito. En los cuatro primeros libros de las «Reglas de la vida monástica» describe la forma de vida que deben llevar los monjes; el resto de la obra está consagrado a las virtudes que deben tratar de adquirir y a los pecados mortales en los que más peligro tienen de caer. Casiano dice en el prefacio de dicha obra: «No voy a describir milagros y prodigios ni a contar anécdotas. Porque, aunque mis mayores me contaron muchas cosas increíbles y aunque me ha sido dado presenciar algunas con mis propios ojos, el repetirlas produce simplemente asombro en el lector, pero no contribuye a instruirle en el camino de la perfección». Tal sobriedad es característica de Casiano.

Nunca hubo un acto formal de aprobación del culto de Casiano, pero en la tradición monástica siempre fue tenido como santo, e incluso el papa san Gregorio Magno habla de él como santo. No estaba incluido en el Martirologio Romano anterior posiblemente porque en época del Card. Baronio se le consideraba como el iniciador y el principal exponente de las enseñanzas que ahora se conocen con el nombre de «semipelagianismo». Casiano expuso su teoría en su tratado «Acerca de la Reprobación y de la Gracia», en el curso de una controversia acerca de san Agustín; basándose en dicho tratado, se puede tachar a Casiano de «anti-agustinista», pero no de semipelagiano. El santo pasó todo el resto de su vida en Marsella, donde murió hacia el año 433. Los bizantinos celebran su fiesta el 29 de febrero. El Martirologio Romano actual reivindica su figura inscribiéndolo en el catálogo, lo que equivale informalmente a una aprobación del culto.

No existe ninguna biografía contemporánea de Casiano; pero en Acta Sanctorum, julio, vol. V, se encontrarán muchos documentos referentes a él. Véase también la introducción a la edición de sus obras, hecha por Petschening, en el Corpus script. eccl lat. de Viena. Muchos de los autores que escriben sobre los orígenes del monaquismo aluden frecuentemente a Casiano; por ejemplo, Herwegen, Albers y C. Butler. En los últimos años, se ha escrito mucho sobre el santo: cf. L. Cristiani, Cassien (2 vols., 1946), y la obra de O. Chadwick, John Cassian (1950), que es todavía mejor que la anterior desde el punto de vista biográfico y contiene una bibliografía muy completa.
En la Biblioteca de ETF hay una buena versión castellana de las Colaciones.
Imagen: iluminación para la edición de las Colaciones, París, 1498.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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