
Este paisaje da más para un libro que para un comentario. Dicen los expertos que el ser humano nace con dos reacciones defensivas que se pueden catalogar como miedos: Miedo a ruidos fuertes, y Miedo a cambio de alturas sin aviso, los demás miedos deben ser aprendidos, y por lo visto, somos muy buenos estudiantes a este respecto.
Terminamos heredándolo al punto que… si la mamá tiene frío = el niño trae suéter. Cierto es que la lista de miedos que podríamos escribir sobrepasa la capacidad de un disco duro de amplia capacidad, pero como sea, que el, o los miedos que tengas, sirvan para acercarte al Amor y a su capacidad de librarte de ello. El pasaje es claro y nítido: es el Amor perfecto, que sin pensarlo más, es el de Dios, el que tiene la capacidad de llegar y echar el miedo. El verbo me gusta muchísimo, ¡ECHAR!, es un verbo pesado, activo, con autoridad e inclusive despectivo, pues significa usar tu poder por encima de uno que no lo tiene y hasta con desprecio deshacerse de él. En otro contexto es hasta terrible pensarlo, pero acá en el contexto del amor y el miedo, da hasta gusto imaginarse al Amor usando su Autoridad. ¿Miedo a qué? esa respuesta es tuya, y es importante porque identificar el miedo específico es ayudar al Amor a hacer su parte en forma específica también. La forma de medir esto es simple, donde hay amor, no hay miedo… con eso lo mides todo, y desde ahí empiezas identificando aquello en lo que Dios quiere verte libre y sano. No dudes en pedir ayuda, no es malo acercarte a algún profesional o grupo que pueda acompañarte en el proceso.
Cuando veas a Una Cruz, debes sentir y saber amor, si lo que percibes es miedo y castigo, hay que dejar que el Amor Perfecto empiece a hacer su trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario