Presbítero y Fundador, 31 de enero | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Su prestigio como sacerdote y como educador de los jóvenes necesitados o en riesgo, le valieron el respeto de las autoridades civiles y religiosas de su tiempo y de su país, así como una notable fama en el extranjero. Sus obras fueron requeridas directamente por jefes de estado y autoridades eclesiásticas de países como Ecuador,[3] España, Francia, Inglaterra, Polonia, Palestina, Panamá,[4] Argentina, Brasil, Uruguay, Chile,Colombia[5] y Venezuela entre muchas otras. Si bien no pudo responder positivamente a las numerosas peticiones durante su vida, estas serían cumplidas más allá de lo esperado después de su muerte. Fue un visionario de su tiempo al punto de predecir acontecimientos que se darían a lo largo del siglo XX en lo referente a sus salesianos, a la Iglesia Católica y al mundo en general. Juan Bosco, conocido mundialmente como Don Bosco, fue declarado Santo por el Papa Pío XI el 1 de abril de 1934, a tan sólo 46 años después de su muerte en 1888 y le fue dado el título de «Padre, Maestro y Amigo de los Jóvenes»[6] por el Papa Juan Pablo II. Poblaciones, provincias, parques, calles, teatros, museos, universidades y sobre todo colegios llevan su nombre. La Familia Salesiana es uno de los grupos católicos más numerosos del mundo y existen obras de Don Bosco en 130 naciones.[7] [8] [9] Contexto históricoEl lapso de vida de Don Bosco (1815 - 1888) coincide con lo que en la Historia de Italia es conocido como el periodo de unificación italiana o el resurgimiento italiano (1815 - 1914). Si bien se dice que Don Bosco era italiano, en realidad lo fue sólo desde que se declaró definitivamente el Reino de Italia en 1870. Anterior a esto, Don Bosco era un ciudadano del Reino de Piamonte-Cerdeña.La mayoría de los estados en los que se dividía la Península Itálica estaban ligados a dinastías consideradas como «no-italianas», entre ellas los Habsburgo y los Borbón. El Reino Piamonte-Cerdeña en cambio estaba regido por la Casa de los Saboya, los únicos que fueron considerados auténticamente «italianos», razón por la cual llegaron a ostentar el título de «Rey de Italia». Por otra parte, la Iglesia Católica ejercía soberanía sobre varios estados del sur de la Península conocidos como Estados Pontificios y los cuales serían integrados al Reino de Italia en 1870, lo que incluyó a Roma, solicitada por los nacionalistas como la capital de la nueva unidad política. Don Bosco nació en uno de los estados claves dentro del proceso de unificación italiana, bajo el reinado directo de los Saboya. TurínComo capital del Reino Piamonte-Cerdeña, Turín era una ciudad de enorme importancia y actividad política y económica durante el siglo XIX. Fue la capital del Reino de Italia bajo Víctor Manuel II[10] y vivió una rápida época de transformaciones y renovación bajo Cavour a partir de 1850. Esta enorme importancia desde la ciudad piamontés atraería a lo largo del siglo la emigración campesina y en especial de niños y jóvenes empobrecidos que terminaban contratados de manera irregular en fábricas]], el campo estaba empobrecido a causa de las guerras napoleónicas que agobiaron el Piamonte hasta principios del siglo. Don Bosco llegaría a Turín en 1841, año de su ordenación y justo en el momento en que la ciudad comenzaba su desarrollo industrial, como en muchos centros europeos y norteamericanos. Su figura llegaría a ser con el tiempo emblemática en la ciudad piamontesa, sobre todo con el desarrollo de su obra en Valdocco.PontificadoEntre los papas del siglo XIX, uno tendría especial importancia en la historia de la unificación italiana y en la vida de Don Bosco y su obra: S.S. Beato Pío IX (1792 - 1878), quien obstenta el pontificado más largo de la historia (31 años entre 1846 y 1878), fue el último «Papa-Rey» de los Estados Pontificios.El siglo XIXEl siglo XIX fue un siglo de profundas transformaciones mundiales y revoluciones en todos los sentidos. Durante este tiempo las consecuencias más importantes de la Revolución francesa tomarían lugar especialmente con el avance de los nacionalismos en Europa y el nacimiento de las repúblicas americanas. Sería el siglo de las revoluciones industriales, el desarrollo del concepto moderno de democracia, el siglo de grandes inventos, del materialismo dialéctico y del impresionismo artístico. Cuando Don Bosco nació en 1815, el Imperio español, primero sometido a las ambiciones napoleónicas y después debilitado, se enfrentaba al avance del nacionalismo criollo en Hispanoamérica que llevaría al nacimiento de nuevas repúblicas declaradas varias décadas antes de la misma italiana y que jugarían un papel primordial en el desarrollo del carisma salesiano. Pero mientras América se liberaba del colonialismo europeo, África y Asia eran repartidas por el colonialismo europeo.InfanciaFrancisco Luis había sido viudo y tenía un hijo, Antonio Bosco, antes de su segundo matrimonio con Margarita. Una hija de su primer matrimonio, Teresa, había muerto en su infancia. Margarita Occhiena tuvo dos hijos con Francisco: el primero fue José (1813 - 1862) y el segundo Juan Melchor. En la casa vivía también la madre de Francisco Luis cuyo nombre era también Margarita. Los Bosco de I Becchi eran en realidad una familia del campo que sobrevivían como peones de la familia Biglione. El 11 de mayo de 1817, cuando Juan tenía 21 meses de edad, Francisco falleció a causa de una pulmonía. La responsabilidad de la familia quedó en manos de su madre, Margarita. Margarita OcchienaEl protagonismo en la formación de la infancia de Juan recaería entonces en manos de su madre. Una mujer de un férreo carácter, una sólida devoción y una intensa fidelidad a su familia. No buscó un segundo matrimonio, sino que sola se dedicó a formar a sus tres hijos varones entre los que entraba Antonio, el cual quedó huérfano de padre y madre. La manera en que Margarita defendió a sus hijos en medio de la pobreza y el espíritu de disciplina y devoción que les impartió, tendrían mucho que ver en el futuro apostolado de Don Bosco.Tras la Revolución, los franceses trataron de ocupar el Piamonte en contra del Imperio austríaco lo que hizo de este un campo de batallas e inestabilidad que terminarían en 1815, precisamente el año en que nació Juan. Estas guerras dejarían los campos devastados y la amenaza de hambrunas que Margarita tendría que enfrentar con sus hijos. Otra situación que la madre de Don Bosco tuvo que afrontar fue la educación de Antonio, hijo de Francisco y de su primera esposa. Con la muerte de Francisco el niño había quedado huérfano de padre y madre y a la caridad de su madrastra que, por fortuna, lo acogió como a un hijo y le dio la prioridad de hijo primogénito. Sin embargo, Antonio Bosco no superaría completamente su orfandad y se mostraría huraño dentro del contexto de la familia para oponerse con frecuencia a los sueños de Juan, su hermano menor. El sueño de los nueve añosEn 1825 Juan tendría una experiencia que marcaría su vida y que ha sido registrada como «el sueño de los nueve años». Él mismo abriría la vida de Juan a un aspecto que ha sido objeto de estudio en la vida de Don Bosco: sus sueños premonitorios. En particular este primer sueño ha sido señalado como la descripción de lo que sería su misión entre los jóvenes más necesitados. Don Bosco mismo describió dicho sueño:(...) Cuando tenía nueve años, tuve un sueño... ¡Este sueño me acompañó a lo largo de toda mi vida! Me pareció estar en un lugar cerca de mi casa, era como un gran patio de juego de la escuela. Había muchos muchachos, algunos de ellos decían malas palabras, Yo me lancé hacia ellos golpeándoles con mis puños. Fue entonces cuando apareció un Personaje que me dijo: «No con puños, sino con amabilidad vencerás a estos muchachos» Yo tenía sólo nueve años. ¿Quién me estaba pidiendo a hacer algo imposible? Él me respondió: «Yo soy el Hijo de Aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día. Mi Nombre pregúntaselo a mi Madre». De repente apareció una Mujer de majestuosa presencia. Yo estaba confundido. El me llevó hacia ella y me tomó de la mano. Me di cuenta que todos los niños habían desaparecido y en su lugar vi todo tipo de animales: perros, gatos, osos, lobos... Ella me dijo: «Hazte humilde, fuerte y robusto… y lo que tú ves que sucede a estos animales , tú lo tendrás que hacer con mis hijos». Miré alrededor y vi que los animales salvajes se habían convertido en mansos corderos ... Yo no entendí nada… y pregunté a la Señora que me lo explicara... Ella me dijo: «A su tiempo lo comprenderás todo».[11]Los sueños marcarían la vida de Don Bosco y los mismos han sido motivo de estudios ya desde su tiempo. Pero en especial este sueño ha sido el derrotero de su apostolado, pese a que Juan no lo entendió muy bien y tuvo diferentes interpretaciones en el seno de su familia. Sería sólo hasta 1846 cuando el padre Cafasso le aconsejaría darle crédito a sus sueños como parte de un plan divino en beneficio de las almas.[12] Especialmente la frase «no con puños, sino con amabilidad vencerás a estos muchachos» será la base del futuro sistema preventivo de Don Bosco y su inspiración en la espiritualidad salesiana. Primeros estudiosEl deseo de estudiar y salir adelante son características en la vida de Juan durante este período. Para luchar por la realización de sus sueños, tendría que enfrentarse a los obstáculos que provenían de la situación de pobreza de su familia y de la oposición de su hermano Antonio que lo prefería en las faenas del campo. Ni Antonio ni José irían a la escuela. Juan en cambio sí lo hará gracias a la tenacidad de su personalidad y a la ayuda de su madre.En 1828 deja I Becchi y va a trabajar como pastor a casa de la familia Moglia en Moncucco, distante ocho kilómetros. Desde su niñez, Juan demuestra un espíritu de liderazgo y las características del que sería su apostolado entre los jóvenes al reunir niños y jóvenes en los ratos libres y entretenerlos con actos de malabarismo y anécdotas con mensajes formativos. También comienza en ese tiempo a insistir en la idea del sacerdocio, hecho este que demostraría con una gran devoción y asistencia sacramental. En noviembre de 1829 Juan se encontraría con un anciano sacerdote, Melchor Calosso, quien admiraría en el joven su inteligencia y devoción y le prometería ver por sus estudios, pero murió el 21 de noviembre de 1830. Con la perspectiva del matrimonio de su hermano Antonio, Margarita divide la propiedad y deja la casa de I Becchi a su hijastro mientras ella va a vivir con José a Sussambrino. Este acontecimiento posibilita que Juan pueda asistir por fin a la escuela en Castelnuovo, lo que hizo que el muchacho tuviera que caminar cinco kilómetros cuatro veces por día. El 4 de noviembre de 1831 comienza sus estudios secundarios en Chieri, a 12 kilómetros de Castelnuovo de Asti y para pagar las 12 liras mensuales, Juan recorre las aldeas pidiendo ayudas, sin embargo, su memoria prodigiosa y su dedicación al estudio, bien lo hacen centro de aprecio en la región. Al realizar diversos trabajos para pagarse sus estudios, Juan aprende pastelería, sastrería, ferretería, zapatería y muchos otros oficios que después le servirían para sus muchachos. Se convierte además en maestro del teatro, música, prestidigitación y funda un movimiento juvenil al que llama «La Sociedad de la Alegría». Es promovido varias veces en el colegio y es sin duda el mejor estudiante. Formación sacerdotalPreocupado