jueves, 25 de julio de 2013

Celestino I Papa, Santo


XLIII Papa, 27 de julio
 
Celestino I, Santo
Celestino I, Santo

XLIII Papa

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria, san Celestino I, papa, que se preocupó de que la Iglesia se mantuviese en la verdadera fe y ampliase sus límites, instituyó el episcopado en Gran Bretaña e Irlanda y promovió la celebración del Concilio de Éfeso, en el que se condenó a Nestorio y se saludó a María como Madre de Dios (432).

Papa del 10 de septiembre de 422 al 27 de julio de 432
Nada se conoce de su historia antigua, excepto que fue un romano y que el nombre de su padre fue Priscus. Se dice que vivió durante un tiempo en Milán con San Ambrosio. La primera noticia, sin embargo, que está consignada en un documento de San Inocencio I, en el año 416, indica que Celestino habría sido un diácono.

En 418, San Agustín le escribió de una manera reverencial. El sucedió a San Bonifacio I, como papa, el 10 de septiembre de 422 (de conformidad con Tillemont, aunque los bollandistas indican como fecha el 3 de noviembre). Murió el 26 de julio de 432, habiendo cumplido en el pontificado nueve años, diez meses y dieciséis días. A pesar de los tiempos tumultuosos de Roma, fue electo sin ninguna oposición, tal y como se dice en una carta de San Agustín (Epist., cclxi). La misma fue escrita al pontífice muy poco después de haber sido nombrado como tal. En ella, el gran doctor le pide su asistencia en arreglar las dificultades con Antonio, Obispo de Fessula en Africa.

San Celestino I, sucesor de Bonifacio I, era un hombre de mucha energía y al mismo tiempo de conmovedora liberalidad. Mientras se preocupaba por la restauración de Roma, no perdía de vista los intereses espirituales de toda la cristiandad. Defendía el derecho del Papa y de recibir apelaciones por parte de cualquier fiel, laico o clérigo, y respondía con solicitud.

Al Papa se le pedía sobre todo establecer normas según las cuales todo fiel tenía que conformar su propia conducta. De estas respuestas, que se conocen con el nombre de Decretales, tomó forma el primer embrión del derecho canónico.

Escribió cartas a los obispos para corregir abusos, disipar dudas doctrinales, combatir herejías, o simplemente para prohibir a los obispos llevar el cinturón o el manto propios de los monjes. Tuvo correspondencia con el amigo obispo de Hipona, San Agustín, cuya doctrina, a un año de la muerte, defendió calurosamente en la disputa antipelagiana, con palabras que consagraron definitivamente la autoridad y la santidad.

Los últimos días del pontificado de Celestino se caracterizaron por la lucha en el este en contra de la herejía de Nestorius. Nestorius quien había llegado a ser Obispo de Constantinopla en 428, primero dio una gran satisfacción, tal y como podemos ver en una carta dirigida por él a Celestino. Pronto se levantaron sospechas de su ortodoxia por recibir amablemente a los pelagianos, que habían sido rechazados por el papa en Roma. Poco después, rumores sobre sus enseñanzas acerca de la personalidad dual de Cristo, llegaron a Roma. Celestino comisionó a Cirilo de Alejandría para que investigara e hiciera un reporte.

Cirilo encontró que Nestorius profesaba abiertamente sus herejías y envió un recuento completo de la situación a Celestino. En un Sínodo en Roma (430) el Papa condenó solemnemente los errores de Nestorius, y ordenó a Cirilo que en su nombre, procediera contra el hereje quien fue incomunicado y depuesto, a menos que en diez días hiciera una declaración por escrito mediante la cual se retractara de sus errores.

En cartas escritas en el mismo día a Nestorius, a los clérigos, la gente de Constantinopla, Juan de Antioquia, Juvenal de Jerusalem, Rufus de Thessalonica, y Flavian de Filipi, Celestino anuncia la sentencia contra Nestorius y comisiona a Cirilo para que ejecute la decisión. De manera simultánea, restaura a todos los que habían sido excomunicados o privados de derechos por Nestorius.

Cirilo envía la sentencia papal y su propio anatema a Nestorius. El emperador ahora establece un concilio general que ser reunirá en Efesio. A este concilio Celestino envia como delegados a Arcadius, y Projectus, obispos, y a Filipo, un sacerdote, quienes deben actuar en coordinación con Cirilo. Sin embargo, ellos no estuvieron involucrados en discusiones, sino que debían juzgar las opiniones de otros. Celestino in todas sus cartas aume que su propia decisión es ya la final, y Cirilo y el concilio se manifiesta “compelido por los cánones sagrados y las cartas de Nuestro Más Santo Padre, Celestino, Obispo de la Iglesia Romana.”

