1. LOS ANGELES: MENSAJEROS DE DIOS.
2. LOS TRES ARCANGELES.
3. LOS ANGELES EN LA VIDA DE LOS SANTOS.
4. EL DIABLO Y LOS DEMONIOS.
5. LA CORTE INFERNAL.
6. JESUS Y LOS DEMONIOS.
7. LIBERACIONES Y EXORCISMOS.
8. LA VIRGEN MARIA Y LOS DEMONIOS.
9. UNA ORACION A MARIA DESDE EL INFIERNO.
10. DIFERENTES APARICIONES DE LOS ESPIRITUS INFERNALES.
11. LOS ATAQUES DIABOLICOS.
12. LA IDOLATRIA AL PRINCIPE DEL MAL.
13. EL ANTICRISTO Y SU DERROTA FINAL.
14. LOS DIEZ MANDAMIENTOS CONTRA EL DIABLO.
15. FRASES CELEBRES CONTRA LOS DEMONIOS.
LOS ANGELES: MENSAJEROS DE DIOS
I. FUNDAMENTO BIBLICO Y TEOLOGICO
La etimología de la palabra “Ángel” procede del latín Angelus, y este a su vez del griego Agguelos o mal’akj en hebreo, que quiere decir “mensajero” o “servidor” de Dios (Hebreos 1,7). El Papa San Pío X (1835- 1914), decía que “los ángeles son las criaturas más nobles creadas por Dios”; son inmortales, tienen voluntad propia, poseen conocimientos más amplios y su poder es muy superior a los hombres (Salmo 103,20; 2 Pedro 2,11). Su apariencia puede ser como un relámpago, y sus vestiduras blancas como la nieve (Mateo 28,3); además están siempre en la presencia del Padre Eterno (Mateo 18,10), y constituyen su ejército celestial (Salmo 148,2). Sobre su número las Escrituras aclaran que son “millones de millones” (Daniel 7,10; Apocalipsis 5,11).
Santo Tomás de Aquino (1225- 1274), enseñaba que los ángeles fueron creados antes que el hombre, porque un ángel rebelde fue el culpable de la caída de nuestros primeros padres. Se admite entonces que el Padre del cielo los creó en un principio, Cuando sacó de la nada el universo (Concilio de Letrán, 1215); y como agrega San Agustín (siglo V), separó la luz (los ángeles buenos), de las tinieblas (los ángeles malos). Hay en estos seres espirituales tres instantes: su creación, la prueba de obediencia a que fueron sometidos por Dios, y el premio en el cielo para los ángeles fieles, y el castigo en el infierno para los ángeles desobedientes.
San Gregorio Magno (540- 604), afirmaba que “casi todas las páginas de la revelación escrita, dan testimonio de los ángeles”. En la Biblia se registran cerca de 400 veces; tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En la vida del Hijo de Dios, se encuentran desde su nacimiento en el portal de Belén, hasta su triunfante resurrección en Jerusalén, y regreso al cielo. Por eso, Cristo Jesús es superior a todos ellos (Hebreos 1,4), creados por él (Colosenses 1,16); y sometidos bajo su autoridad y poder (Juan 1,51; 1 Pedro 3,22).
II. LOS ANGELES EN LAS DIFERENTES CULTURAS Y TRADICIONES
La tradición judeocristiana, y la misma historia universal dan testimonio de estos seres celestiales; en todos los países hablan en cierto modo de ellos desde hace más de cuarenta siglos atrás. Su existencia está atestiguada en el Islam, el hinduismo, el budismo, las religiones de la China, Indonesia, los Aztecas, los Incas, y en el Zoroastrismo. Asimismo, en las culturas ancestrales del Oriente como los Cananeos, Asirios; de los Sumerios hay un registro documentado que muestra una imagen de un ángel con aspecto humano y enormes alas que flota sobre la tierra. En el valle del Eufrates se halló una figura de un ángel que tiene 4.500 años, y en Babilonia y Egipto en las puertas de los templos y palacios, había grandes esfinges de piedra de estos seres del cielo; con rostro humano, y alas, cuerpo y patas de animales como toro o león.
III. DIVERSAS APARIENCIAS
En los viejos escritos en hebreo los ángeles carecían de alas, en el sueño de Jacob, él observa una escalera que llegaba hasta el cielo, por la que subían y bajaban los mensajeros celestiales (Génesis 28,12); cuando juzgan necesario adoptan temporalmente figura humana, su hermosura física puede ser tan atractiva como la de aquellos dos ángeles que le advierten a Lot sobre el terrible castigo contra Sodoma y Gomorra. Todos los hombres, desde el más viejo hasta el más joven, rodearon la casa de Lot, y le gritaban: ¿Dónde están los hombres que vinieron a tu casa esta noche? ¡Sácalos, porque queremos acostarnos con ellos! (Génesis 19, 4-5). En forma de cinco jinetes resplandecientes que protegían los ejércitos de los Macabeos, lanzando flechas y rayos contra sus enemigos en el campo de Batalla (2 Macabeos 10,29-30). Igualmente, al no tener sexo pueden verse en forma femenina, como la visión del profeta Zacarías (5,9). O también de una forma tan esplendorosa que hasta el mismo San Juan se quiso postrar ante uno de ellos para adorarlo (Apocalipsis 22,8-9).
Más sorprendentes aún, son los nuevos informes que se pueden relacionar con los ángeles; pues en el año 1962 el astronauta norteamericano John Glenn, mientras se encontraba en su cápsula en órbita alrededor de la tierra, relató haber visto algo así como un enjambre de luciérnagas luminosas por varios minutos. En 1982, los cosmonautas soviéticos de la estación espacial Salyut-7, presenciaron durante diez minutos a siete enormes seres con forma humana y alas inmensas. Dos semanas después, la tripulación de otra nave rusa, la Soyuzt-7, vivió la misma experiencia.
IV. MISIONES DE LOS ANGELES
Algunos padres de la iglesia como San Papías (discípulo del apóstol San Juan), hacia el año 130 d.C., o San Justino mártir (siglo II) y San Ireneo (135-202), identificaron cinco misiones angélicas:
1. Son los ministros de Dios en el universo, se encargan del movimiento de los astros y los fenómenos de la naturaleza como las estaciones, la lluvia y el viento.
2. Custodian las naciones del mundo (Daniel 10,13.21; 12,1). En las apariciones a los tres videntes pastorcitos de Fátima, un ángel se les presenta como el guardián de Portugal.
3. Dan a conocer a los hombres la ley de Dios (Hechos 7,38; Gálatas 3,19).
4. La protección y ayuda a los seres humanos con los “ángeles de la guarda” (Génesis 48,16; Salmo 34,7; 91, 10-11; Mateo 4,6; 18,10; Hechos 12,15; Hebreos 1,14). Interceden por nosotros ante el trono divino (Job 33,23-24; Zacarías 1,12; Tobías 12,12). Al respecto, San Basilio (siglo V) agregaba: “Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlos a la vida”.
Se encuentran casos como:
La venerable María de Jesús Agreda (siglo XVII), relata en su libro “La Mística Ciudad de Dios”, que la Bienaventurada Virgen María tuvo desde su nacimiento mil ángeles para su custodia personal.
San Juan de Dios (1495- 1550), fue ayudado por un ángel cuando iba a caer al suelo llevando una pesada carga.
San Francisco de Sales (1567- 1622), veía al ángel de la guarda de un seminarista quien camina delante de él, cuando fue ordenado sacerdote tuvo otra visión del mismo ser del cielo caminando detrás de él
La vidente Magdalena de la Cruz, dice: “Veo a los príncipes y grandes de la tierra con ángeles de superior jerarquía, Delante del trono del Papa veo siempre cuatro querubines”.
Santa Gemma Galgani (1878-1903), durante las noches su ángel protector extendía sus alas sobre su cama, para cuidarla de los ataque físicos del Maligno
San Pío (1887-1968), el fraile capuchino estigmatizado, que mandaba a su ángel custodio para cumplir misiones especiales.
5. El día del juicio final los ángeles del Señor serán los encargados de despertar a los muertos, y separar a los justos de los pecadores (Mateo 13,41; 16,27; 24,31; 25,1ss). Para el Islam, es llamado Israfil, ángel de la muerte que tocará las trompetas de aquel gran día.
V. LA CORTE ANGELICA
Sobre el origen de la corte angélica se remonta al monje sirio Dionisio Areopagita, del siglo VI; basándose en las cartas de San Pablo (Colosenses 1,16; Efesios 1,21; 3,10). Se describen nueve órdenes de ángeles en tres jerarquías, de mayor a menor tenemos:
Los serafines, que rodean a Dios y viven en eterna alabanza; los querubines, guardianes de la gloria de Dios, y los tronos, sublimes y muy por encima de toda actitud terrena.
Las dominaciones, que son los custodios del mundo; las virtudes, portadores de gracia y amor, y las potestades, que gobiernan las estrellas y la naturaleza.
Los principados, que tienen la capacidad de guiar a otros hacia Dios; los arcángeles, reconocidos individualmente y hechos santos, y los ángeles, que están más cercanos a los hombres.
Esta clasificación fue aceptada por el Papa San Gregorio I, pero no se considera dogma de fe.
VI. LOS ANGELES EN LA IGLESIA CATOLICA
La Iglesia Católica le da un culto de veneración a los ángeles (Colosenses 2,18), además celebra en su liturgia el 29 de Septiembre la fiesta de los Santos Arcángeles Gabriel, Miguel y Rafael; y el dos de octubre la de los Santos Angeles de la Guarda. Hay otro arcángel llamado “Uriel” (Fuego de Dios), es el ángel de la retribución y el arrepentimiento; transmite a los hombres el conocimiento divino e interpreta la profecía. Es nombrado en el libro apócrifo (de procedencia dudosa) de Enoc; su misión fue advertirle a Noé, sobre el castigo del diluvio universal. Algunos escritores piensan que fue el ángel que combatió toda la noche contra Jacob en Penuel, cambiándole su nombre por Israel (fuerza contra Dios) (Génesis 32,24-28). Sin embargo, en el año 745 un concilio provincial convocado por el Papa Zacarías lo excluyó de la jerarquía angelical. Más recientemente, la Congregación para el Culto Divino de la Santa Sede, ha prohibido darles nombres propios a otros ángeles; para no caer en la llamada “Angeología”, tan de moda con la “nueva era” o “era de Acuario”; que indican como contactarse con estos “seres de luz” por medio de técnicas de espiritismo, juegos de cartas y libros de esoterismo.
VII. REFLEXION FINAL
Juan Calvino (1509- 1564), uno de los padres de la reforma protestante, hizo una hermosa plegaria sobre los ángeles, que dice: “Como dispensadores de la providencia divina, nos guardan, interceden por nosotros, guían nuestros pasos y nos libran de todo mal”.
LOS TRES ARCANGELES
Las Sagradas Escrituras mencionan a tres de estos seres celestiales con nombres propios:
SAN GABRIEL (Fuerza de Dios): Se sienta a la izquierda de Dios, Jefe de los querubines, es el ángel de la misericordia, la revelación y la muerte. En el Nuevo Testamento le comunica a Zacarías que sería el padre del precursor del Mesías (Juan Bautista) (Lucas 1,11-20), es el portavoz de la anunciación a María (26-30). Algunos teólogos piensan que fue el ángel que consoló a Jesús en el huerto del Gethsemaní (22,43), y el que toca la trompeta en el libro del Apocalipsis. Uno de los frescos más antiguos sobre este arcángel, se conserva en una capilla de la Vía Apia, en Roma; probando así que desde el principio fue venerado en la Iglesia Católica. San Gabriel es también nombrado por los musulmanes, quienes creen que fue el mensajero celestial que sirvió como transmisor de la palabra de Alá, cuando dictó el libro del Corán a su profeta Mahoma (siglo VI d.C.). La beata Ana Catalina Emmerich (1774- 1824), tuvo una visión en el momento de la anunciación, y lo describe como “un joven esplendoroso, con cabellos rubios y sueltos”
SAN MIGUEL (Quién como Dios): Para los hebreos es el ángel protector frente al poderío de Persia y Grecia, antiguo patrono de la sinagoga. En la Iglesia de Oriente, así como entre los teólogos de Occidente, se nombra a San Miguel como virrey del cielo, príncipe De la luz, jefe de todos los ejércitos angelicales, custodio de la Iglesia Católica desde hace más de diez siglos, acompañante de las almas en la eternidad, y el ángel del juicio final (1 Tesalonicense 4,16). Es además, el guerrero celestial que peleó con el Diablo encima del cuerpo de Moisés (Judas 9); y en el cielo contra el Dragón y sus ángeles rebeldes (Apocalipsis 12,7). Es pues, el símbolo del eterno triunfo de la luz sobre las tinieblas.
Se le han construido enormes santuarios en su honor como:
El Castel Sant´Angelo (Castillo del Santo Ángel), edificado sobre el mausoleo del emperador Adriano en la ciudad de Roma. Aquí se le representa en una estatua de bronce desde lo alto de la fortificación, con resplandeciente armadura, en el acto de envainar su espada mientras contempla la Ciudad Eterna, cuando se posó durante una epidemia, en tiempos del pontificado de San Gregorio Magno en el año 590.
El Monte Gargano (Italia), en el siglo VI, y que domina el mar Adriático. Cerca de esta iglesia, el 8 de mayo de 663, los longobardos obtuvieron la victoria en la batalla naval contra la flota sarracena, y en recuerdo de este triunfo, atribuido a una aparición del ángel guerrero, dio origen a una segunda fiesta litúrgica, unificada después para el día 29 de septiembre.
El monte Saint Michel, en la costa francesa, coronado por una antigua abadía Benedictina del siglo XI. El oratorio fue erigido en el año 709. El lugar era un pico que emergía sobre el bosque de ScissY; se afirma que inmediatamente después de haber cumplido monseñor Aubert con el mandato del arcángel, se produjo una tremenda marea que le dio al lugar su forma actual.
Por otra parte, en un espacio de dos años, San Miguel se le apareció a Santa Juana de Arco (1412- 1431), en compañía de Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita.
El Papa León XIII compuso una oración invocando la protección del santo arcángel, que fue enviada a todos los obispos en 1886. Esta plegaria nació después que el Vicario de Cristo al terminar una misa, tuvo una visión de los espíritus infernales que se juntaban sobre la ciudad eterna de Roma. La oración es la siguiente:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; sé nuestro auxilio contra las maldades e insidias del Demonio. ¡Te suplicamos que el Señor te lo ordene! Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder recibido de Dios, arroja en el infierno a Satanás y a todos los demás espíritus malignos que merodean por el mundo para la perdición de las almas”.
En 1900 durante la revuelta de los boxers en Pekín (China), muchas personas vieron aparecer en el cielo a una mujer vestida de blanco y a su lado a un guerrero resplandeciente de luz, con grandes alas blancas, rodeado por un escuadrón de ángeles. Se piensa que era San Miguel, y que la aparición significó protección para la ciudad. En memoria de este hecho prodigioso se levantó un monumento.
SAN RAFAEL (Medicina de Dios): Es el guardián del árbol de la vida en el Edén (Génesis 3,24), y jefe del orden de las virtudes, es además el ángel de la providencia, que cuida a la humanidad y a los peregrinos. En el Antiguo Testamento le sirvió de guía a Tobías, indicándole como devolverle la vista a su padre Tobit en Nínive (11, 7-8). Es “uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que puede entrar ante su presencia gloriosa” (12,15).
LOS ANGELES EN LA VIDA DE LOS SANTOS
Santa Cecilia (siglo III): En su noche de bodas fue protegida por un ángel que la santa veía detrás de su esposo, el cual estaba dispuesto a matar al joven si hubiera osado en hacerla su mujer. Después de la conversión de su esposo Valeriano, el mismo ser luminoso les ofreció a ambos guirnaldas como regalo del cielo.
San Isidro Labrador (1086- 1150): Era sustituido en sus faenas agrícolas mientras asistía a misa, por dos ángeles con figura de robustos peones que le ayudaban con la yunta de bueyes.
Santa Hildegardis de Bingen (1098- 1179): Observó a un querubín que expulsaba con una espada de fuego a los espíritus del aire que la atormentaban. A santo Tomás de Aquino en su juventud, un mensajero celestial le ató a su cintura una correa de fuego que lo protegió contra los pecados de la castidad.
San francisco de Asís: En el año 1124, dos años antes de morir cuando se encontraba meditando en el monte Alvernia, fue estigmatizado por un serafín que tenía tres pares de alas resplandecientes, llevaba en sí la imagen de un Crucificado, que le enviaba rayos de fuego a sus manos, a sus pies y al costado derecho.
Santa Catalina de Suecia (1331- 1381): Se le representa frecuentemente junto a un ciervo, que apareció varias veces misteriosamente para ponerla a salvo.
Santa Francisca Romana (1384- 1440): Tuvo cerca toda su vida a un ángel que se le presentaba bajo la forma de un niño de unos nueve años de edad (La misma que tenía un hijo suyo, muerto en su infancia), con largos cabellos rubios, ojos hermosos, vestido con una túnica blanca como la de los diáconos en la liturgia. El ángel estuvo cerca de Francisca aun en las violentas luchas que ella tuvo que sostener con el Diablo. Este ángel niño permaneció a su lado durante 24 años, y luego fue sustituido por otro aún más resplandeciente que el primero, y de jerarquía superior, que se quedó con ella hasta el día de su muerte. Se le aparecía con frecuencia hilando o tejiendo con un hilo de oro, el de la vida de la santa. Cercana su muerte, Francisca vio al ángel tejiendo cada vez más rápido los hijos de la tela, casi ya terminada.
San Martín de Porres (1579-1639): Hacia en las noches una procesión en su convento de Lima (Perú), con una pesada cruz, custodiado por cuatro seres celestiales portando antorchas.
Santa Teresa de Ávila: Hacia el año 1559, tuvo una visión de un querubín en forma de un pequeño niño alado, que con un dardo de oro largo y con punta de fuego le traspasaba el corazón varias veces (Transverberación).
Santa Catalina Labouré (1806- 1876): En el convento de las hijas de la caridad en París (Francia), un ángel en forma de un niño de cuatro o cinco años, vestido de blanco y con un resplandor a su alrededor, la condujo a la capilla al encuentro con la Virgen María.
San Juan Bosco: En su autobiografía narra que desde los años 1854 a 1883, contó con la protección milagrosa de un enorme perro que él llamaba “Gris”. Este lo salvaba de los continuos ataques criminales que era objeto el santo, aparecía y desaparecía súbitamente en diferentes regiones, nunca se le vio comer o beber agua, ni tampoco envejecer.
Santa Gemma Galgani (1878- 1903): Su confesor le había ordenado que para descartar una aparición demoníaca, hiciera la señal de la Cruz, rociara agua bendita, e incluso escupiera; un día que el ángel se le presentó, ella le escupió el rostro e intentó apartarlo, pero él no se movió. En donde cayó su saliva, a los pies del ser angélico, creció una rosa blanca; en las hojas estaba escrito en letras doradas “todo se acepta por amor”.
La hermana Lucía (vidente de las apariciones de la Virgen María en Fátima): Narró que antes de aparecerse la Señora en el año 1917, se presentó “un joven, de catorce o quince años, más blanco que si fuera de nieve, el sol lo hacía transparente como si fuera de cristal, y era de una gran belleza”. Este personaje celestial se hacía llamar “ángel de la paz”, y les traía la comunión a los niños.
San Pío de Pietrelcina: En el año de 1912, mientras se encontraba rezando en el convento de San Juan Rotondo, recibió los estigmas (invisibles), de un personaje celeste armado con una lanza que le penetra el corazón; este ángel del Señor es el mismo que antes había estado junto a él en su batalla contra el Maligno. En el año 1918, el padre Pío recibe los estigmas visibles de una imagen de Cristo Crucificado, cuando unos haces de luz le penetran las manos, los pies y el costado izquierdo.
Santa Faustina Kowalska: Quien al caer enferma de tuberculosis en 1937, un serafín le trajo durante 13 días la eucaristía.
La mística suiza Adrienne Von Speyr (1902- 1967), tuvo una visión de la Madre de Dios rodeada de ángeles, algunos eran tan grandes como ella, y otros pequeños como niños.
EL DIABLO Y LOS DEMONIOS
I. FUNDAMENTO BIBLICO Y TEOLOGICO
El Diablo y los demonios eran ángeles que vivían en la presencia del Altísimo. Dios creó a Satanás para la gloria, pero hizo una libre elección hacia el mal (IV Concilio de Letrán). San Agustín (354-430), decía que “el Diablo estuvo en la verdad, pero no perseveró. Su defecto no estuvo en su naturaleza sino en su voluntad”. Su caída se debió a tres razones:
Su propio orgullo, cuando se quiso igualar a Dios. Al respecto, escribía el profeta Ezequiel: “Tu belleza te llenó de orgullo, tu esplendor echó a perder tu sabiduría” (28,17). La misma opinión tiene San Pablo (1 Timoteo 3,6). De hecho, el mismo Demonio le dijo en cierta ocasión al Santo Cura de Ars: “Yo puedo hacer todo lo que tú haces, puedo imitarte también tus penitencias, te puedo imitar en todo, una sola cosa no puedo hacer, no puedo imitarte en la humildad”.
La envidia y los celos que sintió cuando el Creador decidió hacer al hombre a su “imagen y semejanza” (Sabiduría 2,23-24).
Una vez el Diablo cayó en su falta, persuadió a otros compañeros a seguirlo. Según la Biblia fue una tercera parte de ellos (Apocalipsis 12,4; Daniel 8,10). San Isidoro de Sevilla (560-636), dice que “Dios quiso que las almas de los justos ocuparan en el cielo, el lugar vacío que había dejado los ángeles rebeldes”. San Macario (290-347), afirmaba que los ángeles caídos “son tan numerosos como las abejas”; y San Atanasio, patriarca de Alejandría (295-373), hablaba que el espacio está repleto de demonios. Desde entonces no hubo lugar para estos espíritus del mal en el cielo (Apocalipsis 12,8); teniendo como morada dos lugares:
El infierno o gehenna (en griego): Donde el fuego nunca se apaga (Mateo 5,22; 13,49-50; Marcos 9,43-48); llamado también como el abismo (Lucas 8,31; Apocalipsis 11,7; 17,8; 20,1-3); Horno de fuego (Mateo 13,42); lugar de tormento (Lucas 16,28) y de tinieblas (Mateo 8,12). Porque “Dios no perdonó a los ángeles que Pecaron, sino que los arrojó al infierno y los dejó en tinieblas; encadenados y guardados para el juicio” (2 Pedro 2,4; véase también Juan 16,11; Judas 6).