por sus escasos recursos económicos que le imposibilitaban seguir la formación sacerdotal, Juan decide ingresar en los franciscanos el 18 de abril de 1834. Su decisión cambió radicalmente debido a un sueño en donde veía frailes que lo desaconsejaban de ello. Con la orientación del padre José Cafasso y la ayuda del padre Cinzano, Juan ingresó en el Seminario Diocesano de Chieri el 30 de octubre de 1835, tenía 20 años.En el siglo XIX, la Iglesia Católica europea estuvo fuertemente influenciada por un movimiento espiritual y teológico conocido como el Jansenismo fundado en el siglo XVII por el obispo Cornelio Jansen (1585 - 1638) y que creó un fuerte rigorismo moral basado en una interpretación literal de los textos de Agustín de Hipona. La ascética era la base de su espiritualidad que los alejaba de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía mientras promulgaban por un rigorismo moral extremo. Cuando Juan ingresó al Seminario de Chieri, esta posición teológica estaba en su apogeo en el Piamonte y al mismo tiempo era objeto de combate por notables personajes como el padre Cafasso, quien fue confesor de Don Bosco y por parte de los jesuitas, los que lograron que la Iglesia condenara dicha tendencia teológica. Si bien el joven Juan Bosco sufrió el rigor del jansenismo en su formación sacerdotal en Chieri al someterse él mismo a penitencias extremas, ascetismo, la abstención al deporte y la elección limitada de amigos, la búsqueda diaria de la comunión desaconsejada por dicha corriente (sacrificaba el desayuno por ir a comulgar a la Iglesia de San Felipe) es visto como una muestra de que el joven seminarista tenía otra percepción de la Gracia en ámbito teológico católico. Una prueba de ello expuesta por sus biógrafos es que al final de su formación sacerdotal escoge entre sus propósitos a San Francisco de Sales como modelo de amabilidad. El Santo Obispo de Annecy, con la teología espiritual salesiana, fue una de las más destacadas respuestas al rigorismo jansenista en la época del apogeo de dicha corriente y sería uno de los pilares fundamentales del apostolado de Don Bosco al punto de darle su nombre a la Congregación que fundaría posteriormente en favor de los jóvenes. Uno de los momentos más destacados de la vida de Juan en el Seminario fue su amistad con Luis Comollo quien murió prematuramente en 1839 y del cual Don Bosco escribiría un recuento de su corta vida.[13] De esta manera el joven seminarista Bosco de Asti fue ordenado sacerdote el 5 de junio de 1841 por Monseñor Franzoni, arzobispo de Turín, en la capilla privada arzobispal. Celebró su primera Eucaristía en la Iglesia de San Francisco de Asís en Turín, ante el altar del Ángel de la Guardia. Los muchachos de TurínEl joven sacerdote, Don Bosco tenía 26 años cuando se ordenó. Se trasladó a Turín en donde acepta la sugerencia de su confesor, el padre Calosso, de adelantar tres años más de estudios en el Instituto Pastoral fundado por él («Convitto Eclesiastico» en italiano), cerca de la Iglesia de San Francisco de Asís. El propósito de dichos estudios era profundizar en la tarea sacerdotal, la teología moral y la predicación. Al mismo tiempo prestaba servicios pastorales en diferentes centros de la ciudad, lo que le permitiría conocer la realidad juvenil de la misma.Según estadísticas de la época,[14] cuando el joven Don Bosco llegó a Turín en noviembre de 1841 había 7148 niños menores de 10 años empleados como constructores, sastres, carpinteros, pintores de brocha, limpiadores de chimeneas y muchos otros oficios. Se trataba de la revolución industrial que comenzaba a dar sus frutos en la capital saboyana y en donde los obreros tenían que trabajar hasta 14 horas por pobres salarios de máximo 30 liras semestrales de la época. Por su parte, las cárceles turineses estaban atestadas de muchachos tan jóvenes como 12 años en condiciones de hacinamiento. El joven sacerdote de origen campesino se dejó pronto impresionar por esta realidad con la que él mismo se identificaba y rechazó numerosas ofertas que le hubieran podido garantizar una vida de bienestar y tranquilidad entre la burguesía de la ciudad. Bartolomé GarelliEl 8 de diciembre de 1841 Don Bosco tuvo un encuentro que se haría significativo para su futura obra. Se trata de un muchacho que sólo aparece en su biografía esa vez, pero que para Don Bosco, siempre sensible a los signos de su cotidianidad que veía siempre desde una óptica de fe, le abrirían las puertas a la realización de la misión descrita en el sueño de los nueve años. Don Bosco, recién ingresado al Instituto Pastoral del padre Cafasso, fue a celebrar ese día la Eucaristía en la Iglesia de San Francisco de Asís y encontró al sacristán Comotti maltratando a un muchacho de 16 años de nombre Bartolomé Garelli porque no sabía acolitar. Defendido por Don Bosco el muchacho le confesó que no había recibido la Primera Comunión, que no conocía el catecismo y que era pobre y abandonado. Después de la Misa, Don Bosco le dio las primeras lecciones de catecismo y al siguiente domingo Garelli regresó con 20 muchachos que llegaron a ser 80 en marzo del año siguiente. Fue el inicio del Oratorio de Don Bosco que, sin embargo, no tuvo todo el respaldo de la ciudadanía ni de la Iglesia en sus inicios. Para muchos Don Bosco planeaba una revolución con esos muchachos abandonados dispuestos a todo, para otros el joven sacerdote robaba la feligresía de las diferentes parroquias de donde provenían los muchachos y por último, para otros Don Bosco había perdido la razón. El padre Borel le sugirió que redujera el grupo a 20 muchachos, el Marqués de Cavour le advirtió que estaba perdiendo el tiempo y los sacerdotes Vincenzo Ponzati y Luis Nasi hicieron cuidadosos arreglos para ingresarlo en un hospital mental.Don Bosco tiene entonces que enfrentarse a la sospecha y la antipatía de muchos que no entendían cómo un sacerdote iba por las calles con muchachos de tan baja clase social. Comienza entonces la fase nómada del Oratorio a través de Turín: primero en algunos espacios de la Iglesia de San Francisco de Asís y en los patios del Instituto Pastoral de Calosso, después organizaba sus actividades en las calles y en las afueras de la ciudad. Pasó con sus muchachos a la Capilla de San Francisco de Sales en el Hospital de Santa Filomena del Internado para niñas de la Marquesa de Barolo en donde además predicaba y confesaba. En mayo de 1845 con 400 muchachos, se reúne en los predios del cementerio abandonado de la Iglesia de San Pedro, cerca de la Capilla de San Martín. En ese lugar Don Bosco conocería a otro muchacho de una gran importancia en la vida salesiana: Miguel Rúa, quien llegaría a ser su mano derecha y su primer sucesor. Después arrendó algunas habitaciones de la casa del padre Moretta y por último arrendó el campo de los hermanos Filippi. El 5 de abril de 1846, un día antes de que se venciera el plazo para abandonar el Campo de los Filippi con sus muchachos, Pancrazio Soave lo llevó a los predios de Francisco Pinardi y Don Bosco le dio 350 francos por una franja de tierra: una nueva fase de su sueño comenzaría para él y sus muchachos. ValdoccoLa Casa Pinardi estaba ubicada en Valdocco y sería allí en donde Don Bosco centraría el desarrollo de su apostolado. Valdocco se convertiría en un nombre de fama mundial y a él se asociarían con el tiempo el nombre de grandes personalidades de la misión salesiana. Las adaptaciones al edificio y al terreno para el Oratorio fueran hechas por él mismo y sus muchachos. El 12 de abril de 1846 el Arzobispo bendijo la capilla y aumentó el número de muchachos, especialmente los domingos. El Conde de Cavour, temeroso de que fuera el principio de una contrarrevolución religiosa liderada por Don Bosco, intentó prohibir el Oratorio, pero en su auxilio llegó la orden favorable del rey Carlos Alberto. La intensidad de su trabajo desinteresado en favor de sus muchachos, deterioró bien pronto su salud y Don Bosco estuvo a las puertas de la muerte. En dicha ocasión, las manifestaciones de afecto de los jóvenes se hicieron significativamente evidentes especialmente en intensas oraciones, ayunos y promesas hechas cerca de la habitación de convalecencia del joven sacerdote. Don Bosco se recuperó de manera extraordinaria y de dicho evento Don Bosco afirmaba que se trataba de un milagro obrado por sus muchachos. Después de pasar un periodo de descanso en su casa, regresa a Turín el 3 de noviembre de 1846, pero esta vez no regresaba solo: con él venía su madre, Margarita Occhiena, que con 58 años de edad venía a darle una mano al sueño de su hijo. Los muchachos, muchos de ellos huérfanos, comenzarían a llamarla «Mamá Margarita» y con ese nombre será recordada por la tradición salesiana.Oratorio de Don BoscoEl Oratorio de Don Bosco se desarrolla entonces como un espacio en donde los muchachos podían aprender un oficio útil, asistir a los sacramentos y tener un patio para jugar sanamente con los amigos. Desde el principio Don Bosco puso en el centro de su obra la figura de San Francisco de Sales como modelo de amabilidad, dulzura y espiritualidad religiosa. Visitaba las fábricas en donde trabajaban sus muchachos para garantizar de que no fueran víctimas de explotación, buscaba trabajos dignos para muchos de ellos para lo cual hacía que los empleadores firmaran con él tratados que garantizaran los derechos de los muchachos anticipándose así a la legislación laboral internacional. Planeaba retiros espirituales para muchachos obreros y en 1847 elaboró el primer reglamento del Oratorio.En mayo de 1847 comienza una nueva dimensión en el Oratorio. Hasta entonces los muchachos tenían que buscarse por su propia cuenta el dormitorio, muchos de ellos lo hacían en la calle. Bajo petición del joven Alejandro Percamona, un muchacho huérfano que le pidió posada, Don Bosco y con la intervención de Mamá Margarita, inician el proyecto del internado en Valdocco. La primera experiencia de extensión de su apostolado la vivió en la misma Turín, cuando ese mismo año abre el Oratorio de San Luis en Porta Nova y el del Ángel Guardian en Vanchiglia dos años después. En tanto comenzó las construcciones de una nueva capilla para reemplazar la inicial. La idea de crear los talleres dentro del Oratorio nace de la necesidad de sacar a los muchachos de los trabajos en las fábricas. A partir de 1853 comienza la construcción de talleres de calzado, sastrería, carpintería, imprenta y metalistería. Gracias a esto, 300 muchachos dejaron de trabajar en las fábricas. Para 1869 habían 375 internos y entre 1854 y ese año se contaban ya más de 800 muchachos que habían pasado por el internado.-[15] Con la ayuda de un seminarista, Francesia, Don Bosco comienza también a dar clases dentro del Oratorio y para 1860 tiene completa la educación media para sus muchachos insistiendo en que sus estudios fueran los mejores. De la calidad educativa de esta primera escuela de Don Bosco se tiene el comentario de un profesor universitario de Turín: «En el lugar de Don Bosco usted tiene que estudiar, realmente estudiar».