SOBRE
LITURGIA
Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia
216. A lo largo de los siglos, los fieles han traducido en expresiones de piedad las convicciones de fe respecto al ministerio de los Ángeles: los han tomado como patronos de ciudades y protectores de agrupaciones; en su honor han levantado santuarios famosos, como Mont-Saint-Michel en Normandía, san Michele della Chiusa en Piamonte y san Michele al Gargano en Puglia, y han establecido días festivos; han compuesto himnos y ejercicios de piedad.
En particular, la piedad popular ha desarrollado la devoción al Ángel Custodio. Ya san Basilio Magno (+379) enseñaba que "todo fiel tiene a su lado un Ángel como protector y pastor, para llevarlo a la vida". Esta antigua doctrina se fue consolidando poco a poco desde sus fundamentos bíblicos y patrísticos, y dio origen a diversas expresiones de piedad, hasta encontrar en san Bernardo de Claraval (+1153) un gran maestro y un apóstol insigne de la devoción a los Ángeles Custodios. Para él son demostración de que "el cielo no descuida nada que pueda ayudarnos", por lo cual pone "a nuestro lado estos espíritus celestes para que nos protejan, nos instruyan y nos guíen".
La devoción a los Ángeles Custodios da lugar también a un estilo de vida caracterizado por:
- devoto agradecimiento a Dios, que ha puesto al servicio de los hombres espíritus de tan gran santidad y dignidad;
- actitud de compostura y piedad, motivada por la conciencia de estar constantemente en presencia de los santos Ángeles;
- serena confianza, incluso al afrontar situaciones difíciles, porque el Señor guía y asiste al fiel en el camino de la justicia también mediante el ministerio de los Ángeles.
Entre las oraciones al Ángel Custodio está particularmente extendida la oración Angele Dei, que en muchas familias forma parte de las oraciones de la mañana y de la tarde, y que en muchos lugares se une también al rezo del Ángelus.
CALENDARIO
14 + XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Misa del Domingo (verde).
ve MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. III.
- Dt 30, 10-14. El mandamiento está muy cerca de ti, para que lo cumplas..
- Sal 68. R. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
o bien: Sal 18. R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
- Col 1, 15-20. Todo fue creado por él y para él.
- Lc 10, 25-37. ¿Quién es mi prójimo?
La lección del samaritano y de Jesucristo. La primera lectura invita a recordar y practicar el mandamiento de Dios (1 Lect.). El evangelio subraya quién es nuestro prójimo. Ayudar al próximo es colaborar en la construcción de una sociedad fundamentada en el amor (Ev.). Cristo, que vino de lo alto, se acercó amorosamente a la humanidad caída, como buen samaritano, para redimirla en la cruz (2 Lect.).
* Hoy no se permiten las Misas de Difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum.
Martirologio: elogs. del 15 de julio, pág. 419.
CALENDARIOS: Religiosos Camilos: San Camilo de Lelis, presbítero (S).
TEXTOS MISA
Del Catecismo de la Iglesia Católica
La caridad
1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
1823 Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos "hasta el fin" (Jn 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: "Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor" (Jn 15, 9). Y también: "Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado" (Jn 15, 12).
1824 Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: "Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor" (Jn 15, 9-10; cf Mt 22, 40; Rm 13, 8-10).
1825 Cristo murió por amor a nosotros cuando éramos todavía enemigos (cf Rm 5, 10). El Señor nos pide que amemos como él hasta nuestros enemigos (cf Mt 5, 44), que nos hagamos prójimos del más lejano (cf Lc 10, 27-37), que amemos a los niños (cf Mc 9, 37) y a los pobres como a él mismo (cf Mt 25, 40. 45).
El apóstol S. Pablo ofrece una descripción incomparable de la caridad: "La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta (1Co 13, 4 - 7).
1826 "Si no tengo caridad - dice también el apóstol - nada soy… ". Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma… "si no tengo caridad, nada me aprovecha" (1Co 13, 1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: "Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad" (1Co 13, 13).
1827 El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es "el vínculo de la perfección" (Col 3, 14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino.
1828 La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo que responde al amor del "que nos amó primero" (1Jn 4, 19):
"O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda… y entonces estamos en la disposición de hijos" (S. Basilio, reg. fus. prol. 3).
1829 La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión:
"La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; haci a él corremos; una vez llegados, en él reposamos" (S. Agustín, ep. Jo. 10, 4).
Del Papa Benedicto XVI, Ángelus 15 julio 2007
Hoy, por ejemplo, la liturgia nos invita a reflexionar sobre la célebre parábola del buen samaritano (cf. Lc 10, 25-37), que introduce en el corazón del mensaje evangélico: el amor a Dios y el amor al prójimo.
Pero, ¿quién es mi prójimo?, pregunta el interlocutor a Jesús. Y el Señor responde invirtiendo la pregunta, mostrando, con el relato del buen samaritano, que cada uno de nosotros debe convertirse en prójimo de toda persona con quien se encuentra. "Ve y haz tú lo mismo" (Lc 10, 37). Amar, dice Jesús, es comportarse como el buen samaritano. Por lo demás, sabemos que el buen samaritano por excelencia es precisamente él: aunque era Dios, no dudó en rebajarse hasta hacerse hombre y dar la vida por nosotros.
Por tanto, el amor es "el corazón" de la vida cristiana; en efecto, sólo el amor, suscitado en nosotros por el Espíritu Santo, nos convierte en testigos de Cristo.
Ángelus 11 julio 2003
El Evangelio de este domingo se abre con la pregunta que un doctor de la Ley plantea a Jesús: "Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?" (Lc 10, 25). Sabiéndole experto en Sagrada Escritura, el Señor invita a aquel hombre a dar él mismo la respuesta, que de hecho este formula perfectamente citando los dos mandamientos principales: amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo. Entonces, el doctor de la Ley, casi para justificarse, pregunta: "Y ¿quién es mi prójimo?" (Lc 10, 29). Esta vez, Jesús responde con la célebre parábola del "buen samaritano" (cf. Lc 10, 30-37), para indicar que nos corresponde a nosotros hacernos "prójimos" de cualquiera que tenga necesidad de ayuda. El samaritano, en efecto, se hace cargo de la situación de un desconocido a quien los salteadores habían dejado medio muerto en el camino, mientras que un sacerdote y un levita pasaron de largo, tal vez pensando que al contacto con la sangre, de acuerdo con un precepto, se contaminarían. La parábola, por lo tanto, debe inducirnos a transformar nuestra mentalidad según la lógica de Cristo, que es la lógica de la caridad: Dios es amor, y darle culto significa servir a los hermanos con amor sincero y generoso.
Este relato del Evangelio ofrece el "criterio de medida", esto es, "la universalidad del amor que se dirige al necesitado encontrado "casualmente" (cf. Lc 10, 31), quienquiera que sea" (Deus caritas est, 25). Junto a esta regla universal, existe también una exigencia específicamente eclesial: que "en la Iglesia misma como familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad". El programa del cristiano, aprendido de la enseñanza de Jesús, es un "corazón que ve" dónde se necesita amor y actúa en consecuencia (cf. ib, 31).
Jesús de Nazaret I, La parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37)
En el centro de la historia del buen samaritano se plantea la pregunta fundamental del hombre. Es un doctor de la Ley, por tanto un maestro de la exégesis quien se la plantea al Señor: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredarla vida eterna?" (Lc 10, 25). Lucas añade que el doctor le hace la pregunta a Jesús para ponerlo a prueba. El mismo, como doctor de la Ley, conoce la respuesta que da la Biblia, pero quiere ver qué dice al respecto este profeta sin estudios bíblicos. El Señor le remite simplemente a la Escritura, que el doctor, naturalmente, conoce, y deja que sea él quien responda. El doctor de la Ley lo hace acertadamente, con una combinación de Dt 6, 5 y Lv 19, 18: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo" (Lc 10, 27). Sobre esta cuestión Jesús enseña lo mismo que la Torá, cuyo significado pleno se recoge en este doble precepto. Ahora bien, este hombre docto, que sabía perfectamente cuál era la respuesta, debe justificarse: la palabra de la Escritura es indiscutible, pero su aplicación en la práctica de la vida suscitaba cuestiones que se discutían mucho en las escuelas (y en la vida misma).
La pregunta, en concreto, es: ¿Quién es "el prójimo"? La respuesta habitual, que podía apoyarse también en textos de la Escritura, era que el "prójimo" significaba "connacional". El pueblo formaba una comunidad solidaria en la que cada uno tenía responsabilidades para con el otro, en la que cada uno era sostenido por el conjunto y, así, debía considerar al otro "como a sí mismo", como parte de ese conjunto que le asignaba su espacio vital. Entonces, los extranjeros, las gentes pertenecientes a otro pueblo, ¿no eran "prójimos"? Esto iba en contra de la Escritura, que exhortaba a amar precisamente también a los extranjeros, recordando que Israel mismo había vivido en Egipto como forastero. No obstante, se discutía hasta qué límites se podía llegar; en general, se consideraba perteneciente a una comunidad solidaria, y por tanto "prójimo", sólo al extranjero asentado en la tierra de Israel. Había también otras limitaciones bastante extendidas del concepto de "prójimo"; una sentencia rabínica enseñaba que no había que considerar como prójimo a los herejes, delatores y apóstatas (Jeremias, p. 170). Además, se daba por descontado que tampoco eran "prójimos" los samaritanos que, pocos años antes (entre el 6 y el 9 d.C.) habían contaminado la plaza del templo de Jerusalén al esparcir huesos humanos en los días de Pascua (Jeremias, p. 171).
A una pregunta tan concreta, Jesús respondió con la parábola del hombre que, yendo por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos que lo saquearon y golpearon, abandonándolo medio muerto al borde del camino. Es una historia totalmente realista, pues en ese camino se producían con regularidad este tipo de asaltos. Un sacerdote y un levita -conocedores de la Ley, expertos en la gran cuestión sobre la salvación, y que por profesión estaban a su servicio- se acercan por el camino, pero pasan de largo. No es que fueran necesariamente personas insensibles; tal vez tuvieron miedo e intentaban llegar lo antes posible a la ciudad; quizás no eran muy diestros y no sabían qué hacer para ayudar, teniendo en cuenta, además, que al parecer no había mucho que hacer. Por fin llega un samaritano, probablemente un comerciante que hacía esa ruta a menudo y conocía evidentemente al propietario del mesón cercano; un samaritano, esto es, alguien que no pertenecía a la comunidad solidaria de Israel y que no estaba obligado a ver en la persona asaltada por los bandidos a su "prójimo".
