miércoles, 22 de mayo de 2013

El Espíritu Santo en la Biblia: El Siervo y el Espíritu en el Segundo Isaías

 (Is 42, 1-7)      

 



Texto a analizar: Is 42, 1-7
 
1 Mirad a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, a quien prefiero.
He puesto sobre él mi espíritu; él presentará a las naciones el derecho.
2 No grita, no eleva el tono de su voz…
3 No quiebra la caña cascada, no apaga la mecha que humea;
promueve fielmente el derecho.
4 No vacilará ni cederá hasta afianzar el derecho en la tierra;
y las islas esperan su enseñanza.
 
 He aquí uno de los innumerables textos célebres del Segundo Isaías, el profeta del destierro encargado de abrir los ojos de la esperanza al pueblo postrado e incrédulo de Israel. (….) los cuatro cánticos del siervo (ls 42,1-7; 49, 1-9; 50,4-11; 52, 13-53,12), es evidente que se integran perfectamente en el conjunto del libro actual.
 
No está clara la extensión de este primer cántico. Se pueden distinguir con claridad dos partes: 1-4 y 5-7; sin embargo, si su vinculación actual parece armoniosa, su origen podría ser muy diferente. El conjunto se presenta como un discurso del Señor.
 
En la primera parte se nos presenta a un personaje que recibe el título de «siervo» y de «elegido», atribuyéndosele una misión.
  • Estos dos títulos aparecen igualmente en el Sal 89,4, atribuidos esta vez a David.
  • La misión de este siervo está claramente definida (v. 1.3-4): tiene que implantar el derecho. Si se atiende a lo que se nos dice en el v. 7, vemos algunas precisiones sobre este derecho. No se trata de promulgar un código, aunque sea nuevo, sino simplemente de restablecer la justicia empezando por abrir los ojos de los oprimidos. Es evidente que para los ciegos y para los que están en tinieblas, la justicia y el derecho que va a establecer este siervo no se pueden reducir a la casuística de los tribunales. Será preciso restablecer todos los aspectos de los derechos del hombre, incluso los que afectan a la conciencia más profunda del ser. Y esta obra se realizará en mansedumbre, dentro del respeto y de la convicción de que nunca habrá que perder las esperanzas.
¿Cómo será posible una obra semejante? Gracias al espíritu que el Señor le da al siervo para que lleve a cabo su misión.
  • Los títulos de «siervo» y «elegido» nos sitúan ya en una perspectiva real. La misión de lograr que reine el derecho y el espíritu de Dios como instrumento designan a un personaje real, mesiánico.
La salvación y la esperanza toman cuerpo en la imagen de una figura real que realiza finalmente su misión. (…)

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