sábado, 13 de julio de 2013

El Discernimiento de Espíritus ( 1 Jn 3, 24-4,6)

      

 


Pentecostés
Texto a estudiar 1 Jn 3, 24-4, 6
3,24 Por esto sabemos que mora en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.
4,1 Queridos, no os fieis de cualquier espíritu, sino probad los espíritus rara ver si vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han venido al mundo. Reconoced en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en la carne es de Dios, 3 y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios, es el espíritu del Anticristo.
Habéis oído decir que iba a venir; pues bien, ahora está ya en este mundo.
4 Vosotros, hijitos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues aquel que está en vosotros es mayor que el que está en el mundo.
5 Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha.
6 Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha; el que no es de Dios no nos escucha. En eso reconocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.
Familiarizados con el cuarto evangelio, los cristianos de las comunidades de Juan han oído esta palabra de Jesús: «No os dejaré huérfanos… El paráclito, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que os he dicho» (Jn 14, 18.26), En adelante, viven del Espíritu de Jesús, que éste les ha transmitido en la resurrección (Jn 20, 22).
Pero, ¿qué significa «escuchar al Espíritu»?, No es posible que cada uno defina a su antojo cómo ha de vivir el evangelio, cuál es el «espíritu» según el cual hay que obrar. ¿Y qué hacer para no dejarse seducir por palabras ilusorias, por espejismos, que se parecen tanto al evangelio que es posible engañarse?
Las cartas de Juan nos muestran cómo los responsables de las comunidades velaban por mantener la palabra recibida, tal como fue enseñada desde el principio. Sienten la preocupación de discernir, en iglesia, qué es lo que significa vivir según el Espíritu que se ha dado.
Los textos sobre el Espíritu no son numerosos (3, 24; 4, 1.1.2.2.3.3.6.6.13; 5, 6.6.8). A este conjunto de pasajes en los que aparece la palabra «espíritu», conviene añadir el texto sobre la unción (1 Jn 2, 20.37). La unción es la palabra de Dios, transmitida por Jesús, que penetra en los corazones y los empapa bajo la acción del Espíritu Santo.
El texto sobre el discernimiento de espíritus (1 Jn 3, 24-4,6) reviste una importancia especial en el contexto de finales del siglo I. Además, se trata de un pasaje al que remiten los demás:
  •  4,13 forma una inclusión con 3, 24: repetición de un mismo versículo. Para un análisis más completo, habría que tener en cuenta la sección 3, 24-4, 13;
  •  en 5, 6.8, el autor hace referencia al testimonio del agua, de la sangre y del Espíritu. Remite al evangelio de Juan en 19,34-35: el episodio de la lanzada en el costado del Señor. Allí, los testigos de la muerte de Jesús son la sangre, el agua y el discípulo que vio y que da testimonio para que todos crean sobre la base de su testimonio. En la primera carta de Juan, el testimonio del discípulo se convierte en testimonio en el Espíritu. Es urgente para las primeras comunidades cristianas definir, en esa iglesia que está ya tomando forma, cuál es el testimonio en el Espíritu, discernir el verdadero Espíritu.
Para el análisis del texto, vamos a proceder en tres etapas:
  1. ¿qué significa “discernimiento de espíritus”?;
  2. la confesión de Cristo: una fórmula de fe;
  3. el reconocimiento del Espíritu en la vida de amor según Dios.

EL DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS

¿El Espíritu o el espíritu?

Lo mismo que en el resto de la carta, el autor procede por medio de palabras-gancho. En 3, 24, la palabra espíritu (pneuma) provoca el inciso 4, 1-4,6, centrado en la cuestión del discernimiento de espíritus. En este inciso aparece 7 veces la palabra espíritu. Pero ¿de qué espíritu se trata? Aquí está el nudo de la cuestión. Si comprobáis las diversas traducciones, veréis cómo vacilan entre la mayúscula y la minúscula.
-          La expresión que encuadra el inciso en 3, 24 y en 4, 13 es: «el Espíritu dado por Dios» .
-          En el inciso 4, 1-4,6, se trata concretamente de discernir si uno es fiel o no al Espíritu que se ha dado. Por tanto, conviene mantener la minúscula, como lo hace la Biblia de Jerusalén (véase nuestra traducción).

- ¿De qué espíritu sois?

