lunes, 8 de julio de 2013

"El corazón del mensaje de Dios es la misericordia"

 

El corazón del mensaje de Dios es la misericordia. Este fue el mensaje central del papa Francisco hoy en la misa en Santa Marta, comentando el evangelio de la llamada de Mateo. Concelebró el cardenal Jorge Liberato Urosa, arzobispo de Caracas, en el día de la fiesta nacional de Venezuela. Según informa Radio Vaticana, estaba presente un grupo de empleados de la Gobernación del Vaticano.

Una mirada, una llamada

"Quiero misericordia y no sacrificio": el papa repite las palabras de Jesús a los fariseos que critican al Señor porque come con los pecadores. Y los publicanos –explica, "eran doblemente pecaminosos, porque estaban apegados al dinero e incluso eran traidores a la patria", al ser quienes recogían los impuestos de su pueblo para los romanos. Jesús, por lo tanto, ve a Mateo, el recaudador de impuestos, y le mira con misericordia:

"Y a aquel hombre, sentado en el banco de impuestos, en un primer momento Jesús lo mira y este hombre siente algo diferente, algo que no sabía --la mirada de Jesús sobre él--, siente un estupor por dentro, escucha la invitación de Jesús: ‘¡Sígueme! ¡Sígueme!'. Y en ese momento, se vuelve un hombre lleno de alegría, pero también un poco dubitativo, por que está muy apegado al dinero. Y bastó solo un momento a solas --que sabemos cómo logró expresarlo el Caravaggio: aquel hombre que miraba, pero que también, con sus manos, tomaba el dinero--, para que Mateo diga sí, deje todo y se vaya con el Señor. Es el momento de la misericordia recibida y aceptada: ‘¡Sí, voy contigo!’. Es el primer momento del encuentro, una experiencia espiritual profunda".

Recordar el primer encuentro

"Luego viene un segundo momento: la fiesta", "el Señor hace fiesta con los pecadores": se celebra la misericordia de Dios, que "cambia la vida". Después de estos dos momentos, el estupor del encuentro y la fiesta, viene "el trabajo diario", el anuncio del evangelio:

"Este trabajo debe ser alimentado con el recuerdo de aquel primer encuentro, de aquella fiesta. Y esto no es un momento, es un tiempo: hasta el final de la vida. La memoria. ¿Memoria de qué? ¡De aquellos hechos! ¡De ese encuentro con Jesús que cambió mi vida! ¡Cuando tuvo misericordia! Que ha sido muy bueno conmigo y también me dijo: '¡Invita a tus amigos pecadores, para que hagamos fiesta!'. Ese recuerdo le da fuerza a Mateo para seguir adelante. ‘¡El Señor me ha cambiado la vida! ¡Me encontré con el Señor '. Recordar siempre. Es como soplar sobre las brasas de aquella memoria, ¿verdad? Soplar para mantener el fuego, siempre".

En las parábolas evangélicas se habla de la negativa de muchos invitados a la fiesta del Señor. Por lo que Jesús se fue a "buscar a los pobres, a los enfermos, e hizo fiesta con ellos".

"Y Jesús, continuando con esta costumbre, celebra con los pecadores y ofrece a los pecadores la gracia. ‘Quiero misericordia, y no sacrificios. No he llegado, por cierto, a llamar a los justos, sino a los pecadores’. ¡Quién se cree justo, que se cocine su propio caldo! Él ha venido por nosotros, pecadores, y esto es lo bello. Dejémonos mirar por la misericordia de Jesús, ¡hagamos fiesta y tengamos memoria de esta salvación!".

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