viernes, 3 de mayo de 2013

Donde hay amor no hay Miedo

“Donde hay amor, no hay miedo. Al contrario el amor perfecto echa fuera el miedo” Juan 4,18


Este paisaje da más para un libro que para un comentario. Dicen los expertos que el ser humano nace con dos reacciones defensivas que se pueden catalogar como miedos: Miedo a ruidos fuertes, y  Miedo a cambio de alturas sin aviso, los demás miedos deben ser aprendidos, y por lo visto, somos muy buenos estudiantes a este respecto.
Terminamos heredándolo al punto que… si la mamá tiene frío = el niño trae suéter. Cierto es que la lista de miedos que podríamos escribir sobrepasa la capacidad de un disco duro de amplia capacidad, pero como sea, que el, o los miedos que tengas, sirvan para acercarte al Amor y a su capacidad de librarte de ello. El pasaje es claro y nítido: es el Amor perfecto, que sin pensarlo más, es el de Dios, el que tiene la capacidad de llegar y echar el miedo. El verbo me gusta muchísimo, ¡ECHAR!, es un verbo pesado, activo, con autoridad e inclusive despectivo, pues significa usar tu poder por encima de uno que no lo tiene y hasta con desprecio deshacerse de él. En otro contexto es hasta terrible pensarlo, pero acá en el contexto del amor y el miedo, da hasta gusto imaginarse al Amor usando su Autoridad. ¿Miedo a qué? esa respuesta es tuya, y es importante porque identificar el miedo específico es ayudar al Amor a hacer su parte en forma específica también. La forma de medir esto es simple, donde hay amor, no hay miedo… con eso lo mides todo, y desde ahí empiezas identificando aquello en lo que Dios quiere verte libre y sano. No dudes en pedir ayuda, no es malo acercarte a algún profesional o grupo que pueda acompañarte en el proceso.
Cuando veas a Una Cruz, debes sentir y saber amor, si lo que percibes es miedo y castigo, hay que dejar que el Amor Perfecto empiece a hacer su trabajo.

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