lunes, 15 de julio de 2013

El Espíritu Santo en la Biblia

       

 


stained-glass-behind-the-altar-10ft-wing-span-vatican-cityA lo largo de estos enlaces veremos como el Espíritu Santo se manifiesta y se expresa en el Antiguo Testamento. Leyendo la Escritura el Espíritu nos descubre las amonestaciones o las promesas que merece nuestra conducta. Pero también, en el Nuevo Testamento, comprobamos que el Espíritu Santo es el Espíritu de Cristo vivo, que construye su Iglesia
ANTIGUO TESTAMENTO
NUEVO TESTAMENTO
Se acabó nuestro recorrido a través de la biblia. Hemos dejado muchos textos importantes pero en los que hemos estudiado se vislumbran las líneas generales de lo que es la vida cristiana «en el Espíritu».
No queremos despedir este trabajo sin un último apunte acerca de la evolución cronológica del lenguaje cristiano a la hora de revelar la experiencia del Espíritu Santo:
  • El lenguaje espontáneo y dinámico de Pablo sigue estando todavía cerca de la vida palpitante de las primeras comunidades. En él, no siempre se distinguen las actividades de Cristo y las del Espíritu: vivir en Cristo es también vivir en el Espíritu.
  • En el evangelio de Marcos, el Espíritu sigue siendo muy discreto: dentro de la línea del Antiguo Testamento, es la fuerza de Dios que libera al hombre de los malos espíritus.
  • En Lucas, por el contrario, el Espíritu está continuamente presente y operante, desde el evangelio de la infancia que anuncia el misterio pascual. Manifiesta a Jesús como el Hijo de Dios, hasta el acontecimiento de pentecostés en donde la iglesia nace de la resurrección de Jesús. A lo largo de los relatos de los Hechos, verdadero «evangelio del Espíritu Santo», es él el que suscita y propulsa a los testigos de Cristo. A través de las crisis, los conflictos y los bloqueos, asegura la expansión y la comunión de las iglesias dispersas. Lucas hereda el lenguaje de las iglesias paulinas, pero destaca la acción del Espíritu en las comunidades más bien que en cada uno de los cristianos.
  • El evangelio de Juan atestigua una experiencia muy distinta. La personalidad del Espíritu paráclito queda fuertemente marcada en sus discursos: es «la actualidad de Cristo», ya que prosigue en cada creyente la obra de revelación que comenzó Jesús, el que lo envió. El es el que hace acoger en la fe la palabra del Hijo venida del Padre. El dirige a cada uno hacia la verdad entera, desplegando las riquezas de la palabra hecha carne.
  • Al final del Apocalipsis, cuando se cierra el libro y alcanza al presente de cada generación cristiana, el Espíritu hace brotar la plegaria impaciente hacia el horizonte de nuestras vidas:
El Espíritu y la esposa dicen: «iVen!».
El que oye diga: «iVen!».
Amén. ¡Ven, Señor Jesús!
(Ap 22, 17.20)

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