fecha: 30 de enero
†: 1636 - país: Japón
canonización: B: Benedicto XVI 24 nov 2008
hagiografía: «L`Osservatore Romano»
†: 1636 - país: Japón
canonización: B: Benedicto XVI 24 nov 2008
hagiografía: «L`Osservatore Romano»
En Kamamoto, Japón, beatos Ogasawara Gen`ya, su esposa Miya Kagayama, sus nueve hijos y cuatro sirvientes, que después de sufrir destierro y persecusión y de pasar cuarenta días en la cárcel, fueron decapitados en el patio del templo budista Zengo-In.
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188 mártires de la evangelización del Japón, 1603-1639
188 mártires de la evangelización del Japón, 1603-1639
La familia Ogasawara Gen'ya (él con su esposa Miya, nueve hijos y cuatro sirvientes) fueron decapitados en Kumamoto, año 1636. Después del martirio de sus parientes —familia Kagayama— habían sufrido destierro y prisión, confesando su fe cristiana ante todo género de amenazas. Clandestinamente recibieron ayuda espiritual y sacramentos, especialmente por parte del futuro mártir japonés padre Julián Nakaura.
De los esposos Ogasawara y Miya Kagayama, y de algunos de sus hijos mártires, se conservan cartas, escritas desde la cárcel, que reflejan claramente sus actitudes martiriales y las de toda la familia. Después de pasar cuarenta días en la cárcel, el 30 de enero de 1636 los esposos con sus nueve hijos y cuatro sirvientes fueron todos decapitados en el patio del templo budista Zengo-In de Kumamoto. Posteriormente se ha descubierto la tumba de la familia Ogasawara, y se han hallado dieciséis cartas, a modo de testamento, escritas desde la cárcel, donde aflora la actitud martirial cristiana ante la incomprensión de sus parientes.
Tomado de la noticia grupal escrita por Mons Esquerda Bifet.
Japón celebra la beatificación de 188 mártires
ASIA/JAPÓN - 5 sacerdotes y 183 laicos, entre estos mujeres, niños y familias enteras: los mártires japoneses que han sido beatificados el 24 de noviembreNagasaki – Un importante evento para la Iglesia en Japón ha sido la beatificación de 188 mártires japoneses que se ha realizado el 24 de noviembre del 2008 en Nagasaki.
Se trata de la primera Causa de Beatificación propuesta por Obispos japoneses, y es particularmente significativa para la comunidad católica del país del Sol naciente, sobre todo porque los 188 mártires son en su mayoría laicos, entre ellos mujeres, niños y familias enteras. Cinco son sacerdotes (cuatro jesuitas y un agustino). Murieron in odium fidei, destacan los Obispos japoneses, por defender el derecho a profesar con libre conciencia la fe en un propio Dios.
La beatificación de los 188 mártires japoneses del XVII siglo es una gran oportunidad de despertar para una renovación del testimonio de Cristo por parte de la Iglesia en Japón. El ejemplo de los mártires cristianos es un aliento para todos los cristianos del país: envían un mensaje muy fuerte a los jóvenes, a los laicos, a las mujeres y a las familias cristianas. Las “familias mártires” recuerdan que toda familia, como iglesia doméstica, está llamada a vivir y testimoniar la fe.
Los 188 mártires japoneses beatificados están clasificados en las cartas del Proceso Canónico como “Beato Petro Kasui Kibe y sus 187 compañeros”. Fueron asesinados a causa de su fe entre 1603 y 1639.
Petro Kasui Kibe nació en 1587, cuando en Japón había comenzado ya la persecución. En febrero de 1614 un edicto impuso la clausura de las iglesias católicas y la confinación de todos los sacerdotes en Nagasaki. Sucesivamente los sacerdotes y laicos que guiaban las comunidades fueron exiliados. Kibe fue ordenado sacerdote el 15 de noviembre de 1620 y pronunció votos como jesuita el 6 de junio de 1622. Fue capturado en Sendai en 1639 junto a otros dos sacerdotes. Fue torturado por diez días, se negó a abjurar y se le dio muerte en Tokyo.
