Sacerdote, 28 de febrero | |||
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Beato Daniel Brottier, religioso presbítero
fecha: 28 de febrero
n.: 1876 - †: 1936 - país: Francia
canonización: B: Juan Pablo II 25 nov 1984
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
n.: 1876 - †: 1936 - país: Francia
canonización: B: Juan Pablo II 25 nov 1984
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
En París, en Francia, beato Daniel Brottier, presbítero de la Congregación de San Sulpicio, que se dedicó plenamente a trabajar en favor de los huérfanos.
Daniel Alejo Brottier nació en La Ferté-Saint-Cyr el 7 de septiembre de 1876 de padres de condición económica modesta, que lo educaron cristianamente. Con 14 años entró en el seminario diocesano de Blois donde continuó los estudios necesarios hasta su ordenación sacerdotal el 22 de septiembre de 1899. El obispo lo envió como profesor al colegio diocesano de Pontlevoy, donde cumplió sus deberes docentes los cursos 1899 y siguientes hasta que pensó que su verdadera vocación era otra. Había surgido en su corazón el deseo de entregarse a la gran causa de las misiones y, convencido de que era Dios quien le llamaba, el 24 de septiembre de 1902 entró en el noviciado de la Congregación del Espíritu Santo, que era la que había elegido. Hecho el noviciado, pronunció los votos religiosos al año siguiente y sin solución de continuidad fue destinado a las misiones del Senegal. Dio lo mejor de sí en la tarea misional pero su salud se resintió de manera notable, especialmente debido a la fuerte jaqueca que sentía continuamente. Los superiores en 1906 le ordenaron volver a Francia. Aquí se sometió a tratamiento médico que lo mejoró, de modo que a comienzos de 1907 volvía a Senegal, donde en cuanto llegó le volvieron las migrañas. En vista de ello lo enviaron definitivamente a Francia. Y aquí pensó que podría hacer algo por las misiones senegalesas, y entonces fundó la obra «Recuerdo Africano» que se dedicó con éxito a recoger fondos para poder construir la catedral de Dakar.
Cuando estalló la guerra europea de 1914 Daniel entendió que su manera más segura de estar cerca de gente necesitada de consuelo y ayuda era hacerse capellán castrense. Como tal recorrió todos los campos de batalla del corazón de Europa, con una abnegación y un valor admirables, que lo harían acreedor, pasada la contienda, a la Legión de Honor y la Cruz de la Guerra. Heridos y moribundos, muchachos asustados, desanimados y perdidos en medio del peligro y la matanza, hallaron en Daniel al amigo, al hermano, al compañero que prestaba auxilio y confortación.
Terminada la guerra empezaría para él un nuevo trabajo importante: se le encargaría la Casa de Huérfanos de Auteuil, que él amplió y llevó adelante por medio de la recogida de limosnas hasta alcanzar una acogida de cerca de mil quinientos chicos. Lanzó también la Unión Nacional de Excombatientes para su apoyo mutuo y llegó a contar con dos millones de afiliados. Todos los que trataban con él admiraban su fe en la Providencia, su caridad inagotable, su entrega generosa a todos los trabajos y su enorme vida interior, virtudes que hicieron fructuosa una vida que parecía sin futuro especial cuando regresó enfermo de África. Era especialmente devoto de Santa Teresita del Niño Jesús. Murió el 28 de febrero de 1936 en París. Lo beatificó el papa Juan Pablo II el 24 de noviembre de 1984.
El acta de beatificación incluye una biografía latina, AAS 76 (1984), págs. 328-329.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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