[16] Por otra parte, la situación difícil que enfrentaba en aquella época el avance del nacionalismo italiano no pocas veces hostil a la Iglesia, causó que los seminarios fueran cerrados, en no pocas ocasiones el Arzobispo de Turín fue exiliado y las órdenes religiosas perseguidas. Por el contrario, el Oratorio de Don Bosco ganó pronto un sólido prestigio entre las autoridades civiles por el tipo de trabajo que tenía mucho que ver con la promoción social de jóvenes marginales. Esta misma situación hizo que el Oratorio se convirtiera además en un oasis para la Iglesia y por esta razón muchos seminaristas diocesanos y religiosos fueran enviados a seguir sus estudios de formación sacerdotal con Don Bosco. En 1861 se ordenaron 34 jóvenes sacerdotes formados por Don Bosco para la Arquidiócesis de Turín y según estadísticas del tiempo[17] Don Bosco dio a la Iglesia un número total de 2500 sacerdotes. Otra fuente, en cambio, señala que fueron 6 mil en el lapso de 34 años.[18] Congregación SalesianaSi bien Don Bosco era un sacerdote diocesano, comienza a desarrollar la idea de una comunidad religiosa que pudiera continuar su misión. Pero semejante plan era contraproducente en una época en la que se agudizaba la lucha entre el poder del Estado y de la Iglesia.En 1855 Urban Ratazzi, un gobernador declarado anticlerical, hizo aprobar una ley en la cual suprimía 35 órdenes religiosas, cerraba 334 casas religiosas, dispersaba 5.456 sacerdotes y religiosos y los privaba de sus derechos civiles.[19] Por otro lado, el Estado exigía el derecho de elegir al obispo. Lo más sorprendente es que fue el mismo Ratazzi quien aconsejó a Don Bosco cómo fundar su Congregación de tal manera que no se enfrentara con la legislación civil, otro elemento de la vida extraordinara de este sacerdote. Su consejo fue que formara una sociedad clerical, una asociación de ciudadanos libres que en lo religioso dependiera de la Iglesia, y en lo social fueran libres ciudadanos. Es por esta razón que la Congregación Salesiana ideada por Don Bosco tiene elementos que no entran en conflicto con la sociedad civil y que serían claves en la expansión del carisma en los cinco continentes y a lo largo de las décadas siguientes. Es por ello que el nombre oficial de los salesianos es «Sociedad de San Francisco de Sales». Don Bosco evitó por ejemplo llamar a los laicos consagrados como Fray o Hermano para llamarlos simplemente «Señor» y no les puso hábito distintivo, mientras en la organización de la autoridad religiosa no llamó a los superiores como prior, Provincial o Superior General, sino Director, Inspector y Rector Mayor y no hablaba de Convento y Provincia, sino de Casa e Inspectoría, entre muchas otras particularidades que son términos civiles más que religiosos. Los primeros jóvenes, miembros del Oratorio de Valdocco, fueron Miguel Rúa, Juan Cagliero, Francesia, Angelo Savio, Rocchietti, Turchi y otros que aceptaron la propuesta de Don Bosco. El 26 de enero de 1854 hicieron la promesa inicial en la fundación de los que Don Bosco llamó sin dudas los salesianos en honor de San Francisco de Sales. El 25 de marzo de 1855 el joven Miguel Rua sería el primero en hacer sus Votos, seguido después por el resto. Para el 9 de diciembre de 1856 Don Bosco se refería de manera abierta a su Congregación que recibió la aprobación de S.S. Pío IX en 1858. Para el 14 de mayo de 1862 Don Bosco recibió los votos de 22 jóvenes entre los cuales dos lo hacían como coadjutores, la manera en la que Don Bosco llamó a los laicos consagrados salesianos. A estos les diría que el propósito de la Congregación Salesiana era la de buscar la santificación personal y continuar el trabajo en favor de los muchachos, especialmente aquellos más necesitados de instrucción y educación.[20] Los inicios de la Congregación Salesiana de Don Bosco no fueron fáciles y le trajeron serios problemas, especialmente en lo concerniente a su aprobación definitiva. Sin embargo, comenzó la fundación de varias casas salesianas primero en Piamonte: Lanzo en 1864, Cherasco y Alassio en 1869, Valsalice en 1872 y Vallecrosia en 1875. El primer país extranjero en recibir a los salesianos de Don Bosco fue Francia con casas en Niza en 1875, Marsella en 1878 y París en 1884. Para enero de 1863 había 39 salesianos, 80 en 1865, 320 en 1874 y 768 en 1888, año de la muerte de Don Bosco. Hijas de María AuxiliadoraLa otra obra perenne de Don Bosco fue la fundación de las Hijas de María Auxiliadora. Hasta entonces había centrado todas sus fuerzas apostólicas y recursos posibles a los muchachos. Gracias a un sueño en el que la Virgen María le pide interesarse también por las muchachas, Don Bosco ve la oportunidad de hacer ese sueño realidad cuando conoce al padre Pestarino quien le habla de María Dominga Mazzarello, una muchacha de su parroquia, Mornés, que demuestra una gran devoción y carisma por las jóvenes más necesitadas. El 8 de octubre de 1864 Don Bosco se encontraría con la joven Mazzarello de Mornés y de dicho encuentro vendría a la luz la fundación del Instituto de hermanas que harían del carisma salesiano una oportunidad también para las muchachas.En diciembre de 1877 llega a Uruguay la primera expedición misionera de las Hijas de María Auxiliadora en América. Se instalan en Villa Colón (Montevideo). Don Bosco en el mundoBien pronto las obras de Don Bosco serían conocidas en numerosos países. La situación de inestabilidad política en el Piamonte ocasionó que numerosas familias de esa región emigraran a Latinoamérica. De la misma manera, el aprecio y prestigio de Don Bosco le ganó la simpatía de notables personajes como el Papa Pío IX que lo llamaba «el tesoro de Italia», cardenales como Alimonda que se refería a Don Bosco como el «divinizador del siglo», obispos, nobles e incluso los nacionalistas y anticlericales como Ratazzi que dijo en 1867 «para mí Don Bosco es quizá el más grande milagro de nuestro siglo»,[21] el Papa León XIII dijo «Don Bosco es un santo» a los salesianos, mientras que el Cardenal Bilio mencionó «Nadie es canonizado mientras vive, pero Don Bosco ya fue hecho santo», todos ellos que contribuirían a hacer conocer el nombre y la obra del sacerdote turinés.Además de numerosos viajes a través de Italia, los otros dos países que vieron el rostro del santo educador fueron Francia y España. Le Monde de París escribió sobre él: La gente corre detrás de él, deseosos de verlo, de tocar su ropa, porque sienten que un aura especial de santidad emana de él.[22]Profundamente sensible por las culturas extranjeras, Don Bosco dominaba además de su lengua natal, el piamontés, otros idiomas como el italiano, español, francés e inglés, además de las lenguas clásicas griego y latín. El 11 de noviembre de 1875 Don Bosco envió la primera expedición allende los mares al Nuevo Mundo. Se trataba de Argentina y pensaba en la Patagonia a donde envió a Juan Cagliero como encargado de la expedición y quien llegaría a ser el primer obispo salesiano. Desde Argentina los salesianos llegarían con sus Oratorios a las demás naciones latinoamericanas. En 1876 llegan a Uruguay bajo la dirección de Mons. Luis Lasagna, llamado el obispo misionero, pues desde allí extendió la obra salesiana a Paraguay y Brasil. En vida, Don Bosco envió salesianos a los siguientes países: Argentina (1875), Uruguay(1876); Brasil en 1882; Chile en 1886 y Ecuador en 1888. Los sueños de Don BoscoVarios autores se han dedicado a estudiar los sueños de Don Bosco como Pietro Stella[23] y Michael Mendl,[24] entre muchos otros. En principio, Don Bosco no fue amigo de hacer de ellos un hecho espectacular y, como se verá adelante, sus recuentos tendrán ante todo un objetivo pedagógico.Al narrar a sus muchachos sus sueños, Don Bosco les decía sólo aquello que era mejor para ellos, ya que esta era la intención de Aquel quien le daba esas misteriosas revelaciones[25]Dice al respecto Mendl: Utilizar los sueños para estudiar la psique de Don Bosco tiene sus propios riesgos, como Stella previene.[26] Ciertamento los textos de las Memorias Biográficas fueron redactadas por Lemoyne y otros. Pero incluso los documentos detrás de los textos de las Memorias «reflejan diferentes preocupaciones de Don Bosco: algunas veces los estados de la mente de un hombre que habla a una comunidad de jóvenes; algunas veces el estado de la mente de un hombre que escribe para gente que lo va a leer después».[27] Sin duda, «la interacción entre de elementos religiosos y éticos en los sueños de Don Bosco tienen que expresar el tipo de fenómenos que suceden en gente de profundas y operativas convicciones cristianas».[28]Don Bosco recontaba sus sueños a los muchachos siempre con el ánimo de dejar una enseñanza o de prevenir algún tipo de peligro. Con el correr del tiempo él mismo puso varios por escrito. Stella intenta una clasificicación de los sueños de Don Bosco:[29]
MuerteEl 31 de enero de 1888 a las 04:45, murió el apóstol de los jóvenes.[30] Tenía 72 años, 5 meses y 14 días de edad y había dado todo de sí para dejar una obra sólida para sus pobres muchachos. Su cuerpo permaneció en la Basílica de María Auxiliadora y después fue sepultado el 6 de febrero en la casa salesiana de Valsalice, pero sus restos serían posteriormente trasladados a la Basílica en donde permanecen en la actualidad.Beatificación y canonizaciónEn 1890 se abrió el proceso de beatificación y canonización de Don Bosco. El 2 de junio de 1929 (39 años después), Don Bosco fue proclamado beato y el 1 de abril de 1934 (44 años después) fue declarado Santo por S.S. Pío XI. Su estatua fue puesta en un nicho reservado a los santos fundadores de órdenes religiosas en la Basílica de San Pedro y es el único santo cuya estatua está por encima de la de San Pedro. A lado y lado, se encuentra acompañado por dos muchachos, producto de sus sueños: Domingo Savio y Ceferino Namuncurá, como signo de la que fue y es su misión: santificar a los jóvenes.Otras proclamacionesDon Bosco recibió otras proclamaciones[31] después de su canonización entre las cuales se destacan patrono de los editores católicos desde el 24 de mayo de 1946, patrono de los magos e ilusionistas de España desde 1953. Fueron los mismos magos quienes en un congreso internacional celebrado en Segovia (España), lo escogieron como modelo y protector y patrono del cine, razón por la cual los Premios Goya son concedidos anualmente en torno al 31 de enero. También es Patrono de los aprendices de Italia desde el 17 de enero de 1958En 1959 el Papa Juan XXIII dijo en Cinecittá en un acto de veneración de las reliquias del santo: «Don Bosco, el mundo entero te admira, el mundo entero te ama».[32] En 1988, con ocasión del I Centenario de la muerte de Don Bosco, el Papa Juan Pablo II concedió indulgencias para la Familia Salesiana y el 31 de enero se celebró una Eucaristía solemne en Turín con 58 obispos salesianos, cuatro cardenales y el Rector Mayor, Don Egidio Viganó. Ese mismo año todos los salesianos del mundo renovaron su obediencia a Don Bosco y entre el 2 y 4 de septiembre el Papa Juan Pablo II hace una extraordinaria peregrinación a I Becchi (Colle Don Bosco), Chieri y Valdocco, los lugares de la vida de Don Bosco. Al año siguiente, 24 de mayo de 1989, el Papa proclamó oficialmente a Don Bosco como «Padre y Maestro de la Juventud». Como testimonio de su obra, actualmente existen más 2.086 presencias salesianas en 128 países,[7] con 16.640 religiosos trabajando en ellas, sin contar los demás miembros de la Familia Salesiana, alumnos, miembros de los centros juveniles, exalumnos y benefactores de las obras de Don Bosco. El 25 de abril de 2009 el Rector Mayor de los Salesianos, Padre Pascual Chávez Villanueva, dio apertura al peregrinaje mundial de la urna de Don Bosco (una urna de vidrio que contiene una imagen de cera de su cuerpo y en su interior sus reliquias) por los cinco continentes. La urna regresará a Turín el 31 de enero de 2015, año que marca el bicentenario de su nacimiento.[33] [34] Testamento espiritualComo hombre práctico, Don Bosco dejó su Testamento Espiritual como un mensaje visionario hacia el futuro de los salesianos y sus jóvenes.Mis queridos y amados hijos en Jesucristo: antes de partir para mi eternidad, debo cumplir con vosotros algunos deberes y satisfacer así un vivo deseo de mi corazón. Ante todo, os agradezco con el más vivo afecto de mi corazón la obediencia que me habéis prestado y cuanto habéis trabajado para sostener y propagar nuestra Congregación (...)[35]Don Bosco dice que «en lugar de llorar» por su muerte, sus hijos deben hacer firmes propósitos de «permanecer seguros en la vocación hasta la muerte», del trabajo constante, el buen ejemplo para los alumnos y la práctica del sistema preventivo. Es de destacar que Don Bosco no recomienda penitencias y mortificaciones especiales y dice: Cada uno, en lugar de hacer observaciones sobre lo que hacen los otros, esfuércese en cumplir con el mayor esmero posible las responsabilidades que le han sido confiadas[36]Por último Don Bosco advierte que «cuando comience entre nosotros el bienestar y las comodidades, la sociedad salesiana habrá terminado su misión»[37] y «no olvidéis que nosotros estamos para los niños pobres y abandonados». Don Bosco en el arte