Uno de sus compañeros de martirio fue Mikael Kusuriya, llamado “el buen samaritano de Nagasaki”. Subió la “colina de los mártires”, a las afueras de la ciudad, cantando salmos. Murió como muchos, amarrado a un palo y quemado a fuego lento.
Otro de los beatos es Nicolas Keian Fukunaga. Murió siendo arrojado en un pozo de fango, donde hasta el último momento rezó en voz alta pidiendo perdón “por no haber llevado a Cristo a todos los japoneses, comenzando con el shogun”.
Entre los mártires hay 52 fieles de Kyoto, martirizados en 1622, y 53 de Yamagata, muertos en 1629. Uno de los testimonios más conmovedores es el de una familia entera de Kyoto, Juan Hashimoto Tahyoe y su mujer Tecla, martirizados junto a todos sus hijos el 6 de octubre de 1619.
Los católicos que sobrevivieron a la persecución tuvieron que esconderse hasta la llegada de los misioneros europeos del siglo XIX. la evangelización del Japón fue comenzada por el santo español Francisco Javier entre 1549 y 1552, y ya pocas décadas de su nacimiento la Iglesia comenzó a sufrir una dura persecución. Los primeros mártires, entre los que estaba el primer jesuita japonés, San Pablo Miki, unido a un grupo de franciscanos y un grupo de laicos, fueron colgados de cruces y alanceados en Nagasaki en 1597. Estos primeros 26 mártires fueron canonizados en 1862 por Pío IX. Otros 205 fueron asimismo beatificados en 1867.
De los esposos Ogasawara y Miya Kagayama, y de algunos de sus hijos mártires, se conservan cartas, escritas desde la cárcel, que reflejan claramente sus actitudes martiriales y las de toda la familia. Después de pasar cuarenta días en la cárcel, el 30 de enero de 1636 los esposos con sus nueve hijos y cuatro sirvientes fueron todos decapitados en el patio del templo budista Zengo-In de Kumamoto. Posteriormente se ha descubierto la tumba de la familia Ogasawara, y se han hallado dieciséis cartas, a modo de testamento, escritas desde la cárcel, donde aflora la actitud martirial cristiana ante la incomprensión de sus parientes.
Tomado de la noticia grupal escrita por Mons Esquerda Bifet.
Japón celebra la beatificación de 188 mártires
ASIA/JAPÓN - 5 sacerdotes y 183 laicos, entre estos mujeres, niños y familias enteras: los mártires japoneses que han sido beatificados el 24 de noviembreNagasaki – Un importante evento para la Iglesia en Japón ha sido la beatificación de 188 mártires japoneses que se ha realizado el 24 de noviembre del 2008 en Nagasaki.
Se trata de la primera Causa de Beatificación propuesta por Obispos japoneses, y es particularmente significativa para la comunidad católica del país del Sol naciente, sobre todo porque los 188 mártires son en su mayoría laicos, entre ellos mujeres, niños y familias enteras. Cinco son sacerdotes (cuatro jesuitas y un agustino). Murieron in odium fidei, destacan los Obispos japoneses, por defender el derecho a profesar con libre conciencia la fe en un propio Dios.
La beatificación de los 188 mártires japoneses del XVII siglo es una gran oportunidad de despertar para una renovación del testimonio de Cristo por parte de la Iglesia en Japón. El ejemplo de los mártires cristianos es un aliento para todos los cristianos del país: envían un mensaje muy fuerte a los jóvenes, a los laicos, a las mujeres y a las familias cristianas. Las “familias mártires” recuerdan que toda familia, como iglesia doméstica, está llamada a vivir y testimoniar la fe.
Los 188 mártires japoneses beatificados están clasificados en las cartas del Proceso Canónico como “Beato Petro Kasui Kibe y sus 187 compañeros”. Fueron asesinados a causa de su fe entre 1603 y 1639.
Petro Kasui Kibe nació en 1587, cuando en Japón había comenzado ya la persecución. En febrero de 1614 un edicto impuso la clausura de las iglesias católicas y la confinación de todos los sacerdotes en Nagasaki. Sucesivamente los sacerdotes y laicos que guiaban las comunidades fueron exiliados. Kibe fue ordenado sacerdote el 15 de noviembre de 1620 y pronunció votos como jesuita el 6 de junio de 1622. Fue capturado en Sendai en 1639 junto a otros dos sacerdotes. Fue torturado por diez días, se negó a abjurar y se le dio muerte en Tokyo.