Santa Francisca Romana (1384- 1440), tuvo una visión en la que ve en diferentes partes del infierno y con diferentes tormentos, a los ángeles que se pusieron delante de Lucifer, según el grado y jerarquía que tenían antes, deben sufrir más los de mayor categoría. Igualmente, en una sección de exorcismo el P. Cándido Amantini se dirigió al espíritu inmundo con ironía: ¡Vete de aquí, el Señor te ha preparado una bella casa, y muy caliente!”. A lo que el demonio contestó: “Tú no sabes nada. No fue El (Dios) quien hizo el infierno. Fuimos nosotros. El ni siquiera se lo había pensado”.
Desde entonces el “reino de los cielos” y el “reino del averno” tienen varias diferencias: del primero es luz, bien, amor, felicidad y sabiduría; del segundo, oscuridad, mal, odio, amargura y confusión (comparar con Hechos 26,18; Romanos 13,12; Efesios 5,11, 1 Tesalonicenses 5,5).
Satanás y sus ángeles fueron lanzados a la tierra (Apocalipsis 12,9). Por eso, Jesús lo llama como “príncipe de este mundo” (Juan 14,30; 16,11); Para San Pablo es “el dios de este mundo” (2 Corintios 4,4); que junto con los espíritus del mal habitan en el aire (Efesios 2,2) o en el cielo (Efesios 6,12). Todo el mundo yace en poder del Maligno (1 Juan 5,19); su poder es poder de tinieblas (Lucas 22,53) y lo ejerce en el mundo (Lucas 13,16); no porque lo haya creado, sino porque está lleno de pecado y pecadores (Génesis 6,5-6.11-12; 7,1; 8,21; Eclesiastés 4, 1-3); el mundo viene de Dios, y lo mundano del Diablo (1 Juan 2,16).
Los libros apócrifos del judaísmo, como (Henoc 53,3), describe a los demonios como ángeles caídos o como hijos de Dios que descendieron sobre la cima del monte Hermón para perseguir a las hermosas hijas de los hombres. Al copular con ellas, los ángeles lujuriosos engendraron hijos gigantes de voraz apetito a los que se llamó “nefilim”(que significa “derribadores”), y que finalmente se comen los unos a los otros; esta idea se conserva aún en (Génesis 6,1-4.11). En estos mismos textos se nombra a Satanás en compañía de otros demonios como Azazel, Belial, Belcebú, Mastema, Samael. También en el libro de las Revelaciones, la ciudad de “Babilonia” la grande (equivalente a la Roma imperial), era considerada como “vivienda de demonios, guarida de toda clase de espíritus impuros” (18,2).
Del mismo modo, antiguas tradiciones talmúdicas de los hebreos, se nombran al ya mencionado Azazel, “el demonio del desierto”; en recuerdo del rito de expiación en el que el sumo sacerdote cada año, imponía las manos sobre la cabeza de un chivo o macho cabrío; así descargaba todos los pecados de los israelitas y luego enviaban al animal al desierto, donde según su creencia, habitaba este ser maligno (Levítico 16, 5-10). En tiempos de Jesucristo como los judíos ya no vivían en el desierto, despeñaban el animal por un barranco distante unos 20 kilómetros de Jerusalén. El desierto es el lugar de descanso de los “espíritus impuros” (Mateo 12,43; Isaías 34,14); el arcángel San Rafael encadenó al demonio en la parte más lejana de Egipto (Tobías 8,3). Siendo este el mismo escenario en que el Mesías resistió después de cuarenta días de ayuno, las tres tentaciones del Diablo (Lucas 4, 1-13).
II. LOS DEMONIOS EN LA BIBLIA
En el Nuevo Testamento, el “Diablo” aparece siempre asociado al pecado (1 Juan 3,8). Ya desde la caída de Adán y Eva, los seres humanos tienen la libertad de escoger entre el bien o el mal (Génesis 3,22; Santiago 1,13); desde entonces estamos sometidos a continuas pruebas (1 Corintios 10,13; 2 Corintios 2,11; Santiago 1,12); y aunque por nuestra inclinación al mal estamos “cautivos a voluntad de él” (2 Timoteo 2,26); Podemos hacerle frente mediante la oración (Mateo 26,41; 1 Corintios 7,5), la Confianza en Dios (Romanos 8,31; 2 Pedro 2,9), y en Jesucristo (1 Juan 5,18). Por eso, no hay que darle oportunidad al Diablo (Efesios 4,27), pues hay una continua batalla entre los hijos de la luz, y los hijos de las tinieblas (Colosenses 1,12-13), hasta el día del Armagedón (Apocalipsis 16,16). San Agustín enseñaba que “el que se Aparta de Cristo, es presa fácil del demonio” (Compara con 2 Timoteo 2,26); como ocurrió con “Caín, que era del maligno” (1 Juan 3,12); el rey David, cuando mandó a censar al pueblo hebreo sin autorización del Señor (1 Crónicas 21,1); los judíos cuando hacían sacrificios a los demonios (Salmo 106,37); Judas el “traidor” (Lucas 22,3; Juan 13, 2-4.27); Ananías (Hechos 5,3); “cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús (o Elimas), hijo del diablo” (Hechos 13,6.10); También Himeneo y Alejandro “cayeron en manos de Satanás”(1 Timoteo 1,18-20); otro seguidor del Tentador fue Simón el Mago, quien gozaba de los favores de Nerón, se granjeó la enemistad de San pedro, quien hizo fracasar uno de sus trucos públicos (estaba levitando),haciendo la seña de la cruz.
No puede haber ninguna relación entre “Cristo y el demonio” (2 Corintios 6,15); ni “beber de la copa del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios; Ni pueden sentarse a la mesa del Señor, y a la vez, a la mesa de los demonios” (1 Corintios 10,21); Ya que unos son “hijos de Dios” mientras que otros son “hijos del diablo” (Mateo 13,38; 1 Juan 3,10). Al respecto, el escritor de Las Homilías Clementinas, obra apócrifa del siglo II, afirmaba que Dios rige el mundo con ambas manos. Con la “mano izquierda” (el Diablo) trae sufrimiento y aflicción; y con la “mano derecha” (Jesús), salvación y felicidad.
III. LOS DEMONIOS EN LAS DISTINTAS CULTURAS Y TRADICIONES
En las diferentes civilizaciones del Oriente, y en las culturas y religiones ancestrales, se encuentran dioses del mal, espíritus malignos, guardianes del infierno, príncipes de las regiones subterráneas o señores de la muerte; como fueron Seth y Anobis en Egipto, Tiamat en Babilonia, Pazazú en la antigua Mesopotamia, Tifón y Pan para los griegos, Loki en los pueblos germanos y escandinavos; en Camboya, Birmania, Siam, Indonesia y Japón se menciona a Yama, en Siberia o Mongolia lo llaman Erlik, Manitu para los indígenas norteamericanos, es también Arimám y los Daevas en el Zoroastrismo; Shiva, Kali y los Asuras en el Hinduismo; Aka-oni y ao-oni en el Budismo, y Mara el Maligno, el diablo que según la tradición se le apareció a Buda con una serie de tentaciones, igualmente se opone a los budas (iluminados) y a sus enseñanzas para conseguir la iluminación.
Para los musulmanes es Iblis, el diablo que Mahoma sacó del Talmud judío a las páginas del Corán; aquí se describe que su caída se debió por no haber querido rendir homenaje al primer hombre, desobedeciendo de esta forma el mandato divino. Ibis, es el “espíritu del mal” que induce al hombre al pecado. El Corán también lo considera como el más importante Jinn, seres que viven generalmente en las montañas de Kaf que rodean al mundo. Adoptan diferentes formas, se asemejan a diablos y se opusieron a los ángeles. En el día de juicio final; será aniquilado por el triunfo del Islam, y proclamado por el profeta Jesús.
Por otra parte, los escritores bíblicos identificaron a Baal, dios de Fenicia y Caldea; Nergal según los asirios y babilonios, cuyo culto fue introducido en Samaria por los habitantes de Cuta (2 Reyes 17,30); Zeus (para los griegos) o Júpiter (para los romanos), como verdaderos ídolos del demonio (1 Corintios 10,20; 2 Corintios 6,16; Apocalipsis 9,20). Asimismo, Corriente heréticas condenadas por la Iglesia Romana como los Gnósticos, Maniqueos, Priscilianos, Cátaros y Bogomilos; limitaban el poder del Altísimo por el del Diablo, hasta hacer de él un dios. Incluso, los Andrónicos fue una secta heterodoxa que enseñaba que la parte superior del cuerpo humano era obra de Dios, y la parte inferior (incluyendo los genitales) era de Satanás.
Finalmente, sobre el aspecto físico del Hijo de las Tinieblas se conservan antiquísimos dibujos, estatuillas de bronce, pinturas rupestres, mascaras y descripciones legendarias. En todas ellas hay aspectos según la imaginación popular que lo presentan como una figura de tamaño pequeña, cuernos, cabellos largos y enredados, la cara llena de arrugas, dientes filosos y lengua bífera, barba de chivo, cuerpo cubierto de escamas o víboras, enorme giba, cojo, pezuñas, larga cola y alas de murciélago.
LA CORTE INFERNAL
En el texto “Sanctus Regnum”, la jerarquía del infierno es la siguiente: Espíritus Superiores, Espíritus Principales, Espíritus Subordinados y Legiones Infernales. Por otro lado, los padres de la iglesia identificaron en los escritos bíblicos que Lucifer, el Dragón, el rey de Tiro y el Diablo; son todos ellos el mismo Satanás. Sin embargo, cada uno presenta características especiales:
LA TRINIDAD SATANICA: Conformada por el anti- Padre (el dragón- Diablo); el anti- Hijo (el Monstruo- la Bestia); y el anti- Espíritu Santo (el Falso Profeta). (Apocalipsis 16,13; 20,10).
LUCIFER (LUZBEL): Su nombre significa “estrella de la mañana” o “portador de la luz”. Era el más bello, sabio y poderoso de los ángeles; su caída fue como un “lucero al amanecer” (Isaías 14,12-15), “se le dio las llaves del pozo del abismo” (Apocalipsis 9,1).
DIABLO: del griego “Diabolos”, en hebreo “SATÁN”, equivalente a “contradictor”, “obstructor”, “calumniador”, “acusador” o “detractor”. Taciano, discípulo de San Justino (s. II), decía que “el Diablo es el primogénito de los demonios, y jefe principal. Su posición sólo significa que el fue el primero en pecar, y convertirse en ángel caído”. Es el “DRAGÓN” que peleó con sus ángeles contra San Miguel (Apocalipsis 12,7); la palabra Dragón, simboliza un animal de gran tamaño, terrible crueldad y espantosa forma. Es también “la serpiente antigua” (Apocalipsis 12,9; 20,2); La misma que tentó a la primera mujer en el paraíso (Génesis 3,1.5; 2 Corintios 11,3), y a todo el mundo (Apocalipsis 12,9). Es además, el “ángel acusador” que sube hasta la presencia de Dios, para pedir permiso de poner a prueba a Job (1,6-12; 2,1-6). El profeta Zacarías ve en una visión a Josué, el sumo sacerdote; en presencia del ángel del Señor y el ángel acusador (3,1); Igualmente, es el enemigo de los israelitas (1 Crónicas 21,1), y el acusador de todos los hombres (Apocalipsis 12,10). Existe una curiosa tradición hebrea que dice que Satanás acusa a los hombres delante de Dios, todos los días, menos en uno: en el día nacional de la penitencia, el “Gran Perdón” (Yom Kippur).
