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Santísimo Nombre de
Jesús |
Honramos el Nombre de Jesús no porque
creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen,
sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos
a través de Nuestro Santo Redentor. Para agradecer estas bendiciones
reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la Pasión de Cristo honrando Su
Cruz (Colvenerius, "De festo SS. Nominis", ix). Descubrimos nuestras cabezas y
doblamos nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús; Él da sentido a
todos nuestros afanes, como indicaba el emperador Justiniano en su libro de
leyes: "En el Nombre de Nuestro Señor Jesús empezamos todas nuestras
deliberaciones". El Nombre de Jesús, invocado con confianza:
* Brinda
ayuda a necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre
expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus
manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y se pondrán bien" (Marcos 16, 17-18). En el Nombre de Jesús los
Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hechos 3, 6; 9, 34) y vida a los muertos
(Hechos 9, 40).
* Da consuelo en las aflicciones espirituales. El Nombre
de Jesús le recuerda al pecador al padre del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano;
le recuerda al justo el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de
Dios.
* Nos protege de Satanás y sus engaños, ya que el Demonio teme el
Nombre de Jesús, Quien lo ha vencido en la Cruz.
* En el nombre de Jesús
obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo:
"lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre." (Juan 16, 23). Por eso la
Iglesia concluye todas sus plegarias con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro
Señor", etc.
Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre
de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos."
(Fil 2, 10).
Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo,
quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los
promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San
Juan Capistrano. Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de
Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado
en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes
milagros. Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les
pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad. Les recomendaban
que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y
sobre las puertas de sus viviendas (cf. Seeberger, "Key to the Spiritual
Treasures", 1897, 102). Debido a que la manera en que San Bernardino predicaba
esta devoción era nueva, fue acusado por sus enemigos y llevado al tribunal del
Papa Martín V. Pero San Juan Capistrano defendió a su maestro tan exitosamente
que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre, sino que asistió
a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San
Bernardino es venerada en Santa María en Ara Coeli en Roma.
El emblema o
monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste de las tres
letras: IHS. En la mal llamada Edad Media el Nombre de Jesús se escribía:
IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre.
Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX
REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). Algunos equivocadamente
sostienen que las tres letras son las iniciales de "Jesús Hominum Salvator"
(Jesús Salvador de los Hombres). Los jesuitas hicieron de este monograma el
emblema de su Sociedad, añadiéndole una cruz sobre la H y tres clavos bajo ella.
Consecuentemente se inventó una nueva explicación del emblema, pretendiendo
explicar que los clavos eran originalmente una "V", y que el monograma
significaba "In Hoc Signo Vinces" (En Esta Señal deben Conquistar), palabras
que, de acuerdo a un registro muy antiguo, vio Constantino en los cielos bajo el
signo de la Cruz antes de la batalla en el puente Milvian (312).
También
se sostiene que Urbano IV y Juan XXII concedieron una indulgencia de treinta
días a aquellos que añadieran el nombre de Jesús al Ave María o se hincaran, o
por lo menos hicieran una venia con las cabezas al escuchar el Nombre de Jesús
(Alanus, "Psal. Christi et Mariae", i, 13, and iv, 25, 33; Michael ab Insulis,
"Quodlibet", v; Colvenerius, "De festo SS. Nominis", x). Esta afirmación puede
ser cierta; pero fue gracias a los esfuerzos de San Bernardino que la costumbre
de añadir el Nombre de Jesús al Ave María fue difundida en Italia, y de ahí a la
Iglesia Universal. Pero hasta el siglo XVI era desconocida en Bélgica (Colven.,
op. Cit., x), mientras que en Bavaria y Austria los fieles aún añaden al Ave
María las palabras: "Jesús Christus" (ventris tui, Jesús Christus). Sixto V (2
de julio de 1587) concedió una indulgencia de cincuenta días a la jaculatoria:
"¡Bendito sea el Nombre del Señor!" con la respuesta "Ahora y por siempre", o
"Amén". En el sur de Alemania los campesinos se saludan entre ellos con esta
fórmula piadosa. Sixto V y Benedicto XIII concedieron una indulgencia de
cincuenta días para todo aquél que pronuncie el Nombre de Jesús reverentemente,
y una indulgencia plenaria al momento de la muerte. Estas dos indulgencias
fueron confirmadas por Clemente XIII, el 5 de setiembre de 1759. Tantas veces
como invoquemos el Nombre de Jesús y de María ("¡Jesu!", "Maria"!) podremos
ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de octubre de
1904. Es también necesario, para ganar la indulgencia papal al momento de la
muerte, pronunciar aunque sea mentalmente el Nombre de Jesús.