Uno de sus compañeros de martirio fue Mikael Kusuriya, llamado “el buen samaritano de Nagasaki”. Subió la “colina de los mártires”, a las afueras de la ciudad, cantando salmos. Murió como muchos, amarrado a un palo y quemado a fuego lento.
Otro de los beatos es Nicolas Keian Fukunaga. Murió siendo arrojado en un pozo de fango, donde hasta el último momento rezó en voz alta pidiendo perdón “por no haber llevado a Cristo a todos los japoneses, comenzando con el shogun”.
Entre los mártires hay 52 fieles de Kyoto, martirizados en 1622, y 53 de Yamagata, muertos en 1629. Uno de los testimonios más conmovedores es el de una familia entera de Kyoto, Juan Hashimoto Tahyoe y su mujer Tecla, martirizados junto a todos sus hijos el 6 de octubre de 1619.
Los católicos que sobrevivieron a la persecución tuvieron que esconderse hasta la llegada de los misioneros europeos del siglo XIX. la evangelización del Japón fue comenzada por el santo español Francisco Javier entre 1549 y 1552, y ya pocas décadas de su nacimiento la Iglesia comenzó a sufrir una dura persecución. Los primeros mártires, entre los que estaba el primer jesuita japonés, San Pablo Miki, unido a un grupo de franciscanos y un grupo de laicos, fueron colgados de cruces y alanceados en Nagasaki en 1597. Estos primeros 26 mártires fueron canonizados en 1862 por Pío IX. Otros 205 fueron asimismo beatificados en 1867.
Este gran acontecimiento de testimonio dará frutos de evangelización y servirá para concienciar con mayor fuerza a los fieles laicos:
Según una nota de presentación del acontecimiento, los Obispos japoneses afirman: "Estos 188 mártires no son militantes políticos, no han luchado contra un régimen que impedía la libertad religiosa: han sido hombres y mujeres de una fe profunda y auténtica, que indican el camino a los que creen. Ellos nos ofrecen a todos una experiencia sobre la que reflexionar y hablan a la Iglesia japonesa hoy de diversos modos".
En una comunidad que cuenta con menos de un millón de católicos, sobre 127 millones de habitantes, el testimonio de los mártires interroga a la Iglesia sobre el papel de los laicos en la transmisión de la fe y en la organización de la Iglesia: "Es hora de tomar en serio consideración la formación de nuestros laicos", escriben los Obispos, indicando la importancia de la fe que se vive dentro de las familias y de la sociedad.
En particular los Obispos subrayan el vigoroso testimonio de fe que han dejado tantas figuras femeninas presentes en la lista de los 188 mártires: “Hemos valorado el hecho de que, sin estas mujeres, la Iglesia no existiría hoy en Japón. Esperamos la Beatificación de estas mujeres mártires como un mensaje de esperanza y consuelo para todas las mujeres de este país, de cualquiera fe religiosa". La Beatificación será pues una oportunidad para reflexionar sobre la necesaria valorización de la mujer y del carisma femenino dentro de la comunidad católica nipona.
También hay para el clero japonés entre los 188 mártires ejemplos edificantes como el P. Pietro Kibe, el P. Nakaura, el P. Kintsuba y otros: "Cada uno de estos sacerdotes - afirman los Obispos – nos dan un mensaje rico en enseñanzas para los sacerdotes que buscan hoy ser buenos Pastores en el Japón contemporáneo”.
Más de 2500 voluntarios han trabajado en la ceremonia, celebrada en el Big-N Béisbol Stadium, con una asistencia de unas 30.000 personas. La organización ha confirmado la estrecha colaboración entre la Iglesia y las autoridades civiles dando como resultado un orden perfecto que no ha alterado el mal tiempo que ha sufrido la multitud de participantes.
Toda la Iglesia de Japón ha vivido este acontecimiento como un inmenso don de Dios, recordando asímismo la tragedia del 9 de agosto de 1945, cuando la bomba atómica sobre la ciudad eliminó la primera consistente comunidad católica del Japón, presente ya desde el siglo XVI, matando a unos 64.000 fieles católicos, que constituían los dos tercios de toda la comunidad católica en la nación. No es casual tampoco que la celebración haya tenido lugar en un estadio deportivo situado a pocos pasos del Parque de la paz donde se encuentra el epicentro de la explosión atómica.