Aquí hay que recordar cómo, unos párrafos antes, el evangelista había contado que Jesús, de camino hacia Jerusalén, mandó por delante a unos mensajeros que llegaron a una aldea samaritana e intentaron buscarle allí alojamiento. "Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén" (Lc 9, 52 s). Enfurecidos, los hijos del trueno -Santiago y Juan- habían dicho al Señor: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?". Jesús los reprendió. Después se encontró alojamiento en otra aldea.
Entonces aparece aquí el samaritano. ¿Qué es lo que hace? No se pregunta hasta dónde llega su obligación de solidaridad ni tampoco cuáles son los méritos necesarios para alcanzar la vida eterna. Ocurre algo muy diferente: se le rompe el corazón. El Evangelio utiliza la palabra que en hebreo hacía referencia originalmente al seno materno y la dedicación materna. Se le conmovieron las "entrañas", en lo profundo del alma, al ver el estado en que había quedado ese hombre. "Le dio lástima", traducimos hoy en día, suavizando la vivacidad original del texto. En virtud del rayo de compasión que le llegó al alma, él mismo se convirtió en prójimo, por encima de cualquier consideración o peligro. Por tanto, aquí la pregunta cambia: no se trata de establecer quién sea o no mi prójimo entre los demás. Se trata de mí mismo. Yo tengo que convertirme en prójimo, de forma que el otro cuente para mí tanto como "yo mismo".
Si la pregunta hubiera sido: "Es también el samaritano mi prójimo?", dada la situación, la respuesta habría sido un "no" más bien rotundo. Pero Jesús da la vuelta a la pregunta: el samaritano, el forastero, se hace él mismo prójimo y me muestra que yo, en lo íntimo de mí mismo, debo aprender desde dentro a ser prójimo y que la respuesta se encuentra ya dentro de mí. Tengo que llegar a ser una persona que ama, una persona de corazón abierto que se conmueve ante la necesidad del otro. Entonces encontraré a mi prójimo, o mejor dicho, será él quien me encuentre.
En su interpretación de la parábola, Helmut Kuhn va más allá del sentido literal del texto y señala la radicalidad de su mensaje cuando escribe: "El amor político del amigo se basa en la igualdad de las partes. La parábola simbólica del samaritano, en cambio, destaca la desigualdad radical: el samaritano, un forastero en Israel, está ante el otro, un individuo anónimo, como el que presta ayuda a la desvalida víctima del atraco de los bandidos. La parábola nos da a entender que el agapé traspasa todo tipo de orden político con su principio del do ut des, superándolo y caracterizándose de este modo como sobrenatural. Por principio, no sólo va más allá de ese orden, sino que lo transforma al entenderlo en sentido inverso: los últimos serán los primeros (cf. Mt 19, 30). Y los humildes heredarán la tierra (cf. Mt 5, 5)" (p. 88 s). Una cosa está clara: se manifiesta una nueva universalidad basada en el hecho de que, en mi interior, ya soy hermano de todo aquel que me encuentro y que necesita mi ayuda.
La actualidad de la parábola resulta evidente. Si la aplicamos a las dimensiones de la sociedad mundial, vemos cómo los pueblos explotados y saqueados de África nos conciernen. Vemos hasta qué punto son nuestros "próximos"; vemos que también nuestro estilo de vida, nuestra historia, en la que estamos implicados, los ha explotado y los explota. Un aspecto de esto es sobre todo el daño espiritual que les hemos causado. En lugar de darles a Dios, el Dios cercano a nosotros en Cristo, y aceptar de sus propias tradiciones lo que tiene valor y grandeza, y perfeccionarlo, les hemos llevado el cinismo de un mundo sin Dios, en el que sólo importa el poder y las ganancias; hemos destruido los criterios morales, con lo que la corrupción y la falta de escrúpulos en el poder se han convertido en algo natural. Y esto no sólo ocurre con África.
Ciertamente, tenemos que dar ayuda material y revisar nuestras propias formas de vida. Pero damos siempre demasiado poco si sólo damos lo material. ¿Y no encontramos también a nuestro alrededor personas explotadas y maltratadas? Las víctimas de la droga, del tráfico de personas, del turismo sexual; personas destrozadas interiormente, vacías en medio de la riqueza material. Todo esto nos afecta y nos llama a tener los ojos y el corazón de quien es prójimo, y también el valor de amar al prójimo. Pues -como se ha dicho- quizás el sacerdote y el levita pasaron de largo más por miedo que por indiferencia. Tenemos que aprender de nuevo, desde lo más íntimo, la valentía de la bondad; sólo lo conseguiremos si nosotros mismos nos hacemos "buenos" interiormente, si somos "prójimos" desde dentro y cada uno percibe qué tipo de servicio se necesita en mi entorno y en el radio más amplio de mi existencia, y cómo puedo prestarlo yo.
Los Padres de la iglesia han leído la parábola desde un punto de vista cristológico. Alguno podría decir: eso es alegoría, es decir, una interpretación que se aleja del texto. Pero si consideramos que el Señor nos quiere invitar en todas las parábolas, de diversas maneras, a creer en el Reino de Dios, que es El mismo, entonces no resulta tan equivocada la interpretación cristológica. Corresponde de algún modo a una potencialidad intrínseca del texto y puede ser un fruto que nace de su semilla. Los Padres vieron la parábola en la perspectiva de la historia universal: el hombre que yace medio muerto y saqueado al borde del camino, ¿no es una imagen de "Adán", del hombre en general, que "ha caído en manos de unos ladrones"? ¿No es cierto que el hombre, la criatura hombre, ha sido alienado, maltratado, explotado, a lo largo de toda su historia? La gran mayoría de la humanidad ha vivido casi siempre en la opresión; y desde otro punto de vista: los opresores, ¿son realmente la verdadera imagen del hombre?, ¿acaso no son más bien los primeros deformados, una degradación del hombre? Karl Marx describió drásticamente la "alienación" del hombre; aunque no llegó ala verdadera profundidad de la alienación, pues pensaba sólo en lo material, aportó una imagen clara del hombre que había caído en manos de los bandidos.
La teología medieval interpretó las dos indicaciones de la parábola sobre el estado del hombre herido como afirmaciones antropológicas fundamentales. De la víctima del asalto se dice, por un lado, que había sido despojado (spoliatus) y, por otro, que había sido golpeado hasta quedar medio muerto (vulneratus: cf. Lc 10, 30). Los escolásticos lo relacionaron con la doble dimensión de la alienación del hombre. Decían que fue spoliatus supernaturalibus y vulneratus in naturalibus: despojado del esplendor de la gracia sobrenatural, recibida como don, y herido en su naturaleza. Ahora bien, esto es una alegoría que sin duda va mucho más allá del sentido de la palabra, pero en cualquier caso constituye un intento de precisar los dos tipos de daño que pesan sobre la humanidad.
El camino de Jerusalén a Jericó aparece, pues, como imagen de la historia universal; el hombre que yace medio muerto al borde del camino es imagen de la humanidad. El sacerdote y el levita pasan de largo: de aquello que es propio de la historia, de sus culturas y religiones, no viene salvación alguna. Si el hombre atracado es por antonomasia la imagen de la humanidad, entonces el samaritano sólo puede ser la imagen de Jesucristo. Dios mismo, que para nosotros es el extranjero y el lejano, se ha puesto en camino para venir a hacerse cargo de su criatura maltratada. Dios, el lejano, en Jesucristo se convierte en prójimo. Cura con aceite y vino nuestras heridas -en lo que se ha visto una imagen del don salvífico de los sacramentos- y nos lleva a la posada, la Iglesia, en la que dispone que nos cuiden y donde anticipa lo necesario para costear esos cuidados.
Podemos dejar tranquilamente a un lado los diversos aspectos de la alegoría, que varían según los distintos Padres. Pero la gran visión del hombre que yace alienado e inerme en el camino de la historia, y de Dios mismo que se ha hecho su prójimo en Jesucristo, podemos contemplarla como una dimensión profunda de la parábola que nos afecta, pues no mitiga el gran imperativo que encierra la parábola, sino que le da toda su grandeza. El gran tema del amor, que es el verdadero punto central del texto, adquiere así toda su amplitud. En efecto, ahora nos damos cuenta de que todos estamos "alienados", que necesitamos ser salvados. Por fin descubrimos que, para que también nosotros podamos amar, necesitamos recibir el amor salvador que Dios nos regala. Necesitamos siempre a Dios, que se convierte en nuestro prójimo, para que nosotros podamos a su vez ser prójimos.
Las dos figuras de que hemos hablado afectan a todo hombre: cada uno está "alienado", alejado precisamente del amor (que es la esencia del "esplendor sobrenatural" del cual hemos sido despojados); toda persona debe ser ante todo sanada y agraciada. Pero, acto seguido, cada uno debe convertirse en samaritano: seguir a Cristo y hacerse como El. Entonces viviremos rectamente. Entonces amaremos de modo apropiado, cuando seamos semejantes a El, que nos amó primero (cf. 1Jn 4, 19).
MARTIROLOGIO
San Camilo de Lelis, presbítero, que nació cerca de Teano, en el Abruzo, y en su juventud siguió la carrera militar, dejándose arrastrar por los vicios propios de una juventud alegre y despreocupada, pero convertido de su mala vida, se entregó al cuidado de los enfermos incurables hospitalizados, a los que servía como al mismo Cristo. Ordenado sacerdote, puso en Roma los fundamentos de la Congregación de los Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos (1614).
Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia
216. A lo largo de los siglos, los fieles han traducido en expresiones de piedad las convicciones de fe respecto al ministerio de los Ángeles: los han tomado como patronos de ciudades y protectores de agrupaciones; en su honor han levantado santuarios famosos, como Mont-Saint-Michel en Normandía, san Michele della Chiusa en Piamonte y san Michele al Gargano en Puglia, y han establecido días festivos; han compuesto himnos y ejercicios de piedad.
En particular, la piedad popular ha desarrollado la devoción al Ángel Custodio. Ya san Basilio Magno (+379) enseñaba que "todo fiel tiene a su lado un Ángel como protector y pastor, para llevarlo a la vida". Esta antigua doctrina se fue consolidando poco a poco desde sus fundamentos bíblicos y patrísticos, y dio origen a diversas expresiones de piedad, hasta encontrar en san Bernardo de Claraval (+1153) un gran maestro y un apóstol insigne de la devoción a los Ángeles Custodios. Para él son demostración de que "el cielo no descuida nada que pueda ayudarnos", por lo cual pone "a nuestro lado estos espíritus celestes para que nos protejan, nos instruyan y nos guíen".
