lunes, 8 de julio de 2013

EL ÁRBOL DE LA VIDA y EL DEL CONOCIMIENTO



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Ese árbol prefiguraba la Cruz de Cristo. Y Cristo mismo - Sabiduría del Padre, era el fruto. 
Así lo canta el himno de la liturgia del Viernes Santo: "Dulce leño, dulces clavos, dulce peso el que sostienen". El Himno canta al cuerpo de Cristo como al fruto del Árbol de la Vida, que ahora se ofrece a todos para participación en la vida Eterna. 

Yendo ahora a responder su pregunta, le adelanto que la misma Sagrada Escritura se refiere a ese árbol de la vida  un solo árbol, que es también el árbol del conocimiento del bien y del mal. 

Entonces, se preguntará, ¿cómo entender la repetición en Génesis 2, 9 "el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal"?
Esta repetición es  un recurso estilístico llamado "paralelismo" que caracteriza la literatura hebrea tanto bíblica como extra bíblica.

En este caso al que usted se refiere, es una manera redundante de referirse a un mismo árbol con dos atributos distintos aplicado al mismo sujeto, y enunciando dos veces también el sujeto (el árbol).
Los dos atributos (la vida y el conocimiento) son de alguna manera complementarios y explican dos aspectos del mismo sujeto (el árbol).

Árbol de la vida divina y árbol del conocimiento divino.  
El mismo árbol representa las dos cosas. Representa la vida divina y el conocimiento divino.


Y no es nada extraño. Porque, un  solo Dios es a la vez vida, sabiduría, vida y amor.

Hablando de este único Dios, comprendemos inmediatamente que, cuando decimos "El Dios de los vivos y el Dios de los muertos" nos referimos a un solo Dios. Y así podríamos decir: "El Dios viviente, el Dios sabio, Dios Amor. O podemos decir que "es el Dios de la Sabiduría y el Dios del Amor".

¿Cuándo nos dice la Sagrada Escritura que se trata de un solo
 y mismo árbol de la vida divina?

Más adelante, en efecto, en Génesis 2,17 y en 3, 3. 5. 6.11 y 12, es cuestión de un solo árbol.

"De cualquier árbol del jardín puedes comer mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás…" (2, 17)
"Del fruto del árbol que está en medio del jardín ha dicho Dios no comáis (3,3)
"Replicó la serpiente… Es que Dios sabe que el día que comáis de él…" (3,5)
"Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer… tomó de su fruto y comió" (3,6)
"¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer? (3, 11)
"La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí" (3,12)

En todos casos se ve claro que la Sagrada Escritura se refiere al árbol de los frutos prohibidos como a un solo árbol: Un único árbol, que es a la vez de la vida y el árbol del conocimiento, e el árbol que está plantado en el medio del jardín del Edén.

La VIDA divina es a la vez AMOR y SABIDURÍA. 
En Dios poder, amor, sabiduría, son su vida, vida eterna, vida divina.
Vida de la cual la vida humana es solamente imagen y semejanza.

Se trata del árbol - uno solo -, de la VIDA y del CONOCIMIENTO divinos.
o sea de la vida de Dios que es doble: "Amor y conocimiento". 
Y así se lo entiende al repetir que es el árbol de la vida y el árbol del conocimiento.

¿Y por qué se tomar sus frutos para comer?
 
Porque, por ser el árbol de LA VIDA DIVINA, del conocimiento divino y del amor divino, por ser Dios mismo, el hombre no puede apoderarse por sí mismo de su fruto, ni arrebatarlo, sino que debe recibir a Dios como Don de Dios. Debe recibir el fruto como don, regalo, gracia, cuando y si Dios y como Dios quisiese darse a su creatura. 

Si no es lícito querer apoderarse del amor de otro ser humano, ni invadir su conciencia para averiguar sus pensamientos, sino que nos debe ser concedido libremente el acceso a ellos, menos lícito es, todavía, intentar y atentar apoderarse de lo que es de Dios, su vida, su amor su sabiduría; disponer por mí mismo de Dios mismo.