Los 188 mártires del Japón que han beatificados se suman a los 42 santos y a los 189 beatos, todos ellos mártires, elevados a los altares por los anteriores Papas.
La Beatificación ha sido presidida por el Prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal José Saraiva Martins, enviado especial de Benedicto XVI, y su memoria se celebrará el 1 de Julio.
El Arzobispo de nagasaki ha respondido sobre el significado que damos en la Iglesia a este acontecimiento:
La preparación se ha realizado sobre todo estudiando a fondo las vidas de los mártires, tratando de asimilar su fe y la práctica de su vida. Eso se ha realizado de diversas formas: conferencias y profundizaciones sobre la vida de los mártires que han realizado historiadores y expertos; peregrinaciones organizadas por diócesis, parroquias, movimientos a los lugares del martirio (son en total 17 lugares en Japón); artículos publicados en periódicos y revistas católicas; grupos de estudio y muestras itinerantes sobre las vidas de los mártires; realización de obras artísticas sobre los mártires. Ha sido un intenso camino de preparación material y espiritual que nos ha conducido hasta el acontecimiento:
¿Cuál es el sentido profundo de la Beatificación para la Iglesia en Japón?
La Beatificación ofrece a la Iglesia en Japón la oportunidad de encontrar el tesoro escondido en la historia del cristianismo en tierra nipona. Pietro Kibe y sus 187 compañeros nos dejan a nosotros cristianos y a los no cristianos un mensaje rico en contenidos como éste: perseverar en la fe en Dios que es la única capaz de salvar a la humanidad; mantener siempre la libertad de religión, que es uno de los derechos humanos fundamentales; tener una actitud no-violenta ante los perseguidores, necesaria para conseguir la paz. Esperamos que la Beatificación pueda ser una ocasión para redescubrir la importancia de la fe y dar un testimonio del amor de Dios, manifestado él por Jesucristo y sus mártires.
¿Ha habido atención de la opinión pública y de las autoridades civiles hacia el acontecimiento?
En Nagasaki todos los periódicos, TV, los mass-media han manifestado gran interés hacia la Beatificación, pidiendo entrevistas a líderes eclesiales, a teólogos y a historiadores. Las autoridades civiles han colaborado con la Iglesia con gran disponibilidad, para que la organización fuera lo mejor posible. Toda la población ha mostrado una viva atención, como se ha visto en la afluencia en la muestra sobre los mártires preparada en dos Iglesias de Nagasaki, con ocasión de la Beatificación. También entidades civiles como la Prefectura de Nagasaki y el Museo de Historia y Cultura de la ciudad han querido dedicar una exposición de obras de arte al acontecimiento, pidiendo en préstamo, entre otras cosas, algunas obras de los Museos Vaticanos.
Según una nota de presentación del acontecimiento, los Obispos japoneses afirman: "Estos 188 mártires no son militantes políticos, no han luchado contra un régimen que impedía la libertad religiosa: han sido hombres y mujeres de una fe profunda y auténtica, que indican el camino a los que creen. Ellos nos ofrecen a todos una experiencia sobre la que reflexionar y hablan a la Iglesia japonesa hoy de diversos modos".
En una comunidad que cuenta con menos de un millón de católicos, sobre 127 millones de habitantes, el testimonio de los mártires interroga a la Iglesia sobre el papel de los laicos en la transmisión de la fe y en la organización de la Iglesia: "Es hora de tomar en serio consideración la formación de nuestros laicos", escriben los Obispos, indicando la importancia de la fe que se vive dentro de las familias y de la sociedad.
En particular los Obispos subrayan el vigoroso testimonio de fe que han dejado tantas figuras femeninas presentes en la lista de los 188 mártires: “Hemos valorado el hecho de que, sin estas mujeres, la Iglesia no existiría hoy en Japón. Esperamos la Beatificación de estas mujeres mártires como un mensaje de esperanza y consuelo para todas las mujeres de este país, de cualquiera fe religiosa". La Beatificación será pues una oportunidad para reflexionar sobre la necesaria valorización de la mujer y del carisma femenino dentro de la comunidad católica nipona.