Santísimo Nombre de Jesús
fecha: 3 de enero fecha en el calendario anterior: 2 de enero
El santísimo Nombre de Jesús, a cuyo solo nombre toda rodilla se dobla, en el cielo, en la tierra y en el abismo, para gloria de la Divina Majestad.
oración:
Oh Dios, que fundaste la salvación del género humano en la encarnación de tu Palabra, concede a tu pueblo la misericordia que implora, para que todos sepan que no ha de ser invocado otro Nombre que el de tu Unigénito. Él, que vive y reina contigo. Amén (oración litúrgica).
«Le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Occidente celebra la memoria del nombre de Jesús entre los días que rodean a la Epifanía. Así como en el crucifijo material honramos toda la Pasión de Cristo resumida en un símbolo, de igual manera el nombre de Jesús nos recuerda todo lo que está simbolizado en él: «Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre» (Flp 2,10-11), que es la cita evocada en el elogio del Martirologio. «Hablando de él, nos sentimos iluminados; pensando en él, recibimos el alimento de nuestras almas; invocándole, encontramos la paz», decía san Bernardo de Claraval, uno de los hombres que han hablado más sentida y profundamente del nombre de Jesús.
El Concilio de Lyon prescribió en 1274 una devoción especial al nombre de Jesús, y el beato Gregorio X comisionó especialmente a la Orden de Predicadores para propagarla. Pero quienes más hicieron por difundirla, a pesar de la gran oposición que encontraron, fueron dos franciscanos minoritas: san Bernardino de Siena y san Juan de Capistrano, quienes popularizaron el uso del monograma IHS, que puede entenderse como la simple abreviación de las tres primeras letras del nombre en griego (iota + eta + sigma), aunque se popularizó como las siglas latinas de "Iesus Hominum Salvator" (Jesús Salvador de los Hombres). El hecho de que la Compañía de Jesús adoptara ese monograma como parle de su divisa, contribuyó a su mayor difusión. La Santa Sede concedió a los Franciscanos, en 1530, la celebración de la fiesta del Santo Nombre, y el uso se fue extendiendo paulatinamente. En 1721, se convirtió en fiesta universal de la Iglesia de occidente; pero pocos años después, la comisión encargada de la reforma del Breviario recomendó al Papa Benedicto XIV que la suprimiera del calendario general. En la actualidad tiene rango de memoria libre.
Es interesante notar que el Nombre de Jesús figura en el calendario del «Book of Common Prayer» (libro de oraciones anglicano) el 7 de agosto, es decir, en la fecha que escogieron algunos obispos ingleses y escoceses, cuando adoptaron la fiesta, al fin de la Edad Media. Las Letanías del Santo Nombre de Jesús, que en realidad son más bien un comentario de los atributos del Salvador que de su Nombre, provienen tal vez de san Bernardino y san Juan Capistrano. La invocación continua del Santo Nombre de Jesús es una práctica normal en el monaquismo, especialmente en Oriente.