¿Cómo reconocer bajo sus apariencias a los falsos profetas? El autor de la carta pone en guardia a sus lectores: hay toda clase de espíritus. No hay que prestar fe a uno cualquiera de ellos, sino que hay que distinguir:
• a los que confiesan a Jesús venido en carne. Estos son fieles al evangelio de Juan. Reconocen al Verbo hecho carne (Jn 1, 14). Son de Dios (v. 2);
• pero frente a ellos están los que no confiesan a Jesús como es debido (v. 3). Para anunciar el evangelio, utilizan ciertas palabras que no son conformes con el evangelio recibido y enseñado en la comunidad. Estos dividen a Jesús; en el v. 3 se puede leer igualmente: «todo espíritu que disuelve (o destroza) a Jesús». Se trata probablemente de aquellos que pretenden que Jesús no tenía más que las apariencias de hombre. Es la herejía que se conoce con el nombre de docetismo (del griego dokeo = parecer), combatida en la primera carta a los corintios y en los escritos de Juan. Hay que denunciar esta obra del espíritu del Anticristo que sumerge al mundo en el error. Esos no son de Dios, afirma el autor de la carta con toda seguridad.

CONFESAR A JESÚS, EL CRISTO

La enseñanza del evangelio y las confesiones a propósito de Cristo no se dejan al arbitrio y al gusto de cada uno. El responsable de la comunidad tiene la función de regularlo todo (véase el testimonio que se da en 1, 1-5). No todas las confesiones de fe son aceptables. La confesión de Cristo venido en carne es una base indispensable fuera de la cual no puede haber fe cristiana. Pero ¿se trata simplemente de enunciar unas fórmulas de fe? ¿Qué significa «confesar a Cristo venido en la carne»? ¿Cómo reconocer allí la obra del Espíritu de la verdad?
Una mirada sobre el conjunto de la carta podría hacernos creer que la fe cristiana consiste en enunciar fórmulas. Las expresiones del tipo «el que confiesa que…» o «el que no confiesa que…» se cruzan entre sí. Pero no hemos de engañarnos. El texto que estamos estudiando demuestra que la adhesión a Jesucristo es algo muy distinto de un baile de fórmulas. Dentro de la secuencia 4, 1-6, destaca una sección central que no contiene la palabra «espíritu»; está organizada en torno a tres declaraciones que es posible distinguir a partir de los pronombres «vosotros», «ellos», «nosotros».

- Ser de Dios / Ser del mundo

El discernimiento de espíritus implica una decisión de todo el ser. El espíritu al que nos adherimos atestigua nuestra pertenencia a Dios o al mundo. En los textos de Juan, el «mundo» se opone frecuentemente a Dios: es el mundo que le rechaza, el mundo de la no-fe.

- Vosotros…, ellos…, nosotros…

En toda la carta, el autor utiliza el estilo de la amonestación. Procede en tres etapas:
  • Vosotros: En un primer tiempo, se dirige a los destinatarios para recordarles su condición de cristianos, su pertenencia fundamental: vosotros sois de Dios. Lo hace refiriéndose al evangelio: Jesús dio a los que creen la facultad de convertirse en hijos de Dios (Jn 1, 13).
  • Ellos… : Sin embargo, ser de Dios no significa ser una divinidad. Existe siempre el mal y la mentira bajo diversas formas, con su poder de seducción. Allí están ellos, los falsos profetas, los anticristos, el espíritu del error, para extraviar a los hombres.
  • Nosotros: Con buen tino pedagógico, el autor propone entonces a sus lectores que sigan la enseñanza dada por aquellos que anuncian fielmente el evangelio: «nosotros». Siguiendo esta enseñanza, se conoce a Dios. Así serán de Dios.

RECONOCER EL ESPÍRITU QUE SE HA DADO

En cada ser humano hay una tendencia que lo inclina hacia el bien o hacia el mal. (…) En el mundo, e incluso en cada uno de los hombres, se oponen los dos espíritus: el espíritu de la verdad y el espíritu de la mentira. El autor de 1 Jn conoce esta tradición y la adapta a su exposición.
Los cristianos son ciertamente de Dios. Se trata de una seguridad fundamental. Cristo ha obtenido definitivamente la victoria (1 Jn 4,4; Jn 16,33). El Espíritu de Dios ha sido dado (1 Jn 3, 24 y 4,13: los dos versículos que encuadran el texto estudiado). Pero la pertenencia a Dios no se ha realizado de una vez para siempre. Toda vida cristiana se caracteriza por el discernimiento del Espíritu.
Los verbos relativos al Espíritu en el texto que estudiamos ponen especialmente de relieve el progreso en el camino: creer en el espíritu, estimar-valorar el espíritu, conocer o mejor dicho reconocer el espíritu, el espíritu que confiesa opuesto al espíritu que divide.
Reconoced el Espíritu. Confesar a Jesucristo exige un compromiso en conformidad con el Espíritu recibido. Para la comunidad de Juan, esto significa manifestar muy en concreto que el amor de Cristo está entre nosotros. Como demuestra la continuación del pasaje sobre el espíritu, lo esencial es el amor: la palabra-gancho que sigue a la sección sobre el espíritu es el «amor» (agapé) (4, 7-5, 3).
Reconocer el Espíritu que se nos ha dado no es solamente pronunciar una fórmula, Sino discernir en nuestra vida los caminos del Espíritu que exige amar a los hermanos.

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