Nacido en el siglo de los inicios de la fotografía, Don Bosco es uno de los pocos santos del siglo XIX con un precioso material fotográfico, un medio ante el que tenía una gran fascinación y utilizaba con el ánimo de perpetuar los momentos más importantes de la vida de la Congregación. Don Bosco comenzó a ser fotografiado especialmente después de la segunda mitad del siglo, lo que coincide con el tiempo en el que la fotografía comienza a tener áuge y razón por la cual no se tienen fotos de su más temprana juventud y niñez. No dejó en cambio registros fotográficos de personajes como Domingo Savio, cuya imagen se tiene gracias a la descripción de un compañero, ni de su propia madre Margarita Occhiena o de María Dominga Mazzarello. Numerosas películas han sido producidas con el ánimo de representar la vida de Don Bosco. Entre las más destacadas se encuentran el Don Bosco de Leandro Castellini y el de Ludovico Gasparini[3],[38] una producción entre Goya y la Editorial CCS y transmitida por la RAI[4]. De ella dice la Revista de Novedades Literarias: (...) «Don Bosco», una biografía magnífica del gran apóstol de la juventud, el santo por antonomasia de la Revolución industrial: Don Bosco. Hijo de campesinos sus primeros años de vida fueron difíciles, pues la pobreza le obligó a abandonar los estudios, si bien su clara vocación al sacerdocio le hizo superar todas las pruebas en su camino (...)[39]El rostro de Don Bosco se hizo mundialmente popular y ha sido representado en dibujos, pinturas, óleos, murales, vallas, esculturas, diapositivas y material digital procedente de todos los países en donde su nombre se ha asociado a la educación juvenil y la mayoría de dichos trabajos artísticos adaptados a las variadas manifestaciones culturales de los cinco continentes. Por último, el Apóstol de los jóvenes es objeto preferido de la música dentro de los movimientos juveniles salesianos alrededor del mundo. Muchas canciones son traducidas en diferentes idiomas y diferentes géneros musicales han sido adaptados para rendir homenaje a Don Bosco o para crear letras formativas en las que priman los valores del sistema preventivo. Una de las canciones más populares y traducidas en la actualidad es «Padre, Maestro y Amigo». Lugares que llevan su nombreCientos de lugares (calles, barrios, localidades) e instituciones en el mundo llevan el nombre de Don Bosco como una manera de rendir homenaje al apóstol de la juventud. Entre los más destacados se encuentran los siguientes:
Movimientos juvenilesNumerosos movimientos juveniles internacionales de diferentes orígenes tienen espacio de encuentro con Don Bosco, por ejemplo, agrupaciones de pastorales juveniles diocesanas, catequéticas y diferentes agrupaciones deportivas, muchas de las cuales han tenido origen en algún centro salesiano. Don Bosco ha tenido gran afinidad con el Movimiento Scout Mundial de Robert Baden-Powell hasta el punto que en Argentina los salesianos fundaron un movimiento inspirado en el Sistema de Patrullas del general británico unido al Sistema Preventivo conocido como Exploradores de Don Bosco.Numerosos grupos scouts tienen su sede o son liderados en centros salesianos en todo el mundo que se reúnen periódicamente como «Jamboree Scout Salesiano» en varias inspectorías en contacto con las asociaciones scouts nacionales. Devociones por Don BoscoComo Apóstol de los jóvenes y dada la presencia de los salesianos en los cinco continentes, Don Bosco es un santo con una una notable popularidad y veneración en muchas regiones del mundo. Cada 31 de enero, durante la celebración de su fiesta, los centros salesianos e instituciones vinculadas a su nombre, congregación y espiritualidad, adelantan numerosos programas deportivos, culturales y religiosas que en ocasiones involucran las ciudades, regiones y naciones en donde Don Bosco está presente. Una de las naciones más notables en el mundo por sus celebraciones multitudinarias durante la fiesta de Don Bosco es Panamá en donde el santo de Turín es referido como «líder del pueblo».[40] Durante las fiestas del 2008 el padre Pascual Chávez, Rector Mayor y Monseñor Óscar Rodríguez Madariaga, Arzobispo salesiano de Tegucigalpa, se hicieron presente en la Basílica de San Juan Bosco, en la ciudad de Panamá, en una celebración transmitida por Missioni Don Bosco Media Centre de Italia, el canal italiano Telepace y la cadena EWTN.[41]Asimismo las celebraciones de Don Bosco de 2008 fueron vividas de manera pública por primera vez en Rangún, Birmania, en un acto que ha sido considerado de gran importancia dentro de los últimos acontecimientos de un país sometido a un gobierno dictatorial.[42] Libros publicadosLa mayoría de las obras fueron escritas y publicadas en Turín.[43]
Filmografía
Véase tambiénReferencias
Bibliografía
Enlaces externos
Videos y documentos
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SAN JUAN BOSCO
1815-1888
Fiesta: 31 de enero Presbítero, "Padre y maestro de la juventud", patrono de los editores, fundador de los salesianos. Por su gran devoción a María Auxiliadora, conseguía de ella innumerables milagros.
"En su vida, lo sobrenatural se hizo casi natural y lo extraordinario, ordinario." Pío XI sobre S. Juan Bosco.
Ver también:Enseñanzas y Sueños de San Juan Bosco
Trabajé siempre con amor -de su epistolario
Basílica María Auxiliadora y Centro Salesiano Turín
Primeros santos discípulos de S. Juan BoscoSanto Domingo Savio | Beato Miguel Rua (su sucesor) | Mamá Margarita, madre de S. Juan Bosco, es venerable
salesianosbilbao.com
Trabajé siempre con amor -de su epistolario
Basílica María Auxiliadora y Centro Salesiano Turín
Primeros santos discípulos de S. Juan BoscoSanto Domingo Savio | Beato Miguel Rua (su sucesor) | Mamá Margarita, madre de S. Juan Bosco, es venerable
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Reseña Tuvo una niñez muy dura. Una vez ordenado sacerdote, empleó todas sus energías en la educación de los jóvenes. Sus grandes amores que fundamentan su espiritualidad: La Eucaristía, la Virgen María, la Iglesia, la fidelidad al Santo Padre, la juventud. Fundador de la Congregación de los Salesianos, comunidad religiosa con rama masculina y femenina, dedicados a la educación de los jóvenes, en especial los pobres. Les enseñaba la vida cristiana y diversos oficios. Atrajo y sigue atrayendo a multitudes de jóvenes a Cristo. La Congregación toma su nombre de San Francisco de Sales.
Famoso por sus sueños proféticos, ¡se conocen 159 de ellos! Quizás el mas famoso es el de la Nave de Pedro, que explicaremos mas adelante.
San Juan Bosco escribió también algunos opúsculos en defensa de la religión.
Gran constructor de iglesias, entre ellas la Basílica de San Juan Evangelista, la Basílica de María Auxiliadora y la Iglesia del Sagrado Corazón en Roma donde celebró su última misa.
Vida de San Juan Bosco Juan Melchor nace en 1815, junto a Castelnuovo, en la diócesis de Turín. Era el menor de los hijos de un campesino piamontés. Su niñez fue muy dura. Su padre murió cuando Juan tenía apenas dos años y medio. La madre, Margarita, analfabeta y muy pobre, pero santa y laboriosa mujer, que debió luchar mucho para sacar adelante a sus hijos, se hizo cargo de su educación. El primero de sus 159 sueños proféticos A los nueve años de edad, un sueño que el rapazuelo no olvidó nunca, le reveló su vocación. Más adelante, en todos los períodos críticos de su vida, una visión del cielo le indicó siempre el camino que debía seguir.
En aquel primer sueño, se vio rodeado de una multitud de chiquillos que se peleaban entre sí y blasfemaban; Juan Bosco trató de hacer la paz, primero con exhortaciones y después con los puños. Súbitamente apareció Nuestro Señor y le dijo: "¡No, no; tienes que ganártelos con la mansedumbre y el amor!" Le indicó también que su Maestra sería la Santísima Virgen, quien al instante apareció y le dijo: "Toma tu cayado de pastor y guía a tus ovejas". Cuando la Señora pronunció estas palabras los niños se convirtieron primero, en bestias feroces y luego en ovejas. Mas Sueños e historias >>>
Una gran cualidad: su interés por la salvación de la juventudEl sueño terminó, pero desde aquel momento Juan Bosco comprendió que su vocación era ayudar a los niños pobres, y empezó inmediatamente a enseñar el catecismo y a llevar a la iglesia a los chicos de su pueblo. Para ganárselos, acostumbraba ejecutar ante ellos toda clase de acrobacias, en las que llegó a ser muy ducho. Un domingo por la mañana, un acróbata ambulante dio una función pública y los niños no acudieron a la iglesia; Juan Bosco desafió al acróbata en su propio terreno, obtuvo el triunfo, y se dirigió victoriosamente con los chicos a la misa.
La alegría de Don BoscoLos muchachos de la calle lo llamaban: ‘Ese es el Padre que siempre está alegre. El Padre de los cuentos bonitos’. Su sonrisa era de siempre. Nadie lo encontraba jamás de mal humor y nunca se le escuchaba una palabra dura o humillante. Hablar con él la primera vez era quedar ya de amigo suyo para toda la vida. El Señor le concedió también el don de consejo: Un consejo suyo cambiaba a las personas. Y lo que decía eran cosas ordinarias.Durante las semanas que vivió con una tía que prestaba servicios en casa de un sacerdote, Juan Bosco aprendió a leer. Tenía un gran deseo de ser sacerdote, pero hubo de vencer numerosas dificultades antes de poder empezar sus estudios. A los dieciséis años, ingresó finalmente en el seminario de Chieri y era tan pobre, que debía mendigar para reunir el dinero y los vestidos indispensables.
El alcalde del pueblo le regaló el sombrero, el párroco la chaqueta, uno de los parroquianos el abrigo y otro, un par de zapatos. Después de haber recibido el diaconado, Juan Bosco pasó al seminario mayor de Turín y ahí empezó, con la aprobación de sus superiores, a reunir los domingos a un grupo de chiquillos y mozuelos abandonados de la ciudad.
San José Cafasso, sacerdote de la parroquia anexa al seminario mayor de Turín, confirmó a Juan Bosco en su vocación, explicándole que Dios no quería que fuese a las misiones extranjeras: "Desempaca tus bártulos --le dijo--, y prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti".