EL
SANTISIMO NOMBRE DE JESUS
El Santísimo Nombre de Jesús, invocado por los fieles desde los comienzos de la Iglesia, comenzó a ser
venerado en las celebraciones litúrgicas en el siglo
XIV. San Bernardino de Siena y sus discípulos
propagaron el culto al Nombre de Jesús:
"Yahweh es salvación" con el monograma del Santo Nombre: IHS (abreviación del
nombre de Jesús en Griego, ιησουσ, y añadiendo el nombre de Jesús al
Ave María. Como fiesta litúrgica fue
introducida en el siglo XVI. En 1530 el Papa
Clemente VII concedió por vez primera a la Orden
Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo
Nombre de Jesús.
EL FUNDAMENTO DE LA FE
ES EL NOMBRE DE JESUS MEDIANTE EL CUAL SOMOS
CONSTITUIDOS HIJOS DE DIOS - San Bernardino de Siena
Éste es aquel santísimo nombre anhelado
por los patriarcas, esperado con ansiedad , demandado con gemidos,
invocado con suspiros, requerido con lagrimas, donado al llegar la plenitud
de la gracia.
No pienses en un nombre de poder, menos en uno de
venganza, sino de salvación. Su nombre es misericordia, es perdón. Que el
nombre de Jesús resuene en mis oídos, porque su voz es dulce y su rostro
bello.
No dudes, el nombre de Jesús es fundamento de la fe, mediante
le cual somos constituidos hijos de Dios. La fe de la religión católica
consiste en el conocimiento de Cristo Jesús y de su persona, que el luz
del alma, franquicia de la vida, piedra de salvación eterna. Quien no llegó a
conocerle o le abandonó camina por la vida en tinieblas, y va a ciegas con
inminente riesgo de caer en el precipicio, y cuanto más se apoye en la humana
inteligencia, tanto más se servirá de un lazarillo también ciego, al
pretender escalar los recónditos secretos celestiales con sólo la sabiduría
del propio entendimiento, y no será difícil que le acontezca, por
descuidar los materiales sólidos, construir la casa en vano, y, por olvidar
la puerta de entrada, pretenda luego entra a ella por el tejado. No
hay otro fundamento fuera de Jesús, luz y puerta, guía de los descarriados,
lumbrera de la fe para todos los hombres, único medio para encontrar de
nuevo al Dios indulgente, y, una vez encontrado, fiarse de él; y poseído,
disfrutarle. Esta base sostiene la Iglesia, fundamentada en el nombre
de Jesús. El nombre de Jesús es el brillo de los
predicadores, porque de Él les viene la claridad luminosa, la validez de
su mensaje y la aceptación de su palabra por los demás. ¿De dónde piensas que
procede tanto esplendor y que tan rápidamente se haya propagado la fe por
todo el mundo, sino por haber predicado a Jesús? ¿Acaso no por la luz y
dulzura de este nombre, por el que Dios nos llamó y condujo a su gloria?
Con razón el Apóstol, a los elegidos y predestinados por este nombre
luminoso, les dice: en otro tiempo fuisteis tinieblas, mas ahora sois
luz en el Señor. Caminad como hijo de la luz. ¡Oh nombre glorioso,
nombre regalado, nombre amoroso y santo! Por ti las culpas se borran,
los enemigos huyen vencidos, los enfermos sanan, los atribulados y
tentados se robustecen, y se sienten gozosos todos. Tú eres la honra de los
creyentes, tú el maestro de los predicadores, tú la fuerza de los que
trabajan, tú el valor de los débiles. Con el fuego de tu ardor y de tu celo
se enardecen los ánimos, crecen los deseos, se obtienen los favores, las
almas contemplativas se extasían; por ti, en definitiva, todos los
bienaventurados del cielo son glorificados. Haz, dulcísimo Jesús,
que también nosotros reinemos con ello por la fuerza de tu
santísimo nombre. San Bernardino de Siena |
LETANÍA DEL SANTO NOMBRE DE
JESÚS
-Señor, ten