Recordemos que el varón y mujer - como se nos relata en el capítulo primero del Génesis - habían sido creados a imagen y semejanza de Dios. Hechos a imagen de Dios y para ir creciendo en semejanza hasta unos límites de asemejamiento que sólo Dios conocía.

El primer varón y la primera mujer tenían como don creatural ser, precisamente unidos como varón + mujer, la imagen de Dios que es Sabiduría + Amor; Logos + Agapé. 

Ellos estaban llamados a ir creciendo en semejanza, pero como un don creado, no por usurpación soberbia y sin la mediación de un acto de donación por parte de Dios. 

Y para permanecer siendo simplemente imagen debían permanecer unidos: varón + mujer, Logos + Agapé; Conocimiento + Amor. La separación de ambos destruiría no solamente la semejanza sino también la imagen. Y eso es lo que intenta lograr la Serpiente ya desde el mismo comienzo de la historia de la humanidad: Ya que no puede tocar a Dios mismo, puede querer partir por el medio su foto, su imagen.

Por eso, los Santos Padres han visto en la Cruz de Cristo ese Árbol de la Vida y de la Sabiduría. Porque ha sido en la Cruz donde se nos han entregado el amor y la sabiduría del Padre en el cuerpo y la sangre del Verbo hecho hombre. 

¡Qué terrible! Nuestra Madre Eva se quiso apoderar del fruto antes de que le fuera ofrecido, ¡peor aún! cuando aún estaba prohibido hasta que fuera dado.

¡Qué terrible! Los hijos de Eva, hoy, desprecian el Fruto que colgó del madero. ¿Cuándo? Cuando Cristo les dice "Tomad y comed… tomad y bebed". 
La Eucaristía es el fruto del árbol de la vida, del árbol del amor y de la sabiduría divina.

¿Y de dónde sacamos que la vida de Dios sea sabiduría y amor? 
Lo vemos en la misma Sagrada Escritura, en el relato del primer capítulo. Allí leemos que Dios crea con el poder de su palabra, de su Logos. Y que, inmediatamente, declara bueno lo creado, lo ama.  
San Juan nos revela que es el Verbo el creador de todas las cosas sin cuya acción nada fue creado. Él nos dice también que "En él estaba la Vida". 

Jesús nos ha revelado que Dios Padre es el Dios viviente, la Fuente de la Vida. 
Y él se nos ha revelado como el Hijo, Palabra, Logos, Sabiduría del Padre.
Y él nos ha dado al Amor ( al Espíritu Santo) que es la misma vida del Padre, que nos alcanza a través del Hijo hecho hombre. Porque el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.

Este misterio de las Tres Personas en Dios, está prefigurado y oculto ya en el relato de la creación cuando Dios (el Padre) crea con su Palabra Poderosa y sabia (su Logos, su Verbo, el Hijo). ¿Y el Amor? ¿Y el Espíritu Santo? Se prefigura y revela como amor en la afirmación de que todo lo creado es bueno: "Y vio que era bueno".
Contemplando lo creado por el Padre y el Hijo, el Espíritu se complace y ama, declara bueno todo lo creado. Es un solo Dios que crea sabia y poderosamente y que declara bueno y ama lo que acaba de obrar su sabiduría.

Amar es decir "Es bueno que existas", es afirmar la bondad del ser. 
Así lo explica Josef Pieper en su ensayo sobre el Amor. 
La sabia palabra de Dios, su Logos crea. 
Y su Espíritu Santo envuelve en su amor lo creado por el Logos.

Pero ambos, Logos y Espíritu de Amor proceden del Padre, fuente de la vida divina. 
La vida divina, en efecto, consiste en esas dos procesiones, la del Verbo y la del Espíritu Santo. La sabiduría y el amor. Pero el Espíritu Santo, el amor, no procede directamente del Padre, como procede el Verbo, sino que el Espíritu Santo procede del Padre a través del hijo.

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