Satanás es el causante del sufrimiento (2 Corintios 12,7), la enfermedad (Job 2,7), la maldad (1 Samuel 18,10), la muerte por el pecado (Romanos 5,12); siembra la cizaña (Mateo 13,25.39), persigue a los cristianos (Apocalipsis 2,10), opositor de Cristo (Mateo 16,23; Lucas 22,52-53; 1 Juan 2,22). “Homicida desde el principio y padre de la mentira” (Juan 8,44); es el “maligno” (1 Juan 5,19); el “enemigo” (Lucas 10,19); el “tentador” (Mateo 4,3; 1 Tesalonicenses 3,5); el “engañador” (Apocalipsis 12,9); el “cazador” (Salmo 91,3); el “malo” (Mateo 13,19); “ladrón y salteador” (Juan 10,1). Algunos otros nombres que le dieron los Padres de la Iglesia; son: tirano, el exterminador, corrompido, maldito, apóstata. San Ireneo (s. III) lo llama “ángel rebelde”, y Tertuliano (160-230) “el mono de Dios”.
Otros ángeles caídos mencionados en la Biblia, Son:
ABADON (HEBREO) O APOLION (GRIEGO): Que quiere decir “destructor” o “ruina”; es considerado “El jefe de las langostas. Que es el ángel del abismo” (Apocalipsis 9,11).
ASMODEO: Demonio de la maldad y la muerte. Es el espíritu maligno que mató a siete maridos a Sara (Tobías 3,8); y que fue encadenado en el desierto por San Rafael
BEELZEBU: “Señor de las moscas”, llamado el “príncipe de los demonios” (Mateo 10,25). Los Fariseos acusaban a Jesús de recibir poder de este espíritu del infierno (mateo 12,24; Juan 8,48-49.52). Los rabinos judíos también lo llamaban Ecrón (2 Reyes 1,2), que significa “señor del estiércol”
BELIAL: El “inútil” o el “impío” en hebreo. En los manuscritos del mar muerto, aparece como uno de los nombres del demonio que utilizó San Pablo (2 Corintios 6,15).
DEMONIO: Del griego “Daimon”, significa en plural “espíritus impuros” “daimonion” (Apocalipsis 18,2); Son “malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo oscuro” (Efesios 6,12). Pueden llegar a ser “legión”; es decir, “muchos” (Marcos 5,9). En tiempos de Cristo este término numérico indicaba una unidad militar compuesta por seis mil soldados romanos.
LEVIATAN: Palabra hebrea que traduce “animal solapado”, representado en la Biblia en forma de serpiente, cocodrilo, bestia marina o dragón del abismo (Isaías 27,1). La destrucción de Leviatán por Dios, simboliza la derrota definitiva de los enemigos de Israel.
Asimismo, el P. Gabriel Amorth, sacerdote exorcista de la diócesis de Roma, afirma que los nombres de los demonios, como de los ángeles indican su función. Los espíritus malignos más importantes tienen nombres bíblicos o dados por la tradición: Satanás, Beelzebul, lucifer, Asmodeo, Meridiano, Zabulón. Igualmente, se ha querido relacionar la corte infernal con los siete pecados capitales: Satán (la ira), Mammon (la codicia), Leviatán (la envidia), Belfegor (la pereza), Belcebú (la gula), Asmodeo (la lujuria) y Lucifer (la soberbia). Otros nombres indican más directamente el objetivo que se proponen: destrucción, perdición, ruina o también males individuales: insomnio, terror, discordia, envidia, celos o lujuria.
JESUS Y LOS DEMONIOS
Los judíos enemigos del Mesías, creían que “tenía un demonio” (Juan 7,20; 8,48; 10,20); No obstante, “El Hijo de Dios se ha manifestado para deshacer la obra del diablo” (1 Juan 3,8; 4,4). Satanás no puede impedir la edificación del Reino de Dios en la tierra, porque “será expulsado el que manda en este mundo” (Juan 12,31). Los demonios saben que hay un Dios y tiemblan de miedo (Santiago 2,19); además, Cristo Jesús “a los Espíritus impuros da órdenes, y le obedecen” (Marcos 1,27). Ellos reconocen que es “el Santo de Dios” (Marcos 1,24), el “Hijo del Dios Altísimo” (Marcos 5,7). Incluso, el Señor “expulsó a muchos demonios; pero no dejaba que los demonios hablaran, porque ellos le conocían” (Marcos 1,34). La liberación de espíritus malos por el Hijo del hombre, era una prueba de que el reino de Dios, había llegado (Mateo 12,28; Marcos 3,26), y a los fariseos que fueron a prevenirlo sobre la amenaza de muerte del rey Herodes, les responde: “Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra” (Lucas 13,32).
Jesús anduvo en la tierra “haciendo el bien y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo” (Hechos 10,38); en su ministerio terrenal realizó muchas liberaciones, como a un hombre que tenía un espíritu impuro en la sinagoga de Capernaum (Marcos 1,21-26); al endemoniado de Gerasa (Marcos 5,1-13); a la hija de una mujer de cananea (Mateo 15,21-28); a María Magdalena a la que le expulsó siete Demonios (Marcos 16,9); a un muchacho por pedido de su padre (Mateo 17,14-19); y a muchos otros endemoniados (Marcos 1,32.39; Lucas 6,18; 7,21;13,32). Además curó a otras personas que tenían incapacidades físicas atribuidas al Maligno (Mateo 12,22; Marcos 9,25); y de diferentes males, enfermedades y dolores (Mateo 4,24; 9,32; Marcos 1,26).
El Señor Jesús les confiere este poder a los apóstoles y discípulos (Mateo 10,1.8; Marcos 6,7.12-13; Hechos 5,16; 8,6-7); para que lo hagan en su nombre (Lucas 10,17); también fue hecho por uno que no pertenecía al grupo de los doce (Marcos 9,38-39); por el apóstol Pedro (Hechos 5,16); por el diácono Felipe (Hechos 8,6-7); y por el apóstol Pablo (Hechos 16,16-18). Esta será una de las señales dadas a los que creen (Marcos 16,17); pero a los que no seguían sus mandatos, no tenía efecto (Hechos 19, 13-15).
LIBERACIONES Y EXORCISMOS
“Desenmascarar al Demonio es vencerlo”.
San Ignacio de Loyola.
I. EL RITO DEL EXORCISMO
La Iglesia Católica define el rito del “exorcismo”, como la acción de sacar a los malos espíritus introducidos en una persona (posesión diabólica), y llenar ese vacío con las gracias del Espíritu Santo (Gálatas 5,22-23; Romanos 8,14). Los Santos Padres de la Iglesia como San Justino mártir (s. II), Tertuliano (s. III), Orígenes (s. III), y San Cipriano (s. III), practicaban la liberación de endemoniados, además enseñaban que cada cristiano era un exorcista. Posteriormente, el Papa Cornelio hacia el año 251, creó una categoría de individuos con este poder carismático (1 Corintios 12,4); que fue concedido después para los sacerdotes y los diáconos con la autorización del obispo.
El actual canon 1172 del Código de Derecho Canónico, establece que este ministerio de la pastoral de los enfermos sea realizado exclusivamente por los obispos; sólo ellos pueden ejercerlo o nombrar de una manera estable o para un caso especial, a un presbítero designado por el ordinario. Los sacerdotes exorcistas hacen una oración de liberación y los laicos pueden ayudar con oraciones de intercesión. El sacerdote no exorcista oficial puede hacer el exorcismo menor, auxiliado a su vez por los familiares del enfermo, grupos parroquiales de oración, movimientos como la Renovación Católica Carismática en el Espíritu Santo. Los fieles seglares no pueden ser exorcistas ni hacer oración de liberación.
La Santa Sede en el año 1999 ha Autorizado también un nuevo manual que remplazó al de 1614, año en que el papa Pablo V lo aprobó. El actual libro es llamado el “Exorcismus et Supplicationibus Quibusdam”, que contiene una serie de oraciones, ritos y gestos a seguir, en un verdadero exorcismo del ritual romano. En el año 2005, el Vaticano realizó el primer curso internacional llamado “Exorcismo y Oraciones de Liberación”, en La Pontificia Universidad Regina Apostolorum, como respuesta al aumento de casos de satanismo entre los jóvenes y la incapacidad de los sacerdotes de tratar estos temas. En el mismo participaron sacerdotes, teólogos, médicos, psicólogos, psiquiatras y antropólogos expertos en el tema. El plan de estudio contenía: aspectos antropológicos y sociológicos del satanismo; cómo detectar al demonio en el cine, la música, la literatura, los videojuegos y el Internet; fundamentos bíblicos, históricos y teológicos del satanismo; aspectos pastorales y litúrgicos del exorcismo.
Este sacramental (signo sagrado), solo se puede efectuar después de haber agotado todos los recursos de la medicina moderna y el campo de la psiquiatría. Hay que diferenciar también una verdadera posesión, de una infestación, obsesión u opresión diabólica, de la que simplemente se requiere una oración de liberación (exorcismo menor) que también se utiliza en lugares, casas o cosas que estén bajo una influencia demoníaca. Expertos en el tema como fue monseñor Corrado Balducci, estudioso de la demonología, y el padre Gabriel Amorth, fundador y presidente honorífico de La Asociación Internacional de Exorcistas; están de acuerdo en reconocer que solamente dos o tres casos de 100, son verdaderas posesiones satánicas, los otros en su gran mayoría son atribuidas a enfermedades mentales.
Existen dos categorías de exorcismos:
1. El exorcismo ordinario: con el bautismo solemne que consiste en sustraer al bautizado manchado por el pecado origina, el poder de Satanás.
2. El exorcismo extraordinario: es el practicado por un sacerdote para expulsar los espíritus malignos que se han posesionado de una persona.
Ya en cuanto las causas por las que un demonio toma posesión del cuerpo de una persona (nunca del alma), puede ser:
- Por permiso de Dios.
- Porque es victima de un maleficio.
- Por un grave estado de pecado endurecimiento en el individuo.
- Por contacto asiduo con lugares o personas dedicadas a la magia, la hechicería, la brujería, el satanismo, el ocultismo, y últimamente las prácticas de la Nueva Era.
Los signos señalados por el ritual como síntomas de una verdadera posesión satánica son:
A. Señales físicas:
- Experimentar transformaciones en la cara o en el cuerpo.
- Cambio en el tono de la voz, acompañada de gruñidos, quejidos o gritos.
- Enfermedades como un improvisado dolor de cabeza, un peso insoportable en la mano, ardor en la cabeza, dolor de estómago repentino, ataques de tos, vomito o somnolencia.
- Expulsar por la boca objetos extraños, vidrio o animales como sapos, moscas o lombrices.