piedad de nosotros -Cristo, ten piedad de nosotros -Señor, ten piedad de
nosotros -Cristo, óyenos -Cristo, escúchanos |
Se repite |
-Dios, Padre
celestial, -Dios Hijo, Redentor del mundo, -Dios Espíritu Santo,
-Santísima Trinidad, un solo Dios, -Jesús, hijo de Dios vivo,
-Jesús, esplendor del Padre, -Jesús, pureza de la luz eterna,
-Jesús, rey de la gloria, -Jesús, sol de justicia, -Jesús, hijo de
la Virgen María, -Jesús, amable, -Jesús, admirable, -Jesús, Dios
fuerte, -Jesús, padre del siglo futuro, -Jesús, mensajero del plan
divino, -Jesús, todopoderoso, -Jesús, pacientísimo, -Jesús,
obedientísimo, -Jesús, manso y humilde de corazón, -Jesús, amante de la
castidad, -Jesús, amador nuestro, -Jesús, Dios de paz, -Jesús, autor
de la vida, -Jesús, modelo de virtudes, -Jesús, celoso de la salvación
de las almas, -Jesús, nuestro Dios, -Jesús, nuestro refugio, -Jesús,
padre de los pobres, -Jesús, tesoro de los fieles, -Jesús, pastor bueno,
-Jesús, verdadera luz, -Jesús, sabiduría eterna, -Jesús, bondad
infinita, -Jesús, camino y vida nuestra, -Jesús, alegría de los ángeles,
-Jesús, rey de los patriarcas, -Jesús, maestro de los apóstoles,
-Jesús, doctor de los evangelistas, -Jesús, fortaleza de los mártires,
-Jesús, luz de los confesores, -Jesús, pureza de las vírgenes,
-Jesús, corona de todos los santos, |
Ten misericordia de nosotros. |
-Senos
propicio |
Perdónanos, Jesús. |
-Senos
propicio |
Escúchanos, Jesús. |
-De todo
mal, -De todo pecado, -De tu ira, -De las asechanzas del demonio,
-Del espíritu impuro, -De la muerte eterna, -Del menosprecio de tus
inspiraciones, -Por el misterio de tu santa encarnación, -Por tu
natividad, -Por tu infancia, -Por tu divinísima vida, -Por tus
trabajos, -Por tu agonía y Pasión, -Por tu cruz y desamparo, -Por
tus sufrimientos, -Por tu muerte y sepultura, -Por tu resurrección,
-Por tu ascensión, -Por tu institución de la santísima Eucaristía,
-Por tus gozos, -Por tu gloria, |
Líbranos, Jesús. |
-Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo, |
Perdónanos, Jesús. |
-Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo, |
Escúchanos Jesús. |
-Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo, |
Ten misericordia de nosotros Jesús. |
-Jesús,
óyenos. -Jesús, escúchanos |
Se repite |
ORACIÓN Te
pedimos Señor, que quienes veneremos el Santísimo Nombre de Jesús disfrutemos en
esta vida de la dulzura de su gracia y de su gozo eterno en el Cielo. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amen.
Forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia
Introito. Fil 2,10-11; Salm 8,2
In nómine Jesu omne genu flectátur, caeléstium, terréstrium, et infernórum: et omnis lingua confiteátur, quia Dóminus Jesus Christus in glória est Dei Patris. Ps. Dómine Dóminus noster: quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!.v. Glória.
Al nombre de Jesús doblan la rodilla todas las criaturas del cielo, tierra e infierno; y toda lengua confiesa que nuestro Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. S. ¡Oh Señor y Dios nuestro!: ¡Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!. V. Gloria al Padre…
Colecta.
Deus, qui unigénitum Filium tuum constituísti humáni géneris Salvatórem, et Jesum vocária jussísti: concéde propítius; ut, cujus sanctus nomen venerámur in terris, ejus quoque aspéctu perfruámur in caléis. Per eúmdem Dóminum.
¡Oh Dios!, que dispusiste que tu unigénito Hijo fuese el Salvador del mundo y se llamase Jesús; concédenos propicio gozar en los cielos de la vista de aquél cuyo santo nombre veneramos en la tierra. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo.