La devoción a los Ángeles Custodios da lugar también a un estilo de vida caracterizado por:
- devoto agradecimiento a Dios, que ha puesto al servicio de los hombres espíritus de tan gran santidad y dignidad;
- actitud de compostura y piedad, motivada por la conciencia de estar constantemente en presencia de los santos Ángeles;
- serena confianza, incluso al afrontar situaciones difíciles, porque el Señor guía y asiste al fiel en el camino de la justicia también mediante el ministerio de los Ángeles.
Entre las oraciones al Ángel Custodio está particularmente extendida la oración Angele Dei, que en muchas familias forma parte de las oraciones de la mañana y de la tarde, y que en muchos lugares se une también al rezo del Ángelus.
CALENDARIO
14 + XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Misa del Domingo (verde).
ve MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. III.
- Dt 30, 10-14. El mandamiento está muy cerca de ti, para que lo cumplas..
- Sal 68. R. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
o bien: Sal 18. R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
- Col 1, 15-20. Todo fue creado por él y para él.
- Lc 10, 25-37. ¿Quién es mi prójimo?
La lección del samaritano y de Jesucristo. La primera lectura invita a recordar y practicar el mandamiento de Dios (1 Lect.). El evangelio subraya quién es nuestro prójimo. Ayudar al próximo es colaborar en la construcción de una sociedad fundamentada en el amor (Ev.). Cristo, que vino de lo alto, se acercó amorosamente a la humanidad caída, como buen samaritano, para redimirla en la cruz (2 Lect.).
* Hoy no se permiten las Misas de Difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum.
Martirologio: elogs. del 15 de julio, pág. 419.
CALENDARIOS: Religiosos Camilos: San Camilo de Lelis, presbítero (S).
TEXTOS MISA
XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO | DOMINICA XV PER ANNUM |
Antífona de entrada
Sal 16, 15
Yo, con mi apelación vengo a tu presencia y al
despertar me saciaré de tu semblante. |
Antiphona ad
introitum Cf. Ps 16, 15
Ego autem cum iustítia apparébo in
conspéctu tuo; satiábor dum manifestábitur glória tua. |
Se dice Gloria. | Dicitur Gloria in excelsis. |
Oración
colecta
Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan
extraviados para que puedan volver al buen camino, concede a todos los
cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se
significa. Por nuestro Señor Jesucristo. |
Collecta
Deus, qui errántibus, ut in viam
possint redíre, veritátis tuae lumen osténdis, da cunctis qui christiána
professióne censéntur, et illa respúere, quae huic inimíca sunt nómini, et ea
quae sunt apta sectári. Per Dóminum. |
LITURGIA DE LA
PALABRA
Lecturas del
Domingo de la 15ª semana de Tiempo Ordinario. Año C.
PRIMERA
LECTURA
El mandamiento está muy cerca de ti, para que lo cumplas
Lectura del libro del Deuteronomio 30, 10-14
El mandamiento está muy cerca de ti, para que lo cumplas
Lectura del libro del Deuteronomio 30, 10-14
Moisés habló al pueblo, diciendo:
- «Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando
sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley;
conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma. Porque el
precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está
en el cielo, no vale decir: "¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá
y nos lo proclamará, para que lo cumplamos? "; ni está más allá del mar, no vale
decir: "¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará,
para que lo cumplamos? " El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en
tu boca. Cúmplelo.»
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
Sal 68, 14 y 17.
30-31. 33-34. 36ab y 37
R.
R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. | Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum. |
Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de
tu favor;
que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad
me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mi. R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. | Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum. |
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. | Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum. |
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. | Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum. |
El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. | Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum. |
SEGUNDA
LECTURA
Todo fue creado por
él y para él
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 15-20
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 15-20
Cristo Jesús es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las
cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en
él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la
Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los
muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la
plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los
seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su
cruz.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ALELUYA
Cf. Jn 6, 63c.
68c
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna. | Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt; verba vitæ ætérnæ habes. |
EVANGELIO
¿Quién es mi prójimo?
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 25-37
¿Quién es mi prójimo?
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 25-37
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la
Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
- «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la
vida eterna?»
Él le dijo:
- «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en
ella?»
Él contestó:
- «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón
y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como
a ti mismo .»
Él le dijo:
- «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.
»
Pero el maestro de la Ley, queriendo
justificarse, preguntó a Jesús:
- «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo:
- «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó
en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se
marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel
camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que
llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó:
- «El que practicó la misericordia con
él.»
Díjole Jesús:
- «Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor
Jesús.
Del Catecismo de la Iglesia Católica
La caridad
1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
1823 Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos "hasta el fin" (Jn 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: "Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor" (Jn 15, 9). Y también: "Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado" (Jn 15, 12).
1824 Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: "Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor" (Jn 15, 9-10; cf Mt 22, 40; Rm 13, 8-10).
1825 Cristo murió por amor a nosotros cuando éramos todavía enemigos (cf Rm 5, 10). El Señor nos pide que amemos como él hasta nuestros enemigos (cf Mt 5, 44), que nos hagamos prójimos del más lejano (cf Lc 10, 27-37), que amemos a los niños (cf Mc 9, 37) y a los pobres como a él mismo (cf Mt 25, 40. 45).
El apóstol S. Pablo ofrece una descripción incomparable de la caridad: "La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta (1Co 13, 4 - 7).
1826 "Si no tengo caridad - dice también el apóstol - nada soy… ". Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma… "si no tengo caridad, nada me aprovecha" (1Co 13, 1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: "Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad" (1Co 13, 13).
1827 El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es "el vínculo de la perfección" (Col 3, 14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino.
1828 La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo que responde al amor del "que nos amó primero" (1Jn 4, 19):
"O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda… y entonces estamos en la disposición de hijos" (S. Basilio, reg. fus. prol. 3).
1829 La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión:
"La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; haci a él corremos; una vez llegados, en él reposamos" (S. Agustín, ep. Jo. 10, 4).
Del Papa Benedicto XVI, Ángelus 15 julio 2007
Hoy, por ejemplo, la liturgia nos invita a reflexionar sobre la célebre parábola del buen samaritano (cf. Lc 10, 25-37), que introduce en el corazón del mensaje evangélico: el amor a Dios y el amor al prójimo.
Pero, ¿quién es mi prójimo?, pregunta el interlocutor a Jesús. Y el Señor responde invirtiendo la pregunta, mostrando, con el relato del buen samaritano, que cada uno de nosotros debe convertirse en prójimo de toda persona con quien se encuentra. "Ve y haz tú lo mismo" (Lc 10, 37). Amar, dice Jesús, es comportarse como el buen samaritano. Por lo demás, sabemos que el buen samaritano por excelencia es precisamente él: aunque era Dios, no dudó en rebajarse hasta hacerse hombre y dar la vida por nosotros.
Por tanto, el amor es "el corazón" de la vida cristiana; en efecto, sólo el amor, suscitado en nosotros por el Espíritu Santo, nos convierte en testigos de Cristo.
Ángelus 11 julio 2003
El Evangelio de este domingo se abre con la pregunta que un doctor de la Ley plantea a Jesús: "Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?" (Lc 10, 25). Sabiéndole experto en Sagrada Escritura, el Señor invita a aquel hombre a dar él mismo la respuesta, que de hecho este formula perfectamente citando los dos mandamientos principales: amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo. Entonces, el doctor de la Ley, casi para justificarse, pregunta: "Y ¿quién es mi prójimo?" (Lc 10, 29). Esta vez, Jesús responde con la célebre parábola del "buen samaritano" (cf. Lc 10, 30-37), para indicar que nos corresponde a nosotros hacernos "prójimos" de cualquiera que tenga necesidad de ayuda. El samaritano, en efecto, se hace cargo de la situación de un desconocido a quien los salteadores habían dejado medio muerto en el camino, mientras que un sacerdote y un levita pasaron de largo, tal vez pensando que al contacto con la sangre, de acuerdo con un precepto, se contaminarían. La parábola, por lo tanto, debe inducirnos a transformar nuestra mentalidad según la lógica de Cristo, que es la lógica de la caridad: Dios es amor, y darle culto significa servir a los hermanos con amor sincero y generoso.
Este relato del Evangelio ofrece el "criterio de medida", esto es, "la universalidad del amor que se dirige al necesitado encontrado "casualmente" (cf. Lc 10, 31), quienquiera que sea" (Deus caritas est, 25). Junto a esta regla universal, existe también una exigencia específicamente eclesial: que "en la Iglesia misma como familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad". El programa del cristiano, aprendido de la enseñanza de Jesús, es un "corazón que ve" dónde se necesita amor y actúa en consecuencia (cf. ib, 31).
Jesús de Nazaret I, La parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37)
En el centro de la historia del buen samaritano se plantea la pregunta fundamental del hombre. Es un doctor de la Ley, por tanto un maestro de la exégesis quien se la plantea al Señor: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredarla vida eterna?" (Lc 10, 25). Lucas añade que el doctor le hace la pregunta a Jesús para ponerlo a prueba. El mismo, como doctor de la Ley, conoce la respuesta que da la Biblia, pero quiere ver qué dice al respecto este profeta sin estudios bíblicos. El Señor le remite simplemente a la Escritura, que el doctor, naturalmente, conoce, y deja que sea él quien responda. El doctor de la Ley lo hace acertadamente, con una combinación de Dt 6, 5 y Lv 19, 18: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo" (Lc 10, 27). Sobre esta cuestión Jesús enseña lo mismo que la Torá, cuyo significado pleno se recoge en este doble precepto. Ahora bien, este hombre docto, que sabía perfectamente cuál era la respuesta, debe justificarse: la palabra de la Escritura es indiscutible, pero su aplicación en la práctica de la vida suscitaba cuestiones que se discutían mucho en las escuelas (y en la vida misma).