El mismo Don Cafasso le puso en contacto con los ricos que podían ayudarle con limosnas para su obra, y le mostró las prisiones y los barrios bajos en los que encontraría suficientes clientes para aprovechar los donativos de los ricos.
El primer puesto que ocupó Don Bosco fue el de capellán auxiliar en una casa de refugio para muchachas, que había fundado la marquesa di Barola, la rica y caritativa mujer que socorrió a Silvio Pellico cuando éste salió de la prisión. Los domingos, Don Bosco no tenía trabajo de modo que podía ocuparse de sus chicos, a los que consagraba el día entero en una especie de escuela y centro de recreo, que él llamó "Oratorio Festivo".
Pero muy pronto, la marquesa le negó el permiso de reunir a los niños en sus terrenos, porque hacían ruido y destruían las flores. Durante un año, Don Bosco y sus chiquillos anduvieron de "Herodes a Pilatos", porque nadie quería aceptar ese pequeño ejército de más de un centenar de revoltosos muchachos.
Cuando Don Bosco consiguió, por fin, alquilar un viejo granero, y todo empezaba a arreglarse, la marquesa, que a pesar de su generosidad tenía algo de autócrata, le exigió que escogiera entre quedarse con su tropa o con su puesto en el refugio para muchachas. El santo escogió a sus chicos.
Oratorios, escuelas, talleres...En esos momentos críticos, le sobrevino una pulmonía, cuyas complicaciones estuvieron a punto de costarle la vida. En cuanto se repuso, fue a vivir en unos cuartuchos miserables de su nuevo oratorio, en compañía de su madre, y ahí se entregó, con toda el alma, a consolidar y extender su obra. Dio forma acabada a una escuela nocturna, que había inaugurado el año precedente, y como el oratorio estaba lleno a reventar, abrió otros dos centros en otros tantos barrios de Turín.
Por la misma época, empezó a dar alojamiento a los niños abandonados. Al poco tiempo, había ya treinta o cuarenta chicos, la mayoría aprendices, que vivían con Don Bosco y su madre en el barrio de Valdocco. Los chicos llamaban a la madre de Don Bosco "Mamá Margarita".
Con todo, Don Bosco cayó pronto en la cuenta que todo el bien que hacía a sus chicos se perdía con las malas influencias del exterior, y decidió construir sus propios talleres de aprendizaje. Los dos primeros: el de los zapateros y el de los sastres, fueron inaugurados en 1853.
Crece la familia El siguiente paso fue construir una iglesia, consagrada a San Francisco de Sales. Después vino la construcción de una casa para la enorme familia. El dinero no faltaba, a veces, por verdadero milagro. Don Bosco distinguía dos grupos entre sus chicos: el de los aprendices, y el de los que daban señales de una posible vocación sacerdotal. Al principio iban a las escuelas del pueblo; pero con el tiempo, cuando los fondos fueron suficientes, Don Bosco instituyó los cursos técnicos y los de primeras letras en el oratorio.
En 1856, había ya 150 internos, cuatro talleres, una imprenta, cuatro clases de latín y diez sacerdotes. Los externos eran quinientos. Con su extraordinario don de simpatía y de leer los corazones, Don Bosco ejercía una influencia ilimitada sobre sus chicos, de suerte que podía gobernarles con aparente indulgencia y sin castigos, para gran escándalo de los educadores de su tiempo.
Veía en sueños el estado exacto de la conciencia de sus discípulos y después los llamaba y les hacía una descripción tan completa de los pecados que ellos habían cometido, que muchos aclamaban emocionados: "Si hubiera venido un ángel a contarle toda mi vida no me habría hablado con mayor precisión" .
Se gana de tal manera el cariño de los jóvenes, que es difícil encontrar en toda la historia de la humanidad, después de Jesús, un educador que haya sido tan amado como Don Bosco. Los jóvenes llegaban hasta pelear unos contra otros afirmando cada uno que a él lo amaba el santo más que a los demás.Dedicó su vida a la difusión de las buenas lecturasAdemás de este trabajo, Don Bosco se veía asediado de peticiones para que predicara; la fama de su elocuencia se había extendido enormemente a causa de los milagros y curaciones obradas por la intercesión del santo. Otra forma de actividad, que ejerció durante muchos años, fue la de escribir libros para el gusto popular, pues estaba convencido de la influencia de la lectura.
Él decía que Dios lo había enviado al mundo para educar a los jóvenes pobres y para propagar buenos libros, los cuales, además eran sumamente sencillos y fáciles de entender. "Propagad buenos libros --decía Don Bosco-- sólo en el cielo sabréis el gran bien que produce una buena lectura". Unas veces se trataba de una obra de apologética, otras de un libro de historia, de educación o bien de una serie de lecturas católicas. Este trabajo le robaba gran parte de la noche y al fin, tuvo que abandonarlo, porque sus ojos empezaron a debilitarse.En búsqueda de colaboradoresEl mayor problema de Don Bosco, durante largo tiempo, fue el de encontrar colaboradores. Muchos jóvenes sacerdotes entusiastas, ofrecían sus servicios, pero acababan por cansarse, ya fuese porque no lograban dominar los métodos impuestos por Don Bosco, o porque carecían de su paciencia para sobrellevar las travesuras de aquel tropel de chicos mal educados y frecuentemente viciosos, o porque perdían la cabeza al ver que el santo se lanzaba a la construcción de escuelas y talleres, sin contar con un céntimo.
Aun hubo algunos que llevaron a mal que Don Bosco no convirtiera el oratorio en un club político para propagar la causa de "La Joven Italia". En 1850, no quedaba a Don Bosco más que un colaborador y esto le decidió a preparar, por sí mismo, a sus futuros colaboradores. Así fue como Santo Domingo Savio ingresó en el oratorio, en 1854.
Nace la gran familia SalesianaPor otra parte, Don Bosco había acariciado siempre la idea, más o menos vaga, de fundar una congregación religiosa. Después de algunos descalabros, consiguió por fin formar un pequeño núcleo. "En la noche del 26 de enero de 1854 --escribe uno de los testigos-- nos reunimos en el cuarto de Don Bosco. Se hallaban ahí además, Cagliero, Rocchetti, Artiglia y Rua. Llegamos a la conclusión de que, con la ayuda de Dios, íbamos a entrar en un período de trabajos prácticos de caridad para ayudar a nuestros prójimos.
Al fin de ese período, estaríamos en libertad de ligarnos con una promesa, que más tarde podría transformarse en voto. Desde aquella noche recibieron el nombre de Salesianos todos los que se consagraron a tal forma de apostolado. Naturalmente, el nombre provenía del gran obispo de Ginebra, San Francisco de Sales (el "Santo de la amabilidad"). El momento no parecía muy oportuno para fundar una nueva congregación, pues el Piamonte no había sido nunca más anticlerical que entonces.
Los jesuitas y las Damas del Sagrado Corazón habían sido expulsados; muchos conventos habían sido suprimidos y, cada día, se publicaban nuevas leyes que coartaban los derechos de las órdenes religiosas. Sin embargo, fue el ministro Rattazzi, uno de los que más parte había tenido en la legislación, quien urgió un día a Don Bosco a fundar una congregación para perpetuar su trabajo y le prometió su apoyo ante el rey".
En diciembre de 1859, Don Bosco y sus veintidos compañeros decidieron finalmente organizar la congregación, cuyas reglas habían sido aprobadas por Pío IX. Pero la aprobación definitiva no llegó sino hasta quince años después, junto con el permiso de ordenación para los candidatos del momento. La nueva congregación creció rápidamente: en 1863 había treinta y nueve salesianos; a la muerte del fundador, eran ya 768, y en la actualidad se cuentan por millares: Diecisiete mil en 105 países, con 1,300 colegios y 300 parroquias, y se hallan establecidos en todo el mundo.
Don Bosco realizó uno de sus sueños al enviar sus primeros misioneros a la Patagonia. Poco a poco, los Salesianos se extendieron por toda la América del Sur. Cuando San Juan Bosco murió, la congregación tenía veintiséis casas en el Nuevo Mundo y treinta y ocho en Europa. Las instituciones salesianas en la actualidad comprenden escuelas de primera y segunda enseñanza, seminarios, escuelas para adultos, escuelas técnicas y de agricultura, talleres de imprenta y librería, hospitales, etc., sin omitir las misiones extranjeras y el trabajo pastoral.
El siguiente paso de Don Bosco fue la fundación de una congregación femenina, encargada de hacer por las niñas lo que los Salesianos hacían por los niños. La congregación quedó inaugurada en 1872, con la toma de hábito de veintisiete jóvenes, entre ellas, Santa María Dominga Mazzarello, que fue la cofundadora, a las que el santo llamó Hijas de Nuestra Señora, Auxilio de los Cristianos (o Hijas de María Auxiliadora). La nueva comunidad se desarrolló casi tan rápidamente como la anterior y emprendió, además de otras actividades, la creación de escuelas de primera enseñanza en Italia, Brasil, Argentina y otros países. "Hoy en día son dieciséis mil, en setenta y cinco países".
Para completar su obra, Don Bosco organizó a sus numerosos colaboradores del exterior en una especie de tercera orden, a la que dio el título de Colaboradores Salesianos. Se trataba de hombres y mujeres de todas las clases sociales, que se obligaban a ayudar en alguna forma a los educadores salesianos.
Nuestro Señor le inspiró un sabio método de enseñanzaEl sueño o visión que tuvo Don Bosco en su juventud marcó toda su actividad posterior con los niños. Todo el mundo sabe que para trabajar con los niños, hay que amarlos; pero lo importante es que ese amor se manifieste en forma comprensible para ellos. Ahora bien, en el caso de Don Bosco, el amor era evidente, y fue ese amor el que le ayudó a formar sus ideas sobre el castigo, en una época en que nadie ponía en tela de juicio las más burdas supersticiones acerca de ese punto.
Los métodos de Don Bosco consistían en desarrollar el sentido de responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber apreciar los esfuerzos de los chicos, y en una gran amistad. En 1877 escribía: "No recuerdo haber empleado nunca un castigo propiamente dicho. Por la gracia de Dios, siempre he podido conseguir que los niños observen no sólo las reglas, sino aun mis menores deseos". Pero a esta cualidad se unía la perfecta conciencia del daño que puede hacer a los niños un amor demasiado indulgente, y así lo repetía constantemente Don Bosco a los padres.
Una de las imágenes más agradables que suscita el nombre de Don Bosco es la de sus excursiones domingueras al bosque, con una parvada de rapazuelos. El santo celebraba la misa en alguna iglesita de pueblo, comía y jugaba con los chicos en el campo, les daba una clase de catecismo, y todo terminaba al atardecer, con el canto de las vísperas, pues Don Bosco creía firmemente en los benéficos efectos de la buena música.
La construcción de iglesiasEl relato de la vida de Don Bosco quedaría trunco, si no hiciéramos mención de su obra de constructor de iglesias. La primera que erigió era pequeña y resultó pronto insuficiente para la congregación. El santo emprendió entonces la construcción de otra mucho más grande, que quedó terminada en 1868. A ésta siguió una gran basílica en uno de los barrios pobres de Turín, consagrada a San Juan Evangelista.
El esfuerzo para reunir los fondos necesarios había sido inmenso; al terminar la basílica, el santo no tenía un céntimo y estaba muy fatigado, pero su trabajo no había acabado todavía. Durante los últimos años del pontificado de Pío IX, se había creado el proyecto de construir una iglesia del Sagrado Corazón en Roma, y el Papa había dado el dinero necesario para comprar el terreno. El sucesor de Pío IX se interesaba en la obra tanto como su predecesor, pero parecía imposible reunir los fondos para la construcción.