Epístola. Hech 4, 8-12
Al mismo tiempo que fuente de curación milagrosa, el nombre de Jesús es prenda de salvación para los que le invocan. En la concepción antigua el nombre era inseparable de la persona; el nombre de Jesús participa, efectivamente, de sus prerrogativas divinas.
In diébus illis: Petrus replétus Spíritu Sancto, dixit: Príncipes pópuli et senióres, audíte: Si nos hódie dijudicámur in benefácto hóminis infírmi, in quo iste salvus factus est, notum sit ómnibus vobis et omni plebe Ísraël: quia in nómine Dómini nostri Jesu Christi Nazaréni, quem vos crucifixístis, quem Deus suscitávit a mórtuis, in hoc iste adstat coram vobis sanus. Hic est lapis, qui reprobátus est a vobis ædificántibus, qui factus est in caput ánguli: et non est in álio áliquo salus. Nec enim áliud nomen est sub cælo datum homínibus, in quo opórteat nos salvos fíeri.
En aquellos días: Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: Príncipes del pueblo y ancianos, escuchad: Ya que hoy se nos pide razón del bien que hemos hecho a un enfermo y se quiere saber por quién ha sido curado, os declaramos a todos y a todo el pueblo de Israel, que en nombre de nuestro Señor Jesucristo Nazareno, a quien crucificasteis, y Dios ha resucitado, se presenta sano ese hombre a vuestros ojos. Él es la piedra que vosotros, los constructores, desechasteis, la cual ha venido a ser piedra angular. La salvación no se halla en ningún otro. Pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos.
Gradual. Salm 105, 47 ; Is 63,16
Salva fac nos, Dómine deus noster, et cóngrega nos de natiónibus : ut confiteámur nómini sancto tuo, et gloriémur in glória tua. v. Tu, Dómine, pater noster, et redéptor noster : a saéculo nomen tuum.
Sálvanos, Señor Dios nuestro, y recógenos de entre las naciones, para que confesemos tu santo nombre, y nos gloriemos en tus alabanzas. v. Tú, Señor, eres nuestro Padre y nuestro Redentor; tal es tu nombre desde siempre.
Aleluya. Salm. 144, 21.
Allelúia, allelúia.v. Laudem Dómini loquétur os meum, et benedícat ovnis caro nome sanctus ejus. Allelúia.
Aleluya, aleluya. V. Cante mi boca las alabanzas del Señor; bendigan todos los mortales su santo nombre. Aleluya.
Evangelio Luc 2,21
«Se le llama con este nombre, no se le impone; de su misma esencia tiene el ser Salvador». (San Bernardo, en maitines).
In illo témpore : Póstuma consummáti sunt dies octo, ut circumciderétur puer: vocátum est nomen ejus Jesus, quod vocátum est ab Ángelo priúsquam in útero conciperétur.
En aquel tiempo: Llegado el día octavo, en que debía circuncidarse al Niño, se le impuso el nombre de Jesús, nombre que le dio el ángel antes de ser concebido.
La Iglesia nos revela las grandezas del Verbo encarnado al cantar las glorias de su nombre.
El nombre de Jesús significa Salvador. A san José se lo manifestó un ángel en sueños (Mat 1,21) y a la Santísima Virgen el arcángel Gabriel al tiempo de la anunciación (Lc 1, 31-33). El evangelio de hoy recuerda estas intervenciones divinas que así anunciaron la misión de Jesús.
La institución de la fiesta del Santo Nombre de Jesús es relativamente reciente. Sus orígenes se han de buscar en la Orden franciscana; la devoción y la predicación de san Bernardino de Sena contribuyó mucho a su difusión. La extendió a la Iglesia universal el papa Inocencio XIII, en 1.721. Tanto la misa como el oficio celebraban la santidad, el poder y la dulzura del nombre de Jesús. El himno de vísperas canta la ternura que despierta en el alma cristiana; pero otras muchas piezas insisten, ante todo, en el poder de intervención y en la majestad temible de este nombre, que está sobre todo nombre y ante el cual se arrodilla todo ser en los cielos, en la tierra y en los infiernos.