La pregunta, en concreto, es: ¿Quién es "el prójimo"? La respuesta habitual, que podía apoyarse también en textos de la Escritura, era que el "prójimo" significaba "connacional". El pueblo formaba una comunidad solidaria en la que cada uno tenía responsabilidades para con el otro, en la que cada uno era sostenido por el conjunto y, así, debía considerar al otro "como a sí mismo", como parte de ese conjunto que le asignaba su espacio vital. Entonces, los extranjeros, las gentes pertenecientes a otro pueblo, ¿no eran "prójimos"? Esto iba en contra de la Escritura, que exhortaba a amar precisamente también a los extranjeros, recordando que Israel mismo había vivido en Egipto como forastero. No obstante, se discutía hasta qué límites se podía llegar; en general, se consideraba perteneciente a una comunidad solidaria, y por tanto "prójimo", sólo al extranjero asentado en la tierra de Israel. Había también otras limitaciones bastante extendidas del concepto de "prójimo"; una sentencia rabínica enseñaba que no había que considerar como prójimo a los herejes, delatores y apóstatas (Jeremias, p. 170). Además, se daba por descontado que tampoco eran "prójimos" los samaritanos que, pocos años antes (entre el 6 y el 9 d.C.) habían contaminado la plaza del templo de Jerusalén al esparcir huesos humanos en los días de Pascua (Jeremias, p. 171).
A una pregunta tan concreta, Jesús respondió con la parábola del hombre que, yendo por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos que lo saquearon y golpearon, abandonándolo medio muerto al borde del camino. Es una historia totalmente realista, pues en ese camino se producían con regularidad este tipo de asaltos. Un sacerdote y un levita -conocedores de la Ley, expertos en la gran cuestión sobre la salvación, y que por profesión estaban a su servicio- se acercan por el camino, pero pasan de largo. No es que fueran necesariamente personas insensibles; tal vez tuvieron miedo e intentaban llegar lo antes posible a la ciudad; quizás no eran muy diestros y no sabían qué hacer para ayudar, teniendo en cuenta, además, que al parecer no había mucho que hacer. Por fin llega un samaritano, probablemente un comerciante que hacía esa ruta a menudo y conocía evidentemente al propietario del mesón cercano; un samaritano, esto es, alguien que no pertenecía a la comunidad solidaria de Israel y que no estaba obligado a ver en la persona asaltada por los bandidos a su "prójimo".
Aquí hay que recordar cómo, unos párrafos antes, el evangelista había contado que Jesús, de camino hacia Jerusalén, mandó por delante a unos mensajeros que llegaron a una aldea samaritana e intentaron buscarle allí alojamiento. "Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén" (Lc 9, 52 s). Enfurecidos, los hijos del trueno -Santiago y Juan- habían dicho al Señor: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?". Jesús los reprendió. Después se encontró alojamiento en otra aldea.
Entonces aparece aquí el samaritano. ¿Qué es lo que hace? No se pregunta hasta dónde llega su obligación de solidaridad ni tampoco cuáles son los méritos necesarios para alcanzar la vida eterna. Ocurre algo muy diferente: se le rompe el corazón. El Evangelio utiliza la palabra que en hebreo hacía referencia originalmente al seno materno y la dedicación materna. Se le conmovieron las "entrañas", en lo profundo del alma, al ver el estado en que había quedado ese hombre. "Le dio lástima", traducimos hoy en día, suavizando la vivacidad original del texto. En virtud del rayo de compasión que le llegó al alma, él mismo se convirtió en prójimo, por encima de cualquier consideración o peligro. Por tanto, aquí la pregunta cambia: no se trata de establecer quién sea o no mi prójimo entre los demás. Se trata de mí mismo. Yo tengo que convertirme en prójimo, de forma que el otro cuente para mí tanto como "yo mismo".
Si la pregunta hubiera sido: "Es también el samaritano mi prójimo?", dada la situación, la respuesta habría sido un "no" más bien rotundo. Pero Jesús da la vuelta a la pregunta: el samaritano, el forastero, se hace él mismo prójimo y me muestra que yo, en lo íntimo de mí mismo, debo aprender desde dentro a ser prójimo y que la respuesta se encuentra ya dentro de mí. Tengo que llegar a ser una persona que ama, una persona de corazón abierto que se conmueve ante la necesidad del otro. Entonces encontraré a mi prójimo, o mejor dicho, será él quien me encuentre.
En su interpretación de la parábola, Helmut Kuhn va más allá del sentido literal del texto y señala la radicalidad de su mensaje cuando escribe: "El amor político del amigo se basa en la igualdad de las partes. La parábola simbólica del samaritano, en cambio, destaca la desigualdad radical: el samaritano, un forastero en Israel, está ante el otro, un individuo anónimo, como el que presta ayuda a la desvalida víctima del atraco de los bandidos. La parábola nos da a entender que el agapé traspasa todo tipo de orden político con su principio del do ut des, superándolo y caracterizándose de este modo como sobrenatural. Por principio, no sólo va más allá de ese orden, sino que lo transforma al entenderlo en sentido inverso: los últimos serán los primeros (cf. Mt 19, 30). Y los humildes heredarán la tierra (cf. Mt 5, 5)" (p. 88 s). Una cosa está clara: se manifiesta una nueva universalidad basada en el hecho de que, en mi interior, ya soy hermano de todo aquel que me encuentro y que necesita mi ayuda.
La actualidad de la parábola resulta evidente. Si la aplicamos a las dimensiones de la sociedad mundial, vemos cómo los pueblos explotados y saqueados de África nos conciernen. Vemos hasta qué punto son nuestros "próximos"; vemos que también nuestro estilo de vida, nuestra historia, en la que estamos implicados, los ha explotado y los explota. Un aspecto de esto es sobre todo el daño espiritual que les hemos causado. En lugar de darles a Dios, el Dios cercano a nosotros en Cristo, y aceptar de sus propias tradiciones lo que tiene valor y grandeza, y perfeccionarlo, les hemos llevado el cinismo de un mundo sin Dios, en el que sólo importa el poder y las ganancias; hemos destruido los criterios morales, con lo que la corrupción y la falta de escrúpulos en el poder se han convertido en algo natural. Y esto no sólo ocurre con África.
Ciertamente, tenemos que dar ayuda material y revisar nuestras propias formas de vida. Pero damos siempre demasiado poco si sólo damos lo material. ¿Y no encontramos también a nuestro alrededor personas explotadas y maltratadas? Las víctimas de la droga, del tráfico de personas, del turismo sexual; personas destrozadas interiormente, vacías en medio de la riqueza material. Todo esto nos afecta y nos llama a tener los ojos y el corazón de quien es prójimo, y también el valor de amar al prójimo. Pues -como se ha dicho- quizás el sacerdote y el levita pasaron de largo más por miedo que por indiferencia. Tenemos que aprender de nuevo, desde lo más íntimo, la valentía de la bondad; sólo lo conseguiremos si nosotros mismos nos hacemos "buenos" interiormente, si somos "prójimos" desde dentro y cada uno percibe qué tipo de servicio se necesita en mi entorno y en el radio más amplio de mi existencia, y cómo puedo prestarlo yo.
Los Padres de la iglesia han leído la parábola desde un punto de vista cristológico. Alguno podría decir: eso es alegoría, es decir, una interpretación que se aleja del texto. Pero si consideramos que el Señor nos quiere invitar en todas las parábolas, de diversas maneras, a creer en el Reino de Dios, que es El mismo, entonces no resulta tan equivocada la interpretación cristológica. Corresponde de algún modo a una potencialidad intrínseca del texto y puede ser un fruto que nace de su semilla. Los Padres vieron la parábola en la perspectiva de la historia universal: el hombre que yace medio muerto y saqueado al borde del camino, ¿no es una imagen de "Adán", del hombre en general, que "ha caído en manos de unos ladrones"? ¿No es cierto que el hombre, la criatura hombre, ha sido alienado, maltratado, explotado, a lo largo de toda su historia? La gran mayoría de la humanidad ha vivido casi siempre en la opresión; y desde otro punto de vista: los opresores, ¿son realmente la verdadera imagen del hombre?, ¿acaso no son más bien los primeros deformados, una degradación del hombre? Karl Marx describió drásticamente la "alienación" del hombre; aunque no llegó ala verdadera profundidad de la alienación, pues pensaba sólo en lo material, aportó una imagen clara del hombre que había caído en manos de los bandidos.
La teología medieval interpretó las dos indicaciones de la parábola sobre el estado del hombre herido como afirmaciones antropológicas fundamentales. De la víctima del asalto se dice, por un lado, que había sido despojado (spoliatus) y, por otro, que había sido golpeado hasta quedar medio muerto (vulneratus: cf. Lc 10, 30). Los escolásticos lo relacionaron con la doble dimensión de la alienación del hombre. Decían que fue spoliatus supernaturalibus y vulneratus in naturalibus: despojado del esplendor de la gracia sobrenatural, recibida como don, y herido en su naturaleza. Ahora bien, esto es una alegoría que sin duda va mucho más allá del sentido de la palabra, pero en cualquier caso constituye un intento de precisar los dos tipos de daño que pesan sobre la humanidad.
El camino de Jerusalén a Jericó aparece, pues, como imagen de la historia universal; el hombre que yace medio muerto al borde del camino es imagen de la humanidad. El sacerdote y el levita pasan de largo: de aquello que es propio de la historia, de sus culturas y religiones, no viene salvación alguna. Si el hombre atracado es por antonomasia la imagen de la humanidad, entonces el samaritano sólo puede ser la imagen de Jesucristo. Dios mismo, que para nosotros es el extranjero y el lejano, se ha puesto en camino para venir a hacerse cargo de su criatura maltratada. Dios, el lejano, en Jesucristo se convierte en prójimo. Cura con aceite y vino nuestras heridas -en lo que se ha visto una imagen del don salvífico de los sacramentos- y nos lleva a la posada, la Iglesia, en la que dispone que nos cuiden y donde anticipa lo necesario para costear esos cuidados.
Podemos dejar tranquilamente a un lado los diversos aspectos de la alegoría, que varían según los distintos Padres. Pero la gran visión del hombre que yace alienado e inerme en el camino de la historia, y de Dios mismo que se ha hecho su prójimo en Jesucristo, podemos contemplarla como una dimensión profunda de la parábola que nos afecta, pues no mitiga el gran imperativo que encierra la parábola, sino que le da toda su grandeza. El gran tema del amor, que es el verdadero punto central del texto, adquiere así toda su amplitud. En efecto, ahora nos damos cuenta de que todos estamos "alienados", que necesitamos ser salvados. Por fin descubrimos que, para que también nosotros podamos amar, necesitamos recibir el amor salvador que Dios nos regala. Necesitamos siempre a Dios, que se convierte en nuestro prójimo, para que nosotros podamos a su vez ser prójimos.
Las dos figuras de que hemos hablado afectan a todo hombre: cada uno está "alienado", alejado precisamente del amor (que es la esencia del "esplendor sobrenatural" del cual hemos sido despojados); toda persona debe ser ante todo sanada y agraciada. Pero, acto seguido, cada uno debe convertirse en samaritano: seguir a Cristo y hacerse como El. Entonces viviremos rectamente. Entonces amaremos de modo apropiado, cuando seamos semejantes a El, que nos amó primero (cf. 1Jn 4, 19).