- Las pupilas de los ojos se mueven casi completamente de arriba a bajo, o desaparecen.
- Poseer una fuerza superior a su edad o su naturaleza humana.
- Efectuar violentas convulsiones y torsiones en el cuerpo.
- Adoptar posturas del cuerpo aberrantes o de sexualidad deformada.
- Tener la capacidad de hacer volar los objetos.
- Elevarse en el aire o caminar sobre las paredes.
- Un olor nauseabundo y penetrante.
B. Señales psíquicas:
- Demostrar odio hacia Dios, la Virgen, los santos, la cruz, las imágenes, lugares y objetos sagrados.
- Hablar lenguas desconocidas (especialmente el arameo) o entenderlas a quien las habla.
- Conocer cosas ocultas.
- Predecir acertadamente acontecimientos futuros.
- Sufrir una transformación de su personalidad habitual.
Todo esto tiene que manifestarse durante el exorcismo y nunca antes. Los exorcismos pueden durar días, meses e incluso años, cuando la persona es victima de varios demonios, el jefe es siempre el último en salir.
Entre las normas que debe observar los exorcistas y el rito del exorcismo, conviene recordar las siguientes:
1. Debe ser un sacerdote preferiblemente de edad madura, y con permiso del obispo.
2. Debe tener gran piedad, prudencia e integridad de vida.
3. Debe ser instruido en estos asuntos para evitar lamentables equivocaciones.
4. Debe conocer las señales que demuestren que la persona sufre de una verdadera opresión demoníaca.
5. Debe conocer las artimañas que emplea el demonio para engañarlo, como hacerle creer que el enfermo no padece opresión maligna al permitirle recibir los sacramentos como la Eucaristía.
6. El sacerdote no deber terminar el exorcismo hasta estar completamente seguro que el demonio ha sido expulsado, ya que algunas veces se ocultan y dejan casi libre al cuerpo.
7. Evite el exorcista quedarse en preguntas inútiles o curiosas. Ordene callar al espíritu inmundo y limitarse a contestar lo que se le pregunte. No le crea si afirma que es un espíritu bueno o el alma de un difunto o de un santo.
8. Son necesarias las preguntas referentes al nombre de los espíritus, el tiempo de su ingreso, y las causas que lo originaron, como por ejemplo por una acción mágica, o por la utilización de instrumentos maléficos como la tabla guija.
9. El exorcismo debe hacerse con autoridad, gran fe, humildad y fervor.
10. Observe qué palabras asustan más al demonio y repítalas frecuentemente.
11. El exorcista no debe indicar ninguna medicina al enfermo. Esto debe dejarlo al médico.
12. Los que padezcan de maleficios no deben acudir a magos, hechiceros, brujos, curanderos o síquicos para ser liberados; y deben evitar toda superstición.
II. LAS ARMAS ESPIRITUALES CONTRA LOS DEMONIOS
Las mejores armas contra las fuerzas del infierno son: El sacramento del bautismo, que nos incorpora al cuerpo místico de Cristo, y nos protege contra el diablo; al igual que la confesión y la eucaristía. La oración del Padre Nuestro, cuando Cristo nos invita a repetir: “No nos expongas a la tentación, sino líbranos del maligno” (Mateo 6,13). Los exorcistas tienen que recurrir a la fe en Jesús (Mateo 17,19-20), la plegaria (y el ayuno) (Marcos 9,29). Otros sacramentales utilizados son el agua bendita, la sal y El santo óleo; crucifijos, reliquias de santos, la oración de los salmos. El creyente puede recurrir a devociones particulares como el rezo del rosario, el vía crucis, cargar el escapulario o la medalla milagrosa; o pedir la intercesión de San Miguel arcángel y de la Bienaventurada Virgen María.
III. EJEMPLO VARIOS
Juan Pablo II realizó tres exorcismos durante su pontificado, el más conocido fue en 1982, a una joven italiana de nombre Francesca que se revolcaba en el piso durante la audiencia general en el Vaticano. El papa comenzó a orar, pronunciado varias palabras de exorcismo, pero en vano. Cuando, al final, le dijo a la mujer: “mañana diré misa por ti”, la mujer volvió súbitamente a la normalidad y pidió disculpas al vicario de Cristo.
El ya mencionado padre Gabriel Amorth, cuenta en su libro “Narraciones de un Exorcista”, el caso de “un presbítero que ayudaba al padre Cándido Amantini. Estaban exorcizando a un jovencito a quien, en cierto momento, se le encendieron los vestidos. De la combustión salió un acre olor de azufre y el demonio se dirigió al sacerdote ayudante prometiéndole que la pagaría cara. Un buen día, ese sacerdote regresaba de Nápoles a Roma en automóvil. Se sentía escoltado por unas luces laterales que no podía explicarlas, por lo cual pensó en detenerse en una estación de servicio. Cuando estaba llegando, el auto se incendió. El sacerdote alcanzó a detenerse, a quitar las llaves y a escapar. Acudieron algunos automovilistas que gritaban: ` ¡Hay alguien dentro! ¡Se ve una persona!´ Aquel sacerdote en vano aseguraba que iba solo. En un momento dado, se sintió que aceleraban el motor y la maquina comenzó a avanzar lentamente, como una bola de fuego, hacia las bombas de gasolina. Al mismo tiempo se hizo sentir en el aire un acre olor de azufre. El sacerdote reconoció el mismo olor que había percibido durante el exorcismo y se puso a orar. Súbitamente el auto se detuvo, pero continuó quemándose hasta su total destrucción”.
El sacerdote jesuita Francisco de Paula Solá, quien fue exorcista oficial de la Diócesis de Barcelona (España), narra en el libro “Posesiones y Exorcismo en Profundidad”, dos espeluznantes casos: el primero ocurrió en Zaragoza en un colegio de religiosas al que iba cada día a decir misa. Había allí un grupo de niñas huérfanas y una de ellas mostraba un comportamiento extraño. Tenía entre once y doce años. El religioso comenzó a tratarla y observó que se negaba a confesar y que además profanaba la sagrada hostia, ya que al ir a comulgar se la sacaba de la boca y la guardaba en el bolsillo. También las monjas le hallaron cartas en las que se dirigía al Diablo, además en las clases de religión adoptaba extrañas posturas. El padre Solá procedió a hacerle un exorcismo. Así la llevaron, oponiendo gran resistencia, a la capilla del colegio para realizar el ritual. Cuando estaban ante la pila bautismal el sacerdote la roció con agua bendita. Entonces se agitó violentamente como si le quemara. En una de sus convulsiones, dio un gran salto, pasó por encima de la pila bautismal y salió volando por los aires en posición horizontal, a una altura de metro y medio del suelo. Pasó por encima de las bancas y atravesó toda la capilla de extremo a extremo, hasta chocar violentamente contra el altar mayor. Echando a correr la encontraron en el presbiterio, al pie del altar mayor, girando vertiginosamente, tenía los brazos y las piernas entrecruzadas como una gran bola. Tras varias oraciones, la niña quedó liberada y al volver en sí no recordaba nada de lo que había sufrido.
El otro caso que cuenta el mismo jesuita ocurrió en París (Francia), quien junto a otro exorcista se enfrentaron a una posesa de dieciocho años. Cuando los clérigos le hablaron del poder de Jesús y la Virgen sobre los ángeles caídos, la muchacha alterada empezó a pasearse de un lado a otro, de repente empezó a subirse por la pared, como si anduviera por el suelo sin que la falda que llevaba y su cabellera le cayeran hacia abajo.
La película “El Exorcista” está basada en una historia real ocurrida en St. Louis (Estados Unidos), en 1949. Se trata de un chico de trece años aficionado a la práctica de la tabla ouija, y un sacerdote y profesor universitario jesuita que lo liberó, pasando dos meses con él, durante los cuales presenció numerosas manifestaciones paranormales como la elevación de la cama donde se encontraba el menor. El muchacho, que había sido desahuciado por los médicos, pronunciaba durante las sesiones de exorcismo gritos y maldiciones en latín, lengua que jamás había estudiado, ladraba como un perro y se retorcía en convulsiones. En su piel se formaban símbolos, caras satánicas, e incluso palabras, tales como: “spite” (odio) o “hell” (infierno); aunque lo peor eran unas largas rayas que emergían con fuerza y rasgaban su piel como si estuviera siendo arañado por garras.
Durante la última sesión se presentaron las contorsiones más violentas, tras el ataque final, se oyó un sonido fuerte y una luz muy brillante iluminó la estancia, el adolescente se levantó de la cama, y dijo: “San Miguel ha venido. Esto se ha acabado”, después permaneció tranquilo, y desde entonces cesaron todas las manifestaciones diabólicas que se recrean extraordinariamente en la película, con la sola diferencia que en la cinta el poseso es una niña.
La película “El exorcismo de Emely Rose” también está basada en una historia real, vivida y padecida por una muchacha alemana llamada Anneliese Michel, estudiante católica que murió a los 23 años de edad en 1976, en medio del exorcismo practicado por un sacerdote que intentaba liberarla de sus males, y que fue juzgado por negligencia. Para los médicos de entonces, las causas de la muerte eran claras: desnutrición y deshidratación, con un peso de 35 kilos. El presbítero que la atendió no supo cuidar su organismo que se consumió en pocos días.
La vida de la chica era normal hasta cuando cumplió los 14 años y sufrió un sorpresivo ataque que la arrojó al suelo, provocándole convulsiones, gritos, espuma en la boca y otros síntomas que en un principio fueron identificados como epilépticos. La muchacha cayó en una postración total, con alucinaciones y visiones de seres que ella calificaba como demoníacos. Fue entonces cuando sus familiares decidieron buscar la ayuda de este sacerdote que le practicó no más de medio centenar de exorcismos en medio de vómitos, gritos y grabaciones de voces macabras que son reproducidas en la cinta. Tanto el sacerdote como sus padres fueron condenados a la cárcel por seis meses porque en todo momento rechazaron la ayuda que un hospital local les ofreció. Con el paso del tiempo la tumba de Anneliese se ha convertido en centro de peregrinación de muchos creyentes que la consideran una santa.
En junio del 2005, la religiosa Maricica Irina Cornici, murió a causa de los ritos de exorcismo de un sacerdote y cuatro monjas en un convento cristiano ortodoxo en Rumania. La joven de 23 años, que conoció en su corta vida el orfanato y el claustro del monasterio, fue amordazada, amarrada con cadenas a una cruz de madera y no recibió alimento por seis días. Su deceso ocurrió en el monasterio Santa Trinidad, de la localidad de Tanacu (Rumania). El sacerdote Daniel Corogeanu, y cuatro monjas retuvieron a la joven el 10 de junio, le ataron las manos y las piernas y le metieron una toalla en la boca. El clérigo ortodoxo sostuvo que sor Irina estaba poseída por Satanás y los malos espíritus; que era violenta, echaba espuma por la boca, rechazaba el agua bendita, y lanzaba insultos en la iglesia durante la misa celebrada el 15 de junio para su salvación; por lo tanto, tuvieron que inmovilizarla. Agregó que cuando la monja se calmó la desataron, le dieron té con pan, después se desmayó y sufrió un infarto. El sacerdote aseguró además que toda la comunidad religiosa de Santa Trinidad decidió no apelar a la medicina moderna y tratar de curarla mediante la oración. Los médicos forenses precisaron que la muerte de la mujer se debió a una violencia física muy grave.
