miércoles, 16 de enero de 2013

José Antonio Tovini, Beato


Maestro Laico, Enero 16
 
José Antonio Tovini, Beato
José Antonio Tovini, Beato

Maestro Laico

Martirologio Romano: En Brescia, ciudad de Italia, beato José Antonio Tovini, que, siendo maestro, se ocupó en erigir numerosas escuelas cristianas y en promover la construcción de obras públicas, y en toda su actividad dejó testimonio de su oración y de sus virtudes (1897).

José (Giuseppe) Tovini nació el 14 de marzo de 1841 en Cividate Camuno, provincia italiana de Brescia. Recibió una educación especialmente austera. Sus estudios estuvieron a punto de interrumpirse, pero la intervención del sacerdote Giambattista Malaguzzi, tío materno, le consiguió un puesto gratuito en el colegio para jóvenes pobres, fundado en Verona por don Nicola Mazza. Pasó luego al seminario diocesano, donde fue muy apreciado por compañeros y profesores. La muerte de su padre, en 1859, y la difícil situación económica de la familia -era el mayor de seis hermanos- le hizo abandonar la idea de hacerse misionero, tras grandes luchas interiores. En 1860 se inscribió en la facultad de jurisprudencia de Padua: se ayudaba haciendo prácticas en el despacho de un abogado y dando clases particulares. En vísperas de doctorarse brillantemente en la universidad de Pavía, murió su madre. Al terminar sus estudios trabajó en el despacho de un abogado y en el de un notario de Lovere. Al mismo tiempo ejerció el cargo de vicerrector y profesor de un colegio municipal, tarea que desempeñó durante dos años: era el único que rezaba al comenzar y terminar las clases, y comulgaba cada domingo.

En 1867 se trasladó a Brescia. Allí fue declarado idóneo para el ejercicio de la abogacía y trabajó desde 1868 con el abogado Corbolani, con cuya hija Emilia se casó siete años más tarde, el 6 de enero de 1875, decidiendo definitivamente su vocación. Tuvieron diez hijos, de los cuales uno fue jesuita y dos religiosas. Fue padre solícito y afable, educador atento, que inculcó en sus hijos los principios de la moral católica.

De 1871 a 1874 fue alcalde de Cividate, promoviendo numerosas iniciativas.

En 1877 ingresó en el movimiento católico bresciano y participó en la fundación del diario «Il Cittadino di Brescia», de cuya dirección administrativa y organizativa se ocupó. En ese mismo año participó en la formación del comité diocesano de la Obra de los congresos, del que fue nombrado presidente (recorrió toda la provincia para organizar los comités parroquiales); luego, fue sucesivamente presidente del Comité regional lombardo, miembro del consejo directivo, presidente de la tercera sección de educación e instrucción, miembro del Consejo superior y vicepresidente de la Obra. Ingresó en la Tercera Orden Franciscana en 1881. Progresó en el ejercicio de las virtudes, en particular en las características de la espiritualidad franciscana: la ascesis, la sencillez, la pobreza, la oración y el diálogo respetuoso. Se empeñó mucho en la política: fue elegido repetidamente consejero municipal en Brescia. Favoreció iniciativas e instituciones inspiradas, organizadas, fundadas u orientadas por él, a través de programas presentados en congresos católicos italianos, en Brescia y en Lombardía, así como en el ámbito nacional. Sostuvo y apoyó otras muchas iniciativas de carácter social, como las Cajas de Ahorro municipales; propuso la fundación de la Unión diocesana de las sociedades agrícolas y de las Cajas municipales; fundó en Brescia el Banco de San Pablo y en Milán el Banco Ambrosiano. Pero donde multiplicó sus esfuerzos fue en el sector educativo y escolar. Defendió con ahínco la enseñanza religiosa en las escuelas para tutelar la fe y moral de los jóvenes, y la libertad de enseñanza; sostuvo la escuela libre, como instrumento eficaz para formar a la juventud en las tareas de responsabilidad civil y social. Promovió la erección de círculos universitarios católicos y colaboró en la fundación de la «Unión León XIII» de estudiantes de Brescia, de la que nació la FUCI (Federación de estudiantes católicos italianos). Fundó la revista pedagógica y didáctica «Escuela Italiana moderna», de difusión nacional; el semanario «La voz del pueblo»; el «Boletín de los terciarios franciscanos», etc.; propuso recaudar fondos para una universidad católica.