Se dice Credo. | Dicitur Credo. |
Oración sobre las
ofrendas
Mira, Señor, los dones de tu Iglesia en oración, y concede
a los que van a recibirlos crecer continuamente en santidad. Por Jesucristo
nuestro Señor. |
Super
oblata
Réspice, Dómine, múnera supplicántis Ecclésiae, et pro
credéntium sanctificatiónis increménto suménda concéde. Per Christum. |
PREFACIO V
DOMINICAL DEL TIEMPO ORDINARIO.
Las maravillas de
la Creación
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber
y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno.
Porque creaste el universo entero, estableciste
el continuo retorno de las estaciones, y al hombre, formado a tu imagen y
semejanza, sometiste las maravillas del mundo, para que, en nombre tuyo,
dominara la creación y, al contemplar tus grandezas, en todo momento te alabara,
por Cristo, Señor nuestro.
A quien cantan los ángeles y los arcángeles,
proclamando sin cesar.
Santo, Santo, Santo... |
PRAEFATIO V DE
DOMINICIS PER ANNUM.
De
creatione.
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre,
nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens
aetérne Deus:
Qui ómnia mundi eleménta fecísti, et vices
disposuísti témporum variári; hóminem vero formásti ad imáginem tuam, et rerum
ei subiecísti univérsa mirácula, ut vicário múnere dominarétur ómnibus quae
creásti, et in óperum tuórum magnálibus iúgiter te laudáret, per Christum
Dóminum nostrum.
Unde et nos cum ómnibus Angelis te laudámus,
iucúnda celebratióne clamántes:
Santo, Santo,
Santo... |
PLEGARIA EUCARÍSTICA III. | PREX EUCHARÍSTICA III. |
Antífona de la
Comunión Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión ha encontrado una casa, y la
golondrina, un nido donde colocar sus polluelos; tus altares, Señor de los
ejércitos, rey y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote
siempre.
|
Antiphona ad communionem Cf. Ps 83,
4-5 Passer invénit sibi domum et turtur nidum, ubi repónat pullos suos. Altária tua, Dómine virtútum, Rex meus, et Deus meus! Beáti qui hábitant in domo tua, in saeculum saeculi laudábunt te. |
Oración después de
la comunión
Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Señor, que
cuantas veces celebramos este sacramento se acreciente en nosotros el fruto de
la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. |
Post
communionem
Sumptis munéribus, quaesumus, Dómine, ut, cum
frequentatióne mystérii, crescat nostrae salútis efféctus. Per
Christum. |
MARTIROLOGIO
San Camilo de Lelis, presbítero, que nació cerca de Teano, en el Abruzo, y en su juventud siguió la carrera militar, dejándose arrastrar por los vicios propios de una juventud alegre y despreocupada, pero convertido de su mala vida, se entregó al cuidado de los enfermos incurables hospitalizados, a los que servía como al mismo Cristo. Ordenado sacerdote, puso en Roma los fundamentos de la Congregación de los Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos (1614).
2. En Brescia, en la región de Venecia, san
Optaciano, obispo, que subscribió las cartas sinódicas sobre la fe católica
en la Encarnación, enviadas por Eusebio, obispo de Milán, al papa san León (s.
V).
3*. En Soignies, de Brabante, en Austrasia,
san Vicente o Madelgario, que con el consentimiento de su esposa santa
Valtrudis abrazó la vida monástica y, según cuenta la tradición, fundó dos
monasterios (c. 677).
4. En Deventer, de Frisia, san Marchelmo,
presbítero y monje, anglosajón de origen, discípulo desde su juventud de san
Wilibrordo, al que acompañó en los trabajos que éste emprendió por Cristo (c.
775).
5*. En Stáry Kynsperk, lugar cercano a la ciudad
de Egres, en Bohemia, beato Hroznata, mártir, que, fallecidos su esposa y
su hijo, dejó el palacio ducal e ingresó en el monasterio premostratense de
Tepla, y por defender los derechos de este monasterio, fue hecho prisionero por
unos malhechores, que lo dejaron morir de hambre (1217).
6*. En el monasterio de Hautecombe, junto al
lago de Burget, en Saboya, inhumación del beato Bonifacio, obispo, el
cual, de estirpe regia, se retiró a una cartuja, pero, pasado un tiempo, fue
elevado primero a la sede episcopal de Belley y después a la de Cantorbery,
entregándose en ambas sedes al cuidado de su grey (1270).
7*. En Verona, en los confines de la región de
Venecia, santa Tuscana, la cual, muerto su esposo, distribuyó todos sus
bienes entre los pobres, y como miembro de la Orden de San Juan de Jerusalén
dedicó su vida al cuidado de los enfermos (1343/1344).
8*. En Foligno, de la Umbría, beata Angelina
de Marsciano, que al quedar viuda se entregó durante cincuenta años a servir
a Dios y al prójimo, e inició la Congregación de las Terciarias Franciscanas,
las cuales, viviendo en un monasterio, se dedican a la formación de las jóvenes
(1435).
9*. En Valencia, ciudad de España, beato
Gaspar de Bono, presbítero de la Orden de los Mínimos, que abandonó las
armas de un príncipe terreno para militar a las órdenes de Cristo Rey y rigió la
provincia hispana de dicha Orden con celo, prudencia y caridad (1604).
10. En Lima, capital del Perú, san Francisco
Solano, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que para salvar
almas recorrió en todas las direcciones América Meridional, enseñando con
palabras y con milagros a los indios y a los mismos colonizadores españoles la
novedad de la vida cristiana (1610).
11*. En Londres, en Inglaterra, beato Ricardo
Langhorne, mártir, insigne jurista, que acusado de traición, siendo rey
Carlos II, fue condenado a la pena capital y entregó su alma a Dios en el
patíbulo de Tyburn (1679).
12*. En Cerecca-Ghebaba, pueblo de Etiopía,
beato Ghebre Miguel, esto es, “Siervo Miguel”, presbítero de la
Congregación de la Misión y mártir, que buscó siempre en sus estudios y en la
oración la verdadera fe. Habiendo abrazado el dogma de la verdadera Iglesia,
sufrió por ello primero cárceles, y después, custodiado por soldados y cargados
sus pies con cadenas, fue obligado a caminar durante trece meses, hasta que,
agotado por los azotes recibidos, falleció consumido por la sed y el hambre
(1855).
13. En la ciudad de Nangon, en la provincia
china de Hebei, san Juan Wang Guixin, mártir, que durante la persecución
llevada a cabo por el movimiento de los Yihetuan prefirió morir por Cristo antes
que mancharse con una leve mentira (1900).
sábado, 29 de junio de 2013
Sábado 13 julio 2013, Madre de la Iglesia, Memoria de santa María en sábado.
SOBRE
LITURGIA
Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia
215. La Iglesia, que en sus inicios fue protegida y defendida por el ministerio de los Ángeles (cfr. Hech 5,17-20; 12,6-11) y continuamente experimenta su "ayuda misteriosa y poderosa", venera a esto espíritus celestes y pide con confianza su intercesión.
Durante el Año litúrgico, la Iglesia conmemora la participación de los Ángeles en los acontecimientos de la salvación y celebra su memoria en unas fechas determinadas: el 29 de Septiembre la de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, el 2 de Octubre la de los Ángeles Custodios; les dedica una Misa votiva, cuyo prefacio proclama que "la gloria de Dios resplandece en los Ángeles"; en la celebración de los misterios divinos, se asocia al canto de los Ángeles para proclamar la gloria de Dios, tres veces santo (cfr. Is 6,3) e invoca su asistencia para que la ofrenda eucarística "sea llevada a tu presencia hasta el altar del cielo"; ante ellos celebra el oficio de alabanza (cfr. Sal 137,1); al ministerio de los Ángeles confía las oraciones de los fieles (cfr. Ap 5,8; 8,3), el dolor de los penitentes, la defensa de los inocentes contra los ataques del Maligno; implora a Dios para que mande, al final de la jornada a sus Ángeles a custodiar a los que oran en paz; ruega para que los espíritus celestes vengan en ayuda de los agonizantes y, en el rito de las exequias, suplica para que los Ángeles acompañen al paraíso el alma del difunto y guarden su sepulcro.
CALENDARIO
13 SÁBADO. Hasta la hora nona:
SÁBADO DE LA XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO o SANTA MARÍA EN SÁBADO, Memoria libre o SAN ENRIQUE, Memoria libre
Misa del sábado (verde) o de una de las memorias (blanco).
ve bl MISAL: para la sábado cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria 1ª orac. prop. y el resto del común / para la memoria de Santa María, del Común de Santa María Virgen o de las «Misas de la Virgen María» , Pf. común o de las memorias.
LECC.: vol. IV.
- Gén 49, 29-33; 50, 15-26a. Dios cuidará de vosotros y os llevará de esta tierra.
- Sal 104. R. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
- Mt 10, 24-33. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo.
o bien: cf. vol. V.
Liturgia de las Horas: oficio de sábado o de una de las memorias.
Martirologio: elogs. del 14 de julio, pág. 417.
CALENDARIOS: Carmelitas: Santa Teresa de Jesús de los Andes, virgen (MO).
Servitas, Mínimos y Hermanas Mínimas de la Santísima Virgen de los Dolores: Santa Clelia Barbieri, virgen (MO).
Dominicos: Beato Santiago de Varazze, obispo (ML).
TOR: Beata Angelina de Masciano, religiosa (ML).
Madrid: Aniversario de la muerte de Mons. Angel Suquía Goicoechea, arzobispo, emérito (2006).
13 SÁBADO. Después de la hora nona:
DECIMOQUINTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Tercera semana del salterio
Misa vespertina del XV Domingo del Tiempo Ordinario (verde).
Liturgia de Las Horas: I Vísp. del oficio dominical. Comp. Dom. I.
TEXTOS MISA
Palabra de Dios.
Del
Catecismo de la Iglesia Católica
1816 El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella, sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: "Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia" (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: "Por todo aquél que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos" (Mt 10, 32-33)
MARTIROLOGIO
San Enrique, emperador de los romanos, que, según la tradición, de acuerdo con su esposa Cunegunda puso gran empeño en reformar la vida de la Iglesia y en propagar la fe en Cristo por toda Europa, donde, movido por un celo misionero, instituyó numerosas sedes episcopales y fundó monasterios. Murió en este día en Grona, cerca de Göttingen, en Franconia (1024).
Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia
215. La Iglesia, que en sus inicios fue protegida y defendida por el ministerio de los Ángeles (cfr. Hech 5,17-20; 12,6-11) y continuamente experimenta su "ayuda misteriosa y poderosa", venera a esto espíritus celestes y pide con confianza su intercesión.
Durante el Año litúrgico, la Iglesia conmemora la participación de los Ángeles en los acontecimientos de la salvación y celebra su memoria en unas fechas determinadas: el 29 de Septiembre la de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, el 2 de Octubre la de los Ángeles Custodios; les dedica una Misa votiva, cuyo prefacio proclama que "la gloria de Dios resplandece en los Ángeles"; en la celebración de los misterios divinos, se asocia al canto de los Ángeles para proclamar la gloria de Dios, tres veces santo (cfr. Is 6,3) e invoca su asistencia para que la ofrenda eucarística "sea llevada a tu presencia hasta el altar del cielo"; ante ellos celebra el oficio de alabanza (cfr. Sal 137,1); al ministerio de los Ángeles confía las oraciones de los fieles (cfr. Ap 5,8; 8,3), el dolor de los penitentes, la defensa de los inocentes contra los ataques del Maligno; implora a Dios para que mande, al final de la jornada a sus Ángeles a custodiar a los que oran en paz; ruega para que los espíritus celestes vengan en ayuda de los agonizantes y, en el rito de las exequias, suplica para que los Ángeles acompañen al paraíso el alma del difunto y guarden su sepulcro.
CALENDARIO
13 SÁBADO. Hasta la hora nona:
SÁBADO DE LA XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO o SANTA MARÍA EN SÁBADO, Memoria libre o SAN ENRIQUE, Memoria libre
Misa del sábado (verde) o de una de las memorias (blanco).
ve bl MISAL: para la sábado cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria 1ª orac. prop. y el resto del común / para la memoria de Santa María, del Común de Santa María Virgen o de las «Misas de la Virgen María» , Pf. común o de las memorias.
LECC.: vol. IV.
- Gén 49, 29-33; 50, 15-26a. Dios cuidará de vosotros y os llevará de esta tierra.
- Sal 104. R. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
- Mt 10, 24-33. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo.
o bien: cf. vol. V.
Liturgia de las Horas: oficio de sábado o de una de las memorias.
Martirologio: elogs. del 14 de julio, pág. 417.
CALENDARIOS: Carmelitas: Santa Teresa de Jesús de los Andes, virgen (MO).
Servitas, Mínimos y Hermanas Mínimas de la Santísima Virgen de los Dolores: Santa Clelia Barbieri, virgen (MO).
Dominicos: Beato Santiago de Varazze, obispo (ML).
TOR: Beata Angelina de Masciano, religiosa (ML).
Madrid: Aniversario de la muerte de Mons. Angel Suquía Goicoechea, arzobispo, emérito (2006).
13 SÁBADO. Después de la hora nona:
DECIMOQUINTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Tercera semana del salterio
Misa vespertina del XV Domingo del Tiempo Ordinario (verde).
Liturgia de Las Horas: I Vísp. del oficio dominical. Comp. Dom. I.
TEXTOS MISA
De santa María Virgen, Madre de la Iglesia. | De beata Maria Ecclesiae Matre. |
Antífona de entrada Cf. Hch 1,
14 Con un mismo espíritu, los discípulos perseveraban en la oración junto con María, la Madre de Jesús. |
Ant. ad introitum Cf. Ac
1,14 Erant discípuli perseverántes unanímiter in oratióne cum María, matre Iesu. |
Oración colecta Dios misericordioso, que quisiste que tu Hijo unigénito proclamara desde la cruz como Madre nuestra a su propia Madre, haz que tu Iglesia, por la mediación y cooperación maternal de la Virgen María, crezca cada día en santidad y atraiga a su seno a todas las naciones. Por nuestro Señor Jesucristo. |
Collecta Deus, misericordiárum Pater, cuius Unigénitus, cruci affíxus, beátam Maríam Vírginem, Genetrícem suam, Matrem quoque nostram constítuit, concéde, quaesumus, ut, eius cooperánte caritáte, Ecclésia tua, in dies fecúndior, prolis sanctitáte exsúltet et in grémium suum cunctas áttrahat famílias populórum. Per Dóminum. |
LITURGIA DE LA
PALABRA
Lecturas del Sábado
de la 14ª semana de Tiempo Ordinario. Año I (impar).
PRIMERA
LECTURA
Dios cuidará de vosotros y os sacará de esta tierra
Lectura del libro del Génesis 49, 29-32; 50, 15-26a
Dios cuidará de vosotros y os sacará de esta tierra
Lectura del libro del Génesis 49, 29-32; 50, 15-26a
En aquellos días, Jacob dio las siguientes
instrucciones a sus hijos:
-«Cuando me reúna con los míos, enterradme con
mis padres en la cueva del campo de Efrón, el hitita, la cueva del campo de
Macpela, frente a Mambré, en Canaán, la que compró Abrahán a Efrón, el hitita,
como sepulcro en propiedad. Allí enterraron a Abrahán y a Sara, su mujer; allí
enterraron a Isaac y a Rebeca, su mujer; allí enterré yo a Lía. El campo y la
cueva fueron comprados a los hititas. »
Cuando Jacob terminó de dar instrucciones a sus
hijos, recogió los pies en la cama, expiró y se reunió con los suyos.
Al ver los hermanos de José que había muerto su
padre, se dijeron:
-«A ver si José nos guarda rencor y quiere
pagarnos el mal que le hicimos.»
Y mandaron decirle:
-«Antes de morir tu padre nos encargó: "Esto
diréis a José: Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado y el mal que te
hicieron". Por tanto, perdona el crimen de los siervos del Dios de tu
padre.»
José, al oírlo, se echó a llorar.
Entonces vinieron los hermanos, se echaron al
suelo ante él, y le dijeron:
-«Aquí nos tienes, somos tus siervos.»
Pero José les respondió:
-«No tengáis miedo; ¿soy yo acaso Dios?
Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios
intentaba hacer bien, para dar vida a un pueblo numeroso, como hoy somos.
Por tanto, no temáis; yo os mantendré a vosotros
y a vuestros hijos. »
Y los consoló, hablándoles al corazón.
José vivió en Egipto con la familia de su padre
y cumplió ciento diez años; llegó a conocer a los hijos de Efraín, hasta la
tercera generación, y también a los hijos de Maquir, hijo de Manasés; los llevó
en las rodillas.
José dijo a sus hermanos:
-«Yo voy a morir. Dios cuidará de vosotros y os
llevará de esta tierra a la tierra que prometió a Abrahán, Isaac y Jacob.»
Y los hizo jurar:
-«Cuando Dios cuide de vosotros, llevaréis mis
huesos de aquí. »
José murió a los ciento diez años de edad.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
Sal 104, 1-2. 3-4.
6-7
R.
R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. | Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum. |
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. | Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum. |
Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. | Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum. |
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. | Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum. |
ALELUYA
1P 4,
14
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. | Si exprobrámini in nómine Christi, beáti éritis, quóniam Spíritus Dei super vos requiéscit. |
EVANGELIO
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 24-33
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 24-33
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
apóstoles:
-«Un discípulo no es más que su maestro, ni un
esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al
esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más
a los criados!
No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto
que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.Lo que
os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo
desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero
no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y
cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni
uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los
cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay
comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo
también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante
los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
1816 El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella, sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: "Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia" (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: "Por todo aquél que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos" (Mt 10, 32-33)
Oración sobre las
ofrendas Convierte, Señor, en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, estos dones que te presentamos, y haz que este memorial de nuestra redención, nos inflame en el amor a la Virgen María, Madre de la Iglesia, y nos asocie íntimamente a ella en la obra de la salvación de los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. |
Super oblata Súscipe, Dómine, oblatiónes nostras et in mystérium salútis convérte, cuius virtúte et caritáte Vírginis Maríae, Ecclésiae Matris, inflammémur et óperi redemptiónis cum ea árctius sociári mereámur. Per Christum. |
Prefacio: María, modelo y Madre de
la Iglesia. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, y alabarte en esta festividad de la Virgen María. Porque al aceptar ella a tu Unigénito en su corazón inmaculado, mereció concebirlo en su seno virginal y, al dar a luz a Cristo, preparó el nacimiento de la Iglesia. Porque al aceptar, junto a la cruz, el encargo de tu amor, recibió como hijos a todos los hombres, redimidos por la Sangre de Cristo. Porque al unirse a las oraciones de los Apóstoles y de los discípulos, que esperaban la venida del Espíritu Consolador, se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante y, desde su asunción gloriosa a los cielos, sigue mostrando su amor y protección a la Iglesia que peregrina hacia la vida eterna, hasta que venga el Señor, lleno de gloria. Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos sin cesar, diciendo: Santo, Santo, Santo... |
Praefatio: De Maria, forma et Matre
Ecclesiae. Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: Et te in celebratióne beátae Maríae Vírginis débitis magnificáre praecóniis. Quae Verbum tuum immaculáto corde suscípiens virgíneo méruit sinu concípere atque, páriens Conditórem, Ecclésiae fovit exórdia. Quae iuxta crucem testaméntum divínae caritátis accípiens, univérsos hómines in fílios assúmpsit, Christi morte ad supérnam vitam generátos. Quae, cum Apóstoli Promíssum exspectárent tuum, supplicatiónem suam discipulórum précibus iungens, exémplar éxstitit orántis Ecclésiae. Ad glóriam autem evécta caelórum, Ecclésiam peregrinántem matérno proséquitur amóre eiúsque gressus ad pátriam tuétur benígna, donec dies Dómini gloriósus advéniat. Et ídeo cum Sanctis et Angelis univérsis te collaudámus, sine fine dicéntes: Sanctus, Sanctus, Sanctus... |
PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO. | PREX EUCHARÍSTICA I seu CANON ROMANO. |
Antífona de la comunión Cfr Jn 19,
26-27 Desde la cruz, Cristo dijo al discípulo amado: "He ahí a tu Madre". |
Antiphona ad communionem Cf. Jn
19,26-27 Ex cruce pendens dixit Iesus discípulo, quem diligébat: Ecce mater tua. |
Oración después de la
comunión Tú que nos has concedido en este sacramento la prenda de nuestra vida eterna, haz, Señor, que tu Iglesia, por la intercesión maternal de la Virgen María, ilumine a todas las naciones con la luz del Evangelio y las santifique con los dones de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. |
Post communionem Sumpto, Dómine, pígnore redemptiónis et vitae, súpplices adprecámur, ut Ecclésia tua, matérna Vírginis ope, et Evangélii praecónio univérsas gentes erúdiat et Spíritus effusióne orbem terrárum adímpleat. Per Christum. |
MARTIROLOGIO
San Enrique, emperador de los romanos, que, según la tradición, de acuerdo con su esposa Cunegunda puso gran empeño en reformar la vida de la Iglesia y en propagar la fe en Cristo por toda Europa, donde, movido por un celo misionero, instituyó numerosas sedes episcopales y fundó monasterios. Murió en este día en Grona, cerca de Göttingen, en Franconia (1024).