"Es una pena que no podamos avanzar" --dijo el Papa al terminar un consistorio--. "La gloria de Dios, el honor de la Santa Sede y el bien espiritual de muchos fieles están comprometidos en la empresa. Y no veo cómo podríamos llevarla adelante"
--"Yo puedo sugerir una manera de hacerlo" --dijo el cardenal Alimonda.
--"¿Cuál? --preguntó el Papa.
--"Confiar el asunto a Don Bosco".
–"¿Y Don Bosco estaría dispuesto a aceptar?"
–"Yo le conozco bien" --replicó el cardenal--; "la simple manifestación del deseo de Vuestra Santidad será una orden para él".
La tarea fue propuesta a Don Bosco, quien la aceptó al punto.
Cuando ya no pudo obtener más fondos en Italia, se trasladó a Francia, el país en que había nacido la devoción al Sagrado Corazón. Las gentes le aclamaban en todas partes por su santidad y sus milagros y el dinero le llovía. El porvenir de la construcción de la nueva iglesia estaba ya asegurado; pero cuando se aproximaba la fecha de la consagración, Don Bosco repetía que, si se retardaba demasiado, no estaría en vida para asistir a ella. La consagración de la iglesia tuvo lugar el 14 de mayo de 1887, y San Juan Bosco celebró ahí la misa, poco después.
Muerte de Don BoscoPero sus días tocaban a su fin. Dos años antes, los médicos habían declarado que el santo estaba completamente agotado y que la única solución era el descanso; pero el reposo era desconocido para Don Bosco. A fines de 1887, sus fuerzas empezaron a decaer rápidamente; la muerte sobrevino el 31 de enero de 1888, cuando apenas comenzaba el día, de suerte que algunos autores escriben, sin razón, que Don Bosco murió al día siguiente de la fiesta de San Francisco de Sales.
Su cuerpo permanece incorrupto en la Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia.
Sus últimas recomendaciones fueron: "Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso".Cuarenta mil personas desfilaron ante su cadáver en la iglesia, y sus funerales fueron una especie de marcha triunfal, porque toda la ciudad de Turín salió a la calle durante tres días a honrar a Don Bosco por última vez.
Fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a Don Bosco, que el Sumo Pontífice lo canonizó cuando apenas habían pasado cuarenta y seis años de su muerte (en 1934) y lo declaró Patrono de los que difunden buenas lecturas y "Padre y maestro de la juventud".
Fuente Bibliográfica: "Vidas de los Santos de Butler", tomo I, excepto algunas adaptaciones hechas por las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, y partes que van en letra itálica, procedentes de: "Vidas de Santos (1)" y "Autobiografía de San Juan Bosco", del Padre Eliécer Sálesman, Apostolado Bíblico Católico.
San Juan Bosco, presbítero y fundador
fecha: 31 de enero
n.: 1815 - †: 1888 - país: Italia
otras formas del nombre: Don Bosco
canonización: B: Pío XI 2 jun 1929 - C: Pío XI 1 abr 1934
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1815 - †: 1888 - país: Italia
otras formas del nombre: Don Bosco
canonización: B: Pío XI 2 jun 1929 - C: Pío XI 1 abr 1934
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Memoria de san Juan Bosco, presbítero, el cual, después de una niñez dura, fue ordenado sacerdote, y en la ciudad de Turín se dedicó esforzadamente a la formación de los adolescentes. Fundó la Sociedad Salesiana y, con la ayuda de santa María Domènica Mazzarello, el Instituto de Hijas de María Auxiliadora, para enseñar oficios a la juventud e instruirles en la vida cristiana. Lleno de virtudes y méritos, voló al cielo, en este día, en la misma ciudad de Turín, en Italia.
patronazgo: patrono de la juventud, de los estudiantes, de la pastoral de juventud, de los educadores y de los editores.
refieren a este santo: Santo Domingo Savio, Beato Felipe Rinaldi, San José Cafasso, San Leonardo Murialdo, Santa María Dominica Mazzarello, Beato Miguel Rua
oración:
Señor, tú que has suscitado en san Juan Bosco un padre y un maestro para la juventud, danos también a nosotros un celo infatigable y un amor ardiente, que nos impulse a entregarnos al bien de los hermanos y a servirte a ti en ellos con fidelidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
En su vida, lo sobrenatural se hizo casi natural y lo extraordinario, ordinario. Tales fueron las palabras que el Papa Pío XI dijo sobre Don Bosco.
Juan Melchor había nacido en 1815, y era el menor de los hijos de un campesino piamontés. Su padre murió cuando Juan sólo tenía dos años. Su madre, santa y laboriosa mujer, que debió luchar mucho para sacar adelante u sus hijos, se hizo cargo de su educación. A los nueve años de edad, un sueño que el rapazuelo no olvidó nunca, le reveló su vocación. Más adelante, en todos los períodos críticos de su vida, una visión del cielo le indicó siempre el camino que debía seguir. En aquel primer sueño, se vio rodeado de una multitud de chiquillos que se peleaban entre sí y blasfemaban; Juan Bosco trató de hacer la paz, primero con exhortaciones y después con los puños. Súbitamente apareció una misteriosa mujer que le dijo: «¡No, no; tienes que ganártelos por el amor! Toma tu cayado de pastor y guía a tus ovejas». Cuando la señora pronunció estas palabras los niños se convirtieron, primero en bestias feroces y luego en ovejas. El sueño terminó, pero desde aquel momento Juan Bosco comprendió que su vocación era ayudar a los niños pobres, y empezó inmediatamente a enseñar el catecismo y a llevar a la iglesia a los chicos de su pueblo. Para ganárselos, acostumbraba ejecutar ante ellos toda clase de acrobacias, en las que llegó a ser muy ducho. Un domingo por la mañana, un acróbata ambulante dio una función pública y los niños no acudieron a la iglesia; Juan Bosco desafió al acróbata en su propio terreno, obtuvo el triunfo, y se dirigió victoriosamente con los chicos a la misa. Durante las semanas que vivió con una tía que prestaba servicios en casa de un sacerdote, Juan Bosco aprendió a leer. Tenía un gran deseo de ser sacerdote, pero hubo de vencer numerosas dificultades antes de poder empezar sus estudios. A los dieciséis años, ingresó finalmente en el seminario de Chieri y era tan pobre, que debía mendigar para reunir el dinero y los vestidos indispensables. El alcalde del pueblo le regaló el sombrero, el párroco la chaqueta, uno de los parroquianos el abrigo y otro, un par de zapatos. Después de haber recibido el diaconado, Juan Bosco pasó al seminario mayor de Turín y allí empezó, con la aprobación de sus superiores, a reunir los domingos a un grupo de chiquillos y mozuelos abandonados de la ciudad.
San José Cafasso, cura de la parroquia anexa al seminario mayor de Turín, confirmó a Juan Bosco en su vocación, explicándole que Dios no quería que fuese a las misiones extranjeras: «Desempaca tus bártulos -le dijo-, y prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti». El mismo Don Cafasso le puso en contacto con los ricos que podían ayudarle con limosnas para su obra, y le mostró las prisiones y los barrios bajos en los que encontraría suficientes clientes para aprovechar los donativos de los ricos. El primer puesto que ocupó Don Bosco fue el de capellán auxiliar en una casa de refugio para muchachas, que había fundado la marquesa di Barola, la rica y caritativa mujer que socorrió a Silvio Pellico cuando éste salió de la prisión. Los domingos, Don Bosco no tenía trabajo de modo que podía ocuparse de sus chicos, a los que consagraba el día entero en una especie de escuela y centro de recreo, que él llamó «Oratorio Festivo». Pero muy pronto, la marquesa le negó el permiso de reunir a los niños en sus terrenos, porque hacían ruido y destruían las flores. Durante un año, Don Bosco y sus chiquillos anduvieron «de Herodes a Pilatos», porque nadie quería aceptar ese pequeño ejército de más de un centenar de revoltosos muchachos. Cuando Don Bosco consiguió, por fin, alquilar un viejo granero, y todo empezaba a arreglarse, la marquesa, que a pesar de su generosidad tenía algo de autócrata, le exigió que escogiera entre quedarse con su tropa o con su puesto en el refugio para muchachas. El santo escogió a sus chicos.
En esos momentos críticos, le sobrevino una pulmonía, cuyas complicaciones estuvieron a punto de costarle la vida. En cuanto se repuso, fue a vivir en unos cuartuchos miserables de su nuevo oratorio, en compañía de su madre, y allí se entregó, con toda el alma, a consolidar y extender su obra. Dio forma acabada a una escuela nocturna, que había inaugurado el año precedente, y como el oratorio estaba lleno a reventar, abrió otros dos centros en otros tantos barrios de Turín. Por la misma época, empezó a dar alojamiento a los niños abandonados. Al poco tiempo, había ya treinta o cuarenta chicos, la mayoría aprendices, que vivían con Don Bosco y su madre en el barrio de Valdocco. Los chicos llamaban a la madre de Don Bosco «Mamá Margarita». Pero Don Bosco cayó pronto en la cuenta que todo el bien que hacía a sus chicos se perdía con las malas influencias del exterior, y decidió construir sus propios talleres de aprendizaje. Los dos primeros: el de los zapateros y el de los sastres, fueron inaugurados en 1853.
El siguiente paso fue construir una iglesia, consagrada a San Francisco de Sales. Después vino la construcción de una casa para la enorme familia. El dinero no faltaba, a veces, por verdadero milagro. Don Bosco distinguía dos grupos entre sus chicos: el de los aprendices, y el de los que daban señales de una posible vocación sacerdotal. Al principio iban a las escuelas del pueblo; pero con el tiempo, cuando los fondos fueron suficientes, Don Bosco instituyó los cursos técnicos y los de primeras letras en el oratorio. En 1856, había ya 150 internos, cuatro talleres, una imprenta, cuatro clases de latín y diez sacerdotes. Los externos eran 500. Con su extraordinario don de simpatía y de leer en los corazones, Don Bosco ejercía una influencia ilimitada sobre sus chicos, de suerte que podía gobernarles con aparente indulgencia y sin castigos, para gran escándalo de los educadores de su tiempo. Además de este trabajo, Don Bosco se veía asediado de peticiones para que predicara, la fama de su elocuencia se había extendido enormemente a causa de los milagros y curaciones obradas por la intercesión del santo. Otra forma de actividad, que ejerció durante muchos años, fue la de escribir libros para el gusto popular, pues estaba convencido de la influencia de la lectura. Unas veces se trataba de una obra de apologética, otras de un libro de historia, de educación o bien de una serie de lecturas católicas. Este trabajo le robaba gran parte de la noche y al fin, tuvo que abandonarlo, porque sus ojos empezaron a debilitarse.
El mayor problema de Don Bosco, durante largo tiempo, fue el de encontrar colaboradores. Muchos jóvenes sacerdotes entusiastas, ofrecían sus servicios, pero acababan por cansarse, ya fuese porque no lograban dominar los métodos impuestos por Don Bosco, o porque carecían de su paciencia para sobrellevar las travesuras de aquel tropel de chicos mal educados y frecuentemente viciosos, o porque perdían la cabeza al ver que el santo se lanzaba a la construcción de escuelas y talleres, sin contar con un céntimo. Aun hubo algunos que llevaron a mal que Don Bosco no convirtiera el oratorio en un club político para propagar la causa de «La Joven Italia». En 1850, no quedaba a Don Bosco más que un colaborador y esto lo decidió a preparar, por sí mismo, a sus futuros colaboradores. Así fue como santo Domingo Savio ingresó en el oratorio, en 1854.
