jueves, 16 de mayo de 2013

Obispos y presbíteros pastores, y no lobos

Oren por los sacerdotes y obispos, para que no cedan a la tentación del dinero y la vanidad, sino que estén al servicio del pueblo de Dios: fue la exhortación del santo padre Francisco esta mañana, en la misa presidida en la Casa Santa Marta. A la celebración asistió un grupo de empleados de Radio Vaticano, según informó la radio del papa.

La homilía de Francisco partió del pasaje de los Hechos de los Apóstoles donde Pablo exhorta a los "ancianos" de la Iglesia de Éfeso a velar por sí mismos y por todo el rebaño, a ser pastores atentos a los "lobos rapaces".
 
Una vida de servicio
 
Es una de las "más hermosas páginas del Nuevo Testamento" –dijo, "llena de ternura, de amor pastoral" en la cual brota la "hermosa relación del obispo con su pueblo". Los obispos y los sacerdotes –explica, se ponen al servicio de los demás, para preservar, construir y defender al pueblo.
Es "una relación de protección, de amor entre Dios y el pastor, y el pastor con la gente":
"Al final un obispo no es obispo para sí mismo, sino que lo es para el pueblo; y un presbítero no lo es para sí mismo, sino para la gente: al servicio de, para hacerlo crecer, para apacentar al pueblo, el propio rebaño. Para defenderlo de los lobos. ¡Es bello pensar en esto! Cuando en este caminar, el obispo hace aquello, se da una buena relación con el pueblo, como el obispo Pablo lo hizo con su pueblo, ¿no? Y cuando el presbítero tiene una buena relación con la gente, surge un amor: se da un amor entre ellos, un amor verdadero, y la Iglesia permanece unida".
 
La relación del obispo y del presbítero con el pueblo --dijo el Papa--, es una relación "existencial, sacramental". "Nosotros –agregó el papa, necesitamos de sus oraciones", porque "incluso el obispo y el presbítero pueden ser tentados". Los obispos y los presbíteros deben orar mucho, proclamar a Jesucristo resucitado y "predicar con valentía el mensaje de salvación". "Porque también nosotros somos hombres y somos pecadores" y "somos tentados".
 
Peligros de la avaricia
 
¿Y cuáles son las tentaciones del obispo y el sacerdote?, se preguntó Francisco:
"San Agustín, comentando al profeta Ezequiel habla de dos: la riqueza, que puede convertirse en avaricia, y la vanidad. Y dice: "Cuando el obispo, el presbítero se aprovecha de las ovejas para sí mismo, cambian las cosas: no es un presbítero, o un obispo para la gente, sino el presbítero y el obispo que se aprovechan del pueblo". San Agustín dice: "Toma la carne para comerse a las ovejas, se aprovecha; hace negocios y está apegado al dinero; se vuelve avaro y muchas veces cae en la simonía. O se aprovecha de la lana para su vanidad, para fanfarronear".
 
"Por lo tanto --observa el papa, "cuando un presbítero, un obispo va tras el dinero, la gente no lo quiere y eso es una señal. Incluso él mismo termina mal". San Pablo recuerda que trabajó con sus manos, "no tenía una cuenta bancaria, trabajaba. Y cuando un obispo, un presbítero va por el camino de la vanidad, entra en el espíritu de hacer carrera --y le hace tanto daño a la Iglesia; hace el ridículo finalmente, se exhibe, le gusta dejarse ver, todo poderoso... ¡Y a la gente no le gusta eso!".
Recen por nosotros –repitió el papa, "para que seamos pobres, para que seamos humildes, mansos, al servicio del pueblo".
 
Por último, sugirió leer los versículos 28 a 30 del capítulo 20 de los Hechos de los Apóstoles, donde Pablo dice: "Velen por ustedes mismos y por todo el rebaño, en medio del cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para apacentar la Iglesia de Dios, la cual él ganó por su propia sangre. Sé que después de mi partida, vendrán lobos feroces entre ustedes que no perdonarán el rebaño; e inclusive de entre ustedes mismos surgirán algunos que hablen doctrinas perversas para arrastrar a los discípulos tras de ellos":
 
"Lean esta bella página y leyéndola oren, oren por nosotros, los obispos y los presbíteros. Tenemos tanta necesidad de mantenernos fieles, para ser hombres que vigilan el rebaño y también sobre nosotros mismos, que su corazón siempre esté dirigido a su rebaño. Que el Señor también nos defienda de la tentación, porque si vamos por el camino a la riqueza, si seguimos por el camino de la vanidad, nos convertimos en lobos y no en pastores. Oren por esto, lean esto y oren".

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