El portavoz del Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Rumana, Costel Stoica, añadió que lo sucedido “no tiene precedentes en la historia de la vida monástica oriental”. Stoica explicó que el exorcismo en la Iglesia Ortodoxa es de hecho la “oración de `San Basilio el Grande´, que se lee a solicitud de la persona que pide la ayuda de Dios contra el Diablo en la iglesia o en la casa del creyente, y es suministrado a gran escala”. Tanto el clérigo que realizó el exorcismo y las cuatro monjas fueron acusadas de “asesinato con crueldad”. Los jerarcas de la Iglesia Ortodoxa excomulgaron al sacerdote, excluyó a las religiosas y cerró el convento.
En marzo del 2006, en una región rural del departamento del Tolima (Colombia), cuatro hombres asesinaron a su hermano menor para sacarle el Demonio. Según los parricidas dicho espíritu infernal que se había posesionado del cuerpo de Rafael Cuéllar Vargas, tenía cabeza de dragón, se llamaba “La Cola de Satanás”, y terminó siendo abatido a punta de golpes con un garrote por parte de los hermanos mayores de la victima.
LA VIRGEN MARIA Y LOS DEMONIOS
En las Sagradas Escrituras hay dos referencias que narran la enemistad entre la Madre del Redentor y el Príncipe de las Tinieblas. La primera de ella la encontramos en el llamado proto-Evangelio, cuando después de la caída de nuestros primeros padres, Dios le dice a la serpiente: “-Por esto que has hecho, maldita serás entre los demás animales. De hoy en adelante caminarás arrastrándote y comerás tierra. Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia” (Génesis 3,14-15). La segunda, está en el Apocalipsis (o Revelación): “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer envuelta en el sol como en un vestido, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza. La mujer estaba encinta, y gritaba por los dolores del parto, por el sufrimiento de dar a luz. Luego apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo que tenía siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza…El dragón se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo tan pronto como naciera. Y la mujer dio a luz un hijo varón, el cual ha de gobernar a todas las naciones con cetro de hierro” (12,1-5).
Por otra parte, en la historia de la salvación, encontramos escritos de santos y revelaciones particulares que resaltan el poder de la Virgen María contra los demonios y el mal:
San Efrén llamaba a la devoción a María como “carta de libertad o salvoconducto para liberarse del infierno”
A Santa Catalina de Sena le comunicó el Padre Eterno: “Por mi bondad, y en reverencia al misterio de la Encarnación, he concedido a María, Madre de mi Unigénito Hijo, la gracia de que ningún pecador, por grande que sea, que se encomiende devotamente, llegue a perder su alma en el fuego del infierno”.
El autor del ESPEJO DE NUESTRA SEÑORA dice que la Virgen manda a la hora de la muerte al príncipe San Miguel arcángel, con toda su celestial milicia, para que defienda a sus devotos, reciban sus almas y las suban al cielo en triunfo.
Santa Brígida escuchó de la boca de Jesucristo, que hasta el enemigo infernal habría redención, si se humillara a pedir perdón por medio de los méritos de María Santísima. Igualmente, afirmaba que todos los demonios la veneran y le obedecen, y desprenden sus uñas de las almas que tenían atrapadas por el pecado.
A San Hugo de Cluny, la Reina del Cielo se le presenta como la vencedora de Satanás.
A Santo Domingo de Guzmán, le fue echa la promesa de que “el rosario será un arma poderosa contra el infierno”.
Decía San Antonio de Padua que al invocar con fe los nombres de “Jesús y María”, se abre la tierra y caen precipitados los ángeles del mal.
Afirma el Beato Tomás de Kempis, que de tal manera los espíritus de las tinieblas temen a la Reina del Cielo, que al pronunciar su nombre huyen como un fuego que abrasa.
En una visión San Juan Bosco increpó al Príncipe del Mal: “¿Cuáles son las armar que lo derrotan?” Y respondió: “los que me derrotan son los que se confiesan y comulgan con fervor, y los que son devotos de la Virgen María”.
El santo cura de Ars interrogó a un poseso: “¿Te posesionarás tú de nuestro país (Francia)?” –Y él contestó: “No puedo hacerlo porque esa Señora que Uds. llaman Virgen María, se pasea de norte a sur y de occidente a oriente impidiéndome actuar”.
Estaban conjurando una vez a un endemoniado, y el exorcista preguntó al Tentador: Dime, ¿Qué hace María? A lo que respondió: baja y sube. Queriendo decir que no hace otra cosa que bajar a traer a la tierra beneficios y hacer bien a los hombres, y subir al cielo a presentar nuestras súplicas ante el Divino Redentor.
En el caso de los niños de Illfurt (1864- 1869), dos hermanos de nombres Teobaldo y José, de nueve y ocho años; mientras Lucifer injuriaba y se burlaba de las cosas más santas, sin hacer excepción ni siquiera de Dios mismo, nunca se atrevió a insultar a la Virgen; y a alguien que le preguntó la razón, le contestó: “No tenemos derecho. El títere sobre la cruz me lo ha prohibido”.
En cierta ocasión un sacerdote exorcista preguntó al demonio qué era lo que más le hería de la Virgen, y respondió: “Es la más pura de todas las criaturas y yo soy el más inmundo, es la más obediente de todas las criaturas y yo soy el más rebelde; es aquella que no ha cometido ni el más mínimo pecado, y por ello me vence siempre”.
Alfonso, rey de Galicia y León, en su juventud tuvo un sueño. Vio que llegaba a la eternidad y al querer entrar al cielo algo se lo impedía por no llevar el “traje de la gracia y las buenas obras”. Apareció Nuestra Señora y ordenó que pusieran en una balanza las obras buenas y malas, éstas últimas eran mucho más numerosas, los demonios danzaban de alegría, pero la Bendita virgen colocó su rosario en el otro lado. Los espíritus infernales protestaron furiosos gritando que aquello era una trampa. Nuestro Señor le dijo a la Buena Madre: “¿Por qué has hecho esto?” –Ella respondió: “Este joven Alfonso ha rezado muchas veces mi rosario, y yo con esto quiero pedirte que no lo dejes condenar porque es mi devoto”. Jesucristo le hablo al rey: “¿Has visto? Mi Madre te ha salvado porque tú le rezas con frecuencia. Te dejo un poco de vida: pero aprovecha este tiempo para quitar del manto de tu alma la mancha de tantos pecados, y dedícate a hacer obras buenas”. Cuando se despertó el monarca estaba sudando de tanto miedo. Desde ese día empezó una nueva vida, visitando enfermos, repartiendo mercados a familias pobres, ayudando a los encarcelados, oyendo misa, confesándose y comulgando con frecuencia, visitando iglesias y leyendo libros religiosos. Al morir era ya un verdadero convertido.
Santa Brígida tenía un hijo muy rebelde, ella rezaba a la Virgen cada día para que su alma no se fuera a condenar. De pronto el muchacho decide irse para el ejército, y en la guerra pierde la vida. Una noche la santa tuvo un sueño. Vio que ante el trono de Dios llegaban los ángeles de la oscuridad a protestar: “Venimos a quejarnos: porque nosotros tenemos permiso de acercarnos a los moribundos a llevarles tentaciones de desesperación. Pero hace unos días murió el hijo de Brígida, y cuando él estaba herido agonizado, llegó María, La Madre de Jesús y nos alejó a todos de allí” –Jesucristo se volvió hacia su Madre, y Ella contestó: “Hijo: la madre de este joven me había rogado tanto por él, que yo consideré como un gran deber acompañarlo en la hora de su muerte, y como no había sacerdote cercano, le inspiré que hiciera un acto de contrición y muriera rezando con mucho fervor”. Entonces el Divino Juez le dijo a los demonios: “Lo que mi Madre hace está bien echo, alejaos vosotros de aquí”. Después de este sueño tan consolador, la santa no volvió a angustiarse por la suerte eterna de su hijo.
Famosa es la historia de Teófilo, escrita por Eutiquiano, patriarca de Constantinopla, testigo ocular de los hechos.
Era Teófilo arcediano de la iglesia de Adana, ciudad de Cilicia, y tan estimado por el pueblo que lo pedían como obispo, rehusando él por humildad. Resultó que unos malévolos lo acusaron falsamente para deponerlo de su cargo. Teófilo se llenó de tal resentimiento, que fue a buscar a un mago judío, y éste le propuso invocar al Maligno, para que le ayudara en aquella desgracia. Respondió el Demonio que para merecer su favor, primero tendría que renegar de Jesús y María, y ponerlo por escrito. Teófilo así lo hizo.
Al día siguiente, habiendo conocido el obispo todo el asunto, le repuso en el ejercicio de su dignidad. Entonces conoció Teófilo lo grave de su ofensa, se va a una iglesia y delante de una imagen de la Santa Madona le pide que interceda por su falta. Con esta súplica estuvo cuarenta días, hasta que una noche se hace la Señora visible, diciéndole: “¿Qué es lo que has hecho, Teófilo? Me has negado a Mí y a mi Hijo. Y ¿A quién has vendido tu alma? A mi enemigo y tuyo”. “Vos, Señora –respondió-, me habéis de obtener perdón de vuestro Santísimo Hijo”. Viendo María tanta confianza, le volvió a decir: “Consuélate, que pediré por ti”.
Al cabo de otros nueve días de penitencia, se le presentó nuevamente la Celestial Reina, diciendo: “Teófilo, alégrate, que he presentado en la presencia divina tus plegarias y han sido bien oídas, y ya Dios te ha perdonado”. “No basta, Señora –replicó Teófilo-, tiene todavía el Adversario aquel pacto satánico, y Vos podéis hacer que se me devuelva”.
Tres días pasaron, y la tercera noche despertó y se halló con el papel en el pecho. A la mañana siguiente, estando el obispo en el templo, con gran cantidad de fieles, se presenta Teófilo, y de rodillas cuenta todo lo ocurrido; el obispo quemó en público dicho documento, y todos alababan al Altísimo por su infinita misericordia. Tres días más tarde, murió Teófilo, lleno de gratitud con la Madre de Dios.
UNA ORACION A MARIA DESDE EL INFIERNO
En 1823 en una provincia de Avellino (Italia), un niño de doce años, analfabeta, fue poseído por un espíritu caído. Los padres dominicos Gassiti y Pignataro, que se encontraban en el pueblo para una misión parroquial, le ordenaron, en nombre de Dios, probar teológicamente, con un soneto de rimas, la Inmaculada Concepción de la Virgen, cuestión muy discutida en esos tiempos.
El pequeño endemoniado pronunció el siguiente soneto:
Verdadera Madre soy yo de un Dios que es Hijo
Y soy su Hija, aunque también su Madre;
Ab eterno nació El es mi Hijo,
En el tiempo nací Yo, pero le soy Madre.
El es mi Creador y es mi Hijo
Soy su Criatura y le soy Madre;
Y soy su Hija, aunque también su Madre;
Ab eterno nació El es mi Hijo,
En el tiempo nací Yo, pero le soy Madre.
El es mi Creador y es mi Hijo
Soy su Criatura y le soy Madre;
Fue prodigio divino el ser mi Hijo
Un Dios eterno, que me tiene por Madre.