Por otra parte, Don Bosco había acariciado siempre la idea, más o menos vaga, de fundar una congregación religiosa. Después de algunos descalabros, consiguió por fin formar un pequeño núcleo. «En la noche del 26 de enero de 1854 -escribe uno de los testigos- nos reunimos en el cuarto de Don Bosco. Se hallaban allí además, Cagliero, Rocchetti, Artiglia y Rúa. Llegamos a la conclusión de que, con la ayuda de Dios, íbamos a entrar en un período de trabajos prácticos de caridad para ayudar a nuestros prójimos. Al fin de ese período, estaríamos en libertad de ligarnos con una promesa, que más tarde podría transformarse en voto. Desde aquella noche recibieron el nombre de Salesianos todos los que se consagraron a tal forma de apostolado. Naturalmente, el nombre provenía del gran obispo de Ginebra. El momento no parecía muy oportuno para fundar una nueva congregación, pues el Piamonte no había sido nunca más anticlerical que entonces. Los jesuitas y las Damas del Sagrado Corazón habían sido expulsados; muchos conventos habían sido suprimidos y, cada día, se publicaban nuevas leyes que coartaban los derechos de las órdenes religiosas. Sin embargo, fue el ministro Rattazzi, uno de los que más parte había tenido en la legislación, quien urgió un día a Don Bosco a fundar una congregación para perpetuar su trabajo y le prometió su apoyo ante el rey.
En diciembre de 1859, Don Bosco y sus veintidós compañeros decidieron finalmente organizar la congregación, cuyas reglas habían sido aprobadas por Pío IX. Pero la aprobación definitiva no llegó sino hasta quince años después, junto con el permiso de ordenación para los candidatos del momento. La nueva congregación creció rápidamente: en 1863 había treinta y nueve salesianos; y a la muerte del fundador, eran ya 768. Don Bosco realizó uno de sus sueños al enviar sus primeros misioneros a la Patagonia. Poco a poco, los Salesianos se extendieron por toda la América del Sur. Cuando san Juan Bosco murió, la congregación tenía veintiséis casas en el Nuevo Mundo y treinta y ocho en Europa. Las instituciones salesianas en la actualidad comprenden escuelas de primera y segunda enseñanza, seminarios, escuelas para adultos, escuelas técnicas y de agricultura, talleres de imprenta y librería, hospitales, etc. sin omitir las misiones extranjeras y el trabajo pastoral.
El siguiente paso de Don Bosco fue la fundación de una congregación femenina, encargada de hacer por las niñas lo que los Salesianos hacían por los niños. La congregación quedó inaugurada en 1872, con la toma de hábito de veintisiete jóvenes a las que el santo llamó Hijas de Nuestra Señora, Auxilio de los Cristianos. La nueva comunidad se desarrolló casi tan rápidamente como la anterior y emprendió, además de otras actividades, la creación de escuelas de primera enseñanza en Italia, Brasil, Argentina y otros países. Para completar su obra, Don Bosco organizó a sus numerosos colaboradores del exterior en una especie de tercera orden, a la que dio el título de Colaboradores Salesianos. Se trataba de hombres y mujeres de todas las clases sociales, que se obligaban a ayudar en alguna forma a los educadores salesianos.
El sueño o visión que tuvo Don Bosco en su juventud marcó toda su actividad posterior con los niños. Todo el mundo sabe que para trabajar con los niños, hay que amarlos; pero lo importante es que ese amor se manifieste en forma comprensible para ellos. Ahora bien, en el caso de Don Bosco, el amor era evidente, y fue ese amor el que le ayudó a formar sus ideas sobre el castigo, en una época en que nadie ponía en tela de juicio las más burdas supersticiones acerca de ese punto. Los métodos de Don Bosco consistían en desarrollar el sentido de responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber apreciar los esfuerzos de los chicos, y en una gran amistad. En 1877 escribía: «No recuerdo haber empleado nunca un castigo propiamente dicho. Por la gracia de Dios, siempre he podido conseguir que los niños observen no sólo las reglas, sino aun mis menores deseos». Pero a esta cualidad se unía la perfecta conciencia del daño que puede hacer a los niños un amor demasiado indulgente, y así lo repetía constantemente Don Bosco a los padres. Una de las imágenes más agradables que suscita el nombre de Don Bosco es la de sus excursiones domingueras al bosque, con una parvada de rapazuelos. El santo celebraba la misa en alguna iglesita de pueblo, comía y jugaba con los chicos en el campo, les daba una clase de catecismo, y todo terminaba al atardecer, con el canto de las vísperas, pues Don Bosco creía firmemente en los benéficos efectos de la buena música.
El relato de la vida de Don Bosco quedaría trunco, si no hiciéramos mención de su obra de constructor de iglesias. La primera que erigió era pequeña y resultó pronto insuficiente para la congregación. El santo emprendió entonces la construcción de otra mucho más grande, que quedó terminada en 1868. A ésta siguió una gran basílica en uno de los barrios pobres de Turín, consagrada a San Juan Evangelista. El esfuerzo para reunir los fondos necesarios había sido inmenso; al terminar la basílica, el santo no tenía un céntimo y estaba muy fatigado, pero su trabajo no había acabado todavía. Durante los últimos años del pontificado de Pío IX, se había creado el proyecto de construir una iglesia del Sagrado Corazón en Roma, y el Papa había dado el dinero necesario para comprar el terreno. El sucesor de Pío IX se interesaba en la obra tanto como su predecesor, pero parecía imposible reunir los fondos para la construcción. «Es una pena que no podamos avanzar -dijo el papa al terminar un consistorio-; la gloria de Dios, el honor de la Santa Sede y el bien espiritual de muchos fieles están comprometidos en la empresa. Y no veo cómo podríamos llevarla adelante».
-Yo puedo sugerir una manera de hacerlo -dijo el cardenal Alimonda.
-¿Cuál? -preguntó el papa.
-Confiar el asunto a Don Bosco.
-¿Y Don Bosco estaría dispuesto a aceptar?
-Yo le conozco bien -replicó el cardenal-; la simple manifestación del deseo de Vuestra Santidad será una orden para él.
La tarea fue propuesta a Don Bosco, quien la aceptó al punto. Cuando ya no pudo obtener más fondos en Italia, se trasladó a Francia, el país en que había nacido la devoción al Sagrado Corazón. Las gentes le aclamaban en todas partes por su santidad y sus milagros y el dinero le llovía. El porvenir de la construcción de la nueva iglesia estaba ya asegurado; pero cuando se aproximaba la fecha de la consagración, Don Bosco repetía que, si se retardaba demasiado, no estaría en vida para asistir a ella. La consagración de la iglesia tuvo lugar el 14 de mayo de 1887, y san Juan Bosco celebró allí la misa poco después. Pero sus días tocaban a su fin. Dos años antes, los médicos habían declarado que el santo estaba completamente agotado y que la única solución era el descanso; pero el reposo era desconocido para Don Bosco. A fines de 1887, sus fuerzas empezaron a decaer rápidamente; la muerte sobrevino el 31 de enero de 1888, cuando apenas comenzaba el día, de suerte que algunos autores escriben, sin razón, que Don Bosco murió al día siguiente de la fiesta de San Francisco de Sales (que en aquel momento se celebraba el 29 de enero). Cuarenta mil personas desfilaron ante su cadáver en la iglesia, y sus funerales fueron una especie de marcha triunfal, porque toda la ciudad de Turín salió a la calle a honrar a Don Bosco por última vez. Su canonización tuvo lugar en 1934.
La vida de Don Bosco, escrita en italiano por G. B. Lemoyne, ha tenido una popularidad enorme; pero la más conocida de todas es la de A. Auffray (1929). Existen en muchas lenguas numerosos estudios y biografías. La obra de G. Bonetti, St. John Bosco's Early Apostolate (1934), es un estudio exhaustivo de los primeros veinticinco años de sacerdocio del santo. En la Biblioteca de ETF se hallarán algunas de las obras fundamentales del santo.
Juan Melchor había nacido en 1815, y era el menor de los hijos de un campesino piamontés. Su padre murió cuando Juan sólo tenía dos años. Su madre, santa y laboriosa mujer, que debió luchar mucho para sacar adelante u sus hijos, se hizo cargo de su educación. A los nueve años de edad, un sueño que el rapazuelo no olvidó nunca, le reveló su vocación. Más adelante, en todos los períodos críticos de su vida, una visión del cielo le indicó siempre el camino que debía seguir. En aquel primer sueño, se vio rodeado de una multitud de chiquillos que se peleaban entre sí y blasfemaban; Juan Bosco trató de hacer la paz, primero con exhortaciones y después con los puños. Súbitamente apareció una misteriosa mujer que le dijo: «¡No, no; tienes que ganártelos por el amor! Toma tu cayado de pastor y guía a tus ovejas». Cuando la señora pronunció estas palabras los niños se convirtieron, primero en bestias feroces y luego en ovejas. El sueño terminó, pero desde aquel momento Juan Bosco comprendió que su vocación era ayudar a los niños pobres, y empezó inmediatamente a enseñar el catecismo y a llevar a la iglesia a los chicos de su pueblo. Para ganárselos, acostumbraba ejecutar ante ellos toda clase de acrobacias, en las que llegó a ser muy ducho. Un domingo por la mañana, un acróbata ambulante dio una función pública y los niños no acudieron a la iglesia; Juan Bosco desafió al acróbata en su propio terreno, obtuvo el triunfo, y se dirigió victoriosamente con los chicos a la misa. Durante las semanas que vivió con una tía que prestaba servicios en casa de un sacerdote, Juan Bosco aprendió a leer. Tenía un gran deseo de ser sacerdote, pero hubo de vencer numerosas dificultades antes de poder empezar sus estudios. A los dieciséis años, ingresó finalmente en el seminario de Chieri y era tan pobre, que debía mendigar para reunir el dinero y los vestidos indispensables. El alcalde del pueblo le regaló el sombrero, el párroco la chaqueta, uno de los parroquianos el abrigo y otro, un par de zapatos. Después de haber recibido el diaconado, Juan Bosco pasó al seminario mayor de Turín y allí empezó, con la aprobación de sus superiores, a reunir los domingos a un grupo de chiquillos y mozuelos abandonados de la ciudad.
San José Cafasso, cura de la parroquia anexa al seminario mayor de Turín, confirmó a Juan Bosco en su vocación, explicándole que Dios no quería que fuese a las misiones extranjeras: «Desempaca tus bártulos -le dijo-, y prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti». El mismo Don Cafasso le puso en contacto con los ricos que podían ayudarle con limosnas para su obra, y le mostró las prisiones y los barrios bajos en los que encontraría suficientes clientes para aprovechar los donativos de los ricos. El primer puesto que ocupó Don Bosco fue el de capellán auxiliar en una casa de refugio para muchachas, que había fundado la marquesa di Barola, la rica y caritativa mujer que socorrió a Silvio Pellico cuando éste salió de la prisión. Los domingos, Don Bosco no tenía trabajo de modo que podía ocuparse de sus chicos, a los que consagraba el día entero en una especie de escuela y centro de recreo, que él llamó «Oratorio Festivo». Pero muy pronto, la marquesa le negó el permiso de reunir a los niños en sus terrenos, porque hacían ruido y destruían las flores. Durante un año, Don Bosco y sus chiquillos anduvieron «de Herodes a Pilatos», porque nadie quería aceptar ese pequeño ejército de más de un centenar de revoltosos muchachos. Cuando Don Bosco consiguió, por fin, alquilar un viejo granero, y todo empezaba a arreglarse, la marquesa, que a pesar de su generosidad tenía algo de autócrata, le exigió que escogiera entre quedarse con su tropa o con su puesto en el refugio para muchachas. El santo escogió a sus chicos.