2. Conmemoración de san Esdras, sacerdote
y escriba, que, vuelto de Babilonia a Judea en tiempo de Artajerjes, rey de los
persas, congregó al pueblo que estaba disperso y puso gran empeño en que se
conociese, se cumpliese y se enseñase en Israel la Ley del Señor.
3. Conmemoración de san Silas, elegido y
enviado por los apóstoles con Pablo y Bernabé a las Iglesias de la gentilidad
para anunciar el Evangelio, misión en la que, lleno de la gracia de Dios, puso
gran empeño (s. I).
4. En Alejandría, ciudad de Egipto, san
Serapión, mártir, que en tiempo del emperador Septimio Severo y del prefecto
Áquila fue quemado vivo, alcanzando así la corona del martirio (c. 212).
5. En la isla de Chíos, santa Miropa, mártir (s.
III/IV).
6. En Filomelia, de Frigia, santos mártires
Alejandro y treinta soldados, que, como cuenta la tradición, fueron
martirizados, siendo Magno prefecto de Antioquía, en Pisidia (s. IV).
7. En Albi, ciudad de Aquitania, tránsito de
san Eugenio, obispo de Cartago, glorioso por su fe y sus virtudes, que
sufrió el destierro durante la persecución desencadenada por los vándalos
(501).
8. En la Bretaña Menor, san Turiavo, abad
del monasterio de Dôle y obispo (s. VII/VIII).
9*. En Génova, ciudad de la Liguria, beato
Jacobo de Varazze o Voragine, obispo, de la Orden de Predicadores, que para
fomentar la vida cristiana del pueblo, ofreció en sus escritos muchos ejemplos
de virtudes (1298).
10*. En Norwich, en Inglaterra, beato Tomás
Tunstal, presbítero de la Orden de san Benito, mártir, que en tiempo del rey
Jacobo I fue condenado a muerte y ahorcado por haber entrado, siendo sacerdote,
en ese país (1616).
11*. Ante las costas de Rochefort, en Francia,
beatos Luis Armando José Adam, de la Orden de los Hermanos Menores
Conventuales, y Bartolomé Jarrige de la Morélie de Biars, presbíteros y
mártires, que, encarcelados en una nave ruinosa durante la Revolución Francesa
por ser sacerdotes, murieron en ella, víctimas de la peste y de su caridad para
con sus compañeros de cautiverio (1794).
12*. En Orange, ciudad de la Provenza, en
Francia, beatas Magdalena de la Madre de Dios (Isabel) Verchière y cinco
compañeras (cuyos nombres son: beatas Teresa Enrica de la Anunciación
Faurie, Ana Andrea de San Alejo Minutte, María Ana de San Francisco Lambert,
María Ana de Santa Francisca
Depeyre y María Anastasia de San Gervasio
Roquard), vírgenes, martirizadas durante la misma Revolución Francesa
(1794).
13. En la ciudad de Châu Dôc, en Cochinchina,
san Manuel Lê Van Phung, mártir, padre de familia, que, pese a estar
detenido en la cárcel, no cesó de exhortar a sus hijos y familiares para que
fueran caritativos con sus enemigos, y finalmente fue decapitado por orden del
emperador Tu Duc (1859).
14. En Budrie, ciudad de la Romagna, santa
Clelia Barbieri, virgen, que dedicó su vida a ayudar espiritualmente sobre
todo a las niñas pobres y abandonadas, y para ello fundó la Congregación de las
Hermanas Mínimas de la Virgen de los Dolores (1870).
15*. En Galeata, cerca de Bolonia, en Italia,
beato Fernando María Baccilieri, presbítero, que consagró su vida a la
formación, bajo todos los aspectos, del pueblo que se le había encomendado, y
fundó la Congregación de las Siervas de María, cuya misión es ayudar a las
familias pobres y, sobre todo, a la formación de las jóvenes (1893).
16. En el pueblo de Loangziqiao, en Hengshui, de
la provincia de Hebei, en China, san Pablo Liu Jinde, mártir, que ya
anciano, y habiendo quedado solo en la aldea, durante la persecución llevada a
cabo por los Yihetuan salió al encuentro de los agresores con el rosario y un
libro de devoción en la mano y les saludó como se solían saludar los cristianos,
siendo inmediatamente asesinado (1900).
17. En la ciudad de Nangong, también en la
provincia de Hebei, san José Wang Guiji, mártir, que durante la misma
persecución prefirió morir gloriosamente por Cristo antes que salvar su vida
diciendo, como le sugerían, una pequeña mentira (1900).
18*. En la ciudad de Angostura, en Colombia,
beato Mariano de Jesús Euse Hoyos, presbítero, quien, sencillo e íntegro,
se entregó totalmente a la oración, a los estudios y a la instrucción de los
niños (1926).
19*. En Caguas, ciudad de Puerto Rico, beato
Carlos Manuel Rodríguez Santiago, que trabajó incansablemente en la
renovación de la sagrada liturgia y en fomentar la vida de fe en los jóvenes
(1963).
viernes, 28 de junio de 2013
Viernes 12 julio 2012, para pedir Caridad, Misa "ad diversa".
SOBRE
LITURGIA
Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia
Los fieles saben también que no son pocos los episodios de la vida de Jesús en los que los Ángeles tienen una función particular: el Ángel Gabriel anuncia a María que concebirá y dará a luz al Hijo del Altísimo (cfr. Lc 1,26-38) y de manera semejante, un Ángel revela a José el origen sobrenatural de la maternidad de la Virgen (cfr. Mt 1,18-25); los Ángeles llevan a los pastores de Belén la alegre noticia del nacimiento del Salvador (cfr. Lc 2,8-14); el "Ángel del Señor" protege la vida del niño Jesús amenazado por Herodes (cfr. Mt 2,13-20); los Ángeles asisten a Jesús en el desierto (cfr. Mt 4,11) y lo confortan en la agonía (cfr. Lc 22,43), anuncian a las mujeres que se habían dirigido a la tumba de Cristo que "ha resucitado" (cfr. Mc 16,1-8) e intervienen en la Ascensión, para revelar su sentido a los discípulos y para anunciar que "Jesús... volverá un día del mismo modo que le habéis visto ahora subir al cielo" (Hech 1,11).
A los fieles no se les oculta la importancia de la advertencia de Jesús, de no despreciar a uno solo de los pequeños que creen en Él, "porque sus Ángeles en el cielo ven siempre el rostro del Padre" (Mt 18,10), y de las consoladoras palabras según las cuales "hay alegría entre los Ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte" (Lc 15,10). Finalmente, saben que "el Hijo del hombre vendrá en su gloria con todos sus Ángeles" (Mt 25,31) para juzgar a los vivos y a los muertos y llevar la historia a su consumación
CALENDARIO
12 VIERNES DE LA XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Feria
Misa de feria (verde).
ve MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. IV.
- Gén 46, 1-7. 28-30. Ahora puedo morir, después de haberte contemplado tu rostro.
- Sal 36. R. El Señor es quien salva a los justos.
- Mt 10, 16-23. No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 13 de julio, pág. 415.
CALENDARIOS: Zaragoza: San Ignacio-Clemente Delgado Cebrián y compañeros, mártires (MO).
Orden de San Juan de Jerusalén: Beato David Gunston, mártir (MO).
Córdoba: San Abundio, mártir (ML).
Benedictinos, O. Cist. y OCSO: San Juan Gualberto, abad (ML).
OFM Cap.: San Juan Jones y san Juan Wall, mártires (ML).
TEXTOS MISA
Palabra de Dios.
Del Papa Benedicto XVI, Ángelus 26 diciembre 2011
La verdadera imitación de Cristo es el amor, que algunos escritores cristianos han definido el "martirio secreto". A este propósito san Clemente de Alejandría escribe: "Quienes ponen en práctica los mandamientos del Señor dan testimonio de él en toda acción, pues hacen lo que él quiere e invocan fielmente el nombre del Señor" (Stromatum IV, 7, 43, 4: SC 463, París 2001, 130). Como en la antigüedad, también hoy la sincera adhesión al Evangelio puede exigir el sacrificio de la vida y muchos cristianos en distintas partes del mundo están expuestos a la persecución y a veces al martirio. Pero, como nos recuerda el Señor, "el que persevere hasta el final, se salvará" (Mt 10, 22).
MARTIROLOGIO
Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia
Los fieles saben también que no son pocos los episodios de la vida de Jesús en los que los Ángeles tienen una función particular: el Ángel Gabriel anuncia a María que concebirá y dará a luz al Hijo del Altísimo (cfr. Lc 1,26-38) y de manera semejante, un Ángel revela a José el origen sobrenatural de la maternidad de la Virgen (cfr. Mt 1,18-25); los Ángeles llevan a los pastores de Belén la alegre noticia del nacimiento del Salvador (cfr. Lc 2,8-14); el "Ángel del Señor" protege la vida del niño Jesús amenazado por Herodes (cfr. Mt 2,13-20); los Ángeles asisten a Jesús en el desierto (cfr. Mt 4,11) y lo confortan en la agonía (cfr. Lc 22,43), anuncian a las mujeres que se habían dirigido a la tumba de Cristo que "ha resucitado" (cfr. Mc 16,1-8) e intervienen en la Ascensión, para revelar su sentido a los discípulos y para anunciar que "Jesús... volverá un día del mismo modo que le habéis visto ahora subir al cielo" (Hech 1,11).
A los fieles no se les oculta la importancia de la advertencia de Jesús, de no despreciar a uno solo de los pequeños que creen en Él, "porque sus Ángeles en el cielo ven siempre el rostro del Padre" (Mt 18,10), y de las consoladoras palabras según las cuales "hay alegría entre los Ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte" (Lc 15,10). Finalmente, saben que "el Hijo del hombre vendrá en su gloria con todos sus Ángeles" (Mt 25,31) para juzgar a los vivos y a los muertos y llevar la historia a su consumación
CALENDARIO
12 VIERNES DE LA XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Feria
Misa de feria (verde).
ve MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. IV.