Un Dios eterno, que me tiene por Madre.
El ser casi es común entre Madre e Hijo
Porque el ser del Hijo tuvo la Madre
Y el ser de la Madre tuvo también el Hijo.
Porque el ser del Hijo tuvo la Madre
Y el ser de la Madre tuvo también el Hijo.
Pues si el ser del Hijo tuvo la Madre,
O se dirá que fue manchado el Hijo
O sin mancha tiene que ser la Madre.
O se dirá que fue manchado el Hijo
O sin mancha tiene que ser la Madre.
Treinta años después, en 1854, Pío IX promulgaba solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción. En el mismo año le presentaron al Pontífice el soneto improvisado en el infierno en honor de María. Quedó conmovido y maravillado por los versos tan teológicamente exactos, compuestos por tan singular poeta.
DIFERENTES APARICIONES DE LOS ESPIRITUS INFERNALES
San Antonio Abad (S. IV), fue seducido por Lilith (demonio en forma de mujer para los judíos), que recibe también el nombre de súcubo.
A su discípulo San Hilario (s. IV), lo rodearon un círculo de mujeres desnudas. Igual tentación tuvo San Hipólito (s. III).
San Pacomio (s. IV), vio el Diablo como una doncella de raza negra; el santo expulsó a la diablesa de un golpe de su mano, después, el hedor quedó impregnado durante dos años.
San Nicolás de Mira (s. IV), se le apareció en su monasterio un “ángel luminoso” pero con una gran cola (comparar con 2 Corintios 11,14).
Rufino, amigo de San Jerónimo (s. IV), llegó a visitarlo con el aspecto de Jesús.
San Martín de Tours (s. IV), en forma de monaguillo burlón mientras oficiaba la misa.
San expedito (s. IV), fue comandante de la legión romana, se le presentó el demonio en forma de un cuervo, que el gritaba “Cras, Cras, Cras” (En latín “Mañana”, “Mañana”, “Mañana”). Así lo trataba de persuadir a que dejara su decisión para otro día de convertirse más bien en “soldado de Cristo”.
San Macario de Alejandría (s. V), fue hostigado por una chusma de demonios negros.
San Benito (s. VI), como un mirlo negro.
San Eligio (s. VII), muchas pinturas lo representan agarrando con unas tenazas la nariz de una provocadora joven, cuya apariencia el santo obispo adivinó la presencia del Tentador.
San Isidro Labrador (s. XII), cuando era niño estaba oyendo misa y vio al Diablo en forma de un niño negro que transcribía en un pergamino las conversaciones de las mujeres chismosas.
Santa Viridiana (s. XIII), se le presentó como dos serpientes que la mortificaron mucho los últimos años de su vida.
Santo Domingo de Guzmán (s. XIII), observó a un gato con un penetrante olor a azufre.
Martín Lutero (s. XVI), padre de la reforma protestante, toda su vida fue acosado por el Diablo, así cuando leía la Biblia se le aparecía en forma de mosca, otras veces como un cerdo o jabalí negro.
San Estanislao Kostka (s. XVI), rechazó en tres oportunidades con la señal de la cruz, los atacas de un horrible mastín negro.
Santa Rosa de Lima (s. XVII), el demonio apareció como un perro sarnoso que amenazaba con atacarla, o como un galán seductor.
San Gerardo Mayela (s. XVIII), en una noche de tormenta una diabólica figura le cerró el paso, pero el santo invocando el nombre de la Santísima Trinidad lo obligó a que tomara las riendas de su caballo y lo llevara sano y salvo al pueblo de Lacedonia (Italia).
Santa María Francisca de las Cinco Llagas (S. XVIII), el maligno se le presentaba en forma de un perro rabioso que la atemorizaba, pero al hacer la señal de la cruz, y al pronunciar los nombres de José, Jesús y María salía huyendo.
La beata estigmatizada Ana Catalina Emmerich (s. XIX), ve en una visión de la anunciación del arcángel San Gabriel a la Virgen María, al demonio en forma de “una serpiente del tamaño de un niño, con la cabeza ancha y chata, y a la altura del pecho tenía dos patas cortas membranosas, armadas con garras, sobre las cuales se arrastraba, que parecía alas de murciélago. Tenía manchas de diferentes colores, de aspecto repugnante; se parecía a la serpiente del Paraíso terrenal, pero de aspecto más deforme y espantosa”.
San Juan María Vianney (s. XIX), el célebre “cura de Ars” sufría continuamente los ataques como un perro negro que el llamaba el “zarpas”.
San Juan Bosco (s. XIX), describió al demonio en un sueño como un furioso elefante o una enorme serpiente.
Santa Gemma Galgani (s. XX), asumía el aspecto de perro, gato, de mico negro, de pequeños monstruos, de personas conocidas como su confesor, de hombres feroces, como Cristo flagelante, con el corazón abierto todo ensangrentado; o como ángel guardián, que al ser descubierto desaparecía en una gran llamarada dejando en el suelo un montón de cenizas.
Santa Faustina Kowalska (s. XX), una noche después de la hora santa, mientras caminaba hacia su celda, fue rodeada por una jauría de enormes perros negros que se levantaron y ladraban como si quisieran despedazarla. La santa vidente al darse cuenta que eran demonios, invocó la protección del Altísimo, y al instante se esfumaron como un torbellino de polvo en la calle.
Otras apariencias mencionadas son: León, leopardo, oso, caballo, toro, camello, lobo, zorro, pavo real y escorpión.
LOS ATAQUES DIABOLICOS
Las Sagradas Escrituras dicen que al rey Saúl, “un espíritu maligno, enviado por el Señor, lo atormentaba” (1 Samuel 16,14).
En los primeros siglos del cristianismo (III-V), los monjes ermitaños se retiraron a las áridas arenas del desierto de Egipto y el Asia Menor; Esperando vencer física y espiritualmente a los ejércitos infernales; por medio de una vida ascética que incluía la oración, la meditación de las Escrituras, el ayuno, la penitencia, la soledad, el trabajo manual. Esta vida de penitencia iba acompañada de ataques físicos de los espíritus malignos (Marcos 9,22; Lucas 22,31; 2 Corintios 12,7-9; 1 Pedro 5,8). A ellos se les daba el título de “guerreros contra el Diablo”. Uno de los más importantes fue San Antonio (251-356), patriarca de los cenobitas, de él Cuenta San Atanasio (siglo VI), que Lucifer llegó a dedicarle una verdadera galería de pinturas impuras, que el santo monje borró con agua bendita. Además, en una ocasión un grupo de espíritus demoníacos lo golpearon hasta dejarlo inconsciente.
A San Hilario (siglo IV), el Diablo saltó Sobre sus espaldas para azotarlo.
A San Francisco de Asís (1181-1226), mientras se encontraba orando una noche en una iglesia abandonada, se le presentó una turba de demonios: uno lo zarandeaba de un lado a otro, otro lo tiraba al suelo, el otro lo amenazaba y uno más le echaba en cara todos sus pecados, todos de mil diversas formas querían estorbarle en su meditación; pero no podían, porque Dios estaba con él.
Al santo cura de Ars (1786-1859), lo arrojaba de la cama, le soplaba en la cara, o le tiraba toda clase de cosas.
A Santa Gemma Galgani (1878-1903), la dejaba medio muerta en el suelo, con el rostro hinchado y los huesos dislocados.
A San Pío (1887-1968), el fraile estigmatizado, fue víctima de violentas golpizas en su celda del convento de Pietrelcina.
Estas visiones demoníacas iban acompañadas de temblores, ruidos, alucinaciones aterradoras, gritos, blasfemias, obscenidades, tentaciones de todo tipo, a veces cantando salmos, recitando versículos de las Escrituras o diciendo pequeñas verdades, antes de proferir una gran mentira (1 Corintios 12,10).
Hay que recalcar que lo que no está permitido a los demonios, es acabar con una vida humana. Así lo testifica el relato de la prueba al santo Job, cuando Dios le dice al “ángel acusador”: “has con él lo que quieras, con tal de que respetes su vida” (2,6).
LA IDOLATRIA AL PRINCIPE DEL MAL
A través de los tiempos ha existido la falsa adoración al príncipe del mal, en Europa en la edad media se les llamaba “luciferinos”; en los siglos XVI al XVIII, los brujos y las brujas se reunían en la noche en una celebración llamada “Aquelarre o Sabbath”; su punto de encuentro eran los cruces de caminos, los bosques, campos de cultivos o iglesias abandonadas; las reuniones estaban acompañadas de música, cantos y bailes en honor del Demonio; banquetes, orgías, pisoteaban la cruz, se postraban a los ídolos. Se decía que el Diablo se hacía presente en forma de macho cabrío; y en señal de sumisión le besaban el trasero, o las brujas llegaban a tener dolorosas relaciones sexuales con él (incubo). Otras acusaciones Que el tribunal del santo oficio y la inquisición formulaban contra las brujas eran: La práctica de la hechicería, la magia negra, los maleficios, el mal de ojo, la adivinación, los encantamientos, la fabricación de pócimas y amuletos, la metamorfosis en animales, los vuelos nocturnos, el pacto con Satanás, el envenenamiento de los ríos, la destrucción de las cosechas, o una sequía prolongada.
En el siglo XVIII empezaron a surgir los cultos satánicos en el viejo continente; uno de los pioneros fue Aleister Crowley (1875-1947), quien en su “Libro de la Ley” exalta, de manera herética, al ser humano a la categoría de un dios, y se rebela contra los preceptos morales de los diez mandamientos. El mismo se auto- denominó como “la gran bestia” o el “666”, que es un número de hombre que aparece en el libro De las revelaciones (13,18). {De hecho, si también sumáramos las letras que forman la palabra hebrea “ha-satan” (el acusador), se obtendría el número ¡364!}. En el siglo XX, Anton La Vey (1930-1997), conocido como el “papa negro”, funda en 1966 la primera iglesia satánica llamada “la casa negra”, en San Francisco (California). Es además el autor de la “Biblia negra”, que contiene una especie de mandamientos llamados las “nueve declaraciones de Satán”, y un libro sobre “rituales satánicos”; Para la celebración de la misa negra, que incluye muchos elementos de la liturgia católica, pero a la inversa (Comparar con 1 Timoteo 4,1). En Francia se funda la Wicca (orden internacional de los brujos luciferinos), también la ciudad de Turín (Italia), es considerada la capital mundial del satanismo.
Ya entre los jóvenes se ha multiplicado las sectas satánicas, que escuchan la música de heavy metal de Alice Cooper (nombre de una bruja quemada por la inquisición), Ozzy Ousbore (el barón de Satanás), Marilyn Manson (el papa negro), Glen Benton (el canciller del infierno), kizz que en inglés que significa: Reyes Al Servicio de Satanás), Black Sabbath (sábado Negro), AC-DC (Anti- Cristo- Muerte de Cristo). Algunos ex miembros de estas sectas han confesado que los bautismos se hacen con orines de cabra, sacrifican bebés sin bautizar, o animales como perros, gatos y gallinas; destrucción de lápidas en los cementerios, crucifijos o descabezamientos de imágenes de la Virgen; hacen orgías bisexuales o tienen relaciones sexuales con los muertos (necrofilia) bajo el efecto de la droga y el licor, actos sacrílegos como la profanación de la hostia consagrada, el robo de cálices, cupones y custodias en los templos, a veces el asesinato de sacerdotes y el suicidio en homenaje de Satanás. En sus ceremonias se destaca beber sangre de infantes o de animales, sus ornamentos son una sotana negra con una capucha roja, en el altar se coloca el cuerpo de una mujer desnuda, utilizan el signo del pentagrama (estrella de cinco puntas), campanas, velas negras, un sable entre otros utensilios.