Trató siempre de que la Iglesia tuviera una presencia cada vez más decisiva en el mundo del trabajo, lo que le llevó a hacer una propaganda intensa y constante para la fundación de las asociaciones obreras católicas. En su última relación pública, habló del apostolado de la oración, dirigiendo una apasionada invitación a la comunión eucarística.

Admira su gran obra, a pesar de su poca salud.

Falleció el 16 de enero de 1897.

Lo beatificó Juan Pablo II en Brescia el 20 de septiembre de 1998. 
 
 
 
Beato José Antonio Tovini, laico
fecha: 16 de enero
n.: 1841 - †: 1897 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 20 sep 1998
hagiografía: Vaticano
En Brescia, en Italia, beato José Antonio Tovini, el cual, siendo maestro, se ocupó en erigir numerosas escuelas cristianas y en promover la construcción de obras públicas, y en toda su actividad dejó testimonio de su oración y de sus virtudes.
refieren a este santo: Beato Moisés Tovini
Fragmento de la homilía de SS Juan Pablo II en Brescia, en la misa de beatificación de José Tovini, el 20 de septiembre de 1998; la misma misa conmemoraba el centenario del nacimiento de SS Pablo VI, en Brescia, de allí el paralelismo que el Papa destaca.


Un gran testigo del Evangelio encarnado en las vicisitudes sociales y económicas de la Italia del siglo pasado es, ciertamente, el beato Giuseppe Tovini. Brilla por su fuerte personalidad, por su profunda espiritualidad familiar y laical, así como por el empeño con que se prodigó para mejorar la sociedad. Si observamos bien, entre Tovini y Giovanni Battista Montini existe un íntimo y profundo vínculo espiritual e ideal.

En efecto, el mismo Pontífice escribió sobre Tovini: «El recuerdo que dejó entre las primeras personas que conocí y estimé era tan vivo y presente, que muy a menudo escuché comentarios y encomios de su singular persona y de sus diversas actividades; oí con sorpresa expresiones de admiración ante su virtud y de añoranza por su muerte prematura » (Prólogo de Giovanni Battista Montini a la biografía de Giuseppe Tovini, escrita por el padre Antonio Cistellini en 1953, p. I).

Giuseppe Tovini, ferviente, leal y activo en la vida social y política, proclamó con su vida el mensaje cristiano, siempre fiel a las indicaciones del Magisterio de la Iglesia. La defensa de la fe fue su constante preocupación, pues, como afirmó en un congreso, estaba convencido de que «nuestros hijos sin la fe no serán jamás ricos; con la fe no serán jamás pobres». Vivió en un período delicado de la historia italiana y de la misma Iglesia, y vio muy claro que no era posible responder plenamente a la llamada de Dios sin una entrega generosa y desinteresada a los problemas sociales. Tuvo una mirada profética, respondiendo con audacia apostólica a las exigencias de los tiempos que, a la luz de las nuevas formas de discriminación, pedían que los creyentes realizaran una obra más eficaz de animación de las realidades temporales.

Gracias a la competencia jurídica y al rigor profesional que lo distinguían, promovió y guió numerosas organizaciones sociales, asumiendo también cargos políticos en Cividate Camuno y en Brescia, con el deseo de dar a conocer la doctrina y la moral cristiana al pueblo. Consideró el esfuerzo por la educación como una prioridad, y, entre sus numerosas iniciativas, sobresalió la defensa de la escuela y de la libertad de enseñanza. Con medios humildes y con gran valentía, se prodigó incansablemente para salvar lo más característico de la sociedad bresciana e italiana, es decir, su patrimonio religioso y moral.

La honradez y la coherencia de Tovini tenían sus raíces en su relación profunda y vital con Dios, que alimentaba constantemente con la Eucaristía, la meditación y la devoción a la Virgen. De la escucha de Dios en la oración constante obtenía la luz y la fortaleza para las grandes batallas sociales y políticas que debió sostener a fin de tutelar los valores cristianos. Testigo de su piedad es la iglesia de San Lucas, con la hermosa imagen de la Inmaculada, donde se encuentran ahora sus restos mortales.

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