Misal diario y vesperal. XV edición.Dom Gaspar Lefebvre y los monjes benedictinos de la Abadía de San Andrés.Tr: P.Germán Prado y los monjes de la Abadía de Silos.
Santísimo Nombre de Jesús
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Honramos el Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor. Para agradecer estas bendiciones reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la Pasión de Cristo honrando Su Cruz (Colvenerius, "De festo SS. Nominis", ix). Descubrimos nuestras cabezas y doblamos nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús; Él da sentido a todos nuestros afanes, como indicaba el emperador Justiniano en su libro de leyes: "En el Nombre de Nuestro Señor Jesús empezamos todas nuestras deliberaciones". El Nombre de Jesús, invocado con confianza:
- Brinda ayuda a necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Marcos 16, 17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hechos 3, 6; 9, 34) y vida a los muertos (Hechos 9, 40).
- Da consuelo en las aflicciones espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador al padre del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano; le recuerda al justo el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.
- Nos protege de Satanás y sus engaños, ya que el Demonio teme el Nombre de Jesús, Quien lo ha vencido en la Cruz.
- En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre." (Juan 16, 23). Por eso la Iglesia concluye todas sus plegarias con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc.
Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Fil 2, 10).
Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo, quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano. Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes milagros. Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad. Les recomendaban que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y sobre las puertas de sus viviendas (cf. Seeberger, "Key to the Spiritual Treasures", 1897, 102). Debido a que la manera en que San Bernardino predicaba esta devoción era nueva, fue acusado por sus enemigos y llevado al tribunal del Papa Martín V. Pero San Juan Capistrano defendió a su maestro tan exitosamente que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre, sino que asistió a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San Bernardino es venerada en Santa María en Ara Coeli en Roma.
El emblema o monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste de las tres letras: IHS. En la mal llamada Edad Media el Nombre de Jesús se escribía: IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre. Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). Algunos equivocadamente sostienen que las tres letras son las iniciales de "Jesús Hominum Salvator" (Jesús Salvador de los Hombres). Los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de su Sociedad, añadiéndole una cruz sobre la H y tres clavos bajo ella. Consecuentemente se inventó una nueva explicación del emblema, pretendiendo explicar que los clavos eran originalmente una "V", y que el monograma significaba "In Hoc Signo Vinces" (En Esta Señal deben Conquistar), palabras que, de acuerdo a un registro muy antiguo, vio Constantino en los cielos bajo el signo de la Cruz antes de la batalla en el puente Milvian (312).
También se sostiene que Urbano IV y Juan XXII concedieron una indulgencia de treinta días a aquellos que añadieran el nombre de Jesús al Ave María o se hincaran, o por lo menos hicieran una venia con las cabezas al escuchar el Nombre de Jesús (Alanus, "Psal. Christi et Mariae", i, 13, and iv, 25, 33; Michael ab Insulis, "Quodlibet", v; Colvenerius, "De festo SS. Nominis", x). Esta afirmación puede ser cierta; pero fue gracias a los esfuerzos de San Bernardino que la costumbre de añadir el Nombre de Jesús al Ave María fue difundida en Italia, y de ahí a la Iglesia Universal. Pero hasta el siglo XVI era desconocida en Bélgica (Colven., op. Cit., x), mientras que en Bavaria y Austria los fieles aún añaden al Ave María las palabras: "Jesús Christus" (ventris tui, Jesús Christus). Sixto V (2 de julio de 1587) concedió una indulgencia de cincuenta días a la jaculatoria: "�Bendito sea el Nombre del Señor!" con la respuesta "Ahora y por siempre", o "Amén". En el sur de Alemania los campesinos se saludan entre ellos con esta fórmula piadosa. Sixto V y Benedicto XIII concedieron una indulgencia de cincuenta días para todo aquél que pronuncie el Nombre de Jesús reverentemente, y una indulgencia plenaria al momento de la muerte. Estas dos indulgencias fueron confirmadas por Clemente XIII, el 5 de setiembre de 1759. Tantas veces como invoquemos el Nombre de Jesús y de María ("�Jesu!", "Maria"!) podremos ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de octubre de 1904. Es también necesario, para ganar la indulgencia papal al momento de la muerte, pronunciar aunque sea mentalmente el Nombre de Jesús.