También hay para el clero japonés entre los 188 mártires ejemplos edificantes como el P. Pietro Kibe, el P. Nakaura, el P. Kintsuba y otros: "Cada uno de estos sacerdotes - afirman los Obispos – nos dan un mensaje rico en enseñanzas para los sacerdotes que buscan hoy ser buenos Pastores en el Japón contemporáneo”.
Más de 2500 voluntarios han trabajado en la ceremonia, celebrada en el Big-N Béisbol Stadium, con una asistencia de unas 30.000 personas. La organización ha confirmado la estrecha colaboración entre la Iglesia y las autoridades civiles dando como resultado un orden perfecto que no ha alterado el mal tiempo que ha sufrido la multitud de participantes.
Toda la Iglesia de Japón ha vivido este acontecimiento como un inmenso don de Dios, recordando asímismo la tragedia del 9 de agosto de 1945, cuando la bomba atómica sobre la ciudad eliminó la primera consistente comunidad católica del Japón, presente ya desde el siglo XVI, matando a unos 64.000 fieles católicos, que constituían los dos tercios de toda la comunidad católica en la nación. No es casual tampoco que la celebración haya tenido lugar en un estadio deportivo situado a pocos pasos del Parque de la paz donde se encuentra el epicentro de la explosión atómica.
Los 188 mártires del Japón que han beatificados se suman a los 42 santos y a los 189 beatos, todos ellos mártires, elevados a los altares por los anteriores Papas.
La Beatificación ha sido presidida por el Prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal José Saraiva Martins, enviado especial de Benedicto XVI, y su memoria se celebrará el 1 de Julio.
El Arzobispo de nagasaki ha respondido sobre el significado que damos en la Iglesia a este acontecimiento:
La preparación se ha realizado sobre todo estudiando a fondo las vidas de los mártires, tratando de asimilar su fe y la práctica de su vida. Eso se ha realizado de diversas formas: conferencias y profundizaciones sobre la vida de los mártires que han realizado historiadores y expertos; peregrinaciones organizadas por diócesis, parroquias, movimientos a los lugares del martirio (son en total 17 lugares en Japón); artículos publicados en periódicos y revistas católicas; grupos de estudio y muestras itinerantes sobre las vidas de los mártires; realización de obras artísticas sobre los mártires. Ha sido un intenso camino de preparación material y espiritual que nos ha conducido hasta el acontecimiento:
¿Cuál es el sentido profundo de la Beatificación para la Iglesia en Japón?
La Beatificación ofrece a la Iglesia en Japón la oportunidad de encontrar el tesoro escondido en la historia del cristianismo en tierra nipona. Pietro Kibe y sus 187 compañeros nos dejan a nosotros cristianos y a los no cristianos un mensaje rico en contenidos como éste: perseverar en la fe en Dios que es la única capaz de salvar a la humanidad; mantener siempre la libertad de religión, que es uno de los derechos humanos fundamentales; tener una actitud no-violenta ante los perseguidores, necesaria para conseguir la paz. Esperamos que la Beatificación pueda ser una ocasión para redescubrir la importancia de la fe y dar un testimonio del amor de Dios, manifestado él por Jesucristo y sus mártires.
¿Ha habido atención de la opinión pública y de las autoridades civiles hacia el acontecimiento?
En Nagasaki todos los periódicos, TV, los mass-media han manifestado gran interés hacia la Beatificación, pidiendo entrevistas a líderes eclesiales, a teólogos y a historiadores. Las autoridades civiles han colaborado con la Iglesia con gran disponibilidad, para que la organización fuera lo mejor posible. Toda la población ha mostrado una viva atención, como se ha visto en la afluencia en la muestra sobre los mártires preparada en dos Iglesias de Nagasaki, con ocasión de la Beatificación. También entidades civiles como la Prefectura de Nagasaki y el Museo de Historia y Cultura de la ciudad han querido dedicar una exposición de obras de arte al acontecimiento, pidiendo en préstamo, entre otras cosas, algunas obras de los Museos Vaticanos.
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