- Gén 46, 1-7. 28-30. Ahora puedo morir, después de haberte contemplado tu rostro.
- Sal 36. R. El Señor es quien salva a los justos.
- Mt 10, 16-23. No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 13 de julio, pág. 415.
CALENDARIOS: Zaragoza: San Ignacio-Clemente Delgado Cebrián y compañeros, mártires (MO).
Orden de San Juan de Jerusalén: Beato David Gunston, mártir (MO).
Córdoba: San Abundio, mártir (ML).
Benedictinos, O. Cist. y OCSO: San Juan Gualberto, abad (ML).
OFM Cap.: San Juan Jones y san Juan Wall, mártires (ML).
TEXTOS MISA
PARA PEDIR CARIDAD | AD POSTULANDAM CARITATEM |
Antífona de entrada Ez 36,
26.27.28 Arrancaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne, dice el Señor. Os infundiré mi espíritu. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. |
Antiphona ad introitum Ez 36,
26-28 Dicit Dóminus: Auferam cor lapídeum de carne vestra, et dabo vobis cor cárneum, et spíritum meum ponam in médio vestri: et éritis mihi in pópulum, et ego ero vobis in Deum. |
Oración colecta Inflama, Señor, nuestros corazones con el Espíritu de tu amor, para que pensemos y actuemos según tu voluntad y te amemos sinceramente en nuestro prójimo. Por nuestro Señor Jesucristo. |
Collecta Corda nostra, quaesumus, Dómine, tuae Spíritu caritátis inflámma, ut tuae digna semper ac plácita maiestáti cogitáre et te in frátribus sincére dilígere valeámus. Per Dóminum. |
LITURGIA DE LA
PALABRA
Lecturas del
Viernes de la 14ª semana de Tiempo Ordinario. Año I (impar).
PRIMERA
LECTURA
Ahora puedo morir, después de haberte visto en persona
Lectura del libro del Génesis 46, 1-7. 28-30
Ahora puedo morir, después de haberte visto en persona
Lectura del libro del Génesis 46, 1-7. 28-30
En aquellos días, Israel, con todo lo suyo, se
puso en camino, llegó a Berseba y allí ofreció sacrificios al Dios de su padre
Isaac.
Dios le dijo a Israel en una visión de noche:
-«Jacob, Jacob.»
Respondió: -«Aquí estoy.»
Dios le dijo: -« Yo soy Dios, el Dios de tu
padre; no temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en un pueblo numeroso.
Yo bajaré contigo a Egipto, y yo te haré subir; y José te cerrará los
ojos.»
Al salir Jacob de Berseba, los hijos de Israel
hicieron montar a su padre, con los niños y las mujeres, en las carretas que el
Faraón había enviado para transportarlos.
Tomaron el ganado y las posesiones que habían
adquirido en Canaán y emigraron a Egipto Jacob con todos sus descendientes,
hijos y nietos, hijas y nietas, y todos los descendientes los llevó consigo a
Egipto.
Jacob despachó por delante a Judá, a visitar a
José y a preparar el sitio en Gosén. Cuando llegaban a Gosén, José mandó
preparar la carroza y se dirigió a Gosén a recibir a su padre.
Al verlo, se le echó al cuello y lloró abrazado
a él.
Israel dijo a José: -«Ahora puedo morir, después
de haberte visto en persona, que estás vivo.»
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
Sal 36, 3-4. 18-19.
27-28. 39-40
R.
R.
El Señor es quien salva a los justos. | Salus iustórum a Dómino est. |
Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R.
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R.
El Señor es quien salva a los justos. | Salus iustórum a Dómino est. |
El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán. R.
y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán. R.
El Señor es quien salva a los justos. | Salus iustórum a Dómino est. |
Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.
Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá. R.
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.
Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá. R.
El Señor es quien salva a los justos. | Salus iustórum a Dómino est. |
El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra.
los libra de los malvados y los salva
porque se acogen a él. R.
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra.
los libra de los malvados y los salva
porque se acogen a él. R.
El Señor es quien salva a los justos. | Salus iustórum a Dómino est. |
ALELUYA
Jn 16, 13a; 14
26d
Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena y os irá recordando todo lo que os he dicho. | Cum vénerit Spíritus veritátis, docébit vos omnen veritátem; et súggeret vobis ómnia quæcúmque díxero vobis. |
EVANGELIO
No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 16-23
No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 16-23
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
apóstoles:
-«Mirad que os mando como ovejas entre lobos;
por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.
Pero no os fiéis de la gente, porque os
entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer
ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante
los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que
vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que
decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará
por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que
los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y
los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere
hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra.
Porque os aseguro que no terminaréis con las
ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor
Jesús.
Del Papa Benedicto XVI, Ángelus 26 diciembre 2011
La verdadera imitación de Cristo es el amor, que algunos escritores cristianos han definido el "martirio secreto". A este propósito san Clemente de Alejandría escribe: "Quienes ponen en práctica los mandamientos del Señor dan testimonio de él en toda acción, pues hacen lo que él quiere e invocan fielmente el nombre del Señor" (Stromatum IV, 7, 43, 4: SC 463, París 2001, 130). Como en la antigüedad, también hoy la sincera adhesión al Evangelio puede exigir el sacrificio de la vida y muchos cristianos en distintas partes del mundo están expuestos a la persecución y a veces al martirio. Pero, como nos recuerda el Señor, "el que persevere hasta el final, se salvará" (Mt 10, 22).
Oración sobre las
ofrendas Santifica, Señor, nuestras ofrendas y, por este sacrificio eucarístico, concédenos hacer llegar tu amor a todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. |
Super oblata Propítius, Dómine, quaesumus, haec dona sanctífica, et, hóstiae spiritális oblatióne suscépta, concéde, ut caritátem tuam ad omnes possímus exténdere. Per Christum. |
PLEGARIA EUCARÍSTICA II. | PREX EUCHARÍSTICA II |
Antífona de la comunión 1 Cor 13,
13 Ahora tenemos estas tres virtudes: la fe, la esperanza y la caridad; pero la caridad es la mayor de las tres. |
Antiphona ad communionem 1Co 13,
13 Nunc autem manent fides, spes, cáritas, tria haec: maior autem horum est cáritas. |
Oración después de la
comunión Infunde, Señor, tu Espíritu Santo, en quienes hemos participado del mismo pan celestial y reanímanos con la alegría del amor perfecto. Por Jesucristo, nuestro Señor |
Post communionem Quos uno pane caelésti satiásti, quaesumus, Dómine, ut Sancti Spíritus grátia perfúndas, et abundánter refícias perféctae dulcédine caritátis. Per Christum. |
MARTIROLOGIO
1. En Ancira, de Galacia, santos Proclo e
Hilarión, mártires en tiempo del emperador Trajano y del prefecto Máximo (s.
II).
2. En Aquileia, en los confines de Venecia,
santos Fortunato y Hermágoras, mártires (s. III).
3. En Milán, ciudad de la Liguria, santos
Nabor y Félix, mártires, que, siendo soldados oriundos de Mauritania, se
dice que sufrieron el martirio en Laus Pompeia (hoy Lodi) y fueron sepultados en
Milán (c. 304).
4. En Fano, en la región del Piceno, en Italia,
san Paterniano, obispo (s. IV).
5. En Lyon, ciudad de la Galia, san
Vivenciolo, obispo, que fue promovido al episcopado cuando enseñaba en la
escuela monástica de San Eugendio, y animó a clérigos y laicos a estar presentes
en el Concilio de Pau, para que el pueblo conociese mejor lo que los pontífices
establecían (c. 523).
6. En el monasterio de Passignano, en la
Toscana, san Juan Gualberto, abad, que después de perdonar por el amor de
Cristo al asesino de un hermano suyo, vistió el hábito monástico, y más tarde,
deseando practicar una vida de mayor austeridad, puso los cimientos de una nueva
familia monástica en Valumbrosa (1073).
7*. En el monasterio de Cava, en la Campania,
san León I, abad, que proveyó a los pobres con el trabajo de sus manos y
les protegió ante los príncipes (1079).
8*. En Londres, en Inglaterra, beato David
Gunston, mártir, caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, que por
oponerse en lo espiritual al régimen del rey Enrique VIII, fue ahorcado en el
patíbulo de Sout-hwark (1581).
9. En Londres también, san Juan Jones,
presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, mártir, el cual, oriundo de
Gales, abrazó la vida religiosa en Francia, y por haber entrado en Inglaterra
como sacerdote, siendo reina Isabel I, fue condenado a pena capital, consumando
el martirio en la horca (1598).
10*. En Nagasaki, ciudad del Japón, beatos
Matías Araki y siete compañeros (cuyos nombres son: beatos Pedro Arakiyori
Chobioye y Susana, esposos; Juan Tanaka y Catalina, esposos: Juan Nagai Naisen y
Mónica, esposos, y su hijo el niño Luis), que sufrieron el martirio por su fe en
Cristo (1626).
11*. En la población de Orange, en la región de
la Provenza, en Francia, beatas Rosa de San Javier (Magdalena Teresa)
Tallien, Marta del Buen Ángel (María) Cluse, María de San Enrique (Margarita
Eleonor) de Justamond y Juana María de San Bernardo de Romillon, vírgenes y
mártires, que alcanzaron la palma del martirio durante la Revolución Francesa
(1794).
12. En la ciudad de Nan Dinh, en Tonquín, san
Clemente Ignacio Delgado Cebrián, obispo y mártir, que después de pasar
cincuenta años predicando el Evangelio, fue encarcelado por orden del emperador
Minh Mang a causa de su fe en Cristo y murió en la cárcel, donde tuvo que sufrir
mucho (1838).
13. En la provincia de Ninh Binh, en Tonquín
también, santa Inés Lê Thi Thành (Dê), mártir, madre de familia, que en
tiempo del emperador Thiêu Tri fue cruelmente atormentada a causa de haber
ocultado en su casa a un sacerdote, muriendo en la cárcel por negarse a abjurar
de su fe (1841).
14. En la provincia de Nghê An, en Annam, san
Pedro Khanh, presbítero y mártir, que al ser reconocido como cristiano
cuando se hallaba en su mesa de recaudador, pasó seis meses preso en la cárcel,
y al negarse a abjurar de la fe, fue degollado por orden del emperador Thiêu Tri
(1842).
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