FREDERICK G. HOLWECK Transcrito por Paul Koenen Dedicado a Kathleen, Brigid, Deirdre, Liam, Patrick, y a la Sociedad del Santísimo Nombre de la Parroquia de San Pablo en Hingham, Mass.Traducido por Armando Llaza Corrales.
SANTISIMO NOMBRE DE JESUS
3 DE ENERO DE 2013
Queridos
Hermanos:
No existe salvación fuera de este nombre.
Los
constructores de las religiones modernas y el mundo moderno han rechazado este
nombre, y de la misma manera san Pedro dice a los gobernantes: “Esta es la
piedra que ha sido rechazada por ustedes, constructores, que se ha convertido en
la base”
Jesucristo es la base y fundamento sobre la que se construye y
fundamenta la Iglesia y nuestra fe. Toda nuestra existencia debe estar basada en
este Nombre que esta sobre todo nombre.
Con frecuencia es ignorado el
nombre de Jesús y rechazado –rechazado mientras que el mundo trata de construir
una sociedad “mejor”. De ésta manera, constantemente estamos construyendo sobre
arena, consecuentemente estamos frecuentemente levantando y construyendo, porque
todo se corroe y destruye, estamos construyendo una y otra vez pero en
vano.
Nos hemos convertido en muy buenos y eficientes constructores de
edificios y estructuras físicas pero hemos aprendido muy poco sobre cómo
construir edificios espirituales.
No puede existir paz sin Jesucristo,
el ministro de esta paz en el mundo es Su Iglesia. Cualquier iglesia que
predique la paz bajo cualquier otro título no es iglesia verdadera. Nos
engañamos al creer que el poder del gobierno o del ejército pueda traernos
paz.
Mientras que Jesús sea rechazado de nuestras vidas y por los
administradores de los gobiernos, nunca tendremos paz. Las Naciones Unidas nunca
podrán lograr algún avance positivo en este mundo, hasta que reconozcan a
Jesucristo como Rey y busquen dirección de acuerdo a Sus principios dados por
Dios. Lo mismo aplica para cada nación, estado, ciudad, familia y
persona.
Debemos reconocer a Jesús en nuestra vida y mantener sagrado Su
santo nombre sobre todo lo demás. Jamás debemos usar Su santo nombre en vano, o
permanecer cobardemente callados si algún otro lo hace. Debemos instalar este
amor de Jesús y Su santo nombre en todos los que amamos. Debemos instalar de
manera firme y permanente en el fundamento de todo lo que hacemos. Debemos
establecer este nombre como estándar de toda ley, regla y procedimiento que ha
sido creado, ejecutado y vivido.
¿Qué significa establecer el Santo
Nombre de Jesús como base de nuestra existencia?
San Pablo nos dice que
debemos hacer todo lo que hacemos en Jesucristo. No es tan importante que es lo
que hacemos sino que lo hacemos por y en el amor de Dios.
San Juan
Crisóstomo dice:
“¿Comes? Dale gracias a Dios por lo que comes y
después de comer. ¿Duermes? Dale gracias a Dios antes y después. ¿Sales fuera de
tu casa con las demás personas? Has lo mismo. No cosas mundanas. Has todo lo que
hace en el nombre del Señor y todo lo que hagas te traerá paz. En cualquier
lugar en el que el Santo Nombre de Jesús se establece, todo tiende a prosperar.
