miércoles, 17 de julio de 2013

El primer viaje apostólico de Francisco: Lampedusa



El Papa que sueña una Iglesia pobre y para los pobres
Bajó del avión llevando una sonrisa a la isla de las lágrimas. Un viaje que representa el programa de la "Iglesia pobre y para los pobres". Las periferias geográficas y existenciales, con Francisco, se convierten en el corazón de la Evangelización y en el epicentro simbólico del Pontificado.

Al llegar a la isla siciliana, bautizada "puerta de Europa" y que ha acogido durante los años a miles de inmigrantes, Bergoglio fue acogido por el Arzobispo de Agrigento, Francesco Montenegro, y por el alcalde Giusi Nicolini.

Entre los momentos más significativos del viaje, y de enorme valor simbólico para el Pontífice, cuando arrojará al mar de la isla una corona de flores para recordar a todos los que han perdido la vida durante las travesías mediterráneas en busca de una vida mejor. El Papa tendrá un encuentro en Punta Favarolo con los inmigrantes y con los habitantes de Lampedusa y Linosa. Después celebrará la misa en el campo deportivo en Arena. Poco antes de las 14 hrs. regresará a Roma.

Una homilía afilada como una larga hoja en contra de la indiferencia y el egoísmo, clímax de un rito penitencial con alusiones evangélicas a la "masacre de los inocentes" y oraciones por los muertos en el Mediterráneo. Resuenan las palabras del Génesis sobre Caín y Abel. Francisco celebra el funeral de las 25 mil víctimas de los "viajes de la esperanza". Desde una embarcación, Bergoglio arroja una corona de flores al mar de la "Puerta de Europa", después abraza a los prófugos en el muelle, celebra la misa en el campo deportivo y se dirige a descansar brevemente a la Iglesita de San Geraldo.

Este primer viaje del Pontificado del Papa latinoamericano marcó su rumbo hacia los muertos sin nombre, hacia los innumerables prófugos sin casa y hacia toda esa gente que ha sido capaz de acogerlos y de compartir con ellos lo poco que tiene. Hoy Lampedusa, extremo sur de Italia, símbolo para Europa y para el mundo entero del drama de los millones de personas que cada año dejan sus tierras debido a conflictos o persecuciones, abraza a Francisco.

El Papa que sueña una "Iglesia pobre y para los pobres" ha elegido a los inmigrantes y a la población que lleva sobre sus hombros el peso de la acogida. Un programa sobrio, porque el Pontífice no quiso hacer gastos extraordinarios. Las únicas autoridades presentes serán el alcalde Nicolini y el arzobispo de Agrigento, Montenegro. 90 migrantes acogen al Papa, unos cuarenta en el muelle Favarolo y otros cincuenta en la misa. La mayor parte proviene de Eritrea y muchos son cristianos. El emblema de la visita es la corona de flores que arrojará al mar, para recordar a los demasiados muertos sin nombre que se ha tragado el mar entre África y Europa. Por lo menos 25 mil en 20 años. Francisco les pide perdón en nombre de la Iglesia y del mundo.


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