El último acto oficial de Celestino, fue enviar a San Patricio a Irlanda, quizá sobrepasando todas las expectativas en esta acción de grandes consencuencias para el bien. Ya había enviado con anterioridad (431) a Palladius como obispo de los “Scots (i.e. irlandeses) creyentes en Cristo.” Pero Palladius abandonó pronto su misión en Irlanda y murió al año siguiente en Bretaña.

El Papa Celestino I murió el 27 de julio del año 432, y fue sepultado en el cementerio de Priscila, en una capilla adornada con frescos que representaban los episodios del reciente Concilio de Éfeso, que había proclamado solemnemente la maternidad divina de María.

En el año 817 las reliquias del Santo Pontífice fueron trasladadas a la basílica de Santa Práxedes, y parte de ellas parece que fueron llevadas a la catedral de Mantua.




San Celestino I, papa
fecha: 27 de julio
fecha en el calendario anterior: 6 de abril
†: 432 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria, san Celestino I, papa, que, esforzándose para que la Iglesia se mantuviese en la verdadera fe y ampliase su extensión, instituyó el episcopado en Gran Bretaña e Irlanda y promovió la celebración del Concilio de Éfeso, en donde se condenó a Nestorio y se saludó a María como Madre de Dios.

Apenas sabemos algo de su vida privada. Nació en Campania y se había distinguido como diácono en Roma, antes de su elección a la cátedra de San Pedro en septiembre del año 422. Durante los diez años que duró su pontificado, mostró gran energía y encontró gran oposición. Los obispos de Africa, que ya se habían quejado de que se convocaba a Roma a muchos de sus sacerdotes, criticaron al Papa por haber llamado a Apiado en forma precipitada y sin tener en cuenta a los obispos. Sin embargo, san Agustín profesaba gran veneración y cariño a san Celestino, como consta por sus cartas. San Celestino se opuso enérgicamente a los brotes de herejía de su época, particularmente al pelagianismo y al nestorianismo. El sínodo que reunió en Roma en el año 430, fue una especie de preludio del Concilio ecuménico de Éfeso, al que san Celestino envió tres legados de gran envergadura. Igualmente apoyó a san Germán de Auxerre en su lucha contra el pelagianismo y escribió un tratado dogmático de gran importancia contra el semipelagianismo, que era una forma mitigada de la misma herejía. De san Celestino proviene la obligación de los clérigos de órdenes mayores de recitar el oficio divino. Es poco probable que san Celestino haya enviado a san Patricio a Irlanda; sin embargo, debía tener muy presentes las necesidades de ese país, ya que fue él quien envió a Paladio allá a sostener la fe de los que creían en Cristo, inmediatamente antes de que san Patricio empezara su gran obra de evangelización.

En una carta atribuida a san Celestino, dirigida a los obispos de las iglesias Viennense y Narbonense, del 26 de julio del 428, se contiene un hermoso texto, que recoge elDenzinger como «canon sobre la reconciliación in articulo mortis»:
Hemos sabido que se niega la penitencia a los moribundos y no se corresponde a los deseos de quienes en la hora de su tránsito, desean socorrer a su alma con este remedio. Confesamos que nos horroriza se halle nadie de tanta impiedad que desespere de la piedad de Dios, como si no pudiera socorrer a quien a El acude en cualquier tiempo, y librar al hombre, que peligra bajo el peso de sus pecados, de aquel gravamen del que desea ser desembarazado. ¿Qué otra cosa es esto, decidme, sino añadir muerte al que muere y matar su alma con la crueldad de que no pueda ser absuelta? Cuando Dios, siempre muy dispuesto al socorro, invitando a penitencia, promete así: Al Pecador -dice-, en cualquier día en que se convirtiera, no se le imputarán sus pecados [cf. Ez. 33, 16]... Como quiera, pues, que Dios es inspector del corazón, no ha de negarse la penitencia a quien la pida en el tiempo que fuere...

Ver Acta Sanctorum, abril, vol. V; Duchesne, Liber Pontificalis, vol. I, pp. 230-231; Hefele-Leclercq, Conciles, vol. II, pp. 196 ss. Posiblemente los llamados «Capitula Caelestini» contra la doctrina semipelagiana no son obra de san Celestino sino de San Próspero de Aquitania. El fragmento de la carta proviene de DZ 111; el texto completo en MPL 50,431.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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