Si tiene el poder de expulsar los demonios, si puede sanar las enfermedades,
mucho más podrá hacer para ayudarte en todas tus
acciones”.
“invoca al Hijo, da gracias al Padre. Porque
al invocar al Hijo, invocamos al Padre, dando gracias al Padre, de igual manera
damos gracias al Hijo. Aprendamos estas cosas, pero sin restringirnos a meras
palabras, sino que cumpliendo haciendo lo que decimos. Nada es mayor a este
Nombre, que obra maravillas en todo lugar.” “Si cantas este himno con alegría
y jubilo, expulsaras los demonios y las enfermedades, y si no expulsas las
enfermedades, esto sucede, no por falta de poder, sino porque no es adecuado aún
para ti”
Todo empieza con cada uno de nosotros. Debemos detener
el esperar que el mundo, la sociedad y el gobierno nos digan cómo debemos vivir,
que pensar y que creer. Es tiempo de regresar a la ley de Jesús. Debemos
sujetarnos a Su vida como nuestro estándar. Después de todo es sobre esta forma
en que seremos juzgados después de dejar este mundo. Para poder medir este
estándar de vida debemos santificar todo lo que hacemos en Su Santo Nombre.
Debemos construir tanto nuestra vida espiritual como material bajo la base y
fundamento de Jesucristo Nuestro Señor. El es la base de nuestra vida que no
debemos rechazar por ninguna razón. Acudamos a Él en todo momento, situación y
circunstancia sin fallar jamás.
Mientras nos signamos con la Señal de la
Cruz antes de empezar y al terminar todo lo que hacemos en nuestros días de
existencia, rubricamos la base y protección de cada actividad. El mundo debe ver
a los católicos frecuentemente persignarse, no como superstición, sino con
verdadera fe pidiendo a Jesucristo formar parte de todo lo que hacemos.
Así sea.
Jueves 3 de Enero 2013 – De la feria. Blanco. – El Santísimo Nombre de Jesús (ML). Blanco. – Tiempo de Navidad.
El Santísimo Nombre de Jesús, invocado por los fieles desde los comienzos de la Iglesia, comenzó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas en el siglo XIV. San Bernardino de Siena y sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús: “Yahveh es salvación” con el monograma del Santo Nombre: IHS (abreviación del nombre de Jesús en Griego, ιησουσ, y añadiendo el nombre de Jesús al Ave María). Como fiesta litúrgica fue introducida en el siglo XVI. En 1530 el Papa Clemente VII concedió por vez primera a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.
LECTURA
Lectura de la Primera Carta de San Juan. 1Jn 2, 29-3, 6
Hijos míos: Si ustedes saben que Dios es justo, sepan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él. ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es puro. El que comete el pecado comete también la iniquidad, porque el pecado es la iniquidad. Pero ustedes saben que él se manifestó para quitar los pecados, y que él no tiene pecado. El que permanece en él, no peca, y el que peca no lo ha visto ni lo ha conocido.
Palabra de Dios.
Comentario
Somos hijos e hijas de Dios, por lo tanto, obremos como corresponde a quienes han nacido de él: en la verdad, la santidad y la justicia. Que este sea nuestro estilo de vida hasta que lleguemos al encuentro definitivo con nuestro Padre.
SALMO Sal 97, 1. 3-6
R. ¡El Señor manifestó su victoria!
Canten al Señor un canto nuevo,porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.
Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey. R.
EVANGELIO
Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan. Jn 1, 29-34
Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel”. Y Juan dio este testimonio: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo’. Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios”.
Palabra del Señor.
Comentario
Juan dio testimonio por lo que él conocía y había experimentado. No repetía una fórmula aprendida ni convicciones ajenas. Podía señalar a Jesús y decir: “él es el Mesías, él es el Cordero de Dios”. ¿Cómo respondemos nosotros cuando alguien nos pregunta quién es Jesús? ¿Qué testimonio damos acerca de Jesús?
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