En esos momentos críticos, le sobrevino una pulmonía, cuyas complicaciones estuvieron a punto de costarle la vida. En cuanto se repuso, fue a vivir en unos cuartuchos miserables de su nuevo oratorio, en compañía de su madre, y allí se entregó, con toda el alma, a consolidar y extender su obra. Dio forma acabada a una escuela nocturna, que había inaugurado el año precedente, y como el oratorio estaba lleno a reventar, abrió otros dos centros en otros tantos barrios de Turín. Por la misma época, empezó a dar alojamiento a los niños abandonados. Al poco tiempo, había ya treinta o cuarenta chicos, la mayoría aprendices, que vivían con Don Bosco y su madre en el barrio de Valdocco. Los chicos llamaban a la madre de Don Bosco «Mamá Margarita». Pero Don Bosco cayó pronto en la cuenta que todo el bien que hacía a sus chicos se perdía con las malas influencias del exterior, y decidió construir sus propios talleres de aprendizaje. Los dos primeros: el de los zapateros y el de los sastres, fueron inaugurados en 1853.
El siguiente paso fue construir una iglesia, consagrada a San Francisco de Sales. Después vino la construcción de una casa para la enorme familia. El dinero no faltaba, a veces, por verdadero milagro. Don Bosco distinguía dos grupos entre sus chicos: el de los aprendices, y el de los que daban señales de una posible vocación sacerdotal. Al principio iban a las escuelas del pueblo; pero con el tiempo, cuando los fondos fueron suficientes, Don Bosco instituyó los cursos técnicos y los de primeras letras en el oratorio. En 1856, había ya 150 internos, cuatro talleres, una imprenta, cuatro clases de latín y diez sacerdotes. Los externos eran 500. Con su extraordinario don de simpatía y de leer en los corazones, Don Bosco ejercía una influencia ilimitada sobre sus chicos, de suerte que podía gobernarles con aparente indulgencia y sin castigos, para gran escándalo de los educadores de su tiempo. Además de este trabajo, Don Bosco se veía asediado de peticiones para que predicara, la fama de su elocuencia se había extendido enormemente a causa de los milagros y curaciones obradas por la intercesión del santo. Otra forma de actividad, que ejerció durante muchos años, fue la de escribir libros para el gusto popular, pues estaba convencido de la influencia de la lectura. Unas veces se trataba de una obra de apologética, otras de un libro de historia, de educación o bien de una serie de lecturas católicas. Este trabajo le robaba gran parte de la noche y al fin, tuvo que abandonarlo, porque sus ojos empezaron a debilitarse.
El mayor problema de Don Bosco, durante largo tiempo, fue el de encontrar colaboradores. Muchos jóvenes sacerdotes entusiastas, ofrecían sus servicios, pero acababan por cansarse, ya fuese porque no lograban dominar los métodos impuestos por Don Bosco, o porque carecían de su paciencia para sobrellevar las travesuras de aquel tropel de chicos mal educados y frecuentemente viciosos, o porque perdían la cabeza al ver que el santo se lanzaba a la construcción de escuelas y talleres, sin contar con un céntimo. Aun hubo algunos que llevaron a mal que Don Bosco no convirtiera el oratorio en un club político para propagar la causa de «La Joven Italia». En 1850, no quedaba a Don Bosco más que un colaborador y esto lo decidió a preparar, por sí mismo, a sus futuros colaboradores. Así fue como santo Domingo Savio ingresó en el oratorio, en 1854.
Por otra parte, Don Bosco había acariciado siempre la idea, más o menos vaga, de fundar una congregación religiosa. Después de algunos descalabros, consiguió por fin formar un pequeño núcleo. «En la noche del 26 de enero de 1854 -escribe uno de los testigos- nos reunimos en el cuarto de Don Bosco. Se hallaban allí además, Cagliero, Rocchetti, Artiglia y Rúa. Llegamos a la conclusión de que, con la ayuda de Dios, íbamos a entrar en un período de trabajos prácticos de caridad para ayudar a nuestros prójimos. Al fin de ese período, estaríamos en libertad de ligarnos con una promesa, que más tarde podría transformarse en voto. Desde aquella noche recibieron el nombre de Salesianos todos los que se consagraron a tal forma de apostolado. Naturalmente, el nombre provenía del gran obispo de Ginebra. El momento no parecía muy oportuno para fundar una nueva congregación, pues el Piamonte no había sido nunca más anticlerical que entonces. Los jesuitas y las Damas del Sagrado Corazón habían sido expulsados; muchos conventos habían sido suprimidos y, cada día, se publicaban nuevas leyes que coartaban los derechos de las órdenes religiosas. Sin embargo, fue el ministro Rattazzi, uno de los que más parte había tenido en la legislación, quien urgió un día a Don Bosco a fundar una congregación para perpetuar su trabajo y le prometió su apoyo ante el rey.
En diciembre de 1859, Don Bosco y sus veintidós compañeros decidieron finalmente organizar la congregación, cuyas reglas habían sido aprobadas por Pío IX. Pero la aprobación definitiva no llegó sino hasta quince años después, junto con el permiso de ordenación para los candidatos del momento. La nueva congregación creció rápidamente: en 1863 había treinta y nueve salesianos; y a la muerte del fundador, eran ya 768. Don Bosco realizó uno de sus sueños al enviar sus primeros misioneros a la Patagonia. Poco a poco, los Salesianos se extendieron por toda la América del Sur. Cuando san Juan Bosco murió, la congregación tenía veintiséis casas en el Nuevo Mundo y treinta y ocho en Europa. Las instituciones salesianas en la actualidad comprenden escuelas de primera y segunda enseñanza, seminarios, escuelas para adultos, escuelas técnicas y de agricultura, talleres de imprenta y librería, hospitales, etc. sin omitir las misiones extranjeras y el trabajo pastoral.
El siguiente paso de Don Bosco fue la fundación de una congregación femenina, encargada de hacer por las niñas lo que los Salesianos hacían por los niños. La congregación quedó inaugurada en 1872, con la toma de hábito de veintisiete jóvenes a las que el santo llamó Hijas de Nuestra Señora, Auxilio de los Cristianos. La nueva comunidad se desarrolló casi tan rápidamente como la anterior y emprendió, además de otras actividades, la creación de escuelas de primera enseñanza en Italia, Brasil, Argentina y otros países. Para completar su obra, Don Bosco organizó a sus numerosos colaboradores del exterior en una especie de tercera orden, a la que dio el título de Colaboradores Salesianos. Se trataba de hombres y mujeres de todas las clases sociales, que se obligaban a ayudar en alguna forma a los educadores salesianos.
El sueño o visión que tuvo Don Bosco en su juventud marcó toda su actividad posterior con los niños. Todo el mundo sabe que para trabajar con los niños, hay que amarlos; pero lo importante es que ese amor se manifieste en forma comprensible para ellos. Ahora bien, en el caso de Don Bosco, el amor era evidente, y fue ese amor el que le ayudó a formar sus ideas sobre el castigo, en una época en que nadie ponía en tela de juicio las más burdas supersticiones acerca de ese punto. Los métodos de Don Bosco consistían en desarrollar el sentido de responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber apreciar los esfuerzos de los chicos, y en una gran amistad. En 1877 escribía: «No recuerdo haber empleado nunca un castigo propiamente dicho. Por la gracia de Dios, siempre he podido conseguir que los niños observen no sólo las reglas, sino aun mis menores deseos». Pero a esta cualidad se unía la perfecta conciencia del daño que puede hacer a los niños un amor demasiado indulgente, y así lo repetía constantemente Don Bosco a los padres. Una de las imágenes más agradables que suscita el nombre de Don Bosco es la de sus excursiones domingueras al bosque, con una parvada de rapazuelos. El santo celebraba la misa en alguna iglesita de pueblo, comía y jugaba con los chicos en el campo, les daba una clase de catecismo, y todo terminaba al atardecer, con el canto de las vísperas, pues Don Bosco creía firmemente en los benéficos efectos de la buena música.
El relato de la vida de Don Bosco quedaría trunco, si no hiciéramos mención de su obra de constructor de iglesias. La primera que erigió era pequeña y resultó pronto insuficiente para la congregación. El santo emprendió entonces la construcción de otra mucho más grande, que quedó terminada en 1868. A ésta siguió una gran basílica en uno de los barrios pobres de Turín, consagrada a San Juan Evangelista. El esfuerzo para reunir los fondos necesarios había sido inmenso; al terminar la basílica, el santo no tenía un céntimo y estaba muy fatigado, pero su trabajo no había acabado todavía. Durante los últimos años del pontificado de Pío IX, se había creado el proyecto de construir una iglesia del Sagrado Corazón en Roma, y el Papa había dado el dinero necesario para comprar el terreno. El sucesor de Pío IX se interesaba en la obra tanto como su predecesor, pero parecía imposible reunir los fondos para la construcción. «Es una pena que no podamos avanzar -dijo el papa al terminar un consistorio-; la gloria de Dios, el honor de la Santa Sede y el bien espiritual de muchos fieles están comprometidos en la empresa. Y no veo cómo podríamos llevarla adelante».
-Yo puedo sugerir una manera de hacerlo -dijo el cardenal Alimonda.
-¿Cuál? -preguntó el papa.
-Confiar el asunto a Don Bosco.
-¿Y Don Bosco estaría dispuesto a aceptar?
-Yo le conozco bien -replicó el cardenal-; la simple manifestación del deseo de Vuestra Santidad será una orden para él.
La tarea fue propuesta a Don Bosco, quien la aceptó al punto. Cuando ya no pudo obtener más fondos en Italia, se trasladó a Francia, el país en que había nacido la devoción al Sagrado Corazón. Las gentes le aclamaban en todas partes por su santidad y sus milagros y el dinero le llovía. El porvenir de la construcción de la nueva iglesia estaba ya asegurado; pero cuando se aproximaba la fecha de la consagración, Don Bosco repetía que, si se retardaba demasiado, no estaría en vida para asistir a ella. La consagración de la iglesia tuvo lugar el 14 de mayo de 1887, y san Juan Bosco celebró allí la misa poco después. Pero sus días tocaban a su fin. Dos años antes, los médicos habían declarado que el santo estaba completamente agotado y que la única solución era el descanso; pero el reposo era desconocido para Don Bosco. A fines de 1887, sus fuerzas empezaron a decaer rápidamente; la muerte sobrevino el 31 de enero de 1888, cuando apenas comenzaba el día, de suerte que algunos autores escriben, sin razón, que Don Bosco murió al día siguiente de la fiesta de San Francisco de Sales (que en aquel momento se celebraba el 29 de enero). Cuarenta mil personas desfilaron ante su cadáver en la iglesia, y sus funerales fueron una especie de marcha triunfal, porque toda la ciudad de Turín salió a la calle a honrar a Don Bosco por última vez. Su canonización tuvo lugar en 1934.
La vida de Don Bosco, escrita en italiano por G. B. Lemoyne, ha tenido una popularidad enorme; pero la más conocida de todas es la de A. Auffray (1929). Existen en muchas lenguas numerosos estudios y biografías. La obra de G. Bonetti, St. John Bosco's Early Apostolate (1934), es un estudio exhaustivo de los primeros veinticinco años de sacerdocio del santo. En la Biblioteca de ETF se hallarán algunas de las obras fundamentales del santo.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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