EL ANTICRISTO Y SU DERROTA FINAL
I. CONTEXTO GENERAL
Para muchos pastores fundamentalistas, este panorama actual es el presagio del advenimiento del reinado del “anti- Cristo”. No obstante, en Las Sagradas Escrituras este apelativo no hace referencia a un personaje en particular; si no a todo aquel que se opone a Dios y su religión (1 Juan 2,18.22; 4,3; 2 Juan 7). En la historia universal ha habido muchos “anti- Cristo” que se han destacado por sus crímenes contra la humanidad (Salmo 7,14-16); de hecho, el mismo Redentor llegó a decir que “los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz” (Lucas 16,8); como por ejemplo: Calígula, Nerón, Atila, Napoleón, Hitler, Stalin, Mao Ste Tung, Pol Pot, Idi Amín, Saddam Hussein, Osama Bin Laden entre muchos otros. Sus vidas y sus actos son propios de “las obras de las tinieblas” (Romanos 13,12), porque “La mala hierba son los seguidores del Maligno” (Mateo 13,38), que “siguen la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia” (Efesios 2,2).
La Virgen de Medjugorje, dice que “Satán se ha desatado”. Santa Brígida y la beata Ana Catalina Emmerich profetizan que todos los demonios serán liberados del infierno. Incluso, algunos hombres dedicados al mal, han llegado hacer trato con el Demonio. Según otra “revelación personal” a la mística y estigmatizada Martha Robin, Adolfo Hitler firmó un pacto satánico, que incluía esta clausura: “Dame al pueblo judío y yo te daré poderío”; hay que anotar que más de seis millones de judíos murieron en los campos de exterminio nazi. Ahora bien, el pacto duró al parecer más de diez años. Fue quebrado, el 8 de diciembre de 1942, cuando el papa Pío XII consagró el género humano al Corazón Inmaculado de María. La fecha coincide, aproximadamente, con la derrota alemana en Stalingrado, dos meses más tarde, en febrero de 1943.
Para San Pablo, el “hombre malvado” que se hace pasar por Dios, está por Venir (2 Tesalonicenses 2,3-4); “llegará con mucho poder, y con señales y milagros” (9; Apocalipsis 13,11-18); Con la sabiduría “del diablo mismo” (Santiago 3,15). Porque “el espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, siguiendo a espíritus engañadores y Enseñanzas que vienen de los demonios” (1 Timoteo 4,1); por esta razón San Ireneo lo identifica como un “falso profeta”, que será la causa de guerras y desastres, pero asimismo de la segunda venida de Jesucristo (la parusía). Para Santo Tomás de Aquino la llegada del Anticristo se producirá cuando se pierda la fe en la Iglesia Católica. De todas maneras, sea que este “hombre malvado” ya halla llegado o esté por venir (o es un simbolismo del poder del mal); lo cierto es que el Diablo sabiendo que le queda poco tiempo, ha bajado a la tierra lleno de furor (Apocalipsis 12,12).
II. EL ANTICRISTO EN EL JUDAISMO
En lo que respecta a la literatura judaica, sólo son referencias sin mención del Anticristo en el testamento de Leví, donde Dios lucha contra las fuerzas del mal. Claro está, que en el Antiguo Testamento se considera a dos personajes como verdaderos “hijos de Satán”:
Jezabel, princesa de Tiro y esposa de Ajab el rey de Israel (siglo IX a.C.), quien introdujo en el país el culto de Baal e hizo traer cientos de sacerdotes y falsos profetas de su tierra. Persiguió con saña a los enviados del Señor, entre ellos Elías, quien desafió a los sacerdotes idolatras en el monte Carmelo. Cuando la rebelión de general Jehú puso fin a la casa de Ajab, unos eunucos a las órdenes de aquél arrojaron a Jezabel por una ventada, siendo aplastada por los cascos del caballo del valiente general judío y comida por los perros. Sólo se encontraron el cráneo, los pies y las palmas de sus manos.
Antíoco IV Epífanes, quien se empeñó en helenizar a los hebreos, prohibiendo la observancia del sábado, mandando a matar a las mujeres que habían circuncidado a sus hijos, incautó y quemó todos los ejemplares de las Sagradas Escrituras, ordenó además erigir altares paganos por todas partes y sacrificando cerdos en ellos. El agravio mayor fue que construyó un altar al dios griego Zeus en el Santísimo Templo de Jerusalén sobre el sitio de los holocaustos. Todo esto provocó la insurrección de los hermanos Macabeos (167 a.C.). Este rey griego se recluyó en Persia y murió loco.
III. EL ANTICRISTO EN EL ISLAM
Para la tradición islámica el Anticristo es una figura malvada al que se le denomina Dajjal (o la Bestia), es de color rojo, con cabellos rizados, tiene una garganta enorme, un solo ojo sobre la frente, lleva escrito en ella el nombre Kafir (infiel), y es un gran tentador. Se presentará cabalgando en un asno tan grande como él, dominará a su antojo a todas las criaturas de la tierra, sin importarle la religión que sigan. Sin embargo, este reinado sólo durará cuarenta días, ya que descenderá de los cielos Jesús y vendrá acompañado con el Mahdi (el guiado por Dios), ambos le mostrarán el sello del profeta y la Bestia perderá su fuerza.
IV. LA TEOLOGIA CATOLICA
Por otra parte, en la teología católica el vencimiento del Maligno es triple:
Cuando por castigo de su primer pecado, cayó del cielo como un rayo (Lucas 10,18).
Su férreo dominio del mundo, es quebrantado por la muerte salvadora de Cristo en la cruz; Derrotando al Diablo que tenía poder para matar (Hebreos 2,14). Jesús ha vencido al mundo (Juan 16,33); su resurrección es también la garantía de la victoria sobre todo mal (Mateo 28,18). Ante su nombre se dobla toda rodilla de los ángeles, los hombres, y los demonios (Filipenses 2,10).
“El Dios de la paz aplastará pronto a Satanás” (Romanos 16,20), y al “hombre malvado” “el Señor Jesús matará con su boca y destruirá cuando regrese con todo su esplendor” (2 Tesalonicenses 2,8); en compañía de “miles y miles de sus ángeles” (Judas 14), entonces serán juzgados los demonios y los impíos (Isaías 24,21-22; Mateo 25,41), y será derrotada “las milicias del demonio” (1 Corintios 15,24). Porque “Por medio de Cristo, Dios venció a los seres espirituales que Tienen poder y autoridad, y los humilló públicamente llevándolos como prisioneros en su desfile victorioso” (Colosenses 2,15). “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20,10).
LOS DIEZ MANDAMIENTOS CONTRA EL DIABLO
El cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Génova (Italia), imprimió una carta pastoral en la que enumera los “diez mandamientos” para defenderse del Tentador.
I. No olvides que el Diablo existe, porque su primera mentira es hacernos creer que no existe.
II. No olvides que el Diablo es un tentador. No te consideres ni exento ni invulnerable.
III. No olvides que el Diablo es sumamente inteligente y astuto. Logra su insidia siendo fascinante, como lo hizo con el primer hombre.
IV. Sé vigilante: con los ojos y el corazón. Y sé fuerte: es espíritu y virtud.
V. Cree firmemente en la victoria de Cristo sobre el Tentador, pues esto te hará seguro e imperturbable incluso ante la agresión más violenta que se desate contra ti.
VI. Recuerda que Cristo te hace partícipe de su victoria.
VII. Continúa escuchando la Palabra de Dios.
VIII. Sé humilde y ama la mortificación.
IX. Reza siempre, sin cansarte, para que superes la tentación.
X. Adora al Señor tu Dios y solamente a El ríndele culto.
FRASES CELEBRES CONTRA LOS DEMONIOS
Si Dios está con nosotros, quién contra nosotros. San Pablo (Romanos 8,31).
No creer en el Demonio, es como no creer en el evangelio. Papa Juan Pablo II.
El Diablo puede refugiarse de su elemento favorito, el anonimato. Cardenal Joseph Ratzinger.
El Demonio presenta al hombre el pecado siempre disfrazado y camuflado, se esconde, porque su aspecto es horrible, y si se lo vieran, todos huirían de él asustados. San Juan Crisóstomo.
El que se aparta de Cristo, es presa fácil de las garras del Maligno. San Agustín (véase 1 Juan 3,10).
El hombre se hace hijo del Diablo en cuanto más lo imita pecando. San Agustín (Véase Lucas 11,23).
El Demonio es como un furioso perro encadenado que ladra y acosa, pero que solo hace daño a quien se le acerca demasiado. San Agustín.
Si el Diablo por iniciativa propia pudiera hacer algo, no quedaría un ser viviente sobre la tierra. San Agustín.
El que se aparte de Cristo, es alimento del Diablo. San Agustín.
Con el Diablo y sus ángeles caídos no hay amistad posible. San Agustín.
El Demonio no hace no sentir vergüenza de nuestros pecados, y vergüenza de confesarlos. San Agustín.
El dinero es el estiércol de Demonio. San Agustín.
El Demonio puede hacer mal al hombre, pero dentro de los límites permitidos por Dios.
Santo Tomás de Aquino (Véase 1 Corintios 10,13; Mateo 6,13; Judith 8,25-27).
Es tanta la crueldad del Demonio por los hombres, que nos mataría de una sola dentellada, sino nos defendiera la providencia divina. San Buenaventura.
La caída de los demonios será reparada por los castos en el cielo. San Buenaventura.
La estrategia del Demonio con respecto al pecado, es mantenernos con los ojos vendados mientras vivimos, y quitarnos la venda a la hora de la muerte. Santa Catalina de Siena.
Desenmascarar al Demonio es vencerlo. San Ignacio de Loyola.
El Diablo anclado por siempre en el mal, hace del mal su propia perfección. Busset.
Los exorcistas no le tienen miedo al Demonio, es el Demonio el que tiene temor a quienes viven en unión con Dios. P. Gabriel Amorth, Sacerdote exorcista.
Un sacerdote que tiene miedo de las represarías del Diablo, es como un pastor que tiene miedo del lobo. P. Gabriel Amorth.
Una vida en gracia de Dios es una vida libre de ataduras del Demonio. P. Gabriel Amorth.
La mayor astucia del Diablo es la de hacernos creer que no existe. Charles Pierre Baubalaiere.
Si el oficio de Dios es el de perdonar, el de Satanás es el de tentar a los hombres. Heinrich Heine.
Como el perro huye del palo con el que se la pegado, así el Demonio aborrece la cruz de Cristo. Tireo.
El primer engaño del Diablo es su incógnita. De Rougemont.
Dios ha desaparecido, pero el Diablo sigue ahí. André Malraux.
Los sacerdotes casi nunca usan su poder de exorcistas, porque les falta fe, y temen disgustar al Demonio. León Bloy.
La religión católica, es la única entre las demás, que tiene un poder supremo contra las fuerzas